Eustoquio Díaz Vélez

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Eustoquio Díaz Vélez
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Gobernador militar de la intendencia de Salta
[13 de marzo] de 1813 - 13 de septiembre de 1813
PredecesorEsteban Agustín Gascón
SucesorFeliciano Chiclana
6.º y último teniente gobernador de Santa Fe
31 de marzo de 1814 - 23 de marzo de 1815
PredecesorIgnacio Álvarez Thomas
6º Gobernador de la Intendencia de Buenos Aires
[13 de noviembre]] de 1818 - 16 de marzo de 1819
PredecesorJuan Ramón Balcarce
SucesorJuan Ramón Balcarce
Benemérito General de la República
Datos Personales
NombreEustoquio Antonio Díaz Vélez
Nacimiento2 de noviembre de 1782
ciudad de Buenos Aires,
virreinato del Río de la Plata,
Reino de España Bandera de España
Fallecimiento1 de abril de 1856 (73 años)
ciudad de Buenos Aires,
Estado de Buenos Aires,
República Argentina Bandera de Argentina
OcupaciónHacendado, político y militar
Partido políticoEjército patriota
Creencias religiosasCatólico
CónyugeCarmen Guerrero y Obarrio
HijosCarmen, Manuela y Eustoquio.
PadreFrancisco José Díaz Vélez
MadreMaría Petrona Aráoz

Eustoquio Díaz Vélez (Buenos Aires, 2 de noviembre de 1782 - Buenos Aires, 1 de abril de 1856) fue un militar argentino que luchó en las Invasiones inglesas (1805 y 1806), participó en la Revolución de Mayo (1810) y peleó en la guerra de independencia y en las guerras civiles argentinas.

Síntesis biográfica

Hijo de Francisco José Díaz Vélez, acaudalado comerciante nacido en Huelva (España) -quien fuera capitular del Cabildo de Buenos Aires- y María Petrona Aráoz Sánchez de Lamadrid, oriunda del Tucumán, de una importante familia colonial. Deja su actividad mercantil para abrazar la carrera de las armas a partir de 1806 con motivo de las invasiones inglesas al Río de la Plata luchando bajo las órdenes de Santiago de Liniers y Cornelio Saavedra y destacándose por su valor.

Fue el séptimo hijo de un total de doce. Entre sus hermanos merecen nombrarse al segundo hijo del matrimonio, el doctor José Miguel Díaz Vélez, político que participó en la Independencia y en las guerras civiles argentinas; y al octavo vástago de dicha unión, Manuel Díaz Vélez, joven teniente del Regimiento de Granaderos a Caballo que falleciera a consecuencia de las heridas que sufriera en el bautismo de fuego contra los realistas en el combate de San Lorenzo.

Se incorporó joven al ejército, en el regimiento de Blandengues de la Frontera de Buenos Aires. Combinó estas actividades con el comercio, reuniendo alguna fortuna.

Trayectoria militar

Durante las Invasiones Inglesas al Río de la Plata, colaboró, en la primera, con Santiago de Liniers y fue dado de alta en el Regimiento de Patricios, el 8 de octubre de 1806, como ayudante segundo graduado de teniente, participando en la Reconquista de Buenos Aires. Al año siguiente, durante la segunda Invasión Inglesa, se distinguió en la Defensa de Buenos Aires, bajo las órdenes de Cornelio Saavedra, al rendir a los ingleses en la "Casa de la Virreyna Viuda", entre los días 2 y 7 de julio. Fue promovido al grado de capitán.

Durante la asonada de Álzaga del 1 de enero de 1809, luchó del lado de los leales a Liniers y fue herido. Esa acción le valió el ascenso a teniente coronel graduado.

Díaz Vélez tenía buenas relaciones con los conspiradores que, antes de 1810, pretendían lograr la independencia de su país. Apoyó activamente la Revolución de Mayo, participando en las reuniones que resolvieron la destitución del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, asistiendo a la del 19 de mayo convocada por Nicolás Rodríguez Peña. En ocasión del Cabildo Abierto del 22 de mayo el coronel Cornelio Saavedra lo designó como jefe de las guardias de Patricios que posibilitó la reunión de esa asamblea que expresó la voluntad del pueblo.

Pero como esas guardias se componían del cuerpo de los patricios que era el más tocado por el espíritu insurreccional, y como estaban a las órdenes del capitán don Eustaquio Díaz Vélez que era uno de los oficiales más audaces y más adelantados en el alboroto, el resultado fue que tan lejos de estorbarse la entrada se facilitó con prodigalidad á todos los que presentaron su esquela con el signo ó señal convenida entre los patriotas; mientras que del otro lado se dejaba entrar sólo a los personajes muy conocidos por su posición oficial, oponiendo dificultades y observaciones insuperables á todos aquellos que podían tomarse como desconocidos ó por personas de posición inferior, sobre todo, si eran europeos.

Integró los focos de resistencia a la flamante Junta del 24 de mayo por estar ésta integrada por el exvirrey. Esa misma noche se reunió en la casa de Rodríguez Peña, junto con Domingo French, Feliciano Antonio Chiclana y otros conjurados que lograron la renuncia de sus miembros y exigieron que el Cabildo «proceda a otra elección en sujetos que puedan merecer la confianza del pueblo, supuesto que no se la merecen los que constituyen la presente Junta, creyendo que será el medio de calmar la agitación y efervescencia que se ha renovado entre las gentes...»

Casa de los Leones, adquirida por Eustoquio Díaz Vélez, uno de los hombres más ricos de mediados y fines del siglo XIX.

Surgida la Primera Junta de Gobierno, ésta le encomendó como primera misión militar ocupar la plaza de Colonia del Sacramento, en la Banda Oriental, cuya población simpatizaba con los patriotas revolucionarios, venciendo a su guarnición y llevando para Buenos Aires gran cantidad de municiones. Por esta victoria la Primera Junta lo nombró teniente coronel, con carácter efectivo.

Formó parte del Ejército del Norte que la Junta de Buenos Aires había enviado con el fin de auxiliar militarmente a las intendencias del Alto Perú y participó en la derrota de Cotagaita. Semanas más tarde, el día 7 de noviembre de 1810, luchó en la batalla de Suipacha, primer triunfo de las armas revolucionarias rioplatenses, que permitió el levantamiento de las ciudades de Potosí, Chuquisaca y La Paz, abriendo a los patriotas todo el Alto Perú. Por orden del representante de la Junta, Juan José Castelli, cumplió con la ejecución en la plaza mayor de Potosí de las autoridades realistas Vicente Nieto -gobernador de Chuquisaca-, Francisco de Paula Sanz -gobernador de Potosí- y de José de Córdoba y Rojas -mayor general vencido en Suipacha-, el 15 de diciembre de 1810. Fue ascendido al grado de coronel.

Primeras batallas

Castelli firmó un armisticio con el jefe español José Manuel de Goyeneche, que probablemente ninguno de los dos pensaba cumplir. Díaz Vélez y Juan José Viamonte, al frente de sus batallones, fueron enviados como avanzada en dirección a la frontera. Al producirse el ataque realista en la batalla de Huaqui, el 19 de junio de 1811, estos dos regimientos fueron destrozados sin poder recibir ayuda ni ayudar al resto del ejército. Pese a la derrota el gobierno lo reconoció con el calificativo de "bravo" debido al valor demostrado en el campo de batalla.

El señor Díaz Vélez sale sin tropa alguna corriendo a caballo por el frente y pasa a la retaguardia por la izquierda de la línea de batalla ...La huida fue un verdadero desastre y, faltos de todo apoyo, los grupos de soldados cruzaron el Altiplano como pudieron, huyendo hacia Humahuaca.

Díaz Vélez, en una carta que enviara a las autoridades revolucionarias porteñas en relación a las causas y responsabilidades de la derrota de Huaqui, con fecha 29 de agosto de 1811, sostenía que todo lo que no consiguieran las fuerzas de Jujuy para adelante jamás lo haría el Perú. Se quejaba de la ignorancia y del antipatriotismo de los pueblos altoperuanos y manifestaba que aquellas provincias estaban poseídas del egoísmo y espíritu servil que habían heredado de sus mayores. Díaz Vélez advertía -a mediados de 1811- la dificultad que tendrían las provincias "de abajo" para propagar el ideario revolucionario abriéndose camino a través del Alto Perú.

Antonio González Balcarce fue reemplazado por el coronel Juan Martín de Pueyrredón, gobernador de Chuquisaca, al frente del Ejército Auxiliar. Las tropas regulares de éste, en octubre de 1811, habían quedado reducidas a la división de Díaz Vélez, que desprovisto de armas, municiones y víveres llegó hasta Tupiza. Díaz Vélez contó con la colaboración de la caballería de Martín Miguel de Güemes. Pueyrredón, después de hacerse del tesoro de la Casa de Moneda de Potosí, temeroso de una derrota y queriendo desempeñar un papel político en el Primer Triunvirato formado en Buenos Aires, pidió su relevo, aunque previamente envió a Díaz Vélez los refuerzos que pudo al enterarse de la incorporación del coronel realista Picoaga. Díaz Vélez venció en el combate de Cangrejos al coronel realista Barreda y, el 12 de enero de 1812 libró, en la quebrada ubicada junto al río Suipacha, el Combate de Nazareno, contra Picoaga. Si bien su resultado fue adverso o impreciso sirvió para aliviar la presión española contra Cochabamba. Unos días después, el 18 de enero de 1812 y por órdenes de Díaz Vélez, Güemes recuperaba Tarija que se encontraba ocupada por partidarios del virrey del Perú José Fernando de Abascal a quien inmediatamente le ordenó reintegrarse al ejército lo cual realizó llevándose de Tarija 300 hombres, 500 fusiles y dos cañones. Díaz Vélez debió retirarse a Jujuy ante la proximidad de las tropas de Goyeneche, numéricamente superiores.

La segunda expedición auxiliadora al Alto Perú comenzó cuando el general Manuel Belgrano se hizo cargo del Ejército del Norte. Díaz Vélez participó en la organización del Éxodo Jujeño y creó un cuerpo de caballería denominado los "Patriotas Decididos" integrado por voluntarios y gauchos jujeños, puneños y tarijeños. Recibió el apoyo de estos granaderos irregulares quienes aportaron sus propias armas y cabalgaduras a la tropa. Al mando de los Patriotas Decididos, tuvo a su cargo la retaguardia del éxodo.

También contó con la colaboración de la altoperuana Juana Azurduy de Padilla quien pasó por Jujuy directamente hacia Tucumán.

Cuando los patriotas fueron alcanzados por un destacamento de 600 españoles que enviara el brigadier realista Juan Pío Tristán y comenzaron a ser derrotados, Díaz Vélez reaccionó rápidamente y contraatacó en la Batalla de Las Piedras, del 3 de septiembre de 1812, deteniendo el avance de las tropas reales y logrando una victoria que logró revertir la desmoralización de las tropas y permitir la continuación del éxodo hacia el sur.

Su aporte resultó de vital trascendencia en los preparativos para el choque que se libraría el día 24 de septiembre de 1812. Estuvo en la reunión en la que Belgrano se dejó convencer por Bernabé, Pedro Miguel y Cayetano Aráoz -la familia más poderosa de la ciudad de San Miguel de Tucumán quienes eran sus parientes maternos- para enfrentar a los realistas.

En parte por estas conversaciones y la victoria de Díaz Vélez en Las Piedras, Belgrano se atrevió a dar la batalla de Tucumán, el 24 de septiembre de 1812, la que resultó la victoria más importante de la guerra de la Independencia Argentina y selló la suerte de la revolución. Díaz Vélez ofició de mayor general o segundo jefe del ejército.

Si bien Belgrano había sido arrastrado por el desbande de un sector de su tropa fuera del escenario de las acciones, el campo de batalla quedó en manos de la infantería patriota. Díaz Vélez, al observar que se había quedado sola y sin las tropas de la caballería, cauto y firme como era su costumbre, logró tomar el parque del brigadier Pío Tristán, con treinta y nueve carretas cargadas de armas, municiones, parte de los cañones y centenares de prisioneros. Luego tomó la acertada medida de replegar ordenadamente la infantería hacia la ciudad de San Miguel de Tucumán, colocándola en los fosos y trincheras que se habían abierto allí. Con la ayuda de las tropas de la reserva y llevándose también a los heridos, se hizo fuerte en la ciudad. También reorganizó la artillería y apostó tiradores en los techos y esquinas, convirtiendo a San Miguel en una plaza inexpugnable. Encerrado en ella, protegido por las fosas, Díaz Vélez aguardó expectante como triunfador ya que en gran medida, con su accionar, decidió la victoria de las armas de la revolución ese día.

Pío Tristán, temeroso de lo que podía esperarle a sus tropas dentro de la urbe, optó por amagar un par de entradas, pero ordenó la retirada ante los primeros disparos enemigos. Su último intento lo fue utilizando la vía diplomática: frente a la intimación de rendición en un plazo de dos horas que le efectuara el jefe realista bajo amenaza de incendiar la ciudad, Díaz Vélez le respondió con vehemencia, invitándolo a que se atreviese, ya que las tropas de la patria eran vencedoras y que había adentro 354 prisioneros, 120 mujeres, 18 carretas de bueyes, todas las municiones de fusil y cañón, 8 piezas de artillería, 32 oficiales y 3 capellanes tomados al ejército realista. Agregó que, de ser necesario, degollaría a los prisioneros, entre los que se encontraban cuatro coroneles. Tristán no se atrevió a cumplir con su amenaza y reconociendo su situación de vencido se retiró a Salta.

... El enemigo buscó un nuevo ultraje al día siguiente. ... vencido como estaba, sin artillería, municiones ni bagaje, tuvo el atrevimiento de intimar rendición al pueblo, donde se había retirado la infantería con parte de la caballería. ... el mayor general, D. Eustoquio Díaz Vélez, que la mandaba, era uno de esos hombres cuya existencia siempre había estado unida a la de la patria ... con su respuesta enérgica, deshizo su débil esperanza y lo obligó a una confusa y vergonzosa retirada.

Durante la retirada, Belgrano le ordenó picar la retaguardia del ejército derrotado en su huida al norte, logrando tomar muchos prisioneros y rescatar también algunos que habían hecho las tropas realistas.

Díaz Vélez asisitió, como oficial y sin armas, al acto religioso y patriótico de designación de la Virgen de la Merced como "Generala del Ejército" que efecuó el general Belgrano debido a que la batalla aconteció el 24 de septiembre, día en que se conmemora la popular devoción a Nuestra Señora de las Mercedes.

Desde entonces Díaz Vélez, como muchos otros patriotas, comenzó a lucir en su pecho el escapulario de su Generala.

A los pocos días fue enviado a tomar Salta, antes de que llegara hasta allí el ejército enemigo. Liberó de la cárcel al coronel Juan Antonio Álvarez de Arenales, junto al cual logró ocupar la ciudad. Debieron evacuarla a principios de octubre, cuando fue ocupada por el ejército de Tristán.

Juramento

Debido a su prestigio, se le encargó reorganizar, en noviembre de 1812, el Regimiento N° 6 de "Pardos y Morenos Patricios", compuesto por 782 hombres de tropa afroamericanos.

El día 13 de febrero de 1813 el Ejército del Norte a orillas del río Pasaje prestó juramento de obediencia a la soberanía de la Asamblea del Año XIII y fue Díaz Vélez, como mayor general, quien, además de conducir la bandera celeste y blanca reconocida por la Asamblea, tomó juramento de fidelidad a la misma al general Belgrano, quien después hizo lo propio con Díaz Vélez y el resto del ejército. Como consecuencia de tan trascendente acto, desde entonces a este río se lo denomina también con el nombre de Juramento.

Pocos días después, en la batalla de Salta, el 20 de febrero de 1813, Díaz Vélez dirigió un ala de la caballería argentina y aunque fue gravemente herido, el enfrentamiento resultó una nueva e importante victoria para las armas de la patria. Belgrano aprovechó esa circunstancia para nombrarlo gobernador militar de la Intendencia de Salta del Tucumán de las Provincias Unidas del Río de la Plata, cargo que ocupó entre el 13 de marzo y el 13 de septiembre de ese mismo año.

Primera autoridad salteña en enarbolar la bandera celeste y blanca

Concluida la Batalla de Salta, en que por primera vez flameó la enseña patria en una acción de guerra, la bandera fue colocada en el balcón del Cabildo por Eustoquio Díaz Vélez y los trofeos apoderados de los realistas ubicados en la Sala Capitular. En su condición de gobernador militar de Salta, Díaz Vélez fue la primera autoridad salteña en enarbolar la bandera celeste y blanca.

Los triunfos de Tucumán y Salta permitieron la recuperación del Alto Perú por los revolucionarios. Díaz Vélez, como jefe de la avanzada del ejército vencedor, entró triunfante en la ciudad de Potosí, el 7 de mayo de 1813. A su arribo, trató de convencer al pueblo altoperuano que sus enemigos eran los limeños, quienes habían sido sus invasores y se habían apoderado de las provincias hermanas de arriba del Río de la Plata, de sus libertades y de sus recursos -en especial de su producción de plata- y que el ejército de Buenos Aires había venido para protegerlo de los realistas.

Ante la presión de los ejércitos realistas debió retirarse de Potosí. Bajo la jefatura de Belgrano, durante la Batalla de Vilcapugio, el 1 de octubre de 1813, dirigió la caballería patriota. La lucha determinó una franca victoria para las tropas españolas.

Díaz Vélez encabezó la opinión de la mayoría de los oficiales de retirarse a Potosí antes de arriesgar nuevamente a las huestes revolucionarias pero el general Belgrano insistió en enfrentar a los realistas. El 14 de noviembre de 1813, en la Batalla de Ayohuma las fuerzas patriotas comandadas por Belgrano fueron otra vez derrotadas por los ejércitos reales. Díaz Vélez guió de nuevo a la caballería.

Durante la retirada, por orden de Belgrano, y para cubrir sus espaldas, intentó volar el edificio de la Casa de la Moneda de Potosí pero el aviso de un oficial a la población lo evitó. Ambas derrotas marcaron el fin de la Segunda Expedición Auxiliadora al Alto Perú y si bien el ejército realista no fue derrotado la revolución logró mantenerse al sur.

Remplazo de Belgrano

El 16 de diciembre el Segundo Triunvirato dispuso que el coronel José de San Martín secundara al general Belgrano en el mando del vencido Ejército del Norte. El despacho mandó lo siguiente:

Por cuanto atendiendo a los distinguidos servicios, adhesión decidida al sistema de libertad, talentos militares, valor acreditado, y aptitud conocida del coronel del Regimiento de Granaderos a Caballo D. José de San Martín, ha venido en conferirle el empleo de Mayor General del Ejército Auxiliar del Perú, que servía en comisión el de igual clase del de Caballería de Línea D. Eustoquio Díaz Vélez, concediéndole las gracias, exenciones y prerrogativas que por este título le corresponden. Por tanto, ordena y manda se le haga, tenga y reconozca por tal Mayor General: para lo cual le hizo expedir el presente despacho.

Finalmente el gobierno decidió el reemplazo del propio Belgrano en la comandancia del Ejército del Norte -ya que el general fue seriamente cuestionado por su actuación- y su relevo por San Martín. En la Posta de Yatasto, el 30 de enero de 1814, se produjo el traspaso del mando.

Matrimonio

Volvió a Buenos Aires donde contrajo matrimonio con Carmen Guerrero y Obarrio, el 18 de marzo de 1814. Con ella tuvo tres hijos: Carmen, Manuela y Eustoquio.

Fue ascendido a general. Inmediatamente fue enviado por el Directorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata como Teniente Gobernador de Santa Fe, con el claro objetivo de impedir su secesión ya que el 1813, el comandante de Paraná, Eusebio Hereñú, había reconoció al caudillo José Gervasio Artigas como "Protector de los Pueblos Libres" desconociendo la dependencia de Santa Fe y estableciendo de hecho la autonomía de Entre Ríos. El claro propósito del Directorio era que no aumentase la influencia de Artigas frente al fracaso obtenido por los anteriores tenientes gobernadores.

Díaz Vélez asumió el día 31 de marzo de 1814 y ocupó la ciudad política y militarmente. Se dedicó a enviar todo lo que pudo, por las buenas o por las malas, al Ejército del Norte. Su gobierno no contaba con las simpatías del pueblo, principalmente por no ser santafesino pero también por no respetar al cabildo local.

Abandono de la ciudad de Santa Fe

El 20 de marzo de 1815 las fuerzas artiguistas comandadas por Manuel Francisco Artigas, Eusebio Hereñú y la flotilla fluvial de Luis Lanché desembarcaron en Santa Fe y, el 24 de marzo, la población le exigió la entrega del mando al cabildo; tres días después, Díaz Vélez debió abandonar la ciudad.

El 2 de abril caía el nuevo Director Supremo, Carlos María de Alvear, por la rebelión de Ignacio Álvarez Thomas -a la sazón al mando de un ejército enviado hacia Santa Fe para combatir a Artigas- y el jefe de la milicia local, Francisco Candioti, se hizo cargo pacíficamente del gobierno por nombramiento del cabildo, iniciando así la era de Santa Fe como provincia autónoma. El 26 de abril de 1815, la designación de Candioti fue ratificada por una elección popular. Esta etapa fue corta, ya que Candioti estaba enfermo y el 25 de junio lo suplantó interinamente Pedro Tomás de Larrechea, falleciendo Candioti el 27 de agosto.

Díaz Vélez retornó a Buenos Aires pero rápidamente se incorporó al Ejército de Observación formado por 3.000 hombres al mando del general Juan José Viamonte, quien volvió a Santa Fe e influyó para que el 2 de septiembre de 1815 el cabildo local restableciera la dependencia del gobierno de Buenos Aires, nombrando a Juan Francisco Tarragona como teniente de gobernador.

Sin embargo, en la localidad de Añapiré, el 2 de marzo de 1816, los caudillos Mariano Vera y Estanislao López se sublevaron y sitiaron la ciudad, capitulando Viamonte el 21 de marzo. Depusieron al teniente de gobernador y proclamaron la soberanía de la provincia y su ingreso a la Liga de los Pueblos Libres, de Artigas.

Pacto de Santo Tomé

En abril de ese mismo año Díaz Vélez fue enviado en un tercer ataque hacia Santa Fe. Pero, buscando evitar una guerra civil y con la finalidad que los pueblos de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y la Banda Oriental enviaran diputados al Congreso de Tucumán, firmó -el día 9- con el comandante de las fuerzas de mar de Santa Fe el pacto de Santo Tomé, por el cual el Ejército de Observación depuso al director interino Ignacio Álvarez Thomas, traspasó su jefatura a Díaz Vélez, en reemplazo de Belgrano, y acordó que la paz definitiva debía ratificarse entre ambos gobiernos y ser también aceptada por Artigas. La negativa de Artigas de firmar un acuerdo de paz definitivo provocó la no participación de representantes santafesinos en la Declaración de independencia de la Argentina en el Congreso de Tucumán.

En Buenos Aires la Junta de Observación presidida por Juan José Anchorena y el cabildo, que se oponían al director interino, rápidamente aceptaron la renuncia presentada por Álvarez Thomas y nombraron como nuevo director interino a Antonio González Balcarce.

Pocos días después de desconocido el pacto, el gobernador Vera atacó la ciudad de Santa Fe y logró reconquistarla, viéndose obligado Díaz Vélez a abandonarla ya que tampoco tuvieron éxito los esfuerzos de los comisionados (Comisión de Bienes Extraños) -jurisconsultos doctores Alejo Castex y Miguel Mariano de Villegas, junto al contador Antonio Pósiga- ante el gobierno de la Provincia de Santa Fe para acordar los términos de un cese de hostilidades: "autorizado para estipular con el jefe de ese territorio la transacción de las diferencias que desgraciadamente existen entre ambos territorios". Dejó el suelo santafesino el 31 de agosto de 1816 llevándose con sus tropas y en nombre del Directorio, la campana del cabildo de la ciudad de Santa Fe.

Retorno a Buenos Aires

Díaz Vélez retornó a Buenos Aires, donde formó parte de la renovada Logia Lautaro, creada a instancias de José de San Martín, quien trató de remediar su desprestigio, tratando vanamente de hacerla resurgir después de la caída del Director Alvear. La nueva logia, llamada "Gran Logia" o "Logia Ministerial", fue dirigida por el Director Supremo Pueyrredón, su ministro Gregorio García de Tagle y el general Tomás Guido, amigo y confidente de San Martín. Ella estuvo conformada por un grupo heterogéneo pero destacado de personalidades como Vicente López y Planes, el presbítero Antonio Sáenz, Feliciano Antonio Chiclana, Anchorena, Felipe Arana, Domingo French, Antonio Luis Beruti, Juan José Paso, Pedro José Agrelo, Manuel Moreno, Cornelio Saavedra, Manuel Belgrano, Marcos Balcarce, Juan Larrea y Esteban Agustín Gascón. La política de la Gran Logia se caracterizó por apoyar al Director Supremo elegido por el Congreso de Tucumán, Pueyrredón, quien brindó todo su apoyo al Plan Continental de San Martín y al Ejército de los Andes para terminar con la Guerra de la Independencia de Chile, dominado nuevamente por los realistas, restaurar el gobierno independentista y poner fin al dominio español en el Virreinato del Perú.

En 1817 Díaz Vélez fue designado Comandante Ayudante General del Estado Mayor y el 13 de noviembre de 1818 fue nombrado Gobernador Intendente interino de Buenos Aires, reemplazando a Juan Ramón Balcarce, quien se encontraba enfermo. En enero de 1819 dispuso la supresión de las corridas de toros en El Retiro, por encontrarse el circo en estado ruinoso y evitar males que pudieran sobrevenir al público. Revistó asimismo en la Plana Mayor del Estado Mayor hasta finales del año 1821.

Documento oficial en el que se designa a Díaz Vélez, Gobernador Intendente interino de Buenos Aires

En marzo de 1819 solicitó la separación del cargo de Gobernador, conservando únicamente las funciones de Intendente General de Policía.

Reformas

Las principales reformas policiales que efectuó fueron: la creación de un comando único para su funcionamiento, la implantación del "boleto de seguridad" o registro de identidad de las personas, el traspaso de la administración del juego de lotería que se encontraba en manos de particulares y la puesta en práctica de la abolición total de la pena de azotes a los que eran sometidos los niños en las escuelas.

Producido el Motín de Arequito y frente a la guerra contra el litoral el Jefe del Estado Mayor, Saavedra, el 28 de enero de 1820, urgió al soberano Congreso la adopción de enérgicas medidas para remediar el estado precario del ejército. Asimismo Díaz Vélez pidió que el Congreso se reuniera urgentemente en sesión secreta. La reunión se llevó a cabo el 31 de enero y se decidió que el exDirector Supremo Pueyrredón junto a otro grupo de personas se exiliaran del país frente al peligro concreto que corría su seguridad individual. También el Congreso nombró Director Supremo sustituto al alcalde de primer voto Juan Pedro Aguirre, por 15 votos.

El 1 de febrero se libró la Batalla de Cepeda y la victoria del ejército federal frente al directorial terminó por mancillar el poder de este último. El 11 de febrero el Cabildo de Buenos Aires obligó a que el Director Supremo José Rondeau renunciara y además dejera el poder en manos del Cabildo. Las autoridades locales también exigieron la disolución del Congreso. Las autoridades nacionales habían cesado.

Exilio

La Anarquía del Año XX exilió a Díaz Vélez en Montevideo.

La Sala de Representantes de la Provincia de Buenos Aires sancionó, inmediatamente después de la asunción del gobernador general Martín Rodríguez y de su ministro Bernardino Rivadavia, la Ley del Olvido, fechada el 27 de septiembre de 1821, que permitió el retorno de los exiliados políticos y que cimentó la paz en la provincia. Gracias a ella Díaz Vélez regresó a Buenos Aires y, en el mes de octubre de ese año, se presentó al servicio activo quedando comprendido en las disposiciones de la Ley de Reforma militar, por lo que pasó a retiro el 26 de febrero de 1822 con sueldo completo.

Regreso y retiro

Dejó así la carrera de las armas para ocuparse a las actividades camperas, tareas que realizó con gran éxito. Previamente ya había contado con un establecimiento rural en el "Rincón del Toro", sobre las márgenes del Río Salado.

Aprovechó posteriormente la Ley de Enfiteusis rivadaviana y pobló gran cantidad de terrenos. Fundó varias estancias que actuaron como centros económicos, de comercio y comunicación. Las más conocidas fueron las célebres: "El Carmen" (ubicada en Tandil -en los actuales Partidos de Rauch y Ayacucho-), "Campos de Díaz Vélez" y "Médanos Blancos" (ubicadas al sur del río Quequén Grande y lindantes con el mar Argentino -en el actual Partido de Necochea-). Se convirtió en el mayor propietario individual de campos en la Provincia de Buenos Aires.

Constituido el Congreso General de 1824 y designado Rivadavia Presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, se dictó el 4 de marzo de 1826, la Ley de Capitalización por la cual se declaraba a la ciudad de Buenos Aires como capital del Estado y aumentaba su perímetro a expensas de una importante superficie del territorio de la campaña de la provincia de Buenos Aires. Pocos días después, el 7 de marzo, se sancionó una segunda ley, disolviendo los poderes de la Provincia de Buenos Aires, mediante la que se hacía cesar al gobierno provincial en el ejercicio de sus funciones. En la práctica, se nacionalizaban sus recursos, de modo que las ganancias de la aduana y del puerto, entre otros, pasaban a ser nacionales. El 12 de septiembre de ese año otro proyecto de ley dividía el resto de la provincia en dos nuevas provincias: al norte la de Paraná, con capital en San Nicolás de los Arroyos y al sur la del Salado, con capital en Chascomús.

Juan Manuel de Rosas organizó en la provincia una protesta general contra esta política y se sublevó en Chascomús; puesto en prisión, fue liberado rápidamente debido a la presión popular.

El proyecto fue resistido por Díaz Vélez quien, junto a Rosas, Juan Nepomuceno Terrero, Nicolás Anchorena y otros importantes hacendados, recogieron cerca de setecientas firmas en su contra.

Como hacendado

Díaz Vélez no participó en las guerras civiles o externas de los años que siguieron. En cambio se dedicó a trabajar sus estancias ubicadas en la frontera bonaerense llegando a ser un poderoso hacendado con gran predicamento en el pueblo.

El gobernador de la provincia de Buenos Aires Manuel Dorrego, a través de un decreto de fecha 2 de enero de 1828 nombró a Díaz Vélez, para ese año, juez de paz de Chascomús. Asimismo Dorrego creó la Comisión de Hacendados, compuesta por los principales estancieros provinciales, que tenía como finalidad el restablecimiento del orden y la tranquilidad en la campaña y la redacción de un reglamento de policía. Para ello, el 28 de septiembre de ese mismo año, Díaz Vélez fue elegido comisario de la campaña junto con Manuel Luzuriaga y Francisco Piñeyro.

Durante el gobierno provisional del general Viamonte, a través del decreto 1183 del 26 de septiembre de 1829, el ministro secretario de Gobierno Tomás Guido nombró nuevamente a Díaz Vélez miembro de la comisión de quince hacendados para que presente un reglamento de policía de campaña. La comisión estuvo compuesta, además de Manuel Luzuriaga y Francisco Piñeyo, por Lorenzo López, Luis Dorrego, Juan Barrenechea, Braulio Costa, Ramón Villanueva, Nicolás Anchorena, Juan Miller, Ladislao Martínez, Roque del Sar, Benito Lynch, Juan Pedro Barangot y Juan Miguens.

En los años 1831 y 1832 fue miembro de la comisión para la construcción de la nueva iglesia de Chascomús, cuya patrona era Nuestra Señora de la Merced. La obra fue encomendada al ingeniero Felipe Senillosa, quien le imprimió un estilo postcolonial. La piedra fundamental fue colocada en la Navidad de 1832 y su edificación demoró quince años.

Inició el negocio pacífico con los indios amigos de la frontera que se ubicaron en el interior de la misma aunque debido a las grandes extensiones de los campos y a la muy poca población existente en un área tan expuesta a los peligros este sistema no dio los resultados esperados.

En septiembre de 1831 Díaz Vélez escribía:

"Los Indios se pasean como dueños por nuestros campos considerandose amos de todo quanto hay en ella, de tal modo que el otro dia llego un casique ala estancia de Diaz Velez y habiendose resistido el capataz a darle caballos a 60 y tantos indios que lo acompañaban, aquel recojio las manadas de su autoridad, los hizo mudar a todos y se marcho, sin que auxilio alguno protejiese la propiedad atacada. (...) Estos malditos indios como encuentren a qualesquiera solo en el campo, lo desnudan y roban. Quando llegan a las Estancias por necesidad y sino por fuerza tienen que dar las Potrancas y lleguas para que se mantengan y para que lleben á sus toldos, bajo la pena que de no hacerlo asi se ven amenazados por ellos los propietarios y odiados y expuestos a que les arreen las manadas del campo. En una palabra somos feudatarios de ellos, sea por temor o por que no hay quien apolle la fuerza que se les podria oponer. Ellos nos repiten que estan autorizados para hacer todo esto por el mismo gobernador (sabemos que esto es falso) (...)"
Díaz Vélez

Producida la "Revolución de los Restauradores" -que enfrentó a los "federales cismáticos" del general Juan Ramón González de Balcarce, gobernador de la Provincia de Buenos Aires, y a los "federales apostólicos", seguidores de Rosas,- el general Díaz Vélez integró la comisión compuesta con Gervasio Rosas (quien era amigo personal de Balcarce), que se entendió con Braulio Costa y Félix de Álzaga para conferenciar y buscar una conciliación con el gobernador Balcarce y sus notables, convocados al efecto. Si bien Balcarce aceptó, en principio, renunciar al cargo, no lo hizo finalmente por inluencia de su ministro, el general Enrique Martínez. Finalmente, ante el avance de las tropas del general Agustín de Pinedo, jefe del movimiento revolucionario, Balcarce dimitió ante la legislatura el 3 de noviembre de 1833.

Durante el período comprendido entre los años 1833-1835 Díaz Vélez fue el más importante vendedor de cabezas de ganado en el territorio de toda la provincia. En 1839 apoyó la revolución llamada de los “Libres del Sur” contra las políticas del gobernador Juan Manuel de Rosas desde su estancia de Tandil.

En la zona del Fuerte Independencia la revolución tuvo gran aceptación. El general contaba con gran reconocimiento y ascendencia sobre los gauchos y paisanos. Fueron también parte de la sublevación Egaña, Miguens, Córdoba, Vázquez, Díaz, Arroyo, Miró, Abiaga, Zárate, Zelarrayán, entre otros.

Si bien el Fuerte Independencia se rindió sin luchar a los revolucionarios -el 10 de noviembre de 1839- y éstos se adueñaron del poblado por varios días, la derrota de los revolucionarios en la batalla de Chascomús, ocurrida unos días antes, ya había signado el fracaso de la revolución. Rápidamente arribó a las inmediaciones el coronel Echeverría, fiel al gobierno, proveniente de Tapalqué con muchos indios aliados. Estos últimos, al ver lo desprotegido que estaba el lugar, procedieron a saquearlo y a destruirlo salvándose un recinto amurallado donde se refugió Echeverría con un grupo de soldados. Los hombres que no se escaparon fueron heridos con lanzas y las mujeres y niños capturados. La población en ese momento que era de seiscientas personas quedó reducida a dos docenas de vecinos. Echeverría solicitó ayuda al general Ramírez que al frente de una fuerza numerosa avanzaba sobre Chascomús, el parte lo recibió el coronel Aguilera que a marcha forzada llegó al Fuerte, que fue abandonado por los indios quienes se llevaron miles de cabezas de ganado del pago.

Vinculado con la toma de Tandil, Díaz Vélez fue arrestado. Su casa de la actual Avenida Belgrano 230, ubicada en Buenos Aires, fue saqueada por la Mazorca -organización armada policial de los partidarios del régimen rosista- y confiscada, al igual que todos sus bienes y hacienda.

Preso e incomunicado con su familia por un período de nueve meses, fue puesto en libertad y se le permitió pasar a Montevideo debido a su reputación personal.

A raíz de la Guerra Grande, que enfrentaba en el Uruguay al partido colorado de Fructuoso Rivera al partido blanco, liderado por el aliado de Rosas, Manuel Oribe se produjo en 1843 el Sitio Grande de Montevideo. Para contribuir a la defensa de la ciudad, el general Díaz Vélez formó, el 16 de febrero de ese mismo año la Legión Argentina, compuesta por más de quinientos voluntarios argentinos, cuyos oficiales eran exiliados por causas políticas tanto unitarios como federales. Se identificaban por la escarapela celeste y blanca que llevaban en sus sombreros. Otras dos legiones se organizaron en la ciudad: La Legión Italiana, comandada por Giuseppe Garibaldi, integrada por seiscientos hombres y la Legión Francesa, dirigida por Juan Crisóstomo Thiebaut, formada por siete mil soldados.

Díaz Vélez regresó a Buenos Aires después de la batalla de Caseros decisiva victoria del Ejército Grande que derrotó al régimen de Rosas, el 3 de febrero de 1852. Díaz Vélez, "cargado de años y de gloria", como "benemérito general de la República", se negó a participar en política.

Cementerio de la Recoleta

Debido a su prestigio fue designado Presidente de la Comisión de Hacendados de la provincia de Buenos Aires y recuperó todos sus campos y gran parte de su hacienda. En 1855 los malones atacaron nuevamente Tandil, por lo que los miembros de la Corporación Municipal Juan Fugl y Narciso Domínguez se dirigieron hacia la estancia "El Carmen", de Díaz Vélez, ubicada a cincuenta kilómetros dentro de la línea de fronteras, solicitándole al viejo general, en su carácter de jefe de milicias, que brindara protección al indefenso pueblo. En el interin, los escasos pobladores huyeron hacia Dolores. Por entonces, era usual que, debido a las grandes distancias a cubrir y a la falta de comunicación adecauda, la guardia nacional llegara tardíamente al lugar de los hechos, cuando los indios ya habían producido el saqueo, llevándose todo aquello que les fuera útil.

Bravo como había sido a lo largo de su vida, Díaz Vélez, no sólo que no abandonó su estancia, sino que se pertrechó en ella dando refugio y amparo a los gauchos y paisanos de la región y se preparó, con los escasos armamentos que poseía, para defenderse. Los aborígenes, conocedores de su valentía, no atacaron la fortificación.

No alcanzó a ver materializados los esfuerzos que iniciara por recomponer la debilitada frontera ya que recién, el 15 de marzo de 1857, con la firma de un acuerdo de paz llevado a cabo entre el veterano general Manuel Escalada, jefe del ejército de la frontera del Sur, y el cacique mayor Catriel, otros caciques como Cachul, sus familias y demás capitanejos, el pago de Tandil recuperó una temporaria paz. Entre otros puntos acordados, veinte indígenas fueron empleados para trabajar en el establecimiento "El Carmen" de Díaz Vélez.

Muerte

Falleció en su ciudad natal, Buenos Aires, el 1 de abril de 1856. Sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta en la bóveda familiar, declarada Monumento Histórico Nacional, por decreto nro. 3.039 del año 1946 del Poder Ejecutivo Nacional.

Fuentes