Eva al desnudo (Película)

Eva al desnudo
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Drama | Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos
138  min
Otro(s) nombre(s)All About Eve
Estreno1950
GuiónJoseph L. Mankiewicz
DirectorJoseph L. Mankiewicz
Dirección de FotografíaMilton Krasner (B&W)
Productora20th Century Fox. Productor: Darryl F. Zanuck
PaisBandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos

Eva al desnudo (Filme). Es una película norteamericana de 1950 del director Joseph L. Mankiewicz y como protagonistas Bette Davis y Anne Baxter. Galardonada con seis Premios Óscar.

Sinopsis

Una joven, que aspira a convertirse en actriz y triunfar en los escenarios, se las ingenia para introducirse en un grupo de actores de teatro y hacerse amiga y confidente de una famosa y veterana actriz. El deseo de actuar y los celos la consumen hasta el punto de traicionar a sus compañeros en su escalada hacia el éxito. Ella halaga, atrae, seduce, pero también pisotea a todo el que se cruza en su camino: escritores, directores, productores. Sólo un inteligente crítico teatral adivina lo que se esconde tras su dulce apariencia, sólo él es capaz de ver a "Eva al Desnudo".

Reparto

Crítica

Todo sobre las estrellas (fugaces)

Hay un fenómeno que se repite una y otra vez en el cine, y supongo que en todos los campos de interpretación, que es que cuando las actrices cumplen los cincuenta de repente desaparecen. No siempre, claro, muchas actrices se mantienen (y digo actrices, porque parece que los actores con esa edad les dan más trabajo que a ellas), pero son las menos. Y no creo que la culpa de esto la tengan los productores o el público, sino el cabrón del tiempo, que no perdona. El estrellato, la fama y la gloria se reducen a un ciclo que se renueva una y otra vez bajo la batuta del tiempo. De esto y mucho más habla "Eva al desnudo".

No es un homenaje al teatro, ni de coña. El mundillo teatral es sólo un mero escenario, va infinitamente más allá. Habla de los sueños que una vez cumplidos ya no son sueños, sino una mera propiedad, aquí en forma de galardón, que no significa nada. Pero que para alguien lo significa todo, alguien que desea exactamente ese galardón. Pero, qué cosas, cuando la persona que posee el galardón se da cuenta de que otra lo quiere, saltan chispas. Y no sólo habla de esto.

Me podría tirar escribiendo horas y horas, y creo que jamás terminaría de contar de todo lo que habla "Eva al desnudo", por eso, lo reduzco en que habla sobre la vida en general. Decir otra cosa es quedarse corto. Y para llevarnos por esta historia, la película se sirve de uno de los guiones más asombrosos, inmejorables y perfectos que yo he visto en forma de película. Es un prodigio de sugerencia y explicitud, según convenga, y si se explicita, es en forma de los diálogos más ingeniosos, y a la vez naturales, que concebirse pueda; diálogos que desgranan a los personajes, que nos los describen, que los hacen perfectamente creíbles y humanos.

Pero encima, toda la galería de personajes que desfilan por la película no sólo están perfectamente escritos, sino que también están encarnados por interpretaciones excelsas. Por encima de todo, la actuación de Bette Davis, maravillosa, con una mirada que acuchilla, grandiosa, de una fuerza descomunal; seguida de ella, va un George Sanders genial, el cinismo y la ironía adquieren arte cuando salen de su boca; y después van Anne Baxter y Celeste Holm, profundamente creíbles, haciendo grandes creaciones. Y los demás secundarios muy bien.

Es que de lo maravillosa que es da asco, todos y cada uno de sus aspectos externos e internos funcionan a la perfección. Esta película es un milagro, un placer inconmensurable, al que se puede volver una y otra vez porque siempre parece nueva, un despliegue de ingenio y sabiduría. Y aunque de entre todos los temas que toca, uno de ellos sea el inquebrantable paso del tiempo, esta película alcanza la inmortalidad. Soberbia.

Puro teatro

Puro teatro. Lo digo sin ánimo peyorativo. Todo lo contrario. Faltaría más. Mankiewicz curiosea en los camerinos de Broadway para preparar, a través de “Eva al desnudo”, una auténtica ‘master class’ de esgrima dialéctica. Un productor, un director, un dramaturgo, un crítico, las esposas de unos, las señoritas de compañía de otros y, como no, una ambiciosa aspirante a primera actriz y una veterana estrella en horas bajas, emplearán sus lenguas como afilados estiletes para defender sus intereses en un intenso drama con el universo teatral como telón de fondo. Para labrarlo Mankiewicz no se anda con chiquitas y se vale de dos de las armas más mortíferas del género: un portentoso argumento y unas interpretaciones sencillamente excepcionales.

Sin embargo, me gustaría reiterar la extraordinaria calidad de los diálogos porque son estos los que atornillan a la butaca al boquiabierto espectador, ante un apabullante despliegue de locuacidad que convertiría cualquiera de nuestros debates domésticos en una vulgar charla de cretinos. Pero más que esa impresionante capacidad oratoria lo que realmente me dejó embelesado y fascinado al mismo tiempo fue constatar la poderosa e impecable capacidad del lenguaje para destilar conceptos tan variopintos como manipulación, seducción, adulación, disimulo, cinismo, sarcasmo, ironía, desdén, vergüenza, temor, orgullo, amenaza, fraude o artificio por citar tan solo algunas de las células congénitas que componen “Eva al desnudo” y que la hacen grande, muy grande. Tan grande como Bette Davis, que en esta peli ratificaba una vez más su incombustible talento.

La loba con piel de cordero

Eva al desnudo nos presenta a una de las cínicas más encantadoras que ha dado el cine. El arranque se da la mano con el desenlace y entre medio Mankiewicz nos regala una magistral lección de cine. Los diálogos son la estrella de la película: inteligentes, cínicos, sarcásticos y puntillosos. El guión ostenta la solidez de las grandes obras y todos y cada uno de los interpretes destaca en su papel. Hasta la horrible Marilyn Monroe lo hace bien, ya que el personaje que desempeña le iba como anillo al dedo.

Mención especial para el oscarizado con justicia George Sanders: galán, embaucador, vividor y sarcástico crítico teatral. Notable obra que gira en torno a los dimes y diretes de la gran Anne Baxter. Si en la vida te encuentras con una mujer de ese pelo y te dice que te quiere... no lo dudes amigo, la habrás cagado. Muy buena.

Trepas con carita de ángel

Está demostrado. A los mejores actores/actrices, si además van cargados de ambición y falta de escrúpulos, no les basta con los escenarios o las cámaras para desplegar su talento interpretativo. Necesitan extender la actuación al plano real para que la obra que es su vida de farándula les salga redonda.

Historia típica sobre trepas que las matan callando. O, más bien, las matan hablando con lengua bífida e insidiosa. Parásitos y depredadores con piel de oveja que se meten en el bolsillo de los incautos a golpe de modestia fingida, de lagrimitas de circunstancias, de compasión que se despierta con ojos de corderillo, de adulación sabiamente dosificada. Y, como artífice de todas esas tretas, un cerebro brillante y calculador hasta el escalofrío. La fama es un perfume extasiante con efectos narcóticos, es la luna que muchos sueñan con alcanzar. Algunos estarán dispuestos a todo para conquistarla, y no repararán en medios ni en engaños.

Espectacular y abrumadora actuación de Bette Davis. La mejor de su carrera. ¿Qué tenía esa mujer, que era capaz de merendarse la cámara y la pantalla, y el escenario, y tomar un diálogo y conseguir que en sus labios sonara sublime? ¿Qué especie de feroz atractivo felino rezumaba, que sin ser guapa anulaba a cualquier belleza? Quizás fuera el fulgor de esos ojos inteligentes, irónicos, fogosos y leoninos. Quizás fuera el vigor de sus interpretaciones. Cualquier director que se preciara ciego estaría si no se enamoraba (en un sentido profesional, aunque no descartaría otros sentidos) de semejante talento, de tamaña sacudida sísmica con aroma a fiera feminidad.

Diálogos para el recuerdo, perla tras perla pronunciadas en tal profusión que el oído no da abasto para asimilar tamaña sucesión de frases imperecederas. Amargura, ironía, hipocresía, sinceridad, humor mordiente y refrescante, pensamientos introspectivos expresados en voz alta... Guión que supera con creces la excelencia. Enhorabuena a todos los intérpretes, pero sobre todo, como ya he declarado, a mi admirada Bette y, siguiéndola de cerca en esa estela esplendorosa, a Gary Merril, un partenaire a la altura.

Moraleja: el brillo del oro ciega y adormece las conciencias. El aplauso, el fervor del público hacia el artista. Una vida de película entre algodones y bastidores. La fama llega a enaltecer hasta la monstruosidad las más desmedidas ambiciones. Reflexiones fundamentales: la llegada a esa edad crítica para las actrices. La entrada en la madurez, que les cierra puertas. La paranoia que se siente ante la pérdida de la juventud, el temor a que jóvenes promesas lleguen arrasando para reemplazar a las viejas glorias. Y el modo en que es asumida esta etapa. Con miedo, con obcecación, con conformidad, con lucidez... La madurez puede llegar a ser gratificante si se acepta con dignidad.

Premios

  • 1951: Festival de Cannes: Mejor actriz (Bette Davis), Premio especial del jurado
  • 1950: 6 Oscars, incluyendo película, director, guión, actor sec. (Sanders), vestuario
  • 1950: Premios BAFTA: Mejor película
  • 1950: 6 nominaciones al Globo de Oro, incluyendo película drama, director, actriz (Davis)
  • 1950: Círculo de críticos de Nueva York: Mejor película

Fuentes