Fernando Villaamil y Fernández Cueto

Fernando Villaamil y Fernández Cueto
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NombreFernando Villaamil y Fernández Cueto
Nacimiento23 de septiembre de 1845
Asturias, Bandera de España España
Fallecimiento3 de julio de 1898.
Santiago de Cuba, Bandera de Cuba Cuba
PadresFermín Villaamil y Cancio y Rosario Fernández–Cueto y Roza

Fernando Villaamil y Fernández Cueto. Fue un marino de guerra entregado a la práctica profesional, pero al mismo tiempo era un intelectual amante de los libros y de la especialización científica. Trató de utilizar la política para promover su idea de la Marina de Guerra.

Síntesis biográfica

Nacido en Asturias, el 23 de septiembre de 1845. Desde la edad de once años acude a la Escuela de Náutica y Comercio de Ribadeo. A los doce años se dedicó a los estudios matemáticos como vía para llegar a ser piloto. Estudió naútica y matemáticas en Ribadeo, Oviedo y Madrid, logrando ingresar con sólo quince años en el Colegio Naval de San Fernando, de la Marina de Guerra, dando con ello comienzo a su carrera como marino.

Trayectoria militar y política

Fue destinado a Filipinas desempeñando allí su primer mando de barco, y después a Puerto Rico, donde recibió su bautismo de fuego. A su regreso a España ocupó, siendo ya teniente de navío, plaza de profesor en la escuela naval flotante, a bordo de la fragata Asturias, anclada en Ferrol.

Empezó entonces a ganarse una merecida reputación de profesionalidad y de preocupación por la política naval española; reputación que se haría notoria en toda la nación cuando por iniciativa suya y bajo sus especificaciones y supervisión se construyó en unos astilleros británicos el Destructor, el primer cazatorpedero de la historia, que acabaría dando nombre a toda una clase de barcos de guerra.

El Destructor fue formalmente entregado a la Marina española el 19 de enero de 1887 en medio de la expectación de todos los medios náuticos europeos y tomando el mando el propio Fernando Villaamil. Cinco días más tarde el barco, que en las pruebas en mar había alcanzado una velocidad de 22,5 nudos, zarpó de Falmouth para España; menos de veinticuatro horas después el Destructor estaba frente a la costa gallega, habiendo hecho una media de 18 nudos a través de una mar muy mala. En un solo día, pues, todas las dudas sobre las cualidades marineras del nuevo barco quedaron despejadas para siempre. A partir de entonces la reputación profesional de Villaamil se transformó en fama y popularidad, y él y su Destructor se convirtieron en el centro de atención en todos los puertos que visitaron.

En 1892 Villaamil logró que el ministerio de Marina aprobara, dentro de las celebraciones del cuarto centenario del descubrimiento de América, un proyecto largamente propugnado por él: un viaje de circunnavegación a vela, como aprendizaje de los guardiamarinas de la Armada. El 30 de noviembre la corbeta Nautilus dejaba Ferrol con Villaamil al mando para dar la vuelta al mundo con una tripulación en la que eran mayoría los gallegos y asturianos.

La vuelta al mundo con la Nautilus incrementó aún más la popularidad de Villaamil, a lo que contribuyó la publicación por su parte de la historia del viaje en un libro, Viaje de circunnavegación de la corbeta Nautilus, en el que relataba los acontecimientos de la navegación junto con sus reflexiones, principalmente sociales y económicas, sobre todo lo visto en las tierras visitadas.

El 11 de agosto entra la corbeta en Ferrol dando por concluido el viaje, después de año y medio de haber salido de esta ciudad. Villaamil, animado por sus amigos, escribe el Viaje de circunnavegación de la corbeta Nautilus, lleno de ideas y de comentarios comparativos acerca de las colonias inglesas y españolas; una edición que sale a la luz a finales de 1895.

Por Real Orden de 20 de julio de 1894 se crea la Medalla conmemorativa del viaje de la corbeta Nautilus. A Villaamil se le concede Cruz de Carlos III. Entregado el mando de este buque, pasa a Madrid a disfrutar de una licencia, el 30 de agosto de 1894, y el 28 de diciembre queda a las órdenes del ministro.

En Washington se propone abiertamente reconocer la beligerancia de los insurrectos y ya en tiempos del presidente McKinley se produce la explosión del Maine. España se conmueve; el Gobierno toma nota e intenta comprar barcos en Italia. Se envía a Villaamil a Inglaterra formando parte de una Comisión para encargar la construcción de barcos con destino al resguardo de Cuba. A su vuelta, Su Majestad, el Rey, dispone que:

«sin perjuicio de tenerlo en cuenta oportunamente, se le den las gracias en su Real nombre por el servicio que acaba de hacer»
Real Orden de 10 de septiembre de 1895.

Villaamil, después de haber presentado la candidatura a diputado a Cortes por Castropol en 1881 sin éxito, vuelve a presentarla en la legislatura de 1896 y sale diputado por Ferrol, como también saldrá elegido en las que se celebran en 1898. Por entonces, el 27 de octubre de 1897, asciende a capitán de navío, máximo empleo que llegaría a alcanzar; iba a cumplir cincuenta y dos años de edad.

Muerte

El año 1898 se presenta estremecedor. William McKinley quiere la guerra y no atiende a los mediadores, entre ellos el Papa. El Gobierno que preside Sagasta y tiene como ministro de Ultramar a Segismundo Moret, en cuyo grupo personal de diputados figura Villaamil, toma la medida de preparar en Cádiz una flotilla de tres torpederos y tres destructores: el Terror, Plutón, Furor, Rayo, Azor y Ariete, a los que debe acompañar el vapor mercante Ciudad de Cádiz. Villaamil pide el mando y se lo da el de jefe de la 1.a División de destructores y torpederos, el 16 de febrero de 1898.

España declara la guerra a Norteamérica el 24 de abril y Cervera recibe órdenes de dirigirse a las Antillas y devolver a la Península los tres torpederos y el vapor Cádiz, por tener las calderas en mal estado.

Los destructores pasan a formar parte de la escuadra y Villaamil, sin reponsabilidades concretas, tiene que meterse en el Oquendo de transporte mientras cruza el océano. Pudo volver a Cádiz, pero, consciente del desastre, prefirió correr la suerte de los demás.

Después de innumerables tropiezos con el problema del carbón, entran en Santiago de Cuba sin ser vistos por la flota norteamericana el 19 de mayo de 1898. Amanece el 3 de julio de 1898. La escuadra tiene órdenes de salir sin más dilaciones. La flota enemiga bloquea el puerto. El Infanta María Teresa sale en cabeza y hace de blanco para que los demás buques puedan escapar. Villaamil sale en el Furor, a mil metros del Oquendo y detrás del Plutón. Se ve solo en la mar y pone proa al Indiana, a toda máquina, pero el acorazado destroza al destructor con varios impactos de su artillería, dejándolo sin gobierno y con una vía de agua que inundaba la popa y la cámara de máquinas.

Villaamil ordena el abandono del buque y se queda a bordo, hundiéndose con el barco, ya muerto por una granada.

Homenaje postumo

Se le concede la Cruz Laureada de San Fernando de 2.a Clase, a título póstumo, con dos mil pesetas de pensión para su viuda y su hija, el 8 de febrero de 1901.

En 1902 se colocó en la iglesia de San Andrés de Serantes, su pueblo, una lápida con su busto, laureles, robles, emblemas militares y calabrotes que recuerda su memoria. Otra lápida ocupa su lugar en el Panteón de Marinos Ilustres, en San Fernando (Cádiz).

Un monumento en el Parque de Castropol (Asturias), mirando al mar, obra del escultor ovetense Cipriano Folgueras, también le recuerda desde 1912.

Fuentes