Guerra de las Comunidades de Castilla

Guerra de las Comunidades de Castilla
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Guerra de las Comunidades de Castilla (La Corona de Aragón eterna ...
Fecha 1520-1522
Lugar Corona de Castilla
Resultado Victoria realista
Comandantes
Juan de Padilla

Juan Bravo Francisco Maldonado Antonio de Acuña Juan de Zapata Pedro Girón Ramiro Núñez de Guzmán Pedro López de Ayala

Carlos

Adriano de Utrecht Condestable de Castilla Almirante de Castilla

Guerra de las Comunidades Fue una rebelión, también llamada movimiento comunero, se produjo en Castilla en 1520, poco tiempo después de la llegada del rey Carlos I a la península Ibérica en 1517.

Protagonistas

Esta rebelión de los Comuneros fue protagonizada por algunas ciudades castellanas, siendo encabezadas por Toledo. En esta entrada se realiza una extensa descripción de la revuelta de las Comunidades, analizando principalmente las causas que llevaron a ello.

La rebelión de los comuneros (1519-1521)

Las causas de la rebelión de los comuneros se pueden dividir en dos tipos. Por un lado están las razones externas: ante la sucesión de Isabel la Católica, los castellanos preferían al príncipe Fernando (rey de Aragón) porque había sido educado en Castilla, mientras que Carlos (nieto de los Reyes Católicos) era considerado un extranjero, el séquito de Carlos estaba formado por borgoñones que enviaban grandes cantidades de dinero hacia los Países Bajos. Los castellanos pensaban que el gobierno de Carlos no defendería sus intereses. El levantamiento tuvo como detonante el nombramiento imperial; entendieron que el nuevo rey sacrificaría la hegemonía castellana por una política imperial y dinástica.

Estas son las causas externas que llevan al levantamiento, pero además en el reino castellano se daban una serie de características que se sitúan en el origen de la revuelta. Castilla era un territorio profundamente dividido y con intereses opuestos. La Castilla interior, zona de mayor actividad comunera, se veía cada vez más desplazada del dominio comercial. Ciudades importantes, como Burgos y Segovia, nacidas en la Edad Media, veían amenazadas sus libertades y su prosperidad económica. La guerra de la Comunidades ha sido interpretada en más de una ocasión como el primer enfrentamiento entre el centro y la periferia.

Coronado emperador, Carlos sale de España sin haber conseguido el nuevo impuesto. En ese momento ya se había iniciado la revuelta. En Toledo se estableció la primera Comunidad. Esta ciudad convoca a las cuatro ciudades más importantes para formar una Junta revolucionaria que debía de estar por encima de las decisiones del rey, exigiendo el control de todos los poderes del estado. Ante estas pretensiones los moderados se retiraron. Antes de abandonar Castilla, Carlos V se había asegurado el apoyo de la alta nobleza a la causa real.

La revuelta comunera se convirtió no sólo en una cuestión política, sino también en una cuestión social. A pesar de ser una rebelión esencialmente urbana los comuneros estaban representados fundamentalmente por las capas medias de la sociedad, la baja nobleza con intereses políticos, y los comerciantes y fabricantes con intereses económicos también fue un movimiento campesino. Las simpatías de estos grupos hacia los comuneros pronto se convirtió en una revuelta antiseñorial. Frente a esto la alta nobleza no estuvo nunca del lado de las Comunidades, pese a que detestaban igualmente a los flamencos y la situación en la que se encontraba el reino. Apoyaron el bando realista cuando las comunidades atacaron directamente sus intereses.

El levantamiento perdió fuerza con la retirada de Burgos de la Comunidad y el cambio del clero, que vuelve a apoyar a Carlos. El ejército imperial venció a los comuneros en la batalla de Villalar (1521), y los dirigentes comuneros Padilla, Bravo y Maldonado fueron ajusticiados. La revuelta, que había comenzado como un movimiento antiextranjero, acabó como una revuelta social en un principio urbana y luego campesina antiseñorial. La victoria imperial afianzó el autoritarismo real y provocó la decadencia de los grupos burgueses, los cuales habían promovido los levantamientos.

Las pretensiones de los Comuneros eran muy concretas pero a la vez muy amplias: limitar el poder real, y el poder de la nobleza, reducir los impuestos, reducir el gasto público, una mayor participación política de las ciudades, una reducción de la exportaciones de lana y una mayor protección a la industria textil.

Tras ser sofocada la revuelta, las Cortes de Castilla presentan un programa al emperador que, tras la aceptación general de Carlos como rey de Castilla, recogía una serie de exigencias: que volviera a Castilla, que excluyera del gobierno del reino a los extranjeros, que contrajera matrimonio para asegurar la sucesión, que convocara las Cortes cada tres años, que redujera los gastos de la Corte y que el impuesto de la Alcabala fuera recaudado por las ciudades.

Germen de la Revolución

Origen medieval del conflicto

Uno de los factores bajomedievales fue el fortalecimiento del proceso deseñorialización, además de la regulación del mayorazgo a través de las leyes de Toro de 1505. Esto provocó que las familias con un mayor poder siguieran con su predominio alhacer heredero de la gran mayoría de los bienes a solo un único heredero, no fragmentando la herencia.

Con esta medida se conseguía que los bienes de la familia se siguieran mejorando, con lo que se mejoraría la situación social. Ante esto no fueron pocas las revueltas campesinas con carácter antifeudal, aunque no tuvo ninguna una gran repercusión.

Crisis de principios de siglo XVI

Durante la baja Edad Media, Castilla se había consolidado como un centro económico importante basándose en el sector textil y el comercio a través de ferias. Esta situación tenía su mayor notabilidad en el centro de la corona. A principios del siglo XVI esta tendencia empieza a cambiar, y espoleada por los viajes y la organización de las indias, es la periferia andaluza (especialmente Sevilla y Cádiz) la que comienza a robarle protagonismo económico al preponderante centro castellano. A esto hay que unirle la crisis que sufre la industria textil que durante los mandatos de Fernando el católico y el cardenal Cisneros se habían llevado a cabo políticas proteccionistas con los tejidos castellanos y que Carlos I no mantendrá, provocando una apertura de mercados a los tejidos flamencos, que suponían un desplome de los precios textiles castellanos. El descontento entre los miembros del sector textil como pelaires, cordadores, tintoreros o tundidores (grupos que se unían a la revuelta de las comunidades) se hizo muy patente.

Revuelta comunera

La mayor parte de las Comunidades de Castilla, ciudades de la zona centro del reino (Segovia, Toledo, Salamanca…) se revelaron contra la autoridad del rey.

Las causas de esta revuelta fueron

  • Carlos había gastado el dinero de los nuevos impuestos para ser elegido Emperador Alemán.
  • Carlos abandonó las ganas por aprender el idioma y respetar las leyes del reino
  • La burguesía tenía miedo a regresar a una política tradicional, exportar la lana en bruto a Flandes y que esto provocase la disminución de la artesanía textil castellana.
  • La aristocracia, por su parte, veía una humillación que el rey entregase la administración del reino a sus consejeros flamencos. También la sustitución para liderar el reino en su ausencia, dejando al mano a Adriano de Utrecht como gobernador.

Cuando Carlos abandonó Castilla, Toledo comenzó su revuelta extendiéndose por el resto de ciudades. Las tropas del rey incendiaron Medina del Campo, y esto provocó que Los Comuneros crearan la Santa Junta en Ávila gobierno rebelde, que exigía la retirada de los impuestos aprobados en cortes, el respeto a las leyes del reino y la marcha de los consejeros flamencos. En septiembre toman Tordesillas, lugar del encierro de la reina madre, conocida como Juana la Loca,la madre de Carlos I, que, simpatizando con los líderes comuneros descartó sumarse a la revuelta contra su hijo, seguramente por su delicado estado de salud y a pesar del trato que había recibido de este.

En 1521 las tropas comuneras en Villalar fueron derrotadas y todas las ciudades dejaron atrás el movimiento, excepto Toledo que fue dominado en 1522. Esta derrota significaba el inicio del absolutismo en Castilla y la derrota final de la lucha de los comuneros.

Líderes comuneros

Cada ciudad aportaba un líder en la revuelta.

Juan Padilla, Toledo

Descontento con el rey por no concederle un cargo al que consideraba tener derecho hereditario. Las tensiones internas entre los comuneros llevaron a Padilla a regresar a Toledo cuando la Junta eligió a Pedro Girón para llevar el mando de la guerra, aunque más tarde regresó a su puesto por aclamación popular. Obtuvo varios éxitos militares, fue derrotado en Villalar y ejecutado junto a los otros líderes de la rebelión.

Juan Bravo, Segovia

En 1519 fue nombrado regidor y jefe de milicias en Segovia. Se encargó de mantener las relaciones con las ciudades sublevadas y partícipes de la guerra de las Comunidades. Murió junto a sus dos compañeros.

Pedro Maldonado, Salamanca

Jefe de milicias de Salamanca. Apoyó el movimiento desde sus comienzos. Fue delegado de la ciudad en la Santa Junta de Ávila de 1520. Capitán de las fuerzas de la revolución salmantinas. Casado con la sobrina del Conde de Benavente, fue colaborador cercano del rey, por lo tanto nombraron a su primo Francisco Maldonado, aunque compartieron posteriormente el mando.

Preso en la batalla de Villalar, no fue ejecutado junto a su primo, Bravo y Padilla por su matrimonio. Con el perdón general que promulga Carlos I que excluía a 293 comuneros, Pedro Maldonado fue ejecutado en Simancas el 1 de octubre de 1522.

Conclusión

El poder real salió fortalecido tras la victoria contra las ciudades rebeldes y los municipios castellanos aceptaron el sometimiento a la autoridad del nuevo monarca. El absolutismo monárquico quedó como claro vencedor frente a las aspiraciones constitucionales de las ciudades, mientras que la nobleza reafirmó con el triunfo su poder militar, político y social sobre los grupos burgueses, sobre las clases medias urbanas y los sectores campesinos. La alianza entre la corona y la aristocracia había vuelto a funcionar.

Finalmente, el rey Carlos dio un perdón general en octubre de 1522, finiquitando el problema que había causado el movimiento comunero. El rey Carlos había resuelto los problemas en Castilla, pero aún quedaba pendiente el problema de las Germanías en Valencia y en Mallorca.

Fuentes