Konstantinos Kavafis

Konstantinos Kavafis
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Nombre completoKonstantino Petrou Kavafis
Nacimiento29 de abril de 1863
ciudad de Alejandría,
Egipto Bandera de Egipto
Defunción29 de abril de 1933
ciudad de Alejandría,
Egipto Bandera de Egipto
OcupaciónEscritor
NacionalidadGriega
GéneroPoesía
MovimientosRenacimiento

Konstantinos Kavafis (Alejandría, 29 de abril de 1863 - Alejandría, 29 de abril de 1933). Escritor griego. La poesía de Kavafis gozó de escasa difusión en Grecia durante su vida. Sin embargo, su uso del coloquialismo; su abierto tratamiento de la homosexualidad; su esotérico sentido de la historia; su cinismo en política; su creación de un mundo mítico, lo hicieron extraño a los sentidos de los poetas griegos de entreguerras, pero garantizaron la permanencia de uno de los mejores testimonios del hombre y la mujer del siglo XX.

Síntesis biográfica

Konstantinos Kavafis fue el último de nueve hijos, de una pareja de prósperos comerciantes fanariotas de Constantinopla. Su padre, Pedro Kavafis, se había casado a mediados de siglo con una muchacha de catorce años, Khariklia Potiadis, hija de un rico mercader en diamantes que decía descender de un obispo de Cesárea y de un príncipe de Samos. Después de su matrimonio se estableció en Liverpool (Inglaterra), donde tenía una casa de exportación de telas e importación de algodón.

En 1854 se mudaron a Alejandría para establecer una sucursal de su negocio. Pedro Kavafis murió en 1870, cuando Konstantinos tenía siete, dejando una escasa fortuna, luego de haber sido uno de los más ricos comerciantes de la ciudad. Tres años después, Khariklia decidió regresar a Liverpool en un intento por rehacer la fortuna de su marido, pero la inexperiencia de sus hijos los llevó a la ruina definitiva, teniendo que volver a Alejandría en 1879.

Los siete años que Kavafis pasó en Inglaterra -entre los nueve y los dieciséis-, fueron definitivos para su formación. Aprendió inglés, conoció las costumbres victorianas, escribió sus primeros poemas y se familiarizó con los escritos de Shakespeare, Browning y Oscar Wilde, de quienes hay resonancias en sus versos.

Al regreso de Alejandría desde Constantinopla, en 1885, donde habían ido con Khariklia antes del bombardeo y ocupación inglesa de la ciudad, tenía veintidós años y allí viviría el resto de su vida. Su origen, educación y luego su pobreza no impidieron a Kavafis hacer vida social entre la comunidad griega de la ciudad, sin que por ello dejase de sentirse extrañado.

En su juventud tuvo un carnet de periodista y trabajó para un diario local; durante cinco años fue corredor de bolsa y escribió, a finales de los ochenta, algunos artículos en inglés contra el imperialismo británico, como el que reclama la devolución de los mármoles Elgin. Según Timos Málanos, en ésta época Kavafis vivió largos y angustiosos períodos de identidad sexual, que sólo calmaba con alguna visita a los burdeles para bisexuales y sus escasos affaires d'amour en el barrio Attarine, donde iba con un sirviente que vigilaba las posibles apariciones de su madre, con quien vivió hasta 1899, año de su fallecimiento.

Kavafis tuvo pocos amigos en su juventud. Aparte de su prolongada amistad con Pericles Anastasiades, sólo cuando tuvo treinta y ocho años conoció, en un viaje a Atenas, a Gregory Xenopoulos, y no fue hasta los años de la primera guerra cuando entró en comercio con hombres de su altura, como Robin Furness, John Forsdyke o E.M. Forster, que trabajaba para la Cruz Roja y quien hizo conocer su obra en el mundo inglés.

Sus primeros sueldos regulares comenzó a ganarlos pasados los treinta, luego de trabajar gratis por tres años, a la espera de una vacante, en el Ministerio de Riegos, donde copiaba informes, llevaba cuentas bancarias, manejaba la correspondencia extranjera y traducía documentos. Trabajo que conservó por treinta años, hasta 1922, cuando se retiró, y que siendo tedioso, le permitió tener las tardes y las noches libres.

Obra

Kavafis murió sin ofrecer un volumen al público. Tuvo el valor de elegir sus lectores, entregando mínimos ejemplos de su obra a quienes le visitaban o a aquellos que consideraba podían comprender lo que hacía. Entre 1891 y 1904 imprimió seis poemas, de los ciento ochenta que tenía escritos; en 1904, catorce; y en 1910, veintiuno, de los doscientos veinte que contenían sus archivos.

Esas escasas muestras llamaron la atención de algunos escritores alejandrinos y de otros en Atenas, especialmente entre los jóvenes. A finales de la primera década del siglo, los editores de Nea Zoe solicitaban sus poemas, así como los de Grammata. De allí en adelante, Kavafis gozaría de cierto prestigio local, nada despreciable, en una Alejandría donde, según Kostas Ouranis, vivían en esos años de entreguerras los mejores escritores griegos de su tiempo.

Poemas

Su poesía da cabida a la melancolía del pasado, al sentimiento de temporalidad, al recuerdo y a la historia. El sentimiento de la vejez, la muerte y el tiempo son constantes en su obra. La vejez, en poemas como La ciudad, Un viejo, Muy raramente, etc; la muerte, en En el puerto, En el mes de Athyr, Epitafia de Antíoco, rey de Comegene y otros más. La brevedad y la sencillez de estructura "aparente" confieren a los poemas un matiz inconcluso.

Sus poemas, según Politis, pertenecen a tres campos diferentes: filosófico, histórico y erótico o sensual. El trasvase de un área a otra es cosa frecuente. De este modo, los poemas históricos servirán de medio de expresión de su erotismo, de su filosofía y de su didactismo. La lengua empleada ofrece una serie de peculiaridades. Con la mezcla de griego purista y demótico, aunque la base de su lengua sea el demótico, Kavafis se nos aparece como un espíritu selectivo, ecléctico y crítico que aprovecha los rasgos de uno u otro en función de sus conveniencias métricas.

A partir de 1912 Kavafis comenzó a publicar y escribir poemas abiertamente homosexuales. En ellos se complacía al recrear, más que recuerdos, el goce de la pasión y el ardor de los deseos no satisfechos. En ese momento importaba menos la erudición y la historia, pues había descubierto que en los cuerpos de la juventud había una sabiduría que aquellos no aportaban. La saciedad de los deseos sería fuente de conocimientos.

La poesía de Kavafis gozó de escasa difusión en la Grecia de la Belle Epoque. Su prosaica frugalidad en el uso de adornos, su permanente evocación del ritmo hablado y el uso de coloquialismos; su abierto tratamiento de la homosexualidad, su retorno al epigrama, su esotérico sentido de la historia, su cinismo en política, su creación de un mundo mítico le hicieron extraño a los sentidos de los poetas griegos de entreguerras pero garantizaron la permanencia de uno de los mejores testimonios del hombre y la mujer del siglo XX.

Tumba de Eurion (1912)

En esta tumba –rica en diseño, toda en mármol de Tebas, cubierta con lirios y violetas- yace el hermoso Eurion, un alejandrino de veinticinco años. Descendiente de macedonios y magistrados estudió filosofía con Aristokleitos y con Paros, retórica, y en Tebas leyó las Sagradas Escrituras.

Redactó también una historia de la provincia de Arsinoe. Todo eso al menos habrá de sobrevivirle. Pero perdimos para siempre lo que era realmente precioso: su cuerpo, una visión de Apolo.

Ante la tumbra de Endimion (1916)

Vine de Mileto a Latmos en un blanco carruaje de cuatro mulas, blancas como la nieve, con arneses de plata. Navegué desde Alejandría en una nave púrpura para hacer ritos secretos- libaciones y sacrificios en honor de Endimión. Aquí esta su estatua y miro, con asombro, su celebre hermosura. Entonces mis esclavos arrojan sobre ella canastas de jazmines y a mi cuerpo regresan los placeres de los días de ayer.

Uno de sus dioses (1917)

Cuando uno de ellos cruzaba por la plaza de Seleucia, justo en el momento en que caía la tarde, -caminando como un muchacho, alto y hermoso, con el goce de un ser inmortal en los ojos, con el pelo negro y perfumado-, las gentes le miraban y se preguntaban si lo conocían, si era un griego de Siria, o acaso un extranjero. Pero aquellos que observaban con atención comprendían, y haciéndose a un lado mientras él se alejaba bajo los portones, entre las sombras y las luces de la tarde hacia el barrio donde vive noches de alcohol y lascivia, pensaban cuál de Ellos sería y para qué sospechoso placer había bajado hasta las calles de Seleucia desde aquellas Augustas Moradas.

En un pueblo de Osroene (1917)

Ayer, a media noche, herido en una riña de taberna, trajeron a Rémona, nuestro amigo. A través de la ventana la luna iluminaba su cuerpo. Somos una mezcla de sirios, griegos, armenios y medos. Rémona es uno de ellos. Pero anoche cuando la luna iluminaba su entrañable rostro pensamos de nuevo en el Cármides de Platón.


Pensamiento

Más allá de lo que suele pensarse después de leer sus poemas eróticos, la vida alejandrina de Kavafis fue poco dramática, incluso su aislamiento literario, que consideró no del todo desventajoso para el crecimiento de su obra. En un comentario acerca de la indiferencia de los griegos por la literatura, escrito en 1907, Kavafis resalta lo importante que es para el escritor la independencia de sus lectores:

Pero al lado de todo lo desagradable y hostil de la situación, cada día peor, déjeme anotar -como una muestra de alivio en nuestras miserias-, una ventaja. La ventaja es la independencia intelectual que se garantiza. Cuando un escritor sabe bien que unos pocos ejemplares serán vendidos, gana una gran independencia para su trabajo creador. El escritor que tiene la seguridad, o al menos la posibilidad de vender toda su edición, y quizás futuras ediciones, no pocas veces es influenciado por las futuras ventas. Casi sin saberlo, sin pensarlo, habrán circunstancias cuando conociendo lo que el público piensa, lo que gusta y compraría hará algunos pequeños sacrificios, escribirá está frase un poco diferente, dejará fuera aquello. Y no hay nada más destructivo para el arte, tiemblo con sólo pensarlo, cuando una frase debe ser cambiada, cuando hay que omitir algo.

Fuentes