Masacre de Nankín

Masacre de Nankín
Información sobre la plantilla
MasacreNanjing01.jpeg
LugarNanjing
PaísChina
Fecha13 de diciembre de 1937 - principios de febrero de 1938

La masacre de Nanjing (desde el 13 de diciembre de 1937 hasta principios de febrero de 1938), también conocida como la Violación de Nanking es un raro ejemplo de genocidios simultáneos contra mujeres y hombres. La masacre es recordada generalmente por el trato hacia las mujeres chinas por parte de las fuerzas invasoras bárbaras. Varios miles de ellas fueron asesinadas después de violaciones en banda y otras decenas de miles fueron brutalmente heridas y traumatizadas. Mientras tanto, aproximadamente un cuarto de millón de hombres chinos indefensos fue encerrado como prisionero de guerra y asesinado en masa, usado para prácticas de bayonetas o quemado y enterrado vivo.

Nankíng, también conocida como Nanjing, una ciudad situada en el bajo río Yang-Tse, fue una de las principales urbes del Imperio chino durante la dinastía Qing desde el siglo XIV. Su nombre significaba “Capital del Sur”, denominación por la que se convirtió en capital de la República de China a partir de 1912. Por su importancia estratégica y simbólica como era de esperar, se convertiría en el principal objetivo de Japón al estallar la Segunda Guerra Chino-Japonesa.

Asedio de Nanking

Mucho antes de que entraran los japoneses en Nanking, tres meses antes, el 21 de septiembre de 1937, el Ejército Imperial de Japón decidió castigar a la ciudad bombardeándola desde el aire con aviones aprovechando que el presidente chino Chiang Kai-Shek dirigía la guerra desde allí. Los bombarderos japoneses lanzaron varias toneladas de bombas sobre las zonas más concurridas de la ciudad con intención de provocar el pánico. Entre el 21 y 25 de ese mes un gran porcentaje de la ciudad fue destruido muriendo 600 personas, entre los edificios derrumbados había un hospital repleto de gente. Por si fuera poco el campo de refugiados de Xiaguan junto a Nanking tampoco se salvó de los bombarderos y murieron otras 100 personas.

La primera evacuación de civiles se produjo el 27 de noviembre ante la proximidad del Ejéricito Imperial a la ciudad. Chiang Kai-Shek también con toda su plana mayor del Ejército del Kuomintang abandonó Nanking para establecerse en Wuhan, poniendo así a salvo a la clase política del país. Alrededor de Nanking los chinos quemaron los campos, arrozales y todas las fuentes de alimentos que pudieran dar de comer a los japoneses, también se desmantelaron las industrias dentro de la ciudad y las piezas de los museos fueron evacuadas.

El asedio sobre Nanking comenzó el 7 de diciembre de 1937. Los japoneses iniciaron el cerco con 240 000 soldados, y los chinos con cerca de 80 000 soldados para la defensa. El príncipe Yasuhiko Asaka ―tío abuelo del emperador Hiro-Hito―, fue el hombre designado para llevar a cabo la batalla por Nanking. Anteriormente era el general Iwana Matsui el comandante al mando de las operaciones en China, sin embargo una enfermedad le hizo ceder el puesto temporalmente a Asaka sin saber cuál serían las consecuencias. Las fuerzas militares desplegadas frente a Nanking eran el X Ejercito Imperial del general Heisuke Yanagawa y el Cuerpo Expedicionario de Shanghái del general Hisao Tani.

Antes que continuar adelante, los japoneses ofrecieron una tregua de 24 horas para dar a los chinos la oportunidad de rendirse, en caso contrario amenazaron con aniquilar a todos los habitantes de la ciudad. El embajador y encargado del Comité Internacional en la Zona de Seguridad con miles de refugiados bajo protección de la Sociedad de Naciones, el alemán John Rabe, presionó a unos y a otros para que se llegara a un acuerdo y evitar un baño de sangre. Sin embargo Chiang Kai-Shek se negó, llamando a la resistencia contra el invasor. Con la tregua rota Nanking quedaba sentenciada.

Empleando artillería y aviación los japoneses arrasaron la ciudad con una gran potencia de fuego esperando de ese modo que cesara la resistencia. Los pocos daños que no había sufrido Nanking anteriormente los tuvo en ese instante, pues centenares de casas ardieron y otras cientos de personas murieron por los derrumbamientos, las bombas y los obuses. Los combates tampoco ayudaron al incrementarse la violencia por la metrópoli entre japoneses y chinos y alrededor del río Yang-Tse. Un suceso que provocó protestas internacionales fue el hundimiento el 12 de diciembre de un barco de guerra estadounidense, el cañonero USS Panay, por un error de la aviación japonesa que casusó la muerte a tres estadounidenses, aunque por suerte para Japón la equivocación se saldó pagando 2 millones de dólares a los Estados Unidos (que, debido a la inflación, en 2016 equivalen a 16,62 millones de dólares).

Crímenes a los soldados chinos

Entrada de las fuerzas niponas.

Finalmente el 13 de diciembre de 1937 con la caída del fuerte Guanghua Gate y los desembarcos en el río Yang-Tse los japoneses entraron victoriosos en Nanking.

Las matanzas empezaron el mismo 13 de diciembre de 1937, fecha trágica para China. Las primeras víctimas no fueron civiles, pues nada más llegar los japoneses lo primero que hicieron fue apresar a decenas de miles de soldados chinos pertenecientes al Ejército Nacionalista del Kuomintang que se habían rendido. Japón había firmado la Convención de Ginebra para la protección de prisioneros décadas atrás, sin embargo al iniciarse la guerra contra China realizó una maniobra legal para que no se cumpliera. A la mayoría de prisioneros que cayeron en manos japonesas se les ataron las manos a la espalda y se los llevó a las orillas del río Yang-Tse, donde se les disparó para que cayesen al agua sin vida.

A otros para ahorrar munición se les clavaba la bayoneta o espadas mientras estaban atados a los árboles. Cerca de 12 000 chinos de los apresados fueron ejecutados en el llamado “Reguero de los diez cadáveres”, una inmensa fosa común de 300 metros de largo por cinco de ancho que posteriormente fue tapada por tierra para desviar la atención del crimen. Otros de los soldados chinos capturados, exactamente 1.300 de ellos, fueron ejecutados en la Puerta de Taiping delante de varios civiles. También varios grupos más fueron pasados por ametralladoras, muriendo cada 10 minutos 200 prisioneros chinos por las ráfagas de estas armas. Los japoneses llegaron a inventar un juego, consistía en acoplar minas a los cuerpos de los cautivos chinos y desde lejos hacer explotar en mil pedazos su carne, algunos con menos suerte se les rociaba con gasolina y se les prendía para ver cómo ardían, también se realizaron enterramientos vivos o se cortaron cabezas con katanas que expusieron como trofeos por los caminos.

El total de prisioneros chinos eliminados por los japoneses fue de 57.000, altísima cifra que además de un drama humano supuso una pérdida irreparable para el Ejército Nacionalista Chino que tan necesitado de recursos humanos estaba. Masacre a la población civil china

Un día después de la conquista de Nanking y el exterminio de las tropas prisioneras chinas, el 14 de Diciembre, comenzó el suplicio para la población civil. Lo primero que hicieron los japoneses fue disparar contra el Ministerio de la Guerra con ametralladoras acribillando a todo el que salía de allí. A continuación el X Ejército Imperial se desplegó por la ciudad y los japoneses más que por pura diversión se dedicaron a disparar contra cualquier civil que veían paseando por la calle. Esta práctica de tirotear por placer a las personas dejó Nanking sumida de cadáveres por doquier.

Civiles chinos muertos durante las matanzas en Nankíng. Los cadáveres se acumulaban en cualquier parte, como estos en las escaleras.

Caída la primera noche del 14 de diciembre, las tropas japonesas entraron en el Colegio Ginling donde se refugiaban muchas personas, sin miramiento alguno violaron y asesinaron a más de 1000 mujeres y niñas, mientras que los familiares de estas que se atrevieron a intervenir, la gran mayoría, se los ejecutó. Lo peor de esa noche fue la entrada de los japoneses en la Universidad Media (University Middle School), saltando primero los muros y luego colándose por puertas y ventanas, una vez dentro saquearon alimentos y objetos de valor y después violaron y mataron a todas las chicas en el interior.

Llegado el día 15 la orgía de sangre continuó en todos los distritos de la ciudad. Los japoneses no respetaron absolutamente nada, pues incendiaban las casas y mataban en una auténtica anarquía. A muchas de las víctimas atrapadas en los incendios no se las dejaba salir de las casas, dejando que se abrasaran. Muchos de los campos de refugiados tampoco fueron respetados, ya que los soldados entraron y mataron a los que había allí dentro no sin antes violar a las mujeres.

El 16 de diciembre los japoneses invadieron la Academia de Idiomas en donde secuestraron a 30 niñas de unos doce años de edad que subieron a camiones a grito de

“¡salven nuestra vida!”

,

Para luego llevárselas fuera de la ciudad con el fin de violarlas y asesinarlas. No hubo absolutamente ningún miramiento con los niños, los nipones al atraparlos los clavaban las bayonetas en medio de las calles y en ocasiones los mutilaban. Ni siquiera los bebés sobrevivían, pues los japoneses los lanzaban al aire y concursaban entre ellos para ver quién los clavaba con la bayoneta en pleno vuelo.

Durante los días y semanas posteriores en que continuó la Masacre de Nanking el horror en lo tocante al sexo fue indescriptibe. Especialmente las violaciones fueron atroces, ya que los japoneses entraban en las casas y violaban una y otra vez y en gran número de hombres a todas las mujeres que encontraban ya fueran jóvenes, ancianas, niñas o incluso bebés, finalizado el abuso las mataban, aunque a veces antes las torturaban cortándoles los senos o clavándolas bayonetas y cañas de bambú. Las mujeres embarazadas tampoco se salvaron del terror, pues fueron violadas sin más y lo que es peor, en numerosas ocasiones se les rajó el vientre y se las extrajo el feto. Los japoneses para reírse obligaron a familias enteras a mantener sexo entre ellas, por ejemplo se obligó que madres mantuvieran relaciones sexuales con su hijos o a padres con sus hijas. También se obligó a muchos varones a practicar sexo con cadáveres de soldados o civiles muertos, incluso a los monjes budistas que cumplían celibato bajo amenaza de muerte les hicieron tener relaciones sexuales con mujeres. Cualquier oposición a no cumplir una orden de un japonés se pagaba con la muerte.

Finalizada la Masacre de Nanking, a principios de febrero de 1938, habían sido asesinados aproximadamente 500 000 hombres, mujeres y niños chinos (según reveló Estados Unidos en 2007). El Gobierno japonés afirmó que los muertos no habían superado los 100 000, y habían sido todos militares.

Fin de la matanza

Cuando amaneció el 17 de diciembre, regresó al mando del X Ejército Imperial el general Iwana Matsui para relevar del mando al príncipe Asaka. Al ver las barbaridades que habían sucedido en su ausencia Matsui se quedó horrorizado y se escandalizó indignado. En el desfile de la victoria Matsui despotricó contra más de 300 oficiales que habían participado en la masacre. Su objetivo a partir de entonces fue denunciar ante Tokyo lo que había pasado, sin embargo el poder militar que tenía controlado al emperador Hiro-Hito, logró que Matsui fuera destinado a otro frente, sin posibilidad de denuncia el crimen.

Las quejas tanto de Matsui como de la comunidad internacional hicieron que finalmente las tropas japonesas cesaran en el terror desatado. Poco a poco con el paso de los meses la situación volvió a la normalidad en la capital, se estableció incluso un gobierno de inspiración fascista para la colaboración que administraría la llamada China de Nanking y estaría presidido por Wang Jingwei.

Consecuencias

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, el Tribunal Internacional para el Lejano Oriente que se celebró entre 1946 y 1947, juzgó a cuatro criminales por la masacre de Nanking. Fueron el general Hisao Tani del Cuerpo Expedicionario de Shangai, el capitán Gunkichi Tanaka, el teniente Toshiaki Mukai y el teniente Tsuyoshi Noda. Los cuatro fueron condenados a muerte y ahorcados. Las decenas de miles de soldados japoneses que perpetraron las violaciones quedaron impunes.

Durante la Guerra Fría nadie habló de Nanking. Sin embargo a partir del siglo XXI la masacre se convirtió en un arma arrojadiza entre los políticos. China para conseguir mantener distraída a la población respecto a sus errores, recurría a la matanza para azuzar a los jóvenes contra todo los japonés cuando la economía no estaba en sus niveles altos. Japón queriendo olvidar el tema por el contrario se dedicó a ocultar el crimen, no citándolo ni siquiera en sus libros escolares.

Nanking se convirtió en el mayor horror de la guerra de Asia, no solo por el número de víctimas que excede a los de cualquier otra masacre, sino por la brutalidad por la que se cometió.

Fuentes

  • Daniel Gomà (2011): «La vergüenza de Hirohito», en revista Historia y Vida, n.º 520, págs. 70-78; 2011.
  • Lawrence Rees (2009): «El holocausto asiático», Crítica, págs. 41-49; 2009.
  • «La masacre de Nanking», artículo en el sitio web EuroAsia 1945
  • «La masacre de Nanking», artículo en el sitio web Taringa.
  • «Nanjing», artículo en el sitio web History Wiz.
  • «Nanjing massacre», artículo en el sitio web CND.
  • «Nanjing massacre», artículo en el sitio web de la Universidad Princeton.