Tarja por el centenario de Majagua

Tarja Centenario de Majagua
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Fecha:2 de abril del 2004
Lugar:Majagua, Ciego de Ávila, Cuba

Tarja por el centenario de Majagua.Tiene un significado histórico para el poblado de Majagua, recordando el Centenario de su creación.

Hecho que conmemora

La Tarja está situada en el lugar donde se rememoro el Centenario de la fundación del poblado de Majagua, provincia de Ciego de Ávila, Cuba.

Fecha de inauguración

2 de abril del 2004.

Ubicación actual

Parque Máximo Gómez de Majagua. Consejo Popular Majagua.

Referencia histórica de la fundación del poblado

Según los cronistas de Indias existían varios cacicazgos al arribo de los españoles a la Isla en 1492. El sitio denominado Majagua se halla cerca de la orilla este del río de ese nombre, al norte del puente de la carretera central, en las Alturas de Campo Hatuey. Según los cálculos de localización cartográfica coincide este punto con el “paradero” indio Majagua, marcado en el Mapa histórico de la Isla de Cuba, del autor el ingeniero Majagua, Ciego de Ávila, Ernesto Segeth. Por las evidencias recolectadas, por su ubicación geográfica y estar situada al oeste del cacicazgo de Ornofay, convino considerarlo como el referido asiento indio.

Siglos XVI

Se conoce que a partir de 1514 ocurrieron los primeros asentamientos de la colonia, año en que se funda la Villa de Sancti Spíritus por Diego Velázquez. Los colonizadores organizaron la administración local de manera desordenada. Comenzó la delimitación de tierras, se repartían de acuerdo a las solicitudes. Las primeras distribuciones, realizadas por Diego Velázquez, tuvo en cuenta solo las más cercanas al núcleo poblacional, luego continuaron los cabildos que hicieron grandes repartos, sin autoridad ni fuerza legal.
Desde 1536 y 1577 ocurrió la distribución anárquica de las tierras. Sus dueños adquirían el derecho de posesión, y no el de propiedad. Se otorgaron mercedes para hatos corrales y estancias. No se señalaban límites, ni cantidad de terrenos, sólo en algunos casos; cuando se fomentaba la cría de ganado, se mezclaban los unos y los otros; entonces se dispuso tomar una legua de radio desde el asiento de la propiedad. No fue hasta finales del 1577 en que se hizo lo que era menester para los límites de las haciendas, al aprobarse las Ordenanzas de Cáceres, que establecían entre otros disposiciones, el amojonamiento o señalización de las haciendas.

En 1563 se mercedan el corral de Lázaro López y los hatos Baraguá, La Jagua y La Ceiba. El 31 de octubre de 1577 se demarcan los fundos en los cuales los propietarios ejercían su derecho, entre otros: Marroquín, Ciego de Ávila, Morón, Los Perros y Ciénaga. Además, los hatos Dos Hermanas, Jicotea y Río Grande.
En 1676 se hace la merced del hato Quemado Grande o Sabana del Limón y entre 1745 y1746 se señalizan las tierras realengas en la jurisdicción de Sancti Spíritus. En 1746 se notifica el realengo Nuestra Señora de Loreto, colindante con las haciendas Lázaro López y Río Grande, y se practican las medidas de otros como San Vicente Ferrer, Nuestra Señora de la Consolación, y Santa Bárbara o Guayacanes, cuya superficie abarcaba 24 leguas.
Lo que es hoy la demarcación del municipio Majagua estaba conformado en aquel período, hacia el Norte, por gran parte del hato de Río Grande y un área pequeña del de Jicotea; el corral de Lázaro López, en casi toda su extensión, y una porción del realengo Nuestra Señora de Loreto. Ocupaban el Sur, la mitad del hato Quemado Grande o Sabana del Limón y segmentos de los de Las Nuevas y La Ceiba, y casi en su totalidad, el realengo de Guayacanes.

A partir de la segunda mitad del Siglo XVI favoreció la compra de ganado en el interior del país. La región de Sancti Spíritus comenzó a enviar lotes y abastecer de carnes saladas, lo que fue un factor de estímulo para la producción ganadera en toda la jurisdicción. Esta actividad comercial acentuó el carácter ganadero de la región, se colonizaron nuevas tierras interiores donde continuó el sistema de crianza extensivo; tales son los casos de Quemado Grande y Majagua que fueron mercedados en esa época para tales fines.
En el Siglo XVIII se aplica en Cuba la política de centralización administrativa, la ganadería recibió un impulso por las crecientes necesidades de carnes, cueros y animales de transporte. La jurisdicción espirituana dirigía grandes lotes de ganado para las plantaciones cañeras y mantuvo la demanda de reses para el consumo de la capital.

Ello explica el auge de las haciendas comuneras en el territorio avileño y en específico en la zona de Majagua como las de Río Grande, Lázaro López, Quemado Grande y otras. En 1780 se reportaba que existían en la región más de 47 527 cabezas.
El territorio avileño, y por extensión el de Majagua, no se vio exento de las transformaciones que tenían lugar en la estructura agraria de la isla al perder importancia la agricultura subsistencia comercial, el crecimiento de la ganadería mayor y los esfuerzos por afincarse en otros cultivos por parte de los colonizadores.
La explotación ganadera incidió en el aumento de los pedidos de concesión de mercedes, y el proceso de demarcación de las tierras realengas por parte del cabildo. La economía majagüense aproximadamente hasta la primera mitad del Siglo XIX fue en su generalidad la ganadera, según lo apreciado en el intenso proceso de mercedación de sus tierras.
Al haberse producido ya desde la segunda mitad del Siglo XVIII la ocupación de los terrenos de la isla de forma general, a excepción de la zona más oriental del país, el proceso de difusión agrícola y ganadera, así como la subdivisión de los latifundios originales, comienza a manifestarse con fuerza. Más en las regiones centrales en la que se ubica el territorio avileño, este proceso de desintegración no tiene lugar de igual forma.
La subdivisión de los latifundios comenzó en la región occidental con la conversión de los latifundistas ganaderos en azucareros.

La tierra entró entonces en el mercado como una mercancía más. Los dueños de hatos ganaderos vendían o arrendaban sus terrenos a los poseedores de capitales, más en Ciego de Ávila el predominio de la ganadería como principal actividad económica, favoreció la existencia de las haciendas comuneras, lo que permitió mantener los latifundios en una gran parte indivisos, sin que las fincas o parcelas estuvieran delimitadas entre sí.
Desde el 1763 se creó la capitanía pedánea o de partido de Ciego de Ávila, conocida por San Eugenio de la Palma, que comprendía lo que es hoy la provincia avileña y no es hasta el 1805 en se divide en dos este partido, conservando uno ese nombre y al otro se le denomina Morón; ambos pertenecían a la jurisdicción de Sancti Sípritus. En el primero quedó incluida el área actual de Majagua.
Según el padrón de agosto de 1836 se verifica la siguiente población y establecimientos en el partido de Ciego de Ávila, del cual formaba parte la actual localidad de Majagua, que por esos años contaba con escasos habitantes y limitada evolución económica.

A partir de 1840 creció la producción azucarera espirituana, pero prosiguió como renglón fundamental la ganadería y el incremento de las estancias y sitios de labor. La introducción de esta industria al sur del partido de Ciego de Ávila a principios del Siglo XIX, trajo aparejado un mayor auge económico con inversión de capitales y mano de obra esclava. Es así que en 1859 se reportó la existencia del trapiche San Francisco del propietario Don Antonio Hermoso Campos, quien era dueño de dos enteros, uno de ellos de 196 caballerías de terreno. Una segunda industria se localizaba en la finca Hato Viejo, de la misma hacienda, al extremo centro-oeste del actual municipio Majagua, próximo al poblado de Jicotea. Era su dueño, Don José M. Echemendia, poseía 7.5 caballerías de tierra con un total de 4 esclavos.

Una tercera industria, un ingenio, localizado en este territorio, se levantaba en la finca de Luis Palmero González en la entonces hacienda Las Nuevas de Siguaguaco, cerca al actual poblado de Limones Palmero. Se denominaba Luis Palmero o La Angelita. Entre 1859 y 1861 poseía 36 caballerías de caña, y una dotación de 179 negros esclavos hacia el año 1859.
El incremento de la esclavitud estuvo aparejado al desarrollo de la producción azucarera. Todo este proceso de desarrollo de la economía de la localidad estuvo relacionado estrechamente a esta problemática regional. En el período comprendido entre 1838 y 1868 se desarrollaron los factores de las crisis del sistema de la sociedad esclavista en Cuba. En 1862 la población esclava abarcaba sólo el 27 % del total de habitantes del país; mientras en el partido de Ciego de Ávila se cuantificaba un ligero incremento de la masa sometida, a partir de la referida introducción tardía de la industria azucarera, y se reportaba, en lo que es el actual territorio majagüense, como bien se muestra en las referencias anteriores, la utilización de esclavos en dos trapiches, un ingenio, cultivos y en el trabajo doméstico.

Todo ello explica que a partir de la segunda mitad del Siglo XIX haya un notable crecimiento de propietarios y de fincas comuneras en la localidad majagüense y se desarrolle una incipiente industria azucarera. Este hecho lo demuestra, desde 1854, el establecimiento de los acuerdos de límites entre el realengo de Guayacanes y los hatos y corrales colindantes: Las Nuevas, Las Charcas, Derramadero, Jicotea, La Ceiba, Ciego La Virgen, Sabana del Limón, Río Grande y el realengo Nuestra Señora de Loreto. Fue un paso importante en la organización de la propiedad. El 2 de diciembre de 1865 concluyó el deslinde del realengo Guayacanes para luego formar los planos. Casi en su totalidad pertenecía a lo que es hoy el municipio Majagua; ocupaba una superficie de 920 caballerías y 110 cordeles, de ellos 629 de monte; sabanas, 285, y 4 de caminos.

Poseía una comunidad de 34 dueños.
La finca La Majagua, antiguamente nombrada Santo Domingo, de 36 caballerías y 43 cordeles, perteneció antes de 1862 a Don Domingo Mursulí, año a partir del cual se divide en varias parcelas y es adquirida por diferentes propietarios. Otro lote con esta denominación, de 25 caballerías y 142 cordeles, le fueron calificados a Don Manuel de Belén Zamora por 88 pesos de posesión, el 22 de julio de 1861. Todas estas tierras dependían de la ganadería y al cultivo de estancias o sitios de labor.
Otras propiedades comuneras se fomentaron en el área de la hacienda Quemado Grande o Sabana del Limón entre los años 1850 a 1860 como el sitio Los Rincones con dos lotes de 50 y 19 caballerías respectivamente; la finca Algodones de Madrigal, de 176 caballerías; los enteros de Bernal, Melones y Limones que sumaban más de 640 caballerías; la Yaba, de 100 caballerías. Los terrenos de menos de 65 caballerías como Las Trozas, Sao Jiquí, El Mango, La Estrella y Guamajal se adjudicaron a una comunidad de campesinos de menor remuneración económica.

Hacia la segunda mitad del Siglo XIX existían en dicha demarcación más de 20 enteros que se fueron fraccionando por el derecho de herencia y venta. Se destacaban por su importancia y extensión Santa Isabel, donde estuvo el Asiento Viejo del corral, con 40 caballerías inicialmente; el lote Lázaro López de 36; el Azufre con 196 y propiedades como La Rosa, San Juan, Gil Herrera, San Vicente, Cerro Pelado, Santo Tomás y otras. El corral de Lázaro López debe esta denominación (según el historiador espirituano Manuel Martínez Moles) al conquistador español de ese nombre a quien se le designaron estas tierras, pero desistió de su empeño de colono al enrolarse en 1519 en la expedición de Hernán Cortes a México.
Una de las tendencias más destacadas en este período fue el desarrollo del campesinado, como bien se aprecia en la localidad, por la cantidad de sitios de labor y los de crianza.

La mayoría de la población estaba integrada por pequeños propietarios, trabajadores libres y esclavos en menor cuantía. El sistema tributario que imponía el gobierno español agravaba la situación. El comercio estaba limitado por las vías de comunicaciones y la distancia con los puntos de ventas o trueque. No estuvo al margen el territorio local a esta situación y a las influencias político-ideológicas que se manifestaban a nivel nacional a partir de la segunda mitad del Siglo XIX. Por ello al iniciarse el período independentista la comarca tuvo una significativa incidencia, incluyendo el territorio donde se enclava en la actualidad el municipio Majagua.
El 24 de Abril de1900 se inscribió en Nueva Jersey, EE.UU. la empresa “Cuban Company” para construir y explotar una vía férrea desde Santa Clara hasta Santiago de Cuba, por el presidente William Van Horne el cual tenían otras en Canadá. Las vías fueron construidas para acaparar el transporte de todos los productos agropecuarios, principalmente la caña de azúcar.

El 8 de diciembre de 1902 se inauguró el Ferrocarril Central de Santa Clara a San Luis casi 861Km. Esto debió constituir un gran acontecimiento en el territorio pues al pasar la línea central por este lugar daría origen más tarde a dos poblaciones en la localidad, Majagua y Guayacanes, que se convertirían, sobre todo el primero en el centro fundamental de comunicación con la zona noreste de la provincia: Marroquí, Santa Teresa, Florencia, Chambas, etc... y por el sureste con La Ceiba y otros sitios.

Consta que entre 1905 y 1906 ya la localidad se conformaba como un poblado siendo centro de la atividad comerccial y de las inquietudes sociales propias de la época, que propiciaría en1906 la fundación del poblado de la actual cabecera municipal.
El 7 de Octubre de 1907 es remitido al ayuntamiento de Ciego de Ávila por el Procurador General de la compañía “The Cuban Company” un plano y memoria de un poblado con el nombre de Majagua; lo trazaba dicha compañía en un terreno de la finca “La Majagua” de su propiedad enclavado en el barrio Jicotea de este término municipal.

El nombre del municipio tiene varias versiones, unos opinan que debe su nombre al valioso árbol Majagua, otros que se deriva de un vocablo aborigen, siendo éste el más aceptado, pues aquí existió un poblado aborigen denominado Majaguá.
Los limites del poblado se establecieron; por el norte con el barrio Marroquí, término municipal de Morón, por el este con el barrio Ángel del Castillo y Jicotea; por el sur con el barrio las Nuevas y por el oeste con los barrios Jatibonico y Arroyo Blanco.

Partiendo del pasos de los corrales, siguiendo el cause del arroyo hasta penetrar en el río Guayacanes, siguiendo el curso hacia abajo y atravesando por debajo de la línea férrea de Cuba divide el poblado de Guayacanes, continuando por el este hasta el arroyo Limones, hacia arriba hasta encontrar el camino que va a Melones, y siguiendo este camino hasta cruzar la vía férrea de Cuba en el punto Paso a Nivel; desde este punto tomando por la serventía llamada Trilladera, atraviesa la finca “Trilladera Grandes” hasta los límites de la finca “Jochon” continuando por la finca Santa Teresa y tomando el camino que va desde Arroyo Blanco a Marroquí, siguiendo hasta encontrar este, sigue el camino a Arroyo Blanco, hasta encontrar la línea divisoria de ambos términos municipales deCiego de Ávila y Morón, rumbo al este de dicha línea con el camino desde Marroquí va el río Guanales hasta encontrar el punto paseo de Corrales; punto terminal de este barrio.

Toda la parte derecha de los límites de los terrenos que componen el área de extensión del nuevo Barrio de la Majagua. Es considerado un barrio urbano rústico.
En 1915 se inauguró el parque general “Máximo Gómez Báez”, nombre asignado en recordación a las incontables acciones desarrolladas por este general en el territorio, y en el año 2006, año en que se cumplió el centenario de la fundación del poblado cabecera Majagua, es develada solemnemente una tarja para recordar tan significativo acontecimiento y en reconocimiento a todas las épocas de trasformación por las cuales ha transitado nuestro territorio.

Ver además

Enlace externo

Fuentes

  • Síntesis histórica de Majagua.
  • Historiador Félix Guerrero.
  • Investigaciones locales de la creación del municipio Majagua.