Tomoyuki Yamashita

Tomoyuki Yamashita
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General
Años de servicio1905–1945
LealtadBandera de Japón Japón
Servicio/ramaEjército Imperial Japonés
Participó enSegunda Guerra Mundial

Nacimiento8 de noviembre de 1885
Kōchi, Bandera de Japón Japón
Fallecimiento23 de febrero de 1946
Los Baños,Bandera de Filipinas Filipinas

Tomoyuki Yamashita. Fue un general del Ejército Imperial Japonés durante la Segunda Guerra Mundial que se hizo muy famoso al conquistar las colonias británicas durante la campaña malaya y por la caída de Singapur, ganándose por ello el apodo de Tigre de Malasia.

Síntesis biográfica

Era hijo de Sakichi, médico de la aldea, y de Yuu, hija de un granjero adinerado, fruto del matrimonio fueron dos niñas y dos varones, el hermano mayor, siguió los pasos de su padre. Inspirado por sus padres para la carrera militar, su familia se sacrificó para él, ingresando a los doce años en la Escuela Media Kainan, pasando después a la Academia Militar de Hiroshima en 1900. Se gradúa cinco años más tarde, ingresando en la Academia Militar Central de Tokio, ya con el grado de teniente.

Carrera militar

Es asignado ayudante del agregado militar en Suiza y Alemania, en 1921, donde conoce a Hideki Tojo, el cual sería más tarde Primer Ministro. Aprende el idioma alemán, siendo destinado a la embajada de Austria. Unos años después, regresa a Japón, donde es ascendido a mayor, donde ingresa en la escuela Superior del Ejército. En 1928, es enviado nuevamente a Viena, como agregado militar, y dos años más tarde, es ascendido a coronel, asignándole el prestigioso mando del 3º Regimiento Imperial de Infantería, en 1934 asciende al grado de general. Aunque iba ascendiendo en el escalafón del Ejército, su amigo el coronel Tojo estaba involucrado en la política, el cual asumió un golpe de Estado junto a oficiales japoneses, pero Yamashita se negó a participar en el mismo, su no implicación le trajo enemigos dentro de las filas del Ejército, como Tojo, ya que en esta década de los años 30, las intrigas era común dentro del Ejército, conviviendo varias facciones. Dada su inteligencia, fue sorteando con habilidad las situaciones difíciles en las que se encontraba, dada su postura nacionalista.

En 1936, declaró públicamente la indulgencia para los oficiales rebeldes que habían participado en el intento de asesinato del primer Ministro y la acción del posterior control del Palacio Imperial, y a la vez insistía en que Japón debería terminar el conflicto con China, ya que veía este conflicto una carga para el Ejército, con poco que ganar, y mantener relaciones pacíficas con EE. UU. y Gran Bretaña, ya que preveía que el verdadero peligro era con Rusia, algo totalmente contrario a la opinión de la Armada Imperial, que veía más factible la expansión hacia el Pacífico, lo cual enfrentaba la colisión con las potencias occidentales. Esto le acarreó la desaprobación del Emperador. Es destinado a Manchuria, donde asume el mando de la 4ª División, la cual tiene enfrentamientos en el norte de China con los insurgentes. En 1940, es enviado a Europa, para entrevistarse con Hitler y Mussolini, toma contacto con el Ejército alemán, donde se da cuenta de que el caza japonés es más avanzado, pero no así el arma acorazada, donde hizo informes para que los tanques japoneses fueran sensiblemente mejorados.

En noviembre de 1941, se le da el mando del 25º Ejército, y un mes más tarde, el 8 de diciembre, invadió Malasia, planificó el ataque con tres puntas de lanza, marchando con efectivos de 30 000 hombres, durante nueve semanas a través de la jungla, desafiando las probabilidades de éxito, y sorprendiendo a los expertos militares por su rápido ataque, donde derrota a los a las tropas británicas y expulsándolos de Kuala Lumpur en enero de 1942, abriendo con éxito la ruta hacia las Indias Orientales, a los dos meses y medio de campaña, arrasó Malasia, con la caída de Singapur en febrero de 1942, considerada una fortaleza inexpugnable, aunque a costa de elevadas pérdidas propias, unos 10 000 hombres, pero a la vez infligiendo al enemigo unas pérdidas de más de 100 000 hombres, con más de 80 000 prisioneros, recibiendo el apelativo delTigre de Malasia. Fue el punto culminante de su carrera militar, aumentando rápidamente su éxito en Japón, donde fue considerado un héroe. En esta campaña, fue acusado de atrocidades y crímenes de guerra, cometidos por sus tropas, aunque generó controversia, ya que él no pudo prevenir estos hechos, incluso soldados de la Guardia Imperial, involucrados en crímenes contra la población civil, les prohibió que entraran en Singapur. Poco después de la ocupación, Tojo le envía a Manchuria, fue considerado como un descenso de categoría, a esto se unía las diferencias de tipo profesional y personal, ya que éste lo percibía como amenaza, que a la vez desconfiaba de los comandantes del Ejército victoriosos, además de las críticas públicas de Yamashita sobre su persona. No recibió mando activo hasta la caída de Tojo en 1944, es enviado para defender la defensa de Filipinas, al mando del 14º Ejército, aunque él ya sabía que era un bastión vital de suministros para Japón, donde la guerra en el Pacífico había alcanzado el cénit, y siendo ya muy comprometida para Japón, ya los Aliados estaban barriendo a los fanáticos japoneses de sus bastiones conquistados. Las fuerzas estadounidenses desembarcan en Leyte en octubre, dos semanas después de que llegara Yamashita. Organiza tres grupos defensa, en Luzón, Bataan y Manila. La capital de Filipinas se convirtió en un campo de batalla brutal durante un mes, llegando al extremo de la casi destrucción de la ciudad, al finalizar el año, más de 60.000 soldados japoneses habían muerto, pero Yamashita seguía resistiendo con una guerra de guerrillas, obligando a los Aliados a retrasar la toma de Filipinas, algo que irritó al general MacArthur.

Captura

Fue retirándose en los siguientes meses hacia las montañas de Sierra madre y la Cordillera Central, pero en septiembre de 1945, al enterarse de la rendición de Japón, se rindió ante los generales Wainbright y Percival. Fue detenido y acusado de crímenes de guerra por el Tribunal Internacional para el Lejano Oriente, acusado de 123 cargos, el juicio se celebró en Manila, de forma apresurada, haciéndole responsable de las violaciones cometidas por soldados japoneses bajo su cargo, aunque él no fuera directamente responsable. Yamashita negó cualquier implicación en las atrocidades que tuvieron lugar en Manila. "Positivamente y categóricamente reafirmo que estaban en contra de mis deseos y en contradicción directa con todas mis órdenes expresadas",- dijo al panel de la corte marcial.- "Eso se produjo a una hora y lugar de la que yo no tenía conocimiento de ningún tipo". Pero la decisión estaba tomada, la parodia del juicio fue criticada incluso en EE. UU y Reino Unido, dos de los jueces que votaron en contra hablaron de "linchamiento legal". En manos del general MacArthur estaba el conmutar la pena, pero se negó a hacerlo. El 21 de febrero de 1946, el Teniente General WD Styer, comandante de las fuerzas del Pacífico Occidental, ordenó al Coronel John H. Fonvielle, comandante del Centro de Detención y Rehabilitación de Filipinas, en la prisión de Laguna, cerca de Manila, para llevar a cabo la orden de MacArthur.

Sus abogados apelaron su caso a la Corte Suprema de EE.UU., que confirmó la decisión (no es de extrañar que pocos hubieran siquiera pensar en ahorrar de manera prominente a un general japonés en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial), pero los dos jueces que disintieron de la decisión, por primera vez, hablaron de derechos humanos internacionales y llamaron todo el juicio "un aborto involuntario de la justicia, en un ejercicio de venganza, y una negación de los derechos humanos". Sin embargo, el precedente establecido por el juicio del general Yamashita sigue vigente hasta nuestros días. Sólo es una suerte para los Aliados, especialmente los estadounidenses, que aún no hayan sufrió una derrota que coloque a algunos de sus comandantes en la posición de ser declarados responsable de los delitos de los demás, incluso si ellos no tenían conocimiento de ellos en absoluto. Debe ser perfectamente claro es que el general Yamashita no era un criminal de guerra. El era un hombre de honor, uno de los comandantes más exitosos del Ejército Imperial Japonés que ha tenido y un comandante que ganó una campaña y una batalla que debe presentarse como una de las más sorprendentes en la historia militar.

Muerte

Dos días más tarde, el 23 de febrero de 1946, Yamashita cayó a través del piso de la horca, impenitente hasta el final. Sus últimas palabras fueron:

"Ante mi Dios he dicho la verdad-anunció a través de un intérprete cuando se leyó la sentencia de ejecución. No creo que he pecado. Creo que mi alma vivirá para siempre. "Yo oro para una larga vida y prosperidad del Emperador para siempre."

Fuentes