Artesanía popular tradicional

Artesanía popular tradicional
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Concepto:Manifestación de las artes plásticas generada y desarrollada por ciertos sectores sociales populares.

Artesanía popular tradicional. Manifestación de las artes plásticas generada y desarrollada por ciertos sectores sociales populares, constituye, en su propia fenomenología, un aspecto de insoslayable importancia para el conocimiento de hábitos y costumbres que se producen o tienen su base en la esfera de la cultura material, de la cual forman parte.

El estudio de esta manifestación responde, en lo fundamental, a la necesidad de conocer y revalorar las vías y medios expresivos de los que se vale el pueblo en el ámbito de la cultura material y espiritual; así como para determinar sus características fundamentales, sus diferencias y similitudes regionales y el papel que representan en la comunidad que las crea y las interioriza, al constituir una parte vital del basamento de la identidad nacional.

Antecedentes

Aunque son variadas las raíces étnicas del pueblo y la cultura cubana, en la artesanía popular tradicional son fundamentales las raíces españolas y africanas. Legado que enriqueció y benefició la producción material del hombre en sus actividades cotidianas, sean éstos de carácter económico, domésticos o de creencias mágico- religiosas.

Características

La artesanía popular tradicional cubana está ligada a las tradiciones creativas más genuinas del pueblo, por lo que es necesario su rescate y revitalización. No se le debe confundir, en modo alguno, con la artesanía de tipo comercial que se ha desarrollado en los últimos tiempos y que en la mayoría de los casos no se basa en las tradiciones populares.

En general, la artesanía popular tradicional cubana está marcada por dos grandes esferas, la de carácter utilitario con una marcada función práctica, la cual se proyecta en la realización de un conjunto de piezas o artículos que presentan, como primera intención, la de satisfacer necesidades materiales, principalmente en las áreas domésticas, ya sean rurales o urbanas.

La otra esfera de la artesanía popular tradicional es la Artesanía Ritual. Ella está relacionada con las prácticas de las expresiones religiosas de origen africano en Cuba, las cuáles poseen elementos africanos e hispanos, debido a los procesos de transculturación y del sincretismo religioso que tuvieron lugar en la cultura.

Entre estos tipos de prácticas rituales de origen africano se pueden nombrar a la Regla de Ocha o Santería Cubana, la Regla Palo Monte, la Regla Abakuá , e incluso también a ese producto transcultural de origen carabalí que resulta ser la Secta Sociedad Abakuá.

Géneros de la artesanía popular tradicional.

Taller de Cerámica Coki.jpg

Dentro de los géneros artesanales en Cuba se practican los siguientes: alfarería y cerámica, tallas, talabartería, cestería, tejidos y labores de recortería textil, bordados, carpintería, modelado, trabajos de metalistería y pirotecnia. En los cuales se destacan las labores de cestería, las de tejeduría y recortería textil y los trabajos de bordado (a máquina o a mano).

Sólo en la artesanía ritual de la Regla de Ocha se puede encontrar una gran variedad de géneros, materiales y técnicas:

  • Tallado en madera de deidades a las que rinden culto. Atributos y herramientas de los orishas (trabajo con metales, tallado, carpintería) - Herramientas de los Orishas, coronas de santos, hachas, etc.
  • Alfarería - cazuelas, tinajas, hebillas, soperas, etc.
  • Collares y manillas - Confeccionados con cuentas de diversos colores representativos de los distintos orishas.
  • Confección y ornamentación de piezas de organología ritual – Tambores batá, maracas, campanas.

Especificidades de los géneros artesanales populares más ejercidos

Dentro de las manifestaciones populares más practicadas en el territorio se encuentran: La cestería, el tejido y recortería textil y por último el bordado.

Cestería

Según su uso se puede clasificar en tres grupos:

  1. La cestería de uso doméstico, la cestería de carga y la de uso personal. La cestería de uso doméstico comprende todas aquellas piezas que tienen una aplicación directa en la cocina y el comedor y forman parte del ajuar hogareño, entre las que se encuentran, por ejemplo, los jibes, los aventadores de grano y las cestas de distintos tamaños. Además, como parte del mobiliario, comprende distintas piezas con funciones específicas en el ámbito de la casa: cestos para ropa, moisés y canastilleros.
  2. La cestería para carga y transporte agrupa aquella parte de la producción cestera dedicada al acarreo de distintos productos, casi siempre hortalizas, viandas, frutos menores o para la recogida del café en las montañas donde se cultiva, ya sea a lomo de caballos o mulos, en vehículos con ruedas o sin ellas o con el hombre como medio de transporte. Se incluyen en este grupo, las canastas de distintos tamaños y materiales, las cestas, los cestos y los serones.
  3. La cestería de uso personal abarca las piezas, artículos o accesorios confeccionados como medios útiles, auxiliares del individuo (hombre o mujer) que lo porte. Así, los artículos para carga y aquellos otros señalados como parte de la indumentaria que están integrados a ciertos hábitos, necesidades y costumbres en el vestir.

Materiales que se utilizan

El Yarey, en primer lugar, seguido del guaniquiqui, son las dos plantas que proporcionan las fibras más difundidas y de mayor utilización por los artesanos cesteros. El yarey, como planta, se encuentra más concentrado hacia las provincias orientales, pero disminuye gradualmente hacia occidente, hasta alcanzar la provincia de Pinar del Río, ya aquí resulta escaso y, por lo tanto, la elaboración de objetos es sensiblemente menor.

Por su flexibilidad, este material se emplea en la confección de sombreros, jabas, tapetes, ciertas formas de cestas y algunos objetos de uso ornamental. Por el contrario, el guaniquiqui, aunque, tal vez, con menor grado de utilización en las labores de cestería, se registra de un extremo a otro de la Isla. Es muy empleado en cestos, canastas y nasas, entre otras muchas piezas que requieren de cierta dureza del material.

Tejido y recortería textil

Las labores de tejido o recortería textil, junto con las de bordado, tienen una mayor precisión en cuanto a su lugar de procedencia. La introducción de esas tecnologías se debe principalmente a los inmigrantes hispánicos y, un tanto, a los franceses. Otras áreas geográficas también hicieron su aporte, tal es el caso de los canarios, con los bordados canarios y tejidos de tenerife. Del África procedieron los lucumí, que introdujeron los métodos de bordado con abalorios, desarrollados con finalidad religiosa en la santería cubana.

Todas estas formas de hacer ocupan un lugar entre la población femenina, que las aplica en la confección de múltiples piezas de vestir y de uso en el hogar. Los artículos del tejido con agujas, al igual que los realizados con recortería textil, son, en lo fundamental, de uso práctico. Por lo regular, se debe a las mujeres de edad avanzada la conservación del conocimiento y la maestría, acumulados a lo largo del tiempo. Ellas constituyen en sí un reservorio, la memoria viva de una tradición que se ha transmitido a lo largo de la historia de una generación a otra, hasta el presente.

Entre los distintos métodos de tejidos con agujas se encuentran el crochet, los tejidos a dos agujas, el frivolité, el bolillo o encaje catalán, el tejido guarinqueño y el encaje de tenerife.

Las labores de recortería textil emplean en su confección diferentes diseños y colores y responden a una vieja tradición que requiere cierta habilidad manual y sensibilidad para disponer, en un todo armónico, los fragmentos de géneros de distintos colores, texturas y consistencias. Sus dos procedimientos principales son la técnica de yoyitos y la llamada de tiritas. Con ambos se producen, entre otros, manteles, sobrecamas, tapetes y alfombras. Para ello, las pequeñas piezas de tela, convenientemente seleccionadas por colores y recortadas, se unen por sus bordes, ya sea a mano, a máquina o mediante puntos de crochet. La manera en que se aprovecha la materia prima de desecho, constituye una tradición popular que se extiende a casi todo el país y se practica en áreas rurales y urbanas.

Bordado

El bordado, vieja técnica que se ha conservado desde la trasmisión tanto en forma oral como páctica. Algunas provincias tienen un gran número de bordadoras que, debido a la calidad de sus trabajos, caracteriza determinados municipios de la zona. Tales son los casos del poblado de Hatuey, en Camagüey, y la cabecera provincial de este nombre; los municipios de Santo Domingo, Remedios y Santa Clara, en Villa Clara; y el de Trinidad en la provincia de Sancti Spiritus.

Los métodos de bordado pueden agruparse en tres técnicas o procedimientos principales que sirven de base a las demás: el bordado a mano, el bordado a máquina y el que se deriva de la aplicación de métodos combinados o técnicas mixtas. Desde el extremo oriental de la provincia de Guantánamo y hasta la de Matanzas, hacia occidente, tanto el bordado a mano como el que se realiza a máquina, se localizan más o menos con la misma frecuencia. Sin embargo, resulta curioso que hacia el extremo occidental, a partir de la provincia matancera, disminuye sustancialmente la técnica del bordado con máquina de coser. En las provincias de Mayabeque, Artemisa, La Habana y Pinar del Río, predomina el método manual.

En total, y hasta el presente, se han detectado veintitrés tipos de bordados. De ellos, los más utilizados son: el realizado a mano, el elaborado a máquina, el punto cruz o punto marca, el deshilado y al pasado, entre otros. Ciertas formas locales son muy curiosas, como es el bordado en junco o con juncos, que hasta el momento sólo se ha reportado en el municipio Sandino, en Pinar del Río.

Algunos de estos procedimientos resaltan por su originalidad, belleza y habilidad en la combinación de los hilos para destacar los elementos formales del bordado. El bordado isleño o canario, suele aplicarse en el vestuario infantil, en las canastillas y también en otras prendas de vestir femeninas. En ellos se representan, en miniatura, distintos tipos y costumbres, paisajes, viviendas y labores que reflejan la vida cotidiana de hombres, mujeres y niños en las aldeas, al parecer, canarias. De igual forma, se plasman en el bordado escenas festivas, donde las parejas, con sus atuendos típicos, danzan acompañadas por algún que otro instrumento musical; mientras que, por otro lado, retozan alegremente los chicos debajo de los árboles.

La artesanía popular tradicional en las Tunas

Se desarrolló una investigación con el objetivo de revelar los rasgos que caracterizan a la cestería, género representativo de la artesanía popular tradicional como expresión de la cultura popular tunera, teniendo en cuenta las técnicas de tejido. Las técnicas abordadas en esta primera parte son las más reconocidas tradicionalmente, el tejido a manos libres y el tejido de empleitas. Se aplicaron métodos teóricos y empíricos asumiendo como perspectiva metodológica la síntesis multimetodológica. Lugar significativo ocuparon los testimonios de sus creadores, las entrevistas realizadas a un número importante de artesanos miembros de su asociación, especialistas de instituciones culturales y al Historiador de la Ciudad, permitiendo la obtención de una valiosa información sin precedentes para poder determinar los rasgos más significativos del género artesanal en el territorio.

Técnicas del Tejido con fibras

Centro Universitario de Las Tunas. Una de las manifestaciones más concretas de la cultura popular tradicional lo constituyen las artesanías, la cual representa una de las vías que tienen los diversos grupos humanos y países para promover su cultura, expresar su creatividad y contar su historia. Desde los órdenes teórico y metodológicos han sido escasos los estudios que logran sistematizar y generalizar en su verdadera dimensión el alcance del concepto: sin lugar a dudas, la mayor parte de la producción material tradicional y principalmente la que resulta de las costumbres y tradiciones rurales, es de factura artesanal en sentido global, y artesanía en la expresión misma de cada una de las piezas que responden a las peculiaridades técnicas y materiales de esta forma de producción. Las primeras investigaciones científicas, iniciadas en Cuba en 1985 con la conformación del Atlas Etnográfico, en esta esfera del quehacer popular, han aportado un caudal de conocimientos imprescindibles para la formulación de los primeros criterios y conceptos teóricos y metodológicos sobre la artesanía. Es imposible destacar en forma comparativa, los aportes de este estudio, debido a la carencia de fuentes escritas. Es por eso que éste resulta precursor de las investigaciones, tanto referido a la artesanía popular tradicional como a la artesanía en su expresión más amplia. A partir de los resultados parciales de la investigación, se puede ampliar el margen de conocimientos necesarios para adentrarse, por primera vez, en la esfera de los distintos géneros artesanales presentes en Las Tunas. Esto permite analizar sus aspectos fundamentales: morfología, materiales, procedimientos o técnicas y definición de las áreas o regiones donde se han desarrollado; además facilita un acercamiento al hombre, al artesano como creador de esas obras en sus múltiples y variadas interrelaciones, generadas por las formas de producción manual. En Las Tunas no se conoce de publicaciones especializadas relacionadas con el tema, mucho menos se cuenta con un espacio en los medios destinados a una crítica especializada, que sirva de referente teórico para esta indagación. El estudio de esta manifestación responde, en lo fundamental, a la necesidad de conocer y revalorar las vías y medios expresivos de los que se vale el pueblo en el ámbito de la cultura material y espiritual; así como para determinar sus características fundamentales, sus diferencias y similitudes regionales y el papel que representan en la comunidad que las crea y las interioriza, al constituir una parte vital del basamento de la identidad nacional. La ausencia de un estudio con rigor científico sobre el tema en el territorio, unido a lo que está aconteciendo en los diversos géneros de esta manifestación artística, conllevan a reflexionar al respecto teniendo en cuenta varios móviles. Estas realidades, entre otras, demuestran la existencia de una actividad creadora artesanal en la localidad, que distingue su cultura popular tradicional y la necesidad de un estudio científico que aborde la historia artesanal, así como los rasgos y manifestaciones de géneros como la cestería que constituyen parte de la identidad cultural tunera. La artesanía popular tradicional tunera. Técnicas del tejido con fibras: rasgos y elementos distintivos. Las piezas de cestería son resultantes de técnicas muy antiguas de entrecruce y enrollado de distintos elementos o tiras extraídas de diversas plantas como pueden ser bambú, bejucos y palmas. Por sus propias cualidades, son susceptibles de entrecruzarse para formar una especie de tejido de cierta rigidez, mientras que otros por ser algo más flexibles, se prestan para la confección de otros objetos. Estos objetos son producidos por artesanos, ya sea totalmente a mano o con la ayuda de herramientas o incluso de medios mecánicos, siempre que la contribución manual directa del artesano siga siendo el componente más importante del producto acabado. Sin dudas, el ejercicio sostenido de las técnicas de cestería está unido a la vida y el trabajo tradicionales de las personas que, principalmente en las zonas rurales, se aplican en la confección de un variado conjunto de piezas con las cuales satisfacen determinadas necesidades materiales. A través del tiempo, el hábito y la reiteración de los patrones que fungieron como prototipos, al igual que los procedimientos propios para la manufactura de esta producción, han servido en el ámbito doméstico y en las faenas agrícolas para la elaboración de recipientes, envases, y muchos otros artículos que encuentran su uso práctico en la colección y traslado de productos tales como frutos, hortalizas, viandas, tabaco, café, flores,… De la misma manera, alcanza también la construcción de algunas artes de pesca -las nasas, por ejemplo- y otras piezas más que, con funciones u usos diversos, brotan casi espontáneamente de las manos de sus artesanos, hombres y mujeres. Tanto uno como la otra, es decir materiales y tecnología, sirven en la actualidad como punto de partida, de apoyo, en tanto fuente de inspiración en la labor de creación artesanal, para la incorporación de otros métodos, materiales e imágenes donde se yuxtaponen, intrínsecamente, la utilidad y la belleza de las obras elaboradas. Estos tipos de tejidos, salvo excepciones, las fibras se utilizan de acuerdo a los modelos que traza la costumbre: sin teñido o pintura alguna que no sea su propia tonalidad natural, ya sea yarey, oba o malangueta, guaniquiqui, yagua, anacahuita, hoja de maíz,…, desbordan en la pieza trabajada la singularidad de sus características orgánicas, entre las que se destacan el grado de flexibilidad y dureza, la textura y el color. Los objetos de cestería trabajados de manera tradicional, están estrechamente vinculados con ciertas fibras vegetales autóctonas que pueden colectarse en bosques, sabanas, lagunas, ríos y embalses. Una de estas, sin dudas la principal, es el yarey, también conocida en algunos lugares con el nombre de guano, guano de yarey o yarey de tejer (Copernicia baileyana, León). Posiblemente fue esta la primera materia prima que utilizaron nuestras aborígenes en la elaboración de recipientes para distintas actividades de la vida diaria, incluidas las religiosas y ceremoniales. Aunque en los últimos años se ha generalizado en los trabajos de cestería otros materiales vegetales, lo cierto es que por sus propias peculiaridades naturales de flexibilidad, necesaria en determinados tipos de piezas cesteras, el yarey ocupa el número uno en la lista de fibras que emplean los artesanos en casi todo el país. El entorno geográfico en Las Tunas, con un suelo de tipo arcilloso, propicia que esta materia prima sea abundante. En el artículo La cestería pinareña, Dennis Moreno describe a esta fibra como: Es menos nudoso que la caña, el tronco más delgado y más bajo; las hojas de las pencas, cerradas, que toman un color blanco-pajizo. Este material goza de gran popularidad entre los costeros de las provincias orientales y centrales del país, quienes lo utilizan en una gran variedad de objetos y piezas necesarias en la vida diaria del campesino, como jabas, alforjas, esteras, sombreros, jibes, sogas, canastas, cestas, juguetes tejidos… Para tejer con esta fibra existe un proceso preliminar que los artesanos describen de diferentes maneras, unos con la maduración del yarey y otros sin este proceso. Refiriéndose a este momento la artesana Petronila, de Las Tunas, detalla: Bueno, cuando una va a procesar el yarey se le da una maduración de diez días, se tira sobre el cemento, entonces destila un líquido. …. a los diez días lo pones a secar y seca más suave y blanco. El yarey es parejo, blanco, si se le da los diez días de maduración sino, no. (…) Después de seco, se ripia la penca al ancho en que se vaya a trabajar, puede ser fino o más ancho. Yo trabajo de una manera tan extraordinaria, que ripio en firme…, firme que no hay pérdidas, me queda parejo. Me auxilio de un cuchillo de punta fina.”, y añade: “Se trabaja de noche porque la fibra es muy dura, y entonces yo aprovecho la luna, la luna la suaviza, la fibra se suaviza y corre en las manos y queda mejor el trabajo. Como nuestro país es tan cálido… Con relación a este proceso la familia de artesanos tuneros Martínez -Plaza explica: Aquí en toda la costa, sobre todo en San Miguel, hay yarey, hasta Camagüey, pero, nosotros lo obtenemos de una finca particular que se llama San Martín en el municipio de Chaparra, como a 40 Km. de aquí. Ahora tenemos cien pencas. Se corta en menguante para que la fibra sea más fuerte y blandita, si la picas en otro tiempo la fibra puede reventar mucho y entonces hay trabajos que no se pueden hacer. Hay que secarla su tiempo correspondiente. (…) Los sombrereros dicen que hay que darle un tiempo de maduración, pero, nosotros tenemos la experiencia que lo mismo es maduro que verde, maduración quiere decir que usted lo ponga en un rincón a la sombra nueve días, pero nosotros traemos el yarey y ya al otro día se tira al sol y se hace el sombrero, no parte ni nada, nosotros lo ponemos a secar directamente sin previa maduración. (…) Después hacemos la cinta, le sacamos la orilla al yarey, la orilla de abajo y de arriba es para el asa, porque las partes de arriba son los palos duros y se liga, la parte de abajo es palo blandito y es más fuerte el asa. Hay cintas más anchas o finas para determinadas partes, para subir la jaba es más ancha y para el asa son más finas. (…) El proceso comienza cuando se le separan todas las hojas, o sea se hojea, hoja por hoja. Utilizamos como instrumentos para ripiar el yarey el cuchillo y una púa de madera. En las últimas décadas ha cobrado auge el tejido con la oba o malangueta, que se localizan de manera silvestre junto a ríos, arroyos y embalses, de acuerdo a las exigencias climáticas que estas demandan. Dentro de las familias que más trabajan esta fibra en Las Tunas está la López- Proenza. A través de su testimonio se precisa el proceso inicial con esta fibra, no recogido en obras publicadas que se consultaron para la investigación. Como muestra de su testimonio se exponen las siguientes ideas: La Malangueta es de agua dulce, la puedes encontrar en cualquier presa, en cualquier embalse. La cortamos en cualquier embalse, en el río las malanguetas tienden a ser blandas y en las presas son más amplias porque el sol les da siempre, se da más dura y gorda, o sea, que tienen mucha masa. (…) Uno corta la fibra, preferentemente en luna (cuarto menguante) y la amarra en mazos de cincuenta ó veinticinco, la pone a secar de siete a nueve días. (…) Se puede conservar por años, nosotros tenemos piezas ahí que fueron del primer evento que participamos, hace más de 10 años. (…) Después se clasifica en dependencia del tamaño, el ancho y hasta la calidad, si tiene manchas… Ya después preparamos la oba según el tipo de pieza que queramos tejer. Se alisa o lamina con un utensilio que no sabemos realmente su nombre, le decimos explotador o laminador y se les corta las puntas. En menor medida en nuestro territorio, encontramos tejedores con la fibra de guaniquiqui (Trichostigma octandrum, L), fundamentalmente en la zona de Jobabo. Su aplicación en la cestería es limitada, por lo que no tiene un alcance tan generalizado como las anteriormente referidas. Para extraer la fibra de guaniquiqui, con la cual se van a tejer distintos tipos de piezas, primeramente se pela el bejuco para eliminar la corteza. Realizada esta operación, se raja en cuatro partes en sentido longitudinal e inmediatamente se va lasqueando (acción de extraer los filamentos del grosor que se desean, acordes con la pieza que se va a tejer). Estos filamentos se ponen a secar al sol por espacio de algunas horas, luego de lo cual estarán listos para iniciar el tejido de la pieza que se trate. El material se reseca demasiado por lo que es necesario mojarlo para devolverle su flexibilidad. Algunos informantes consideran que no es necesario someterlos al secado ya que se torna muy quebradizo, motivo por el que van humedeciéndolo en la medida en que se trabaja. Se manifiestan en esta provincia rasgos que distinguen este proceso de creación:

  1. El trabajo en grupo familiar y no individual.
  2. las tareas de cesterías no son privativas de uno u otro sexo, sino que tanto los hombres como las mujeres comparten las faenas de tejidos.
  3. Si bien tradicionalmente se realizaba en ratos libres, al no considerarse tarea principal, en la actualidad para muchas familias sí constituye su labor primordial.
  4. Los principales útiles de trabajo son las manos, aunque también se usa un cuchillo o machete para cortar las fibras y en ocasiones hasta los dientes; pero lo cierto es que casi todo el proceso de entrecruce de los elementos se produce manualmente y rara vez interviene un telar o marco.

En esta investigación el criterio de selección para abordar este género artesanal es por las técnicas empleadas en el tejido y no por los materiales o las formas concretas de las piezas, ya que estas pueden confeccionarse con similar diseño y utilidad, con un tipo de material u otro, es decir: puede repetirse una determinada forma con yarey, oba o guaniquiqui, según ella lo permita. De esto se desprende que, dominada una técnica de trabajo, esta se aplique con distintos materiales, en ocasiones por un mismo artesano. Aunque en otras latitudes las técnicas cesteras son diversas, la cestería criolla tradicional cubana solo conoce o aplica unas pocas de ellas, frecuentemente las menos complejas. De acuerdo con los datos ofrecidos en el Atlas Etnográfico de Cuba, los métodos de la cestería se ubican en tres grupos principales: tejido directo, tejidos de empleitas, tejido con molde u hormas. En Las Tunas en el proceso de indagación se pudo constatar la utilización de otras técnicas, además de las mencionadas, con peculiaridades propias de los artesanos de la región. Las técnicas de la cestería en las Tunas se ubican en cinco grupos principales: Tejido directo o a manos libres: Agrupa todas aquellas piezas en cuya elaboración se emplean distintos procedimientos del tejido cestero sin la utilización de empleitas, hormas o moldes, marco y telares. La pieza que se confecciona surge directamente del trabajo con las manos, que le van dando forma, ya sea entretejiendo las fibras o enrollándolas, según el caso. Se moldea en el aire o apoyándose en el regazo del artesano, que se vale cuando más de alguna cuchilla y tijeras como herramientas de trabajo. Entre los tipos de tejidos más utilizados en el procedimiento directo figura el tejido simple, sencillo, plano o punto damas, nombre con que lo designan los cesteros, tal vez por la facilidad con que se trabaja. Los especialistas suelen conocerlos como tejido de tablero de ajedrez o tafetán, término este último que, por lo tupido y apretado del tejido, toman de la tela de seda que lleva ese mismo nombre. Puede lograrse pasando la guía o trama entre dos o más madres, siempre de forma alterna, por delante y por detrás de ellas y manteniendo cada vez el mismo número. Al alcanzar la altura total de la pieza (por ejemplo una canasta), las madres se van doblando hacia adentro para formar el borde que se remata luego con un cintillo hecho del mismo tejido, pero más fino que la guía, el que se va entretejiendo con las madres que a su vez se van doblando para dentro. Para este remate de las piezas una vez alcanzada la altura deseada se le ponen palos (de yarey) y el revestimiento es con el punto llamado por los artesanos como Tic, primero con un enrollado y después revestido. Encontramos también el tejido plumilla. Por sus propias peculiaridades ornamentales, este tejido suele aplicarse en jabas, carteras, pamelas, viseras y distintas piezas de uso femenino. Otra forma de tejido directo, aunque de mayor complejidad, es el hexagonal. De la disposición y tejido de sus elementos o fibras, resulta un diseño de líneas hexagonales, unidas entre sí, que varían de tamaño según la finalidad de la pieza en cuestión. Algunos artesanos le llaman tejido de jibe, dada su aplicación en la confección de utensilios de cocina. El tejido hexagonal, al cual suele llamarse rejilla o pajilla, se aplica principalmente en fondos y respaldos de muebles y como decorados en diferentes piezas. En este grupo se incluye el método de enrollado o punto Santo Domingo. Este procedimiento en el tejido se distingue de los anteriores porque sus elementos no se entretejen, sino que su conjunto, convenientemente dispuesto, se va enrollando a manera de espiral desde el centro mismo de la base de la pieza. Tal procedimiento requiere de fibras flexibles, motivo por el que casi siempre se utiliza el yarey. Con este propósito se “ripia” el material para obtener así fibras muy finas. Todas ellas se unen en una suerte de haz, que se va envolviendo con una cinta de yarey más ancha. A partir del fondo o base del objeto, se inicia una espiral siempre de adentro hacia fuera. En la medida en que las espiras van ganando en progresión, la misma cinta que enrolla el haz une y fija a su vez cada espira. Procediendo de esta manera, se continúa hasta llegar al borde de la pieza, que determina su altura (en el caso de un recipiente) o su diámetro si se trata de piezas planas tales como doyles o portavasos. De acuerdo con la habilidad del cestero para disponer los amarres o engarces, se podrá conformar un variado número de diseños o dibujos geométricos. Debido a la estructura de las formas y a la disposición de las fibras, al final de su confección resultan artículos de cierta rigidez o dureza, aunque se trabajen con yarey que es una fibra flexible. De ahí que se elaboren también bolsos, carteras de mujer, jabas y un sinnúmero de pequeños juguetes y miniaturas. Con esta técnica se tejen los sombreros llamados jipi, confeccionados de diferentes fibras cuya flexibilidad permite que éstos se doblen o enrollen sin romperse. Es común que se utilice como punto principal el conocido como tejido asargado o simplemente sarga. Por sus peculiaridades ornamentales, este tipo de tejido se aplica fundamentalmente en jabas, abanicos o pencas, doylis y distintas piezas de uso femenino. Si se desea dar la apariencia de tejido calado, se logra dejando pequeños espacios sin tejer hasta obtener un diseño geométrico, según la concepción del artesano. No todos ornamentan el tejido en la cestería que crean, pero hay formas de decoración que hablan de un gran dominio técnico en el tejido: los motivos de diseño geométrico, haciendo zig-zag, los triángulos y cuadrados, con los que se hacen diversas figuras en el tejido, dando lugar a combinaciones muy hermosas. Además de utilizar accesorios que realzan la belleza, como, botones en fibras o caracoles, remates, entre otros. Tejidos de empleitas: En la confección de artículos con la técnica de empleitas, las piezas trabajadas no resultan del trabajo inmediato y directo del tejido de las fibras, sino de un proceso que pudiera considerar como secundario. En este caso, el tejido de la empleita sería lo primero; pero ello en sí mismo significa, como en el tejido directo, la obtención de una pieza cualquiera. La empleita consiste en una larga trenza plana, tejida con tres, cinco o un número mayor de tiras o elementos de fibra flexible. Para obtener una pieza por este procedimiento, por ejemplo un sombrero, basta con ir superponiendo ligeramente por sus bordes y cociendo la empleita, a partir del centro de la copa de dicho sombrero, siempre en forma de espiral, de adentro hacia fuera. En la medida en que el artesano va dando vueltas y cosiendo la empleita, compone convenientemente el objeto hasta su total terminación. La habilidad del tejido con empleita se muestra en la fase de cosido de la misma, ya que se trata de ir modelando y fijando con las manos y la máquina de coser. De esta manera se da forma a diversos artículos, como jabas, sombreros y pamelas, entre otros. Corrobora estas ideas las palabras de Petronila cuando dice: A mí me gusta trabajar la empleita fina. Una empleita de yarey puede ser de tres, cinco y seis tiras, se destaca más el dibujo en el de seis, hasta hay artesanos que las hacen de nueve. (…) para que el sombrero quede bonito debe ripiarse bien fino el yarey. Es característico encontrar en piezas tejidas con esta u otras técnicas las empleitas de remate. Generalmente son empleitas de cuatro elementos que se utilizan para dar el acabado en los bordes de determinados objetos o para añadirles un toque ornamental. Luego de la descripción de estas dos técnicas y los argumentos de los tejedores puede considerarse que es usual que las técnicas señaladas se combinen unas con otras para confeccionar solo una pieza, así como diferentes puntos en una sola técnica, además debe considerarse que los tejidos tienen un lado bueno, que se trabaja con más cuidado, y en el que se aplica la ornamentación. En el lado malo, quedan los defectos del material, los nudos y las puntas sueltas, de manera que una parte, la más visible, hace ver el cuidado puesto en el tejido.

Importancia: La presencia del movimiento artesanal en Las Tunas es un importante hecho cultural en el cual se ha ido condensando la información conservada y renovada en las memorias culturales del tunero, en tanto es identidad que refleja características distinguibles y muy auténticas que revelan un conocimiento y una creación específica de un grupo societal. La cantidad y diversidad de piezas artesanales dentro del género abordado en el territorio tunero, permite realizar las siguientes aseveraciones: el proceso de creación desde sus inicios va a estar signado por su función utilitaria como medio de vida, que se transmiten de generación en generación, de familia a familia; por un trabajo en grupo familiar y no individual donde cada uno le imprime a la obra artesanal su propia ingeniosidad, lo que la distingue; las tareas de cesterías no son privativas de uno u otro sexo; constituyendo en la actualidad una labor primordial para muchas familias, las cuales emplean como principal útil de trabajo las manos, y rara vez interviene un telar o marco, por lo que las labores de cestería es un género artesanal que por sus propias características, conjuga la función práctica con la belleza, a partir de la variedad de formas nacidas armoniosamente de las propias manos de los creadores. Notas y referencias Como resultado de esta investigación se publicó una monografía acerca de la artesanía popular en Cuba y recientemente en el 2000, un artículo en el libro Pensamiento y Tradiciones Populares: estudios de identidad cultural cubana y latinoamericana, compilado por Ana Vera, sobre la cestería pinareña, ambos consultados para esta investigación, con la autoría de Dennis Moreno. Se consultaron publicaciones periódicas locales, que recogen momentos trascendentes del movimiento artesanal, un ensayo sobre el carácter artístico de la artesanía como manifestación de las artes plásticas del artesano Amílkar Rodríguez, aún inédito, revistas especializadas de la ACAA , fundamentalmente en aspectos generales por carecer de artículos e informaciones del territorio tunero y el valioso aporte de testimonios de familias de artesanos en los géneros abordados, artesanos y directivos de la ACAA en el territorio e instituciones culturales implicadas. Manos

  • Las Tunas es identificada a nivel nacional por la ACAA, el Centro Nacional de Artesanía como joya de la artesanía utilitaria y la cestería y el tejido en hilos como máximos representantes. - Por el prestigio alcanzado a este territorio le corresponde el montaje del stand en tejidos con fibras en el FIART hace varios años. - El crédito alcanzado en géneros como la cestería y el tejido en hilos, avalados por varios premios a obras de artesanos tuneros en eventos regionales, nacionales e internacionales. - La propuesta acreditada por el FBC a otorgar el Sello de la Excelencia Artesanal, que concede la UNESCO y el sello de la Maestría Artesanal a varias familias de artesanos del territorio. - La dirección de Casas de Cultura otorgó los premios de Memoria Viva al municipio de Colombia por los resultados del movimiento artesanal y los proyectos de creación artística en las comunidades, en los géneros de textiles, así como a varias artesanas de la localidad. - Contar con una fiesta cultural de tradición popular como las Jornadas Cucalambeanas, donde los artesanos cuentan con espacios para sus exposiciones, con carácter competitivo o donde interactúan con el público en las áreas del Cornito.

Fuentes