Marco Antonio

Marco Antonio
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Nacimiento 14 de enero de 83 a. n. e.
ciudad de Roma,
Imperio romano
Fallecimiento 1 de agosto de 30 a. n. e.
ciudad de Alejandría,
Egipto,
Imperio romano
Cónyuge/s Fadia, Antonia, Fulvia, Octavia, Cleopatra
Descendencia Los gemelos Alejandro Helios (Sol) y Cleopatra Selene (Luna), y Ptolomeo Filadelfo
Padre Marco Antonio Crético
Madre Julia Antonia


Marco Antonio. Fue un importante militar y político romano del período de las guerras civiles, colaborador de Julio César durante la Guerra de las Galias y la Guerra Civil. Gobernó Italia con escaso acierto durante la ausencia de César en 47 a. n. e., y fue postergado hasta su nombramiento como magister equitum y cónsul, junto con el propio dictador, para el año 44 a. n. e., en que se produciría el asesinato de Julio César.

Juventud

Perteneciente a la familia de origen patricio de los Antonios (gens Antonia), Marco Antonio nació en Roma en torno al año 83 a. n. e.. Su padre fue su tocayo Marco Antonio Crético (Marcus Antonius Creticus), hijo a su vez del orador Marco Antonio el Orador (Marcus Antonius Orator), asesinado por los partidarios de Cayo Mario en el 87 a. n. e..

Marco Antonio era sobrino segundo de Julio César por parte de su madre, Julia Caesaris, que era prima carnal de Julio César. Su padre murió a una temprana edad, dejando a Marco Antonio, junto con sus hermanos Lucio y Cayo, al cuidado de su madre. Julia Antonia[3] se casó después con Publio Cornelio Léntulo Sura, un político acusado de estar involucrado en la conjura de Catilina (63 a. n. e.). Por este motivo Cicerón ordenó su ejecución, lo que originó la enemistad entre Antonio y el célebre orador.

La vida temprana de Marco Antonio se caracterizó por la falta de una adecuada orientación paterna. De acuerdo con historiadores como Plutarco, pasó sus años de adolescencia vagando por Roma con sus hermanos y amigos. Juntos se embarcaron en una clase de vida rebelde y despreocupada, frecuentando casas de apuestas, dándose a la bebida y viéndose involucrados en escándalos amorosos. Plutarco menciona el rumor de que antes de cumplir los veinte años de edad Antonio ya estaba endeudado, debiendo unos 250 talentos (6 millones de sestercios), aunque asumidos por su amigo Escribonio Curión. Asimismo, hacia el año 59 a. n. e. entró en contacto con el círculo del polémico Publio Clodio Pulcro y sus bandas callejeras.

Después de este periodo de imprudencias, Antonio huyó a Grecia hacia el año 58 a. n. e.. para escapar de sus acreedores. Tras un breve periodo invertido en asistir a las clases de los filósofos en Atenas, donde aprendió retórica como solían hacer otros jóvenes nobles romanos de su época, fue convocado por Aulo Gabinio, procónsul de Siria, para participar en la campaña contra Aristóbulo de Judea, obteniendo su primera distinción militar por ser el primero en asaltar una fortificación judía. Posteriormente participó en la campaña militar de Gabinio en el 55 a. n. e.. para restablecer en el trono de Egipto a Ptolomeo Auletes, en la cual demostró su talento como prefecto ecuestre (comandante de la caballería), destacando por su valentía y coraje en la toma de Pelusio. Fue en esta ocasión cuando conoció Egipto, Alejandría, y a la princesa Cleopatra por primera vez.

El tratado de Tarento y la campaña parta

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Con este objetivo militar en mente, Antonio navegó hacia Grecia con su nueva esposa, donde allí se comportó de la manera más extravagante, asumiendo los atributos del dios Dioniso (39 a. n. e.). Pero la rebelión en Sicilia de Sexto Pompeyo, hijo de Pompeyo y último defensor de la causa de su padre, hizo que el ejército prometido a Antonio en su campaña oriental tuviera que permanecer en Italia. Con sus planes de nuevo frustrados, Antonio y Octaviano se distanciaron de nuevo. Esta vez fue necesaria la ayuda de Octavia para firmar un nuevo tratado en Tarentum (38 a. n. e.), por el cual el triunvirato fue renovado de nuevo por un periodo de cinco años (finalizando así en el 33 a. n. e.), volviendo a prometer Octaviano el envío de nuevas legiones a Oriente.

Pero Antonio era escéptico en cuanto al apoyo de Octaviano en su campaña parta, de manera que, dejando a Octavia en Roma, embarazada de su segunda hija (Antonia Menor), navegó hacia Alejandría. Allí se reunió con su antigua amante Cleopatra, madre de sus dos hijos mellizos, quien le prestó el dinero necesario para reunir un ejército con el que emprender la campaña parta.

Tras reunir un importante ejército, estimado en unos 120.000 combatientes, Marco Antonio llevó a cabo el plan de ataque, que consistía en invadir el territorio parto, no directamente a través de Mesopotamia, sino internándose en Armenia siguiendo el Éufrates y pasando por Arzen, para someterla y contar así con la obligada ayuda del rey armenio Artavasdes. Sin embargo, Antonio cometió el error de no dejar guarniciones en el territorio armenio, ante lo cual Artavasdes cambió de bando cuando Antonio se dirigió a la capital de la Media Atropatene, Fraaspa (la actual Takht-i Suleiman). Los jinetes partos hostigaron las líneas de abastecimiento de Antonio, dejándole sin suministros y medios de asalto para las fortalezas que había de conquistar. Ante esta situación, Antonio decidió regresar a Siria siguiendo el río Aras a través de Armenia en pleno invierno, retirada que fue honrosamente cubierta por los honderos y los veteranos de su ejército, y que sufrieron muchas bajas por ello. En total Antonio perdió unos 30.000 hombres, la cuarta parte de todo su ejército, muchos de ellos veteranos difíciles de reemplazar.

Enfrentamiento definitivo

Entre el 33 al 32 a. n. e. se desató una auténtica guerra propagandística en la arena política de Roma, con acusaciones lanzadas entre ambos bandos. Desde Egipto, Antonio anunció su divorcio de Octavia, acusando a su hermano de advenedizo, de usurpador del poder político y de falsificar los documentos de adopción de Julio César. Octaviano replicó con cargos de traición contra Antonio: controlar ilegalmente provincias que deberían haber sido asignadas a otros cargos como dictaba la tradición romana, e iniciar guerras contra otras naciones (Partia y Armenia) sin el permiso del Senado. Antonio fue también señalado como responsable de la ejecución de Sexto Pompeyo, que había sido capturado el año 35 a. n. e. en Mileto, en la zona de influencia de Antonio, y ejecutado sin juicio pese a ser ciudadano romano. Finalmente, Octaviano logró hacerse con el testamento de Antonio, guardado por las vestales, en el cual se ratificaban los temores de Octaviano tal como los presentó ante el pueblo, haciendo ver que Antonio quería reinar junto con Cleopatra en los territorios orientales romanos a toda costa, constituyendo una grave amenaza para el estado romano. De esta manera, en el año 32 a. n. e. el Senado despojó a Antonio de sus poderes y declaró la guerra a Cleopatra.

La guerra dio comienzo finalmente en el 31 a. n. e.. El hábil Marco Vipsanio Agripa, leal comandante a las órdenes de Octaviano, consiguió tomar la importante ciudad y puerto griego de Metone, fiel a Antonio, asegurándose así un importante puerto en el Peloponeso que amenazara las intenciones de Antonio por controlar la importante Vía Egnatia. La gran popularidad de Octaviano y sus legiones causó la defección de Cirenaica y Grecia hacia su bando. Finalmente, tras una serie de operaciones terrestres, Octaviano bloqueó a Antonio y le obligó a entablar combate en el mar. El 2 de septiembre se libró la batalla naval de Actium, en la cual la flota de Antonio y Cleopatra fue vencida por la de Octaviano, retirándose ambos con sus navíos restantes de vuelta a Alejandría.

Octaviano, ahora ya próximo a obtener el poder absoluto, no tenía intención de dejarle un momento de paz, y a finales de julio del año 30 a. n. e., asistido por Agripa, invadió Egipto. Sin otro lugar donde poder refugiarse, Antonio trató inútilmente de hacer frente a la invasión con sus once legiones, que desertaron el día 1 de agosto tras un día de resistencia tan sólo. Obligado por las circunstancias, y en la creencia de que Cleopatra se había suicidado previamente, Antonio optó por el suicidio, arrojándose sobre su propia espada, aunque sería llevado aún con vida ante su amante, muriendo en sus brazos. Pocos días más tarde, ante la deshonra que suponía desfilar encadenada en el triunfo de Octaviano, Cleopatra se suicidó mediante la muerte ritual por mordedura de áspid.

Legado

Con la muerte de Antonio, Octaviano se convirtió en el gobernante incuestionable de Roma, y nadie más se atrevió a alzarse en su contra. En los años siguientes Octaviano, conocido como Caesar Augustus desde el año 27 a. n. e., procedió a acumular en su persona todos los cargos administrativos, políticos y militares. Cuando Augusto murió en el año 14, todos sus poderes políticos pasaron a su hijo adoptivo, Tiberio, comenzando así el Principado romano.

El ascenso de César y la subsiguiente guerra civil entre sus dos partidarios más poderosos acabó eficazmente con la credibilidad en la oligarquía romana como forma de gobierno, y afirmó el hecho de que todas las futuras disputas por el poder se centrarían más sobre dos (o pocos más) individuos que lograrían el control supremo del gobierno, que sobre un individuo en conflicto con el Senado. De este modo, Antonio, como partidario clave de César y como uno de los dos hombres sobre los cuales el poder recayó tras el asesinato de César, fue uno de los tres hombres directamente responsables del final de la República romana.

Fuente

Véase también