Cardenal Richelieu

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Armand Jean du Plessis
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Cardenal y duque de Richelieu
NombreArmand Jean du Plessis
Nacimiento1585
Francia
Fallecimiento1642
Francia
NacionalidadFrancesa
Otros nombresCardenal Richelieu
CiudadaníaFrancés
Conocido porCardenal Richelieu

Cardenal Richelieu. (Armand Jean du Plessis), cardenal y duque de Richelieu, nacionalidad francesa (1585-1642). Es considerado un estadista, este hombre renunció a la carrera de las armas para hacerse sacerdote, procedente de la nobleza de Poitou, entró en la carrera eclesiástica para evitar que su familia perdiera las rentas del Obispado de Luçon, fue obispo de Luçon en 1606.

Labor

Participó en los Estados Generales, siendo Diputado del clero en los estados generales de 1614, momento en que la reina regente María de Médicis reparó en su talento apoyándolo y al cual reclutó para el servicio de la Monarquía, Fue secretario de Estado (ministro) de Interior y de Guerra en 1616. Pero tuvo que dejar el cargo cuando el joven rey Luis XIII quiso tomar en su propia mano los asuntos de gobierno, desterrando a la reina madre a Blois (1617), a quién siguió al exilio, actuando como intermediario para la reconciliarla con su hijo, fue así como se gano la confianza del rey, logrando la reconciliación entre Luis XIII y su madre lo que le llevó al nombramiento de cardenal en 1622 y entró a formar parte del consejo del rey, retomó a su servicio como ministro principal (presidente del Consejo Real, en 1624, su personalidad emerge y crece cada vez más en cuanto a su poder, en 1631 fue nombrado duque de Richelieu, dominio señorial que había adquirido diez años antes.

Llegando a manejar prácticamente con sus propias manos el reino de Luis XIII en Francia, un hombre de suma confianza de la corte real y que actuó prácticamente como el principal consejero del Rey. De ahí que tuviera tanto poder sobre todo de decisión e influencia directa en las tomadas por Luis XIII, durante los años 1624 y 1642. Circunstancia que, como era costumbre en la época, sirvió para enriquecer y enaltecer a la familia Du Plessis, introduciendo además en la corte y en la administración de la Monarquía a toda una red de clientes y amigos.

Su política interior

Su política consistió en reforzar el poder de la Corona, se dirigió en contra de la nobleza delimitando su poder así como de los protestantes, crecientes dentro del reino en ese entonces. Acabó con las garantías políticas que Enrique IV había concedido a los protestantes por el Edicto de Nantes (1598) para poner fin a las guerras de religión; y enfrentándolos con una lucha militar y siendo derrotados pese a contar con el apoyo de Inglaterra en ese momento, tras tomar a los protestantes en la Fortaleza de La Rochela (1628), les impuso la Paz de Alais (1629), por la que perdían las plazas fuertes que garantizaban su autonomía política, aunque conservando la libertad de culto y la igualdad de derechos con los católicos.

A los nobles tardó más en someterlos, desbaratando sucesivas conspiraciones, ejecutando a algunos de sus promotores y encarcelando a otros (como los partidarios del hermano del rey Gastón de Orléans). Por otra parte se ocupó del fortalecimiento del poder monárquico, de la autoridad real, dirigiéndose hacia el absolutismo.

Limitó además, el poder de los Parlamentos locales, como así jamás convocó a los Estados Generales. Creó además el cargo de Intendente, funcionarios de confianza de él designados a controlar a los Gobernadores, limitando así el poder de éstos.

Su política exterior

La fuerza lograda por la Monarquía en el interior la puso al servicio de la afirmación del poder de esa misma Monarquía en el exterior, fundamentalmente contra los Habsburgo. Actuó como un político realista, movido por una razón de Estado desprovista de consideraciones ideológicas o espirituales. Así, hizo caso omiso de la política de alineamiento con las potencias católicas que recomendaba el Partido devoto reunido en torno a la reina madre. Por el contrario, intervino en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) apoyando a cualquiera que se opusiera a los Habsburgo, aunque esa política le obligara a aliarse sistemáticamente con los príncipes protestantes alemanes y nórdicos (los reyes Cristian IV de Dinamarca y Gustavo Adolfo II de Suecia), todos los cuales recibieron subsidios de Francia para financiar su lucha contra el Imperio.

Pero, cuando éstos fueron derrotados, Francia tuvo que intervenir directamente en la guerra (1635). Dirigió sus fuerzas a asegurar el libre paso por las fronteras del reino, lo que significaba -al mismo tiempo- cortar las comunicaciones entre los territorios de los Habsburgo, que rodeaban a Francia; fue así como anexionó Lorena a Francia. Pero la lucha contra los españoles fue muy dura, y sólo se inclinó del lado francés después de que Richelieu debilitara a Felipe IV apoyando las rebeliones de Cataluña y Portugal (1640).


En la economía

Fomentó la economía, entendida como fundamento del poderío de la Monarquía, a la manera de los mercantilistas; para ello fundó varias compañías de comercio, así fomentó el desarrollo de las industrias de lujo que se dedicaban principalmente a la exportación. Una exportación a la que favoreció además mejorando los puertos puso las bases del imperio colonial francés con asentamientos en Canadá, Guayana, Martinica, Senegal, Madagascar y la Reunión. Además de ello generó descontento en la población pues debió aumentar los impuestos al verse en aprietos y necesitando el tesoro real aumentar en su caudal. Tras su muerte, Francia quedaría en una posición bastante buena, llegando al punto máximo con el ascenso en 1661 de Luis XIV, el “Rey Sol“.

En la Cultura

La obra de Richelieu como protector de las Artes y las letras tiene que ver también con el control del poder simbólico, poniendo la creación cultural al servicio de la propaganda del poder absoluto de la Monarquía: fundó la Academia Francesa (1635), sometió a su control la Universidad de París, edificó la Sorbona y el Palacio Real de París, además de interesarse por la pintura y el Teatro, se le adjunta la aparición del periódico la Gaceta de Francia.

Al morir, dejaba a Francia en una posición favorable en Europa, que culminaría en la Batalla de Rocroi (1643).

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