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Revisión del 15:28 15 ago 2011

Hambruna
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Concepto:Proceso de crisis socioeconómica, relativamente prolongado

Hambruna. Consistente en el progresivo empobrecimiento de los grupos más vulnerables y el deterioro de sus sistemas de sustento, con un incremento del hambre masiva. El proceso conlleva también desplazamientos poblacionales, la propagación de epidemias, la desestructuración comunitaria y, en los casos graves, un aumento de la mortalidad (debida más a las epidemias que a la inanición).

Gestación

La gestación de la hambruna tiene lugar en un contexto de vulnerabilidad preexistente (con cierto nivel de pobreza y de hambre endémica), cuando actúa determinado factor detonante (catástrofe natural, convulsión económica, conflicto armado, etc.). Por tanto, la hambruna es una forma de desastre, siendo uno de los componentes de las emergencias complejas.

Aunque las hambrunas afectan a muchas menos personas que el hambre crónica, constituyen un problema que merece particular atención dado su carácter localizado y virulento. Se estima que unos 70 millones de personas han muerto por hambruna durante el siglo XX, una cifra superior a la de los siglos anteriores.

Expresión

La expresión más grave de las hambrunas, aunque no en todas ellas ocurre, es el incremento de la mortalidad. Convencionalmente se ha pensado que tal incremento es consecuencia del insuficiente consumo de alimentos, pero recientemente se ha constatado que la principal causa reside en la proliferación de epidemias. En efecto, durante las hambrunas se produce: a)Un incremento de la susceptibilidad o propensión a contraer enfermedades infecciosas, derivado de la debilidad biológica que produce la malnutrición.

b)Un aumento de la exposición a las epidemias no vinculadas a la alimentación (como cólera, sarampión, paludismo y tifus), debido a que la crisis alimentaria provoca desplazamientos de la población, y el posterior hacinamiento de ésta en ubicaciones insalubres y con deficientes servicios de agua y saneamientos, a lo que se añade frecuentemente la quiebra de los sistemas de atención sanitaria. Ambas circunstancias hacen que los campos de refugiados sean los lugares donde suelen registrarse las mayores tasas de mortalidad .

De cara a la acción humanitaria, es importante por tanto tener en cuenta que una hambruna puede venir activada por una falta de alimentos o de capacidad para acceder a los mismos, pero que probablemente acabe desarrollándose también una crisis sanitaria. Aunque la hambruna rara vez ha matado a más del 2% o 3% de la población de un país, sí puede acabar con un porcentaje importante de los habitantes de su zona de epicentro. Así, un cuarto de la población de Ucrania murió durante la hambruna de 1932-34, así como el 20% de los residentes en distritos más afectados durante la hambruna de Wollo (Etiopía) de 1973. Además, afecta sobre todo a los que ya habitualmente son más vulnerables desde el punto de vista biológico y socioeconómico, es decir, a los niños menores de cinco años y a los ancianos que viven en zonas rurales pobres alejadas de las ciudades. En la hambruna de 1984 en Darfur (Sudán), la mortalidad de niños entre uno y cuatro años se multiplicó por cinco, en tanto que la de los menores de un año apenas aumentó, gracias a la protección inmunológica de la lactancia materna.

Diferencias por sexo

En cuanto a las diferencias por sexos, diferentes estudios citados por Devereux indican que normalmente la mortalidad suele aumentar más entre los hombres que entre las mujeres, a pesar de que éstas son socioeconómicamente más vulnerables. Por un lado, las mujeres son más resistentes gracias a que su cuerpo acumula más reservas de grasa. Por otro, dado que durante las hambrunas desciende la fertilidad, también lo hacen las cifras de mortalidad materna durante el parto, con el consiguiente impacto estadístico. Sin embargo, la situación es a veces la inversa entre los niños menores de cinco años. Así, por ejemplo, en la hambruna de Etiopía de 1972-75, aunque en términos generales la mortalidad aumentó más entre los hombres, entre las niñas se incrementó un 50% más que entre los niños, como consecuencia de que en las familias se priorizaba la alimentación de éstos para garantizar su subsistencia. Por otro lado, la mortalidad no es el único impacto demográfico, ya que la disminución de la natalidad que suele provocar puede acarrear consecuencias de la misma magnitud. Así, en la hambruna china entre 1958-62, unos 30 millones murieron, en tanto que se perdieron indirectamente otros 33 millones por nacimientos que no hubo o se pospusieron.

Evolución del problema

Existen noticias sobre numerosas hambrunas a lo largo de la historia en todos los continentes, causantes algunas de millones de muertos. La peor de la historia probablemente fue la que, acompañada de la plaga bubónica, causó unos 43 millones de muertes por enfermedad y hambre en Europa entre 1345 y 1348. Otra de las peores, la más mortífera del siglo XX, tuvo lugar en el norte de China entre 1958-62, como consecuencia del Gran Salto Adelante de Mao, con unos 30 millones de muertos. En las últimas décadas del siglo XX, la hambruna se ha concentrado en el África Subsahariana, sobre todo en el Cuerno, donde parece casi endémica. Por el contrario, prácticamente ha sido erradicada como un fenómeno endémico en el resto de continentes, si bien es cierto que, por circunstancias excepcionales, todavía golpea ocasionalmente en el Sur de Asia, como ha ocurrido en Corea del Norte entre 1995 y 1998. Por otro lado, en las últimas décadas se ha experimentado una apreciable disminución en el número de muertes de cada hambruna. Incluso en las peores hambrunas africanas, el número de fallecimientos es a lo sumo de unos cientos de miles, pero no de millones como antes.

Recordemos que, por ejemplo, en la Gran Hambruna de Etiopía de 1888-92 murió cerca de un tercio de la población del país. Entre 1900 y 1960 hubo en el mundo (sobre todo en China, [[Rusia] e India) unos 66 millones de muertos en nueve hambrunas, mientras que entre 1960 y 2000 hubo 10 millones en 16 hambrunas, la mayoría en África. Esta mejoría responde a varios avances habidos durante el siglo XX. En la primera mitad de éste, durante la administración colonial, la vulnerabilidad a la hambruna en Asia, y en menor medida en África, disminuyó debido a la mejora de las comunicaciones y del transporte, la vinculación de mercados antes aislados con otros más amplios, la puesta en marcha de algunos sistemas de alerta temprana y el establecimiento de algunas políticas de ayuda a los afectados. Posteriormente, tras la independencia, muchos países asiáticos como la India han conseguido erradicar la hambruna gracias a una decidida implicación de los gobiernos, con sus políticas de creación de empleos o de reparto de ayuda. Por el contrario, en muchos países de África la descolonización abrió las puertas a las guerras civiles, que se han convertido en la principal causante de las hambrunas, en ocasiones combinadas con las sequías.

Enfoques causales

Durante las últimas décadas, un fuerte desarrollo teórico en el campo de los estudios sobre la seguridad alimentaria ha impulsado la aparición de nuevos paradigmas explicativos de las causas de las hambrunas. Como resultado de esta evolución, si tradicionalmente las explicaciones giraban en torno sólo a factores naturales (crecimiento demográfico y catástrofes naturales), en las últimas décadas se priorizan los factores socioeconómicos y políticos (pobreza, políticas perniciosas, conflictos, falta de actuación internacional, etc.), interactuando a veces con los factores naturales. Así, con el tiempo han ido apareciendo sucesivamente tres paradigmas diferentes, que simplificando podríamos denominarlos respectivamente como demográfico, económico y político.

Enfoque demográfico: el (neo)malthusianismo

Malthus, en su Ensayo sobre el Principio de la Población, de 1798, auguró la inevitable tendencia de la población a crecer por encima de la producción de alimentos. Consiguientemente, veía la hambruna como un evento puntual ocasionado por la falta de alimentos, que contribuía a restablecer el equilibrio recursos-población (ver demografía). Sobre la base de esta idea, desde aquella época hasta principios de los años 80, las hambrunas se han explicado basándose en lo que Sen ha denominado el enfoque del Descenso de la Disponibilidad de Alimentos (DDA) (Food Availability Decline).

Este enfoque concibe las hambrunas como períodos de escasez debido a un hundimiento brusco de los suministros alimentarios per cápita, motivados por factores naturales (catástrofes climáticas que merman las cosechas) o demográficos (crecimiento vegetativo que desborda el abastecimiento). Este enfoque dio lugar a la aparición en 1974 del concepto de Seguridad Alimentaria Nacional, entendida como la consecución de unos suministros per cápita suficientes a escala de un país en todo momento. Al estimar sólo cifras agregadas promedio (total de suministros entre total de la población), ignora la desigualdad social en el reparto de los alimentos. Al mismo tiempo, las respuestas políticas que promueve se basan meramente en la reducción del crecimiento demográfico y en el incremento de los suministros nacionales, no en medidas redistributivas de lucha contra la pobreza (ver seguridad alimentaria).

Diferentes corrientes neomalthusianas han surgido a lo largo del tiempo, pronosticando hambrunas regionales o globales, justificadas por las preocupaciones dominantes en cada época. Así, en los años 60 proliferaron las obras que alarmaban sobre un crecimiento demográfico supuestamente excesivo en el Tercer Mundo, y que vaticinaban escenarios apocalípticos. Durante los 70, la disminución de la producción agrícola de mediados de esa década ayudó a difundir la idea de una escasez alimentaria mundial. En los 80 y 90, el neomalthusianismo persiste en autores y organizaciones, como el World Watch Institute de Washington, que alertan sobre el agotamiento de los recursos naturales por sobreexplotación, y vaticinan una progresiva disminución de la productividad agrícola que choca con el aumento de la población mundial.

Las réplicas a estas posturas han sido múltiples. Primero, no parece cierta la idea de Malthus de que las hambrunas sirven para reducir el exceso de población, pues la mayoría de los que fallecen no están en edad reproductiva, y las pérdidas suelen compensarse con un incremento posterior de la fertilidad. Segundo, como ha ocurrido desde la época de Malthus, la mejora tecnológica y científica permitirá aumentar la producción de alimentos en el futuro, previéndose además que la población humana se estabilizará en los 9.000 millones a fines del siglo XXI, por lo que no parece inminente una escasez mundial de suministros en las próximas décadas. Esto, sin embargo, no significa que no vaya a perdurar el hambre crónica por mala distribución de esos recursos, y que no existan serias amenazas medioambientales derivadas de la producción agrícola. Tercero, en muchas zonas del África Subsahariana lo que contribuye a la hambruna es más bien la baja densidad demográfica, por cuanto hace poco rentables y desincentiva las inversiones en infraestructuras viarias, servicios de salud y tecnología agrícola.

Enfoque económico: pérdida de titularidades

Desde finales de los años 70, diversos autores comenzaron a criticar el enfoque anterior, al entender que las hambrunas y el hambre no suelen deberse a una falta de alimentos en el mercado, sino a la pobreza de determinados sectores sociales que les priva del acceso a los mismos. Estas críticas dieron lugar a un nuevo enfoque, el de la teoría de las titularidades al alimento de Amartya Sen, formulada en su decisiva obra Poverty and Famines, de 1981, que fue decisiva para la formulación de la Seguridad Alimentaria Familiar, centrada en las familias más que en los países. Las titularidades (entitlements) son las capacidades que una familia tiene para acceder al alimento, por cauces legales, produciéndolo, comprándolo o percibiéndolo como donación del Estado o la comunidad. Sen comprobó en diversos estudios de caso que la hambruna con frecuencia no se debe a una falta de suministros. Su causa es una pérdida repentina de titularidades de las familias pobres, hasta un punto inferior al necesario para satisfacer sus necesidades nutricionales. Es decir, la hambruna sería una convulsión temporal del sistema económico. Por consiguiente, la respuesta política contra ella habría de basarse en intervenciones de lucha contra la pobreza.

Sin embargo, desde mediados de los años 80, diferentes autores han puesto de manifiesto las limitaciones de la teoría de las titularidades y del enfoque económico en general. La crítica fundamental a esa teoría se centra en que asume una definición occidental y convencional de la hambruna, habitual en medios políticos y medios de comunicación. La concibe como un hundimiento repentino del consumo de alimentos que provoca una forma particularmente virulenta de inanición, la cual lleva a la muerte generalizada. Es decir, se trataría de un acontecimiento puntual y esporádico, diferente al hambre, y cuya aparición se caracterizaría por el aumento de la mortalidad a causa de la inanición. Por el contrario, autores como Rangasami y De Waal han constatado que la hambruna no es un evento tan diferente del hambre, sino un proceso que tiene en ésta su punto de partida, y sólo en su última fase puede llevar, y no siempre lo hace, a una muerte masiva.

En efecto, en África, la visión de las propias víctimas es que la hambruna se inicia mucho antes de que aumente la mortalidad, diferenciando hambrunas de diferente intensidad, particularmente las “hambrunas que matan” y las que “no matan”. De hecho, la mayoría de las hambrunas del continente se caracterizan por una inanición no extrema, gracias al efecto paliativo de las estrategias de afrontamiento familiares. Es más, no es el aumento de la mortalidad su principal preocupación, sino más bien la miseria y la perturbación social que provocan. En definitiva, las víctimas la perciben no tanto como un proceso biológico que amenaza sus vidas, sino ante todo como un proceso socioeconómico de empobrecimiento que amenaza sus sistemas de sustento . De este modo, entienden que la definición de Sen (y la convencionalmente usada en Occidente) se refiere en realidad sólo a la última fase de la hambruna, y no a todo el proceso en que consiste. Además, al contemplarla como un evento aislado, a Sen le falta perspectiva histórica y política para analizar los procesos socioeconómicos que generan los sistemas de sustento y las titularidades a medio y largo plazo.

Se limita así a explicar la causa inmediata de la hambruna (la pérdida de titularidades), pero no sus causas de fondo o su dinámica una vez ha comenzado. Explica cómo se producen las hambrunas, pero no por qué. También critican la visión economicista de la teoría, que se centra únicamente en la pérdida del acceso al alimento y en la inanición consiguiente, mientras olvida otros factores esenciales en las hambrunas, particularmente en las africanas, como son: el impacto de las epidemias (principal causa del incremento de la mortalidad), la violencia (Sen se limita al control del alimento por medios legales, ignorando vías como el saqueo o el bandidaje), los movimientos poblacionales, o la desestructuración social. Igualmente, Sen contempla a las víctimas de las hambrunas como pasivas, sin capacidad de respuesta, ignorando que tienen sus propias capacidades y que pueden implementar diferentes estrategias de afrontamiento. Entienden, así, que esa teoría sería apropiada para explicar algunas hambrunas asiáticas, como la de Bangladesh en 1973, motivadas por alteraciones de precios, pero no la mayoría de las africanas.

En definitiva, aun aceptando el impulso que la teoría de las titularidades ha tenido para avanzar en la comprensión de las hambrunas, entienden que sus explicaciones son limitadas y tecnocráticas. Al centrarse en factores económicos coyunturales, concretamente en la relación entre los mercados y las personas, se olvida de los factores estructurales, históricos o políticos, en particular del incumplimiento por los gobiernos de diversos derechos, como el derecho humano al alimento. Consiguientemente, le reprochan, la respuesta que plantea se limita a medidas técnicas y de provisión de recursos o empleo para ayudar a los que ocasionalmente han perdido sus titularidades, pero no contempla transformaciones que eliminen la vulnerabilidad estructural.

Enfoque político: violación de derechos humanos y emergencias complejas

Muchos de esos autores críticos con Sen han planteado este otro enfoque desde mediados de los años 80, a partir del estudio de diferentes hambrunas africanas en contextos de conflicto (como Etiopía y Sudán). Se trata sobre todo de antropólogos y politólogos británicos, algunos de ellos activos también en el campo de los derechos humanos.

En su opinión, las hambrunas son ante todo un fenómeno político, más que económico, derivado no sólo de la indolencia e inactividad estatal ante ellas, sino muchas veces de prácticas políticas directamente causantes de las mismas (persecución étnica, desplazamientos forzosos de población, negación de la ayuda humanitaria, etc.). En consecuencia, como dice Keen , sus víctimas se caracterizan no tanto por la pobreza como por la falta de poder político para exigir el respecto a sus derechos y para ejercer presión política ante su Estado.

La hambruna se debería a la falta o al fracaso de un “contrato político” entre los gobernantes y la población, que impondría a aquéllos unas determinadas obligaciones de cara a satisfacer a los ciudadanos ciertas necesidades básicas y derechos humanos, en particular el derecho humano al alimento. Cuando existe un contrato tácito de este tipo, la hambruna representa tal escándalo y fracaso político que puede provocar el derribo del gobierno o el castigo de los gobernantes, por lo que existe un interés en frenar su aparición. Ahora bien, allí donde no existe un mínimo respeto por los derechos civiles y políticos de los ciudadanos

Los gobiernos tienen menos estímulos para garantizar las necesidades básicas de éstos, pues no se verán obligados a pagar un precio político por las hambrunas. Esto ayuda a explicar en buena medida por qué las hambrunas ocurren en mayor medida en países con regímenes autoritarios (URSS con Stalin, China con Mao, Etiopía con Mengistu) o durante guerras civiles, contextos en los que no existe tal contrato político o se ha debilitado fuertemente. Por el contrario, como ha escrito el propio Sen (1992), las hambrunas son inexistentes en democracias estables, con prensa libre y partidos de oposición, pues éstos suelen denunciar todo brote inicial que pueda gestarse y obligar al gobierno a tomar medidas preventivas.

Estos autores han redefinido la hambruna, subrayando que ésta no es sólo un proceso por el que algunos sectores se empobrecen, sino también un proceso por el que otros se enriquecen a costa de los primeros: tiene “perdedores”, pero también “ganadores”. Algunos sectores poderosos (comerciantes, grandes agricultores, militares, etc.) absorben los recursos de las víctimas arruinadas o que deben huir, comprándoselos a precios de saldo o simplemente despojándoles de ellos. De este modo, hay que analizar no sólo las estrategias de afrontamiento de los que pierden con la hambruna, como se ha hecho habitualmente, sino también las estrategias de presión económica, política y militar ejercidas por los beneficiarios para forzar dicha transferencia de recursos.

Ahora bien, cuando la hambruna se desarrolla en un contexto de conflicto civil, como ocurre hoy la mayoría de las veces, la violencia contribuye a acelerar más aún ese proceso de despojo: prácticas como la llamada “limpieza étnica” buscan el desplazamiento forzoso de la población enemiga no sólo para librarse de los miembros de la otra comunidad, sino como medio de apropiarse de sus bienes y recursos. Estas actuaciones se ven favorecidas por las características de los conflictos internos actuales, librados muchas veces por grupos irregulares que viven del despojo de las víctimas, liderados por señores de la guerra que encabezan a su vez mafias que ensanchan sus intereses económicos a través de una violencia disfrazada con ropajes étnicos o religiosos.

Por otro lado, las tácticas militares de tales guerras internas son particularmente destructivas para la población civil, pues el objetivo suele consistir en destruir la base de recursos productivos del enemigo con objeto de sojuzgarle políticamente. Así, las guerras se han convertido en la principal causa de las hambrunas, por cuanto destruyen los cultivos, los graneros y el ganado; generan migraciones forzosas; paralizan los servicios sanitarios; obstaculizan la implementación de estrategias de afrontamiento familiares, e impiden la distribución de ayuda humanitaria. Es más, en muchos casos (Etiopía y Sur de Sudán en los 90), la hambruna del enemigo ha sido estimulada como una auténtica arma de guerra.

Desde esta perspectiva, la hambruna no es tanto la consecuencia inevitable de la crisis, sino más bien un objetivo deliberado, provocado y sostenido por determinadas fuerzas sociales, con objeto de apropiarse de los recursos de los vulnerables. Este enfoque permite hablar claramente de responsabilidades políticas, cosa que los enfoques anteriores no hacían: la explicaciones demográficas responsabilizan básicamente a los pobres por su prolificidad, y las económicas a las perturbaciones del mercado. Este nuevo enfoque entiende que las hambrunas se desencadenan por una falta de responsabilidad política de los gobiernos y por su incumplimiento de los derechos humanos, así como por la reticencia de la comunidad internacional a hacer cumplir éstos, en particular el derecho humano al alimento.

Estadísticas del hambre

  • Alrededor de 24.000 personas mueren cada día de hambre o de causas relacionadas con el hambre.
  • Un 75% de los fallecidos son niños menores de cinco años.
  • Hoy en día, un 10% de los niños de los países en desarrollo mueren antes de cumplir cinco años.
  • La mayoría de las muertes por hambre se deben a desnutrición crónica. La hambruna y las guerras son causantes también de este mal.
  • Además de la muerte, la desnutrición crónica también causa discapacidades visuales, desgano, crecimiento deficiente y una susceptibilidad mucho mayor a padecer enfermedades. Las personas con desnutrición grave son incapaces de funcionar siquiera a un nivel básico.
  • Se estima que unos 800 millones de personas en el mundo sufren de hambre y desnutrición, una cantidad 100 veces mayor que el número de personas que mueren por esta causa al año.
  • A menudo sólo se necesitan unos pocos y sencillos recursos para que la gente pobre pueda cultivar los alimentos necesarios para volverse autosuficiente. Estos recursos incluyen semillas de calidad, herramientas adecuadas y acceso al agua.
  • Muchos expertos en el tema del hambre opinan que, a fin de cuentas, la educación constituye la mejor manera de reducir el hambre. La gente que tiene acceso a la educación cuenta con los mejores medios para salir del círculo de pobreza que causa el hambre.

Hambrunas en Egipto bajo el yugo musulmán

Graves nos da un desapasionado relato de los horribles sufrimientos que la gente debía aguantar en esos días. Probablemente en ningún otro país en el mundo la gente fue llevada a tan bajos niveles de decadencia moral, o se haya perdido tan completamente todo rastro de humanidad racional como durante la serie de hambrunas que asolaron a Egipto durante los siglos diez, once y doce, bajo la reglas Musulmanas. Un Nilo que no inundó en el 967 DC provocó una ham-bruna el año siguiente, que barrió con 500.000 personas en la vecindad de la ciudad de Fustat. Al tomar medidas para miti-gar el sufrimiento de los Egipcios, el virrey musulmán fue más allá de los gobernantes europeos de sus días, pero al permitir que los nativos arrojasen a sus miles de insepultos muertos en el Nilo, contaminando así sus aguas hasta la desembocadura en el mar, fracasó en demostrar ni un atisbo de comprensión de las leyes de la sanidad

No había ningún G'awhar para dirigir el trabajo de alivio durante la próxima hambruna Egipcia, que vino en 1025, durante el Califato de Zahir. El sufri-miento, en consecuencia, fue mucho más extendido. Un terrible agregado a las hambrunas y escasez fue la aparición de un fuerte espíritu de rebelión entre el pueblo, y se produjeron numerosas revueltas contra las autoridades. Los más fuertes entre la población se volvieron bandoleros y comenzaron a cebarse sobre los miembros más débiles de la sociedad, Caravanas de peregrinos eran atacadas por bandas Sirias que comenzaron a invadir las ciudades fornterizas. Los esclavos comenzaron a lanzarse en rebelión en todas partes del país y se hizo necesario que los ciudadanos organizaran comités de seguridad para la auto proteccion, y con el permiso del gobierno para matar a los esclavos rebeldes. Con un Nilo alto en 1027, sin embargo, el período de sufrimiento llegó a su fin

¿Puede usted imagina cómo era la vida en esos días? ¿Puede hacer una comparación con los tiempos actuales? En esa época la gente no tenía manera alguna para prevenir esta clase de eventos, o tomar alguna acción una vez que la ausen-cia de inundación del Nilo causaba el fracaso y pérdida de las sucesivas cosechas, lo que por último causaba la aparición de la escasez - y las inevitables y horrendas hambrunas. Las cosas no eran fáciles en esos “días dorados de antaño. Todo tiempo pasado fue mejor, es algo que sólo creen los idiotas y lo repiten los imbéciles. Una tercera y mucho más terrible hambruna vino en 1064 y, como aquella que afectó la tierra de Teheser y Josué, duró siete espantosos años.… Gatos y perros alcanzaron precios fabulosos, y las mujeres, incapaces de comprar comida con sus perlas y esmeraldas, arojaban sus alhajas a las calles.

Hambrunas en Inglaterra

La historia de las hambrunas en Inglaterra ha sido macabra desde sus tiempos más remotos. A comienzos del siglo octavo, una escasez que se extendió hasta Irlanda precipitó a los hombres la canibalismo. No fue hasta el reinado de Aethelred el No Preparado, sin embargo, que “una hambruna tal predominó como ningún hombre podía recordar,” desde 1005 hasta el 1016. Los cronistas dicen que pereció la mitad de los habitantes de la isla más grande, aunque muchos de los muertos fueron causados durante las guerras entre Aethelred y Sweyn el Danés, este último obligado por la hambruna a retirarse de Inglaterra por un tiempo.

Durante los últimos 30 años del siglo 11, nueve fueron los años de horrorosa angustia y agonía. Tan grande fue la escasez en 1069 que los campesinos del norte, incapaces de obtener perros y caballos para calmar su hambre, se vendieron a ellos mismos como esclavos para ser alimentados por su amo. Y la tierra entre Durham y York estaba baldía, sin habitantes o personas que labrasen la tierra durante nueve años, dice Beverly; y otro escritor acusó a los pobres de practicar el canibalismo.” Hubo períodos esporádicos de sufrimiento durante los sucesivos reinados de Guillermo Rufus y Enrique I, en las guerras civiles del tiempo de Esteban, y bajo Enrique II.

Pero la próxima hambruna que atrae la simpatía fue la que cayó sobre la gente en los días de Ricardo Corazón de León, el Cruzado. La hambruna fue seguida de la fiebre pestilente que brotaba de “como de los cadáveres de los muertos por inanición.” Las ceremonias de entierro eran omitidas, excepto en el caso de los muy ricos, y en lugares muy poblados los muertos eran enterrados en estrechas trincheras, – una práctica seguida en períodos posteriores cuando la Peste Negra mató a millones.

“Pocos reyes ingleses han vivido en períodos de tanta aflicción como Eduardo II, que apenas si podía obtener la comida para su propia mesa cuando las fuertes lluvias de 1314 arruinaron las cosechas. La miseria estaba extendida y era intensa: los muertos llenaban los costados de los caminos, todo lo imaginable era comido – perros, caballos, gatos, ratas, aún bebitos. Las cárceles estaba abarrotadas de criminales y cuando uno nuevo era arrojado en su interior, era atrapado por los famélicos reclusos y literalmente despedazado para ser comido.”

“Con la excepción de la actual guerra, quizás ninguna otra calamidad que haya nunca caído sobre la raza humana puede compararse con la Peste Negra y la acompañante hambruna, que afectó a toda la civilización occidental durante la mitad del siglo 14. La cosecha de muertes ha sido estimada de manera variada entre una y tres cuartas partes de toda la población de Europa. Ciertamente, no fue menor que 25,000,000 de personas.

La peste negra en Inglaterra

“En agosto de 1348, la primera víctima de la Peste negra sucumbía en Dorsetshire. Para noviembre ya había llegado a Londres. Para el verano de 1349, había arrastrado su mortaja de putrefacción sobre toda la isla, incluyendo a Escocia. Norwich, que había sido la segunda ciudad del reino, disminuyó a un sexto de su tamaño, más de dos tercios de su población víctima del flagelo.” El cultivo de los campos era totalmente imposible, y no había ni siquiera los labriegos capaces de recoger las cosechas que habían madurado. El ganado vagaba por los campos de maíz sin ser molestado y los cultivos se pudrían donde estaban. De esta situación que resultó del empobrecimiento de los recursos laborales del reino surgió el primer gran choque en Inglaterra entre capital y trabajo. Los campesinos se hicieron los dueños de la situación . En algunas ocasiones demandaron doble paga, y mientras que los antiguos dueños de las tierras habían pagado una doceava parte de cada fanega de trigo como la paga por cosecha, fueron ahora obligados a pagar hasta un octavo.

Hambruna en España

200,000 personas murieron de hambre en España después de la Guerra Civil, un estudio de 1941 mostró que el típico español recibió sólo 66% de las calorías necesarias. Por comparación, la situación en España era mucho peor que en Francia o Holanda ocupada por los Nazis, incluso durante la notoria Hambruna Holandesa de 1944, cuando los Nazis provocaron la muerte de 30,000 holandeses, una proporción más pequeña de la población. La hambruna no fue producto de la Guerra Civil, ni de boicoteos de España por otros países. Tiene sus raíces en la política fracasada de autarquía elegida por el gobierno Franquista. Además, el sistema de racionamiento de comida fue impunemente distorsionado por oficiales y caciques locales. El régimen Franquista ocultó la existencia de esta hambruna, y hoy en día queda poco sabida en España.

Hambruna en Etiopía

A comienzos de la década de 1970, una situación de sequía que afectó a Etiopía, agudizada por el atraso feudal de la agricultura etíope, redujo la produccción de alimentos en gran parte del país, lo cual generó un hambruna que provocó cerca de 300.000 muertos en las provincias de Welo y Tigray. Esta situación, que se mantuvo oculta para no afectar la popularidad internacional de Haile Selassie junto a la inestabilidad política y la resistencia a las políticas de relocalización de la población contribuyeron al debilitamiento del régimen y al derrocamiento de la monarquía. Sin alcanzar a recuperarse de esta catástrofe, a comienzos de los años 1980 una sequía de gran magnitud vino a golpear a la empobrecida población rural de Etiopía, provocando una gran hambruna que dejó cerca de 1.000.000 de muertos.

Las hambrunas en Francia

Ningún país en Europa sufrió más que Francia por las hambrunas entre los siglos octavo y el fin del siglo dieciocho. El fracaso de las cosechas por causas naturales conllevaban muchas menos adversidades, sin embargo, que la grosera injusticia del rey y sus cortesanos. “Desde el 750 hasta la Revolución Francesa, la tierra paenas si se recuperaba de un período de escasez antes de que otro desdichado evento trajera nuevos infortunios. Desde el 987 hasta el 1059, durante las primeras etapas del feudlaismo, 48 hambrunas devastaron al campesinado – un promedio de una hambruna cada 18 meses.

Las miserias de la humanidad en la Galia de esos tiempos eran increíbles. Todo el curso de la naturaleza parecía haberse descompuesto, y había intensos fríos en el verano, calor opresivo en el invierno. Lluvias y heladas venían fuera de estación, y durante tres años (1030 a 1032) no hubo tiempo de siembra ni cosecha.” Aunque Francia sufrió mucho las hambrunas y la peste durante las Cruzadas, las privaciones mas espectaculares ocurrieron entre sus ejércitos en Palestina y Egipto, más que en casa. Durante la primera Cruzada, la peste - suplementada por la hambruna - mató a 100.000 hombres, mujeres y niños entre septiembre y diciembre del año 1097.

Las penurias de hambre de Irlanda

Irlanda ha sido siempre una tierra de muchas tri-bulaciones, y no la menor de estas han sido las hambrunas que, de tiempo en tiempo, han causa-do tanta muerte en la población de la isla. Ya hacia los años 963-964, ina hambruna intolerable visitó al país, y se decía que los padres vendían a sus hijos para obtener dinero para comprar comi-da. En por lo menos tres ocasiones el campesina-do fue impulsado al canibalismo.

La hambruna de 1822 fue nada más que un prelu-dio para la desolación que barrió a la isla entre 1845-846. La temprana pérdida de la cosecha de patatas debería de haber prevenido a la gente del desastre al que estaban constantemente in-vitando, y muchos reformistas predicaron por años en contra de la práctica de desatender el cultivo de todos los tipos de granos en favor de sólo el tubérculo americano. Una peste de hon-gos de severidad sin precedentes causó en 1845 la pérdida total de la cosecha de patatas. Tres cuartas partas de la población de la isla dependía completamente de este tipo de comida en ese momento. El sufrimiento que resultó difícilmente pueda ser imaginado.

En marzo y abril de 1847, morían semanal-mente 2,500 personas solamente en los asi-los. Miles de hambientos campesinos se de-rramaron sobre Inglaterra, muchos muriendo de hambre a bordo de los barcos llenos de emigrantes. La cuenta total de muertos es-taba entre 200.000 y 300.000. Debido a la muerte y a la emigración, la población de la isla se redujo de 8.300.000 en 1845 6 millo-nes 600 mil años más tarde, y ha estado declinando de manera sostenida desde entonces.

Horrible cosecha de muerte en India por hambruna

Hay registros de provincias enteras despobladas ya hacia el 1022 y 1052 DC,mientras que hacia la época en que la Peste Negra hacía su aparición en Europa, una hambruna de tal severidad barrió con el Hindos-tán que el emperador Mongol mismo no era capaz de obtener comida para su mesa. Una devastadora sequía afectó en 1630 a la provicnia de Gujarat, y ciudades enteras fueron despobla-das. A diferencia de las hambrunas en otros países, en donde es común encontrar una variedad de factores que contribuyen a la pérdida de las cosechas, en la India la escasez es casi invariablemente producida por la ausencia de lluvias. El éxito de las cosechas en India depende todos los años de dos monzones – el del sudeste, o las lluvias, y el del noreste, que trae las lluvias de invierno.

La primera de las hambrunas en India que atrajo la atención del mundo occidental fue la gran catástrofe de 1769-1770, durante la cual e estima que un total de 15,000,000 de almas, un tercio de la pobla-ción de Bengala fue extinguida. como todas las hambrunas, fue consecuencia de la falta de lluvias, suplementada por una pésima administración de la East India Company. Las hambrunas que ocurrieron entre 1780 y 1790 son dignas de mención porque se dieron durante el período en que los Británicos comenzaron a organizar la ayuda para los necesitados. En las 22 hambrunas que ocurrieron en la India entre 1770 y 1900, perecieron más de 15.000.000 de nativos, y algunos de los años más terribles – de modo notable la hambruna en el sud de la India 1876-1878, cuando 5 millo-nes 200 mil murieron de hambre sólo en la parte Británica del territorio – ocurrieron justo cuando el gobierno creía que había casi conseguido controlar al problema de la ayuda a los necesitados.

La hambruna China que dió origen a la peste negra

China es otra tierra que pareciera que la hambruna ha marcado como suya. Aquí la dificultad no es tanto un asunto de pérdida de las cosechas como el exceso de producción de la cosecha humana de año en año. La existencia en el Celestial Imperio es una lucha constante por la comida, y el desvío más míninimo del máximo rendimiento destruye el margen de seguridad entre “apenas suficiente” e “inanición”. Los cuatro años entre 1333 y 1337 fueron un período de un sufrimiento inimaginable en toda la China, y es muy probable que fuese en esta época en que la semilla del desastre fue sembrada para la Peste Negra de Europa, que apareció durante la siguiente década. Hambrunas y peste dejaron baldío a todo el país. Las lluvias excesivas causaron inundaciones destuctoras y, de acuerdo a los registros Chinos, 4.000.000 de personas murieron de hambre sólo en la región de Kiang.

Se dice que las cuatro hambrunas de 1810, 1811, 1846, y 1849 cosecharon no menos de 45.000.000 de vidas. En 1875-1878, cuatro provincias del notre de China, el distrito conocido como el “Jardín de China,” sufrió la pérdida de las cosechas debido a la falta de lluvias, y en un área del tamaño de Francia perecieron de hambre 9.000.000 de personas. "Dos recientes períodos de escasez en China que atrajeron amplio interés en occidente y provocaron generosas contribuciones de los estados Unidos para trabajos de ayuda y recuperación fueron las hambrunas de 1906 y 1911, cuando las inundaciones del Yangtzé afectaron a 10.000.000 personas que residían en un área del tamaño del estado de Kentu-cky."

Hambrunas y el campesino ruso

Junto al proletariado de India y China, el campesion Ruso siente el aguijón de la pobreza y el hambre mucho más agudamente y con mayor frecuencia que cualquier otro ciudadano de la tierra. Una de las primeras hambrunas en Rusia de la que hay registros exactos ocu-rrió en 1600 y continuó durante tres años provocando la muerte de hambre de 500.000 campesinos. Se comían gatos, perros, y ratas, el más fuerte se imponía al más débil, y en las carnicerías de mercado público se vendía carne humana. Miles de los muertos fueron hallados con sus bocas rellenas de paja. … Tres hambrunas Rusas de reciente data estuvieron entre las más severas de la historia del país. Ocurrieron en 1891, 1906, y 1911. En 1906 el gobierno entregó 40 libras de harina mensuales a toda persona menor de 18 años y mayor de 59. El sufrimiento era intenso y la mortalidad excesivamente pesada, pero las estadísticas disponibles no son demasiado confiables. La hambruna de 1911 se extendió sobre un tercio del imperio Ruso en Europa y afectó más o menos a 30.000.000 de personas de forma directa, mientras que fueron su-jetos a la inanición unas 8.000.000. Hierbas, la corteza de los árboles, y el pan agrio hecho de bellotas fue la dieta principal de los desposeídos.”

Hambruna en Somalia

La ONU declaró dos regiones de Somalia en estado de hambruna y otras tres, todas bajo control de Al Shabab. Para que una región sufra hambruna, se han de dar varias circunstancias: que al menos el 20 por ciento de los hogares carezcan completamente de comida, que más del 30 por cien de la población sufra malnutrición aguda y que la tasa de mortalidad por estos motivos exceda 2 de cada 10.000 personas por día. Es la primera vez que hay hambruna en África desde 1992, cuando también fue en Somalia. Y la segunda desde la hambruna de 1983-85 en Etiopía, cuando niños esqueléticos poblaban las televisiones occidentales.

Las mismas imágenes llegan hoy desde Somalia y Dadaab. Pero no sólo allí: la crisis humanitaria afecta a todo el Cuerno de África y, según las ONG y agencias de la ONU en el terreno, algo más 12 millones de personas requieren asistencia humanitaria en Somalia, Yibuti, Kenia y Etiopía. Y la cifra aumenta cada día. Aunque no se trata de una crisis repentina o inesperada. La Red de Sistemas de Alerta Temprana contra la Hambruna (FEWS NET, en inglés) llevaba desde septiembre de 2010 advirtiendo sobre la posibilidad de hambruna en la región si no se intervenía con urgencia. No parece que mucha gente les escuchara aparte de las pocas ONG que llevan en el terreno desde principios de los 90. Ahora ya es demasiado tarde pero es ahora cuando el circo mediático se ha puesto en marcha y estas mismas ONG se han visto desbordadas por las visitas de periodistas y diplomáticos de todo el mundo.

Carne humana vendida en mercado abierto

Ricos y pobres sufrieron en igual medida. finalmente, la gente desesperada recurrió al canibalismo. la carne humana, que se vendía libremente en el mercado, era obtenida de la manera más horrorosa. Los carniceros se escondían destrás de ventanas enrejadas en los pisos superiores que daban sobre pasajes ajetreados por transeúntes. Dejando caer sogas con ganchos de carnicería, estos pescadores de carne humana atrapaban a los pea-tones desprevenidos, e izaban a sus chillantes víctimas por el aire – luego preparaban y cocinaban la carne antes de presentarla para su venta en los quioscos a nivel de la calle. Estos siete años de regresión al salvajismo inducido por el hambre y la inanición tuvo su período acompañante de sufrimiento y degradación en el mismo país durante los años 1201 y 1202.

Barrios y pueblos enteros quedaron desiertos durante la hambruna que siguió al Nilo bajo de 1200 y 1201, de acuerdo a los cronistas, quienes afirman que populacho hambriento comía carne humana habitualmente. “Es cierto, el castigo impuesto a quienes eran detectados en el crimen de canibalismo era la muerte en el potro, pero pocos criminales eran atrapados, y la costumbre podía practi-carse con impunidad por los padres que subsistían comiendo a sus propios hijos. Hasta las tumbas de Egipto eran saqueadas para obtener comida. Los caminos se volvie-ron trampas mortales, mientras que bandadas de buitres y jaurías de hienas y chacales marcaban la marcha de los forajidos caníbales. Por supuesto, las pilas de muertos sin sepultar emitían pestilencia de tipo virulento.

Fuentes