Barroco cubano

Barroco cubano
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Concepto:Estilo arquitectónico establecido en Cuba en el siglo XVIII

Barroco cubano. Estilo arquitectónico que representa en Cuba el momento más interesante de su arquitectura colonial en el siglo XVIII.

Contexto histórico

Existen importantes cambios económicos y políticos por los que pasa la colonia en este siglo: el surgimiento de una burguesía agrícola criolla, la toma de La Habana por los ingleses, y la independencia de los Estados Unidos, que a partir de este momento se convierten en el principal consumidor de productos cubanos.

Los gobiernos coloniales que siguen entonces la doctrina del despotismo ilustrado, emprenden la construcción de importantes edificios públicos, y la enriquecida burguesía nacional comienza a construir sus residencias con mayores pretensiones y posibilidades.

Se lleva a cabo la pavimentación y el alumbrado de las calles de la capital; entres sus paseos más importantes está la Alameda de Paula, en donde se levanta hacia 1775 el primer teatro fijo de la ciudad, el Coliseo. Un poco después, se construye la Casa de Beneficencia y Maternidad, destruida en el siglo XX.

En lo militar, se construyen la Fortaleza de la Cabaña(empezada en 1763), y después los Castillos de Atarés y El Príncipe.

Características

El material utilizado en las construcciones, piedras muy porosas como la conchífera y la caliza dura, impide en lo decorativo el elaborado trabajo plateresco del renacimiento español, y limita la exuberancia del barroco.

En Cuba, la línea curva e interrumpida y los vigorosos contrastes de luz y sombra verificarán la ornamentación barroca. Con frecuencia, en las iglesias cubanas en este período, los arcos transversales abarcan las naves; cada tramo está techado por arcos artesonados. La invención de esta forma es atribuida a Alejandro Hernández, que la utilizó por primera vez en la iglesia Parroquial de Guanabacoa (1714-1721).

Otra de las notas definitivas en Cuba, es el empleo, en las torres de las iglesias, de espirales piramidales de mampostería con gabletes de arco en las cuatro caras. La torre de la iglesia de La Merced (comenzada en 1750) en Camagüey, es uno de los primeros ejemplos. Se superponen los órdenes, se utilizan nichos, óculos y balaustradas de terracota; se construyen torres cuadradas o poligonales con marcado movimiento ascendente, y se continúan los finos trabajos de artesonado en los techos de madera. Algunos ejemplos son las iglesias conventuales de San Francisco (comenzada en 1720) y de Santo Domingo (1728-1748), ambas en Guanabacoa.

Culminación

A partir de la segunda mitad del siglo, se agudizan algunas características nacionales del barroco cubano, como la aparición del motivo ornamental conocido como “la habanera jamba” y la supresión de pedestales.

Para muchos, la culminación del estilo se logra en la Catedral de La Habana, comenzada en 1748. Se sabe de la participación del gaditano Pedro de Medina y del habanero Fernández Trevejos en su construcción. Su carácter barroco está dado, no por la ornamentación esculpida, sino por el mismo movimiento de la fachada, las paredes curvas a ambos lados de la puerta central, el empleo de líneas ondulantes y quebradas, la presencia de las columnas sesgadas y el uso de espirales en la cornisa.

El interior fue techado originalmente por bóvedas de madera, pero en el último tercio del siglo XIX fueron cubiertas por un revestimiento en yeso el cual simula bóvedas góticas que, además, llevan pinturas decorativas. A pesar de esta incongruencia en la techumbre y la desaparición de los altares primitivos, el interior, con sus pilares compuestos y la línea ondulante del entablamento, complementa admirablemente la fachada.

Además de la Catedral, son buenos ejemplos del barroco cubano la Casa de Gobierno (1776-1792) y la Casa de Correos (1770-1792), ambas en la Plaza de Armas, la cual cuenta, además, con el Castillo de la Fuerza (siglo XVI) y El Templete (siglo XIX).

La Casa de Correos sirvió como norma para el diseño de la Casa de Gobierno y presenta uno de los conjuntos más armoniosos de la arquitectura colonial cubana. Su fachada tranquila se ornamenta con las arcadas y las jambas de las ventanas, mientras que la majestuosa portada bajo el soportal permite ver el patio, sombreado y acogedor.

Fuentes

  • De Juan, Adelaida. Introducción a Cuba: las artes plásticas. Cuadernos populares. Instituto del Libro. La Habana, 1968. Páginas 19-28.