Benjamín Fernández Vallín

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NombreBenjamín Fernández Vallín
Nacimiento1828
España
Fallecimiento1868

Benjamín Fernández Vallín . Fue un político español, miembro de la Unión Liberal, fusilado el 25 de septiembre de 1868, al inicio de la Gloriosa.

Síntesis biográfica

Sus padres fueron ricos hacendados asturianos permanentes en Cuba. Fue enviado en 1840 a Suiza con su hermano Constantino –que en 1869 llegaría a ser diputado constituyente– para estudiar en un colegio de jesuitas. De allí pasó, por decisión paterna, a la Academia de Ingenieros de Guadalajara, estudios que abandonó en 1848, antes de concluirlos, incapaz de sujetarse a la disciplina militar. En 1855 contrajo matrimonio en Madrid con Delfina Gálvez Cañero, hija de Pedro Gálvez, senador con importantes posesiones en Puente Genil. El mismo año retornó a Cuba donde, entre otros cargos, sirvió de secretario del Tribunal de Cuentas. Además cultivó la amistad con el general Serrano, capitán general de la isla de 1859 a 1862, a quien, según Isidoro Araujo de Lira, visitaba casi todos los días, y ejerció como corresponsal del diario madrileño El Contemporáneo. En los primeros meses de 1861 Vallín remitió a este diario desde La Habana crónicas muy críticas con la orientación del Correo de Cuba, publicación recientemente fundada por el director del Diario de la Marina, el citado Araujo de Lira, en las que cuestionaba también la actuación del marqués de La Habana y la emisión de bonos con interés por el Banco Español con el caritativo fin de acudir a la penuria en que se encuentran ciertas fortunas privadas. La respuesta de Araujo, firmada el 7 de marzo y publicada por El Contemporáneo el 5 de abril de 1861, fue motivo de desafío entre ambos, batiéndose en duelo a pistola el 6 de mayo, del que resultó muerto el director del Diario de la Marina. No fue el único desafío con igual resultado en la corta vida de Vallín. Carlos Rubio, comisionado para recoger su cuerpo en Montoro y trasladarlo para su examen y entierro en Madrid, aunque lo había tratado poco, decía en su Historia filosófica de la revolución española de 1868 haberlo conocido con ocasión de un duelo y tenía entendido que eran tres las ocasiones en las que «había tenido la desgracia de matar a tres adversarios», por lo que –añadía– era bastante temido. De vuelta en la península colaboró con El Reino, diario de la Unión Liberal, fue designado gobernador civil de Tarragona por el último Gobierno de Leopoldo O'Donnell y pasó a ocupar un destino en el ministerio de Ultramar, del que dimitió a la caída de Narváez. Al mismo tiempo participó en las tareas preparatorias de la revolución de 1868 que le encomendaron los generales unionistas Serrano y Dulce y, cuando estos fueron desterrados a las Canarias, se trasladó a Cádiz con Adelardo López de Ayala para organizar su evasión. Pretextando la grave enfermedad de Dulce y la necesidad de acompañar hasta el enfermo a su esposa, viajó a las Canarias de donde regresó en el vapor Buenaventura con Serrano y Caballero de Rodas para ponerse al frente del movimiento revolucionario. Una vez sublevada la armada en Cádiz al mando del almirante Topete, el 18 de septiembre de 1868, acompañó a Serrano en su marcha por Andalucía hasta encontrarse en las proximidades del puente de Alcolea con las fuerzas leales a Isabel II, encabezadas por el general Manuel Pavía y Lacy, marqués de Novaliches. Serrano envió como mensajeros, por separado, a Vallín y a Adelardo López de Ayala con cartas para Novaliches, con objeto de tratar de evitar el enfrentamiento. Vallín, que habría aprovechado para tratar de sumar a la sublevación a la tropa que encontraba en su camino y sobornar a sus mandos, fue sorprendido y detenido por el coronel de caballería Ceballos Escalera, a quien ya conocía y con el que, según señala alguna fuente sin aclarar suficientemente el motivo, tenía malas relaciones. Maniatado, Ceballos tuvo una breve conversación con él y, camino de Montoro, a la vista ya de la población, ordenó fusilarlo sin consejo de guerra y sin esperar órdenes de Novaliches. Como los soldados en un primer momento se negaron a cumplir la orden, el propio Ceballos o, según la fuente, un sargento a sus órdenes, le clavó la bayoneta por la espalda y los soldados, maltratados por sus superiores, terminaron abriendo fuego, alcanzándole dos balas de las siete que se dispararon. Ya en Montoro, al comprobar el rechazo provocado por su acción y recriminado por su superior, el marqués de los Llanos, al que habría llegado a amenazar con su bastón, el coronel Ceballos se declaró loco siendo tras el triunfo de la revolución internado en un manicomio

Fuentes