Bernardino Hernández

Bernardino Hernández
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NombreBernardino Hernández
Nacimiento1801
Islas Canarias
Fallecimiento10 de agosto de 1850
Cárdenas, Bandera de Cuba Cuba
NacionalidadCanaria
OcupaciónAguador, Carretero, Cultivador de la tierra
Hijos7 hijos

Bernardino Hernández. Fue un hombre proveniente de Islas Canarias, llegando a Cuba siendo muy pobre a desempeñar varias labores para poder subsistir. Fue de gran ayuda a la lucha por la independencia cubana en el municipio de Cárdenas, donde supo mantener su valentía siempre ante todo.

Síntesis biográfica

Primeros años

Nació en Islas Canarias en 1801. Desembarcó en Cuba por Matanzas, en la década del veinte del siglo XIX, junto a un grupo de familias isleñas, para dedicarse al cultivo de la tierra. Poco después, se trasladó a la zona de Cárdenas. Fue de los primeros pobladores que se asentaron en el poblado de San Juan de Dios de Cárdenas, fundado el 8 de marzo de 1828.

Trayectoria laboral

Inicialmente, se ganó la vida como Portero y criado de una de las principales casas comerciales del poblado. Luego de varios años de ahorros y privaciones, reunió el capital suficiente para adquirir una carreta, con el objeto de dedicarse al oficio de Aguador, pues Cárdenas carecía por entonces de acueducto. Durante años condujo personalmente el carromato en el que llevaba los pequeños barriles o bocoyes con el agua potable que vendía de casa en casa.

Por esta época, residía en un pequeño sitio de labor, situado en las afueras de la población, muy cerca de la llamada Cueva del Agua, de donde extraía cada mañana el preciado líquido. Era muy conocido en Cárdenas debido a su ocupación, la cual desempeñó personalmente durante mucho tiempo. Hombre laborioso y formal, estableció unos años más tarde, un servicio público de volantas de alquiler y se dedicó a ejercer el oficio de carretero,transportando constantemente al poblado azúcares, mieles y ciertos recados y mensajes misteriosos de Gaunaurd de Pineda y Tosca, hacendados comarcanos conjurados con Narciso López, en el levantamiento en armas que se preparaba, como parte de la fracasada conspiración de la Mina de la Rosa Cubana. Su calesero, nombrado Manuel, negro esclavo de Nación, fue muy popular en la comarca de Cárdenas, por su carácter alegre y su lenguaje dicharachero y disparatado.

Aporte a la historia de Cuba

El 19 de mayo de 1850, ocupado en sus actividades diarias, le sorprendió en Cárdenas la invasión anexionista del General venezolano Narciso López. Luego de la rendición de Cárdenas, cuando el General López arengó en la Plaza de Armas del poblado a un grupo de vecinos para que colaborasen con los objetivos de la expedición, se puso a sus órdenes, al conocer sus propósitos de derrocar al gobierno colonial de la Isla.

El Caudillo quedó muy impresionado por este gesto, le dio la mano y le dijo que todos los que vivían en Cuba eran iguales. Encantado con este tratamiento tan democrático, se ciñó un sable y se dedicó a recorrer el poblado, requisando caballos, sillas de montar y todo cuanto necesitaron los expedicionarios. Sirvió de práctico al General López y a sus hombres durante todo el día 19, influenciado quizás por unas copas de más que había bebido junto a los expedicionarios, como después el mismo quiso alegar como atenuante ante el tribunal que lo juzgó. Durante la estancia de Narciso López en el poblado le ofreció el mejor de los caballos de su propiedad para que este lo montara.

Al mediodía de este mismo día, almorzó con los expedicionarios del Creole, abasteció de agua potable a la embarcación y facilitó sus carretas al Comisario Henry, para efectuar algunos movimientos de vituallas y tropas. Al retirarse los invasores, en la tarde del mismo 19 de mayo, apremiados por el poco apoyo hallado en la zona y por la inminente llegada a Cárdenas de numerosas tropas españolas procedentes de Matanzas, los despidió en el muelle local y regresó tranquilamente a su casa, en donde lo aguardaban su mujer y sus 7 hijos.

El 20 de mayo aún portaba el sable enarbolado por él el día anterior, conservaba uno de los caballos que había requisado en el poblado y seguía proclamando a viva voz que las cosas habían cambiado en Cuba. Cuando pretendieron desarmarlo, se resistió y fue preciso que dos serenos y varios paisanos suyos unieran fuerzas para lograr arrestarlo. Fue hecho prisionero por orden del Comandante Militar de Matanzas, acusado del delito de haber facilitado al General López el referido caballo. Internado en la cárcel de Cárdenas, fue conducido en cordillera, junto a otros prisioneros, a La Habana; con el objetivo de ser juzgado.

El proceso judicial que se le siguió se inició de inmediato y fue instruido por el Fiscal Coronel Pedro Pablo Cruces. Según una información publicada el 25 de septiembre de 1850 por el periódico La Verdad de Nueva York, Estados Unidos de América, se mostró firme ante el Consejo de Guerra que lo juzgó en la capital de la Isla. Al contestar al Fiscal José Benito Sarmiento, Teniente del Regimiento de León, declaró que había servido al General López de buen grado, sin que mediara coacción por parte del mismo o de sus hombres y con el mejor deseo de atenderlo, correspondiendo a la cortesía con que le había tratado.

En sus declaraciones, nunca se mostró arrepentido de lo que había hecho, aunque tampoco admitió que hubiera querido derrocar a sabiendas al régimen colonial que imperaba en la Isla pues, según sus propias palabras, sólo había trabajado para los invasores Al preguntarle el Presidente del Tribunal que lo juzgó sí estaba arrepentido de lo que había hecho, le respondió con valentía lo siguiente: No señor. Sabe Usía lo que es que todo un General como usted me dé la mano y me diga ya todos somos iguales .

Es crimen eso . Su defensor, el Teniente Bernardino Campos, trató de salvarlo de la muerte, presentándolo como un loco o un imbécil, pero no lo logró. Fue condenado a morir en Garrote Vil por cuatro votos contra tres, por una Comisión Militar, presidida por el Brigadier Fluencia Salas. El veredicto del tribunal se hizo público inmediatamente. El 30 de julio de 1850 fue trasladado a Cárdenas por el propio Fiscal José Benito Sarmiento, encargado de velar por el cumplimiento de la sentencia dictada por el tribunal militar.

Al respecto, el 7 de agosto de 1850, se anotó en el Registro de Penados de la Cárcel de Cárdenas lo siguiente: Agosto 7. - D. Bernardino Hernández, de Canarias, de estado casado, de 30 años de edad y oficio carretero, vecino de este Pto. Remitido por el Sor. Tente. Gobor. De este punto y encauzado por la Comisión Militar sin expresión de causa .

Muerte

El 31 de julio de 1850 Felipe Roncali, Capitán General de la Isla, firmó el cúmplase en su sentencia de muerte fue puesto en capilla el día 9 de agosto de 1850 y ajusticiado al día siguiente a las 6: 00 a.m, al pie de una ceiba que existía en el patio de su casa, que estaba situada en la calle de Minerva entre las de Real y Laborde, en presencia de un numeroso público, de su mujer y de sus 7 hijos.

El mayor de sus hijos, nombrado Antonio Hernández, estudiaba por entonces en la Escuela Normal de Guanabacoa. Se había propuesto dar a su prole la instrucción que nunca pudo recibir. Al leérsele la sentencia del tribunal respondió con las siguientes palabras: Ustedes me matan porque quieren. La diligencia de su ejecución, atestiguada por el Teniente José Benito Sarmiento, figura en el Libro Sexto de Entierros de Españoles, folio 68, No. 243, de la Iglesia Parroquial de la Purísima Concepción de Cárdenas. Su cadáver fue sepultado en el Cementerio de Cárdenas.

El 7 de octubre de 1850 el Weekly Delta, periódico de Nueva Orleans, Estados Unidos de América, publicó la noticia de su ajusticiamiento. El periodista Antón Barrera dedicó a su vida y a su obra, los días 27 de octubre y 3 y 17 de noviembre de 1945, tres de sus Estampas cubanas, las cuales aparecían con regularidad en el periódico cubano 10 de septiembre.

El 10 de agosto de 1950, con motivo del Centenario de la Bandera, la Logia Perseverancia de Cárdenas depositó, a las 6:00 a.m., un ramo de flores en el garrote en el que fue ajusticiado, instrumento que se conserva desde principios del siglo XX en el Museo Oscar M de Rojas de la Ciudad de las Primicias. Ese mismo día, pero en horas de la tarde, la Logia Perseverancia develó una tarja en su honor al pie del monumento erigido en Cárdenas al General Narciso López.


Homenaje

En 1951, Antonio María Maicas y Domínguez, Historiador de la Ciudad de Cárdenas, publicó el folleto titulado Homenaje al patriota Bernardino Hernández.


Fuentes

  • Biblioteca Municipal José Antonio Echeverría.
  • Archivos de la Asociación de canarios del municipio de Cárdenas