Claudio Martínez de Pinillos

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Claudio Martínez de Pinillos
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II Conde de Villanueva y I Vizconde de Valvanera
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Nombre real Claudio Martínez de Pinillos y Ceballos
Nacimiento 1782
La Habana, Capitanía General de Cuba, Bandera del Imperio Español Imperio Español
Fallecimiento 1853
Madrid, Bandera de España España

Escudo de Claudio Martínez de Pinillos

Claudio Martínez de Pinillos y Ceballos (1782-1853). Fue un hacendado, político y economista cubano. Líder del grupo de plantadores azucareros que sustentó en Cuba la posición reformista en la década del 20 del siglo XIX y apoyó la política colonialista de España. Ostentó los títulos nobiliarios de II Conde de Villanueva y I Vizconde de Valvanera.

Síntesis biográfica

Nació en La Habana en 1782, proveniente de una familia de origen navarro, llegada a la Isla hacia la segunda mitad del siglo XVIII. Su padre, Bernabé Martínez de Pinillos Sáez, fue uno de los fundadores en La Habana del Real Consulado y Junta de Fomento (1795), en la cual, en su condición de comerciante principal de la plaza, fue uno de sus consiliarios.

Estudios

Fue desde niño portador de una inteligencia deslumbrante que cultivó mediante una sólida educación. Alcanzó una educación esmerada, estudió Humanidades en el Seminario San Carlos, logrando una instrucción especializada en Matemática e idiomas con profesores particulares.

En 1798 se inició su desempeño como militar, al alcanzar el grado de subteniente del Regimiento de Milicias de Dragones de Matanzas y en 1803 el rango de capitán de caballería. En este mismo año comenzó su carrera administrativa, en la cual obtuvo los más amplios reconocimientos. Su primer cometido oficial fue la plaza de oficial en las Aduanas Marítimas.

Viaje a España

A los 23 años partió para España, donde desempeñó cargos públicos y militares. Encontrándose en Madrid en 1806, en funciones de agregado al provincial de Toledo, obtuvo un año después el hábito de Calatrava. Se destacó en la defensa contra la invasión francesa de Napoleón y posteriormente alcanzó el rango de coronel.

Se distinguió en las materias económicas y fue el más eficaz colaborador de Albeurne, con quien preparó el decreto sobre la libertad de comercio en América (1810).

Regreso a Cuba

Volvió a Cuba en 1814 como Tesorero General del Ejército y la Hacienda. En 1821 se encargó interinamente de la Superintendencia general de Hacienda, –autoridad superior de la economía– cargo que desempeñó otra vez, también interinamente, en sustitución de Alejandro Ramírez y de Julián Fernández Roldán. Asumió la Intendencia General de Hacienda, ya en propiedad, en 1825, recibiéndola de manos de Francisco de Arango y Parreño, este cargo lo ocupó durante 26 años hasta 1851. Tres años después le fueron otorgados honores de Consejero de Estado y la llave de gentil hombre de Cámara. En doce años aumentó las rentas públicas, así como la exportación de tabacos.

Fue un economista brillante, de él apuntó el estudioso Francisco Calcagno: “…para comprende cuánto su sabia administración contribuyó al engrandecimiento de la Isla, baste decir que las rentas llegaron, en sus manos, de 2 millones de pesos en 1825, a 37 millones en 1837, y que gracias a sus acertadas disposiciones, las exportaciones del tabaco en rama, que en 1829 eran solo de 70 000 arrobas, ascendieron en 1835 a 616 000.

Durante la década del 20, se le estimó el líder del reformismo insular, que convalidaba la dominación española en la Isla, en la versión propiciada por los plantadores azucareros y cafetaleros. Una tendencia diferente del reformismo en Cuba, fue defendida por los sectores medios, los cuales empezaron a manifestarse contra la trata esclavista.

Se distinguió por su apoyo al establecimiento de la primera línea de ferrocarril y la mecanización de la industria azucarera, y por numerosas obras públicas, entre las que se encuentran el Acueducto de Fernando VII, el mejoramiento del Jardín Botánico, hospitales, casas de socorro, cuarteles, escuelas y caminos vecinales.

Dio impulso al mundo científico y literario al subvencionar la publicación de los Anales de Ciencia, Literatura y Comercio y por iniciativa suya se creó el Archivo General de la Real Hacienda en 1840, hoy Archivo Nacional de Cuba.

A Pinillos se deben también algunos monumentos habaneros como la fuente de los Leones, situada en la Plaza de San Francisco, y la de La India, símbolo de La Habana, situada al final del Paseo del Prado (Paseo Martí) a un costado del Parque de la Fraternidad en las inmediaciones del Capitolio Nacional y la estatua de Fernando VII, situada en la Plaza de Armas, donde perviviría hasta principios de la segunda mitad del siglo XX.

En 1845 se le concedió la Grandeza de España de primera clase, anexa al título de conde de Villanueva. Seis años después, se le nombró Consejero de Ultramar, funciones que lo llevaron a trasladarse a Madrid, donde se le concedió el título de vizconde de Valvenera.

Fundó también diversos establecimientos de enseñanza y durante su administración la población de Cuba aumentó.

Se destacó por su honradez y no dejó bienes de fortuna.

El Conde de Villanueva fue un hombre de ideas progresistas en todo lo que no significara la política, pues era servidor incondicional de la metrópoli.

Muerte

Murió en Madrid en 1853, durante una discusión en el Consejo de Ultramar. Al poco tiempo de su deceso, el Circo habanero cambió el nombre por el de Teatro Villanueva, en honor a Martínez de Pinillos.

Fuentes