Construcciones civiles y militares en Baracoa

Construcciones civiles y militares en Baracoa
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Construcciones civiles y militares en Baracoa. La ciudad de Baracoa como la gran mayoría tiene fortalezas que en el pasado sirvieron como mecanismos de defensa y que hoy embellecen a la misma provocando en sus pobladores y visitantes de forma general realizar un recorrido por la historia.

Corso y piratería en las costas del territorio

La fatalidad geográfica que distanciaba a Baracoa del resto del país esta vez facilitó el arribo a sus costas de los corsarios y piratas de la época.

Baracoa resultó presa fácil para los ataques de corsarios y piratas, pues el despoblamiento, el abandono por parte del gobierno español y la poca defensa de sus pobladores los favorecía. Las costas de las primeras villa, fueron unas de las más visitadas por huéspedes no deseados.

Después de la entrada de Colón, las aguas de las costas baracoesas quedó marcada para siempre. Invadida en varias ocasiones de diferentes maneras los españoles, franceses y haitianos se hicieron visitas acostumbradas ya por todas las costas de la región.

De toda esta migración la que más afectó fue el ataque de corsarios y piratas ya que otras potencias europeas deseaban participar también del lucrativo comercio de América, durante los siglos XVI y XVII se iniciaron constantes guerras entre las potencias europeas, es por ello que desde la segunda década del siglo XVI, Corsarios franceses, ingleses y holandeses comenzaron a atacar buques españoles y las costas de Cuba.

Baracoa se vio amenazada más de una vez por los actos de depredación de los corsarios y piratas que en más de una ocasión habían asaltado y saqueado la poca riqueza que continúa en este recinto, perteneciente a su Iglesia y a sus moradores, los cuales tenían que refugiarse en el campo, en los bosques de la vecina Sierra de Altamira, hoy conocida con el nombre Reparto del Paraíso y exponiendo sus vidas para no verse atropellados.

En varias oportunidades, la villa de Baracoa tuvo que pagar crudos rescates para no ser destruida por los corsarios.

En 1546 fue saqueada la ciudad de Baracoa y en otra oportunidad también sufrió los estragos de los piratas, cuyos vecinos fueron robados, los cuales tuvieron que refugiarse en el monte. Los piratas estuvieron 12 días alojados en la Iglesia, de la cual se llevaron los ornamentos y alhajas de todas clases.

Las autoridades se vieron obligadas desde el surgimiento de la villa y por sus características geográficas a diseñar construcciones militares con arquitecturas diseñadas a ser protegidas de estos ataques.

Construcciones

En la primera mitad del siglo XVIII se estableció la construcción de un sistema defensivo debido al desarrollo del contrabando, el corso y la piratería, así como el acrecentamiento de las rivalidades entre España e Inglaterra que influyó en mayor o menor medida sobre la ciudad de Baracoa. Este factor fue determinante para que comenzara a tomar medidas de seguridad.

En 1739, el Capitán General de la Isla dispuso fortificar a Baracoa por medio de un reducto construido sobre la altura inmediatamente al suroeste del pueblo, con motivo del rompimiento entre España y Gran Bretaña, puso un Teniente Gobernador y una reducida compañía de infantería. Como las hostilidades continuaban, el Gobernador de Santiago de Cuba en 1742 Don Francisco de Cagigal, temiendo un ataque inglés por Baracoa, protegió a la población con seis compañías del Regimiento de Almanza, que poco después se replegaron sobre Santiago, así como tres navíos Guispuzcanos de Don José de la Inturruaza.

Baracoa en la larga guerra entre España y Gran Bretaña no fue objeto de ninguna agresión ni siquiera en la década de 1762, tan costosa para Cuba, ni en la de 1779 a 1783. Su población aumentó considerablemente con emigrados franceses que huyendo de la muerte y de la guerra en Haití, se refugiaron en el Puerto de Baracoa que era el más próximo que les quedaba en Cuba. Más de cien familias establecieron allí sus domicilios. Baracoa era entonces una atrasada zona que amparaba a muchos corsarios españoles y franceses, que frecuentaban, depositaban o vendían sus presas allí mismo.

Además de la belicosa protección con que contaba Baracoa, de su vecindario y de los colonos emigrados, así como de la batería del Castillo de Seboruco, contaba también con los fuertes de Matachín y de La Punta.

Por otra parte, alrededor de la ciudad existían varios fortines en forma de torreones como el de: La Torre del Cementerio Joa, Caguasey o Sabas Marín en la Playa que en la actualidad se conservan.

Los edificios más notables de la población eran los cuarteles que se dispusieron para las fuerzas de ambas armas, el hospital militar situado cerca del fuerte de la punta entre las extremidades de las calles real y Mercaderes, además la Iglesia Parroquial, la cárcel que era un edificio de planta baja, que servía de carnicería y en donde estaban los principales puestos del mercado. El muelle Publei y la Real Aduana, situada al oeste de la ciudad junto al Macaguanigua y la calle del cuartel francés, más conocido como el reguardo. (Estas fueron las construcciones coloniales de entonces.

Otros fortines

Además existían otros fortines como el Fuerte Elvira, Taco, Maraví, Nibujón, Guandao, Mata y Capiro. Diseñados a muchos kilómetros de distancia por la cercanía de cada uno a las costas de cada localidad siendo estas posibles blancos de ataques y saqueos destacando que el Señor Don Francisco de Cagigal preparó hombres aunque poco y destinó fondos para proteger toda esta zona.

Fuentes

  • La enseñanza de la historia local ayer y hoy. Una oportuna aproximación histórico-cultural, autor: DrC José Antonio Rodríguez Ben.
  • Investigación del instructor Leoeldis Silot Leyva