Darya Nikolayevna Saltykova

Darya.
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Mujer de hábitos vampirescos.
NombreDarya Nikolayevna Saltykova.
Nacimiento11 de marzo de 1730.
Moscú, Bandera de Rusia Rusia
Fallecimiento27 de noviembre de 1801.
Convento de Ivanowski, Moscú, Rusia.
Causa de la muerteVejez.
NacionalidadRusa.
Otros nombresSaltychikha.
CiudadaníaRusa.
TítuloCondesa.
CónyugeGleb Alekseevich Saltykova
HijosTeodoro y Nicolás


Darya Nikolayevna Saltykova. Llegando a ser la condesa más adinerada de su ciudad natal. La muerte de su esposo y un romance posterior fueron el detonante que la convertiría en una de las asesinas seriales más notables del mundo.

Síntesis biográfica

Pertenecía a una familia noble. Nació el 11 de marzo de 1730 en Moscú, Rusia. De pequeña la nombraban “Saltichikha”. Su abuelo había sido una figura importante en tiempos de Sofía y Pedro I. La familia estaba conectada con círculos sociales importantes como los Davidovs, los Musin, los Pushkin y los Tolstoi. Muy joven se casó con Gleb Alekseevich Saltykova, quien era Capitán de Regimiento de la Guardia Real y pertenecía a la nobleza; de este heredó el apellido Saltykova que llevaría posteriormente. Su apellido inicial era Ivanova.

Tuvo dos hijos: Teodoro y Nicolás, quienes al igual que su padre sirvieron en la Guardia Real. Enviudó a los veintiséis años. Heredando una cuantiosa fortuna, convirtiéndose en la viuda más adinerada de Moscú. Dentro de sus propiedades adquirió una finca con más de 600 sirvientes en Troitskoe, cerca de su ciudad natal, la que le serviría de morada junto a sus hijos luego de la muerte de su esposo.

En su nueva morada

Contrató una hueste de serfs para asistirlos en actividades tan prosaicas como vitales para la mentalidad feudal. Según algunos testimonios escritos inicialmente; se mostró sencilla, agradable y se le veía triste la mayor parte del tiempo. Para entonces había hecho donaciones a muchas iglesias y monasterios de la localidad. Un romance con Nicolás Tyuchev (quien sería el abuelo del conocido poeta Fyodor Tyuchev); cambio la vida de Darya Nikolayevna Saltykova, quien estaba envejeciendo en soledad.

Por fin Darya había encontrado algo que le animara la existencia al punto de dejar de mostrar los ánimos acongojados con que anteriormente se la veía languidecer entre las aristocráticas paredes de su finca. Sin embargo Nicolás Tyuchev tenía un romance con una bella chica que, a diferencia de ella, estaba en plena juventud. Con la que finalmente se casa en secreto. Darya, se enteró prontamente de lo sucedido, entró en una crisis de celos e ira, mandando a algunos de sus sirvientes a perseguir y asesinar a la joven pareja. Sus sirvientes no ejecutaron la orden y alertaron a Nicolás y a su esposa, de modo que ambos escaparon hacia Moscú y luego a otra región de Rusia, quedando así fuera del alcance de la rencorosa condesa.

La asesina

El casamiento secreto y la huida de Nicolás Tyuchev fue el suceso que actuó como detonador en la posterior conducta asesina en opinión de psiquiatras actuales. Al comienzo se limitaba a imponer como castigo por limpiar o hacer mal otras tareas asestar golpes a sus sirvientes con el rodillo de la cocina en la cabeza, empleaba reiterados azotes, aplicados con esa enorme fuerza que se le atribuía.

Tomaba del cabello a las sirvientas, las arrastraba y les golpeaba la cabeza contra la pared. Después hizo cosas como tirar de las orejas de las víctimas con pinzas calientes, lanzarles agua hirviendo, chamuscarles el cabello o arrancárselo brutalmente, romperles los huesos o dejarlas atadas y desnudas al aire libre, donde morían por frío y hambre. También se sabe que torturó a muchos sirvientes hombres que estaban de novios a punto de casarse, principalmente azotándolos durante largos períodos de tiempo.

Darya masacró alrededor de cien sirvientes, en su mayoría mujeres, convirtiéndose en la asesina serial por excelencia de Rusia, y en una digna sucesora de Elizabeth Bathory, la condesa sangrienta. Sus métodos variaban del simple azote a la escarificación y la ingesta de sangre directamente de las heridas de sus víctimas, muchas de las cuales aún estaban vivas cuando Saltychikha saciaba sus apetitos vampíricos.

Albores de justicia

Pronto comenzaron los comentarios entre la gente de pueblo sobre las macabras practicas de la condesa. Se conoce que se efectuaron 21 denuncias por escrito. No obstante las autoridades no hicieron prácticamente nada e incluso fueron sancionados algunos denunciantes debido a las conexiones de la condesa con la corte y el poder de soborno que ésta tenía. Darya ni siquiera fue interpelada por la justicia.

En el verano de 1762 los campesinos siervos Sakhvely Martínov y Ilyin Ermolay (quien perdió tres esposas por culpa de Darya Nikolayevna Saltykova) consiguieron escapar de la finca y llegaron hasta San Petersburgo, donde se las arreglaron para presentar un pedido escrito a la emperatriz Catalina II “La Grande”, esta quedó horrorizada e indignada con las atrocidades que en la carta se le adjudicaban a la condesa.

La impunidad pronto mutó en un rígido proceso. Darya fue encarcelada durante seis años, hasta 1798, período que la ley rusa consideró justo y oportuno para investigar las acusaciones. El resultado de las pesquisas arrojó la siniestra cantidad de ciento treinta y ocho muertos, de los cuales se pudo probar apenas treinta y ocho casos.

Confesiones y condena

Confesó el asesinato de 138 sirvientes (tres hombres, el resto mujeres). La condesa Darya Nikolayevna Saltykova marcó con sangre la memoria de la Rusia feudal del siglo XVIII. Mediante las investigaciones, la emperatriz pudo dictar cadena perpetua para Darya en 1768. Además le privaron de sus títulos de nobleza, las propiedades y el dinero fue repartido entre sus hijos.

Fue expuesta desnuda en la plaza central de Moscú durante una hora, con la intención de que fuese el pueblo quien hiciera justicia. Fue recluida en el convento de Ivanowski, en Moscú, donde residió en los lóbregos sótanos hasta su muerte. Se dice que no toleraba la luz del día.

Muerte

El 27 de noviembre de 1801, muere a la edad de 71 años la funesta condesa, no pudiendo sin embargo llevarse el recuerdo de su nombre que junto al de contadas infames, permanecerá por siempre en la cima de las más crueles mujeres de la historia. Fue enterrada en el cementerio del Monasterio de Donskoy, sede de extrañas apariciones y comentarios escandalosos. Aún hoy, en sus ruinas, los cuidadores aseguran ver una figura famélica, consumida, arañando la dura tierra de la necrópolis, presumiblemente buscando algo para comer.

Fuentes