El músico prodigioso (cuento)

El músico prodigioso
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Cuento para niños pequeños
GéneroCuento

El músico prodigioso. Cuento para niños de todas las edades, sobre un músico que pasaba la mayor parte de su vida tocando el violín en el bosque, pero como se sentía solo decidió buscar un compañero.

Datos del autor

Los hermanos Grimm fueron dos filólogos y folcloristas alemanes autores de una celebérrima recopilación de cuentos populares titulada Cuentos infantiles y del hogar (1812-1822). Las innumerables reediciones modernas de esta obra suelen llevar títulos como Los cuentos de hadas de los hermanos Grimm o Cuentos de los hermanos Grimm, como si los relatos fuesen de su invención. En realidad, buena parte de su éxito como transcriptores y compiladores de la tradición cuentística oral procede precisamente de su criterio (novedoso en la época) de respetar al máximo la frescura y espontaneidad de los cuentos tradicionales, en lugar de someterlos a artificiosas reelaboraciones literarias.

Valores

Admiración, gratitud

Cuento

Había una vez un músico prodigioso que vagaba solo por el bosque dándole vueltas a la cabeza. Cuando ya no supo en qué más pensar, se dijo:

-En el bosque se me hará largo el tiempo, y me aburriré. Sería buena idea buscar compañero.

El músico sacó el violín que llevaba y empezó a tocarlo. Al poco se le acercó un lobo y le dijo:

-Hola, chico, ¡qué bien tocas! Me gustaría aprender."

-Pues no te será difícil si haces todo lo que yo te diga- le dijo el chico, al que no le gustó mucho la idea de tener por compañero a un lobo.

El lobo aceptó obedecer al músico en todo lo que este le pidiera. Así, el chico le indicó que lo siguiera, y, tras andar un rato, llegaron junto a un viejo roble, hueco y hendido por la mitad.

-Si quieres aprender a tocar el violín, mete las patas delanteras en esta hendidura -le dijo el chico.

El lobo obedeció el lobo y el chico, cogiendo rápidamente una piedra, la uso para aprisionar las patas del lobo y lo dejó allí atrapado.

-Ahora espérame hasta que vuelva -dijo el músico. Y prosiguió su camino.

Al cabo de un rato, cuando estaba ya lejos de allí, el músico cogió de nuevo el violín y se puso a tocar, esperando un compañero. Acudió esta vez una zorra, que le dijo:

-Hola, músico, ¡qué bien tocas! Me gustaría aprender.

-No te será difícil si haces cuanto yo te mande --contestó el músico, al que la compañía de la zorra tampoco le agradaba.

-Sí, músico, te obedeceré- dijo la zorra.

-Pues sígueme -ordenó el muchacho.

No tardaron en llegar a un sendero, bordeado por altos arbustos. El músico mandó a la zorra agarrar con ambas manos unas ramas. Allí la ató y soltó las ramas, dejando a la zorra colgada en el aire.

-Espérame ahí hasta que regrese -le dijo. Y se puso en camino de nuevo.

Al cabo de un rato volvió a sacar el violín y se puso a tocar. Esta vez fue una liebre quien se acercó. Pero al músico tampoco le agradaba la idea. Y cuando esta le dijo que le gustaría aprender a tocar el violín, el músico repitió, una vez más, que debía obedecer en todo lo que dijera.

La liebre aceptó y juntos caminaron por el bosque. Allí, el músico ató a la liebre a un árbol y le mandó que diera veinte vueltas corriendo. Cuando acabó, la liebre se había quedado enroscada al árbol, sin poder soltarse.

-Ahora espérame hasta que vuelva -dijo el músico. Y volvió a marcharse.

Mientras tanto, el lobo había logrado escapar. Irritado y furioso, siguió las huellas del músico, dispuesto a darle su merecido. La zorra, al verlo pasar, le pidió ayuda. Cuando el lobo escuchó la historia no dudó un segundo en ayudar a la zorra, y juntos partieron en busca del músico. Por el camino encontraron a la liebre, que se lamentaba de su mala suerte. Al descubrir su historia, el lobo y la zorra lo soltaron. La liebre decidió acompañarlos.

En esto el músico había vuelto a probar suerte con su violín. Esta vez fue un leñador el que, atraído por el violín, se acercó a ver al músico para disfrutar de su bonita melodía.

-Por fin doy con el compañero que me conviene -pensó el violinista-. Un hombre era lo que buscaba, y no alimañas salvajes.

Pero entonces vio acercarse al lobo, a la zorra y a la liebre, y, por sus caras de pocos amigos, comprendió que no tenían buenas intenciones. Entonces el leñador, colocándose delante del músico, dijo:

-Tenga cuidado quien quiera hacerle daño a este chico, pues tendrá que vérselas conmigo.

Ante esto, los animales, atemorizados, echaron a correr a través del bosque, mientras el músico, agradecido, obsequiaba al leñador con otra bella melodía.

Fuentes

http://www.cuentoscortos.com/cuentos-clasicos/el-musico-prodigioso

https://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/grimm.htm