El viejo farol (cuento)
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El viejo farol. Cuento para niños mayores de diez años, cuenta la historia de un farol muy viejo al que debían reemplazar, pero aun no sabían qué hacer con él, porque había sido útil por mucho tiempo y no querían tirarlo a la basura.
Datos del autor
Hans Christian Andersen nació en Odense y vivió una infancia de pobreza y abandono, criado en el taller de zapatero del padre, quien fallece en 1816 de una enfermedad que contrajo entre los años 1812 y 1814 cuando sirvió como soldado en las guerras de Napoleón y la madre trabajaba de lavandera. Hans Christian contaba sólo once años, por lo que no pudo completar sus estudios. En 1819, a los catorce años, Hans Christian Andersen viajó a Copenhague en pos del sueño de triunfar como dramaturgo. Trabajó para Jonas Collin, director del Teatro Real, quien se convierte en su tutor y le paga sus estudios. Viajó por Europa, Asia y África y escribió muchas obras de teatro, novelas y libros de viaje.
Valores
Bondad, aceptación, cariño
Sinopsis
Había una vez un buen farol que había estado alumbrando la calle durante muchos años. Lo dieron de baja, y aquella era la última noche que debía enviar su luz a la calle.
El farol tenía miedo del día siguiente, pues no sabía lo considerarían aún útil o inútil. Decidirían entonces si lo enviarían a iluminar uno de los puentes o una fábrica del campo; tal vez iría a parar a una fundición, como chatarra, y entonces podría convertirse en mil cosas diferentes. Pero lo que más lo atormentaba la era la duda de si en su nueva condición conservaría el recuerdo de su existencia como farol.
Lo que sí era seguro es que debería separarse del vigilante y su mujer, a quienes consideraba como su familia.
Muchos pensamientos pasaron así por la mente del viejo farol. El centinela que es relevado conoce por lo menos a su sucesor y puede decirle unas palabras; pero el farol no conocía al suyo, y, sin embargo, le habría proporcionado algunas informaciones acerca de la lluvia y la niebla, de hasta dónde llegaba la luz de la luna en la acera, y de qué lado soplaba el viento.
En el arroyo había tres personajes que se habían presentado al farol, creyendo él tenía atribuciones para designar a su sucesor.
Uno de ellos era una cabeza de arenque, que en la oscuridad es fosforescente, por lo cual pensaba que representaría un notable ahorro de aceite si lo colocaban en la cima del poste de alumbrado.
El segundo aspirante era un pedazo de madera podrida, el cual luce también, y aún más que un bacalao, según afirmaba él, diciendo, además, que era el último resto de un árbol, que antaño había sido la gloria del bosque.
El tercero era una luciérnaga. De dónde procedía, el farol lo ignoraba, pero lo cierto era que se había presentado y que era capaz de dar luz; sin embargo, la cabeza de arenque y la madera podrida aseguraban que solo podía brillar a determinadas horas, por lo que no merecía ser tomada en consideración.
Fuentes
http://www.cuentoscortos.com/cuentos-clasicos/el-viejo-farol


