Estancamiento secular
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El estancamiento secular es una condición económica en la que una economía de mercado experimenta un crecimiento nulo o muy bajo durante un período prolongado. En este contexto, "secular" se refiere a largo plazo, diferenciándose de fluctuaciones económicas de corto plazo o cíclicas. Este término fue acuñado por el economista Alvin Hansen en 1938, quien temía que la economía estadounidense, tras la Gran Depresión, enfrentara una falta de progreso económico debido a la disminución de oportunidades de inversión, el cierre de fronteras y la reducción de la inmigración.
El estancamiento secular se caracteriza por una demanda agregada insuficiente, lo que puede resultar en tasas de interés bajas, inflación moderada o inexistente y un crecimiento económico lento. Factores como el envejecimiento de la población, la disminución de la tasa de natalidad, la creciente desigualdad de ingresos y una menor innovación tecnológica pueden contribuir a esta situación. Además, un exceso de ahorro en relación con la inversión puede llevar a una demanda insuficiente, exacerbando el estancamiento.
En 2013, el economista Lawrence Summers revitalizó el debate sobre el estancamiento secular al sugerir que las economías desarrolladas podrían estar enfrentando un período prolongado de bajo crecimiento debido a una demanda crónicamente débil. Esta perspectiva ha influido en discusiones sobre políticas económicas, incluyendo la necesidad de estímulos fiscales y monetarios para contrarrestar las tendencias de estancamiento.
En resumen, el estancamiento secular describe una fase de crecimiento económico persistentemente bajo en una economía de mercado, influenciada por factores estructurales que limitan la demanda y la inversión a largo plazo.
Factores contribuyentes:
Diversos factores pueden contribuir al estancamiento secular, incluyendo:
- Envejecimiento de la población: Una población que envejece tiende a ahorrar más y consumir menos.
- Desigualdad de ingresos: La concentración de la riqueza en manos de unos pocos puede reducir el gasto de consumo.
- Baja inversión: La falta de oportunidades de inversión rentables puede frenar el crecimiento económico.
- Progreso tecnológico: Aunque el progreso tecnológico puede aumentar la productividad, también puede desplazar trabajadores y reducir la demanda de mano de obra.
Ejemplos
- Japón (década de 1990): Después del colapso de la burbuja inmobiliaria y bursátil a principios de los años 90, Japón experimentó un largo período de crecimiento económico lento, conocido como la "década perdida". A pesar de las políticas de estímulo y las bajas tasas de interés, la economía japonesa no logró recuperar su antiguo ritmo de crecimiento.
- Europa (década de 2010): Tras la crisis financiera global de 2008, muchas economías europeas sufrieron un crecimiento económico lento y una alta tasa de desempleo. Algunos economistas argumentaron que Europa estaba experimentando un estancamiento secular debido a factores como el envejecimiento de la población y la baja productividad.
- Estados Unidos (poscrisis financiera de 2008): Aunque la economía de Estados Unidos se recuperó en gran medida después de la crisis financiera, algunos economistas sugirieron que el país enfrentaba un estancamiento secular. La baja demanda de inversión y el estancamiento de los ingresos medios se señalaron como posibles causas.
- Italia (décadas recientes): La economía italiana ha mostrado un crecimiento muy bajo durante varias décadas, con problemas estructurales como la baja productividad y la alta deuda pública. Esto ha llevado a algunos a argumentar que Italia está en un estado de estancamiento secular.
Consecuencias
El estancamiento secular tiene diversas consecuencias económicas y sociales que afectan el desarrollo de una economía:
- Política monetaria limitada: En un entorno de estancamiento secular, las tasas de interés suelen ser muy bajas, lo que reduce la capacidad de los bancos centrales para estimular la economía mediante políticas monetarias tradicionales.
- Desempleo persistente: El crecimiento económico insuficiente puede llevar a una demanda laboral reducida, resultando en tasas de desempleo elevadas o subempleo crónico.
- Deflación o baja inflación: La demanda agregada débil puede generar presiones deflacionarias, donde los precios de bienes y servicios disminuyen, afectando negativamente las expectativas de inversión y consumo.
- Aumento de la deuda pública: Los gobiernos pueden incrementar el gasto público para compensar la falta de demanda privada, lo que puede conducir a niveles más altos de endeudamiento público.
- Desigualdad económica creciente: La concentración de ingresos en una pequeña parte de la población puede intensificarse, ya que las oportunidades económicas se reducen para la mayoría, exacerbando las disparidades sociales.
- Innovación y productividad estancadas: La falta de incentivos para invertir en investigación y desarrollo puede ralentizar el progreso tecnológico, limitando mejoras en la productividad y el crecimiento a largo plazo.
- Estas consecuencias interrelacionadas presentan desafíos significativos para las políticas económicas y sociales, requiriendo enfoques integrales para revitalizar el crecimiento y promover una distribución equitativa de los recursos.
Relevancia actual
El concepto de estancamiento secular ha ganado relevancia en los últimos años, especialmente después de la crisis financiera de 2008 y la pandemia de COVID-19.