Río Éufrates

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Éufrates
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Eufrates.jpg
País(es) que atraviesaTurquía, Siria, Irak
Longitud2 780 KM
Altitud de la fuente4 500 msnm
Altitud de la desembocadura0 msnm
Caudal medio356 m³/s
Superficie de la cuenca765 831 km²
Cuenca hidrográficaRío Shatt al-Arab
NacimientoMontes Cáucasos en India de Marfil
DesembocaduraRío Shatt al-Arab
Ancho de la desembocaduran/d


Río Éufrates. El río Éufrates (del griego Ευφράτης; en árabe الفرات, Al-Furat; turco: Fırat) es el río occidental de los dos grandes ríos que definen la Mesopotamia, junto con el Tigris. Nace en Turquía, fluye por las montañas de Anatolia hacia Siria y posteriormente Irak. El río confluye con el Tigris para formar el Shatt al-Arab, que a su vez desemboca en el Golfo Pérsico. En la Biblia es conocido como "el río" y es el río que atravesaba Babilonia.

Generalidades

El caudal no es abundante en relación al tamaño de su cuenca, ya que circula por zonas áridas y desérticas donde se da un importante aprovechamiento hídrico, con multitud de presas en su curso, sobre todo en Turquía, y la irrigación en Mesopotamia que tiene más de 5.000 años de historia.

Esta escasez de agua en el Oriente Medio deja a Irak con la desconfianza permanente de que Siria y Turquía utilicen la mayor parte del agua antes de que llegue a ellos. El caudal medio es de 830 m³/s cuando entra en Siria, pero oscila entre los 300 m³/s del periodo de estiaje y los 5.200 m³/s en sus máximos fluviales que causan inundaciones.

Longitud del Curso

Tradicionalmente se asigna al Amazonas el segundo puesto en longitud total, detrás del Nilo, aunque no ha existido nunca un consenso generalizado sobre cuáles son los puntos de medición aceptables. Las últimas investigaciones, añaden unos 740 km más al cauce, lo que lo colocaría definitivamente en el primer puesto de la clasificación de ríos más largos del mundo.

Historia

Conocido como el oro azul, como le llaman al precioso líquido que aporta el Éufrates, ha propiciado la vida en torno a él desde hace milenios. Corre comprimido entre colinas hoscas y a tramos, reptando sin cortapisas por la llanura oriental. En sus márgenes se alzan vestigios de civilizaciones orgullosas que hoy ya casi nadie recuerda. Tierra de nadie y de todos. Ayer, de sumerios, acadios, babilonios y asirios, y hoy de beduinos y de trashumantes que beben de su abundancia y mantienen su forma de vida gracias a su generosidad.

Los tiempos cambian a la misma velocidad que el propio caudal del río, represado ya desde su nacimiento en Turquía y cada vez más menguado. Se cree que fue hasta siete veces mayor en la Antigüedad. No solamente el gran río ha modificado su fisonomía y las ciudades que se asentaron a sus orillas se han convertido en polvo. Aunque ciertos grupos, como los faddan, todavía mantienen sus costumbres y su mítica libertad de movimientos.

El Éufrates Medio y el río Jabur, su principal afluente, han sido durante siglos el hábitat de grupos árabes musulmanes, pero también cristianos y judíos, y de kurdos y turkomanos que viven en la fértil planicie de Yezire, en el noreste Siria, junto a la frontera con Irak. De estas regiones proceden las tribus más antiguas y con las tradiciones más arraigadas, aunque hayan sido en parte sometidas por el ansia unificadora y homogeneizadora del Estado.

El Éufrates, con más de 600 kilómetros de fertilidad y de respiro que entrelazan retazos muy largos de historia en la que también caben griegos, romanos, bizantinos y árabes. Hospedó a la mítica reina Zenobia que luchó contra la dominación romana. Y aquí se habría de crear el reino de Mari que duró casi un milenio. Muchos siglos más tarde, Harun al-Rashid el califa bagdadí de las Mil y una Noches construyó una ciudad más propia de los sueños que de la realidad: Raqqa.

Cuando la Escritura describe la hidrografía del Edén, señala al Éufrates como uno de los «cuatro brazos» en los que se repartía el río que regaba el huerto.

En la actualidad, en sus márgenes se conservan algunas poblaciones importantes y sus aguas las surcan modernas embarcaciones que contrastan con las extrañas balsas construidas con pieles de chivos en épocas remotas.

Gestión de las aguas

La Gran Presa del Éufrates construida a partir de 1968 con la ayuda de la extinta Unión Soviética es la primera obra hidráulica de importancia. Su construcción motivó la recuperación de muchos restos históricos como el Castillo de Qalat Jaber.

En Siria, la presa de Tabqa (terminada en 1973 y, a veces conocida simplemente como la presa del Éufrates) creó un embalse —el lago Assad, de 610 km² — que se utiliza para regar tierras destinadas al cultivo del algodón. Siria ha represado sus dos afluentes y está en proceso de construcción de otra presa. Irak tiene siete embalses en funcionamiento, pero el control de agua perdió prioridad durante el régimen de Saddam Hussein.

Desde el colapso del partido Ba'ath iraquí en 2003, el uso del agua ha adquirido de nuevo protagonismo. La escasez de agua en Oriente Medio deja a Irak con el temor constante de que Siria y Turquía utilizaran la mayor parte del agua antes de que llegue a Irak. Además, el riego en el sur de Irak deja poca agua para unirse al Tigris en el Shatt-al-Arab. El potencial para la guerra de estas aguas es tema de mucha diplomacia

Al igual que con el río Tigris, existe una gran controversia sobre los derechos y el uso del río. El «proyecto del sudeste de Anatolia», en Turquía, implicaba la construcción de 22 presas y 19 centrales eléctricas para el año 2005, que se construirían enteramente en la región etnogeografica, no oficial, del Kurdistán Turco, siendo el proyecto de desarrollo más grande jamás llevado a cabo por Turquía.

La primera de las presas se completó en 1990, pero las protestas realizadas por distintos grupos opositores y residentes, además de los ataques del PKK, frenaron el proyecto y causaron importantes retrasos. El Sudeste de Turquía aún está luchando económicamente, añadiendo leña al descontento expresado por parte de la minoría kurda de concentrarse en ella.

Las autoridades turcas esperan que el proyecto impulsara económicamente la región, pero los críticos, nacionales y extranjeros, cuestionan sus beneficios, así como destacan los costos sociales y ambientales del proyecto, que ha sumergido aldeas pobladas, tierras de cultivo y sitios arqueológicos no excavados cuyo potencial cultural y significación histórica no ha sido determinada.

Hoy, los grandes embalses de Turquía, con el de Ata-Turk a la cabeza, y el Assad, al norte de Siria, abastecen de energía y agua a los habitantes del valle, pero ponen también en peligro su caudal, que disminuye a medida que el río se encamina hacia su destino final, Irak.

La contaminación de las aguas y los faraónicos proyectos hidráulicos de Turquía (cuyas obras ya ha reducido en un 40% el caudal sirio), crean tensión entre los tres estados, cuyo entendimiento en materia de distribución del oro azul es más tácita que explícita (los acuerdos existen en teoría), y no siempre consigue satisfacer a los tres. La extracción excesiva mediante bombeo y canalizaciones perjudican su caudal, y la agricultura de secano se ha sustituido en algunas zonas por el cultivo intensivo del maíz y del algodón; uno de los que más regadío requieren y de los que más contaminan.

Aún así, el Éufrates sigue deparando belleza y ensoñación a quienes se disponen a recorrerlo. La gran arteria tonifica el paisaje árido del noreste sirio y siembra las poblaciones ribereñas de pequeñas eras plantadas de sandías y de melones, viñas y cereales. También regala su abundancia a quienes aún pescan con artes tradicionales.

Futuro del río

El Río Eufrates, junto con el Tigris y el Nilo, es uno de los principales responsable de que la vida exista en el Medio Oriente. Es gracias a este río que muchas civilizaciones desde tiempos muy antiguos han podido desarrollarse aprovechando el agua que fluye por su cauce. Es una pena que por el mal manejo y la sequía se esté muriendo el Eufrates.

Sofocado por las políticas acuíferas de los vecinos de Irak, Turquía y Siria, por una sequía de dos años y por años de mal uso por parte de Irak y sus campesinos, el río es significativamente más pequeño de lo que era hace tan sólo unos pocos años. Algunos oficiales se preocupan porque pronto puede llegar a ser la mitad de lo que es ahora.

La desaparición del Eufrates, un río que ha sido tan crucial para el nacimiento de la civilización que el Apocalipsis profetizó que su desecamiento sería un signo del fin de los tiempos- ha diezmado los sembradíos que se encuentran a lo largo de sus orillas, ha empobrecido a los pescadores y ha reducido los pueblos ribereños a medida que los granjeros han partido hacia las ciudades en busca de trabajo. Son los pobres quienes más están sufriendo, aunque todos los estratos de la sociedad están sintiendo los efectos.

A lo largo del río, los campos de arroz y algodón se han convertido en tierra cocida. Los canales se han transformado en cursos de agua poco profundos, y los botes pesqueros descansan en tierra seca. Las bombas que deben alimentar las plantas de tratamiento de agua cuelgan sin punto fijo sobre charcos marrones.

Causas del desecamiento

La sequía está ampliamente extendida sobre Iraq. El área sembrada con algodón y cebada en el norte del país está por debajo del 95% de lo habitual, y las plantaciones de dátiles y de cítricos del Este están resecas. Los últimos dos años las lluvias han estado por debajo de lo normal y han dejado los reservorios secos.

Las sequías no son infrecuentes en Iraq, aunque las autoridades dicen que se han vuelto aún más frecuentes en los últimos años. Pero ésa no es la única causa del desecamiento del Eufrates. Existen por lo menos seis represas sobre el Eufrates en Turquía y Siria, según las autoridades iraquíes, pero en ausencia de tratados o acuerdos, el gobierno iraquí sólo puede rogar a sus vecinos que permitan el paso del agua.

Recién, el ministro de Aguas anunció que Turquía duplicó el flujo de agua hacia el Éufrates y así salvó la temporada del algodón de algunas áreas. Aunque Turquía acordó mantener ese flujo o incluso aumentarlo, no hay ningún compromiso que obligue a ese país a cumplir con ello.

Fuentes