Félix García Rodríguez

Félix Carlos García Rodríguez
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NombreFélix Carlos García Rodríguez
Nacimiento23 de junio de 1939
ciudad de La Habana,
Cuba Bandera de Cuba
Fallecimiento11 de septiembre de 1980 (41 años) 
distrito de Queens,
ciudad de Nueva York,
estado de Nueva York,
Estados Unidos Bandera de los Estados Unidos de América
Causa de la muerteAsesinado
CiudadaníaCubana
OcupaciónFuncionario de la misión de Cuba en la ONU.

Félix Carlos García Rodríguez (La Habana, 23 de junio de 1939 - Nueva York, 11 de septiembre de 1980) fue un revolucionario cubano, acreditado como diplomático de la Misión Cubana ante la ONU en Estados Unidos. Asesinado por el terrorista cubano Eduardo Arocena, miembro de la organización terrorista Omega 7. El culpable fue juzgado y declarado como tal, en septiembre de 1984.

Síntesis biográfica

Nació en La Habana el 23 de junio de 1939. Según algunos testimonios tuvo que trabajar desde edades tempranas y obtuvo un empleo en el casino del Hotel Riviera, donde se convirtió en un diestro dealer, en cuyo cierre e intervención participó activamente al triunfo de la Revolución cubana.

Luego laboró en la Compañía Telefónica y en la Cujae. Se le vio en movilizaciones militares y productivas, distinguiéndose siempre por su carisma, su capacidad de sumarse amigos.

Algún amigo le puso el mote que casi se convirtió en su primer apellido porque, en su empeño de adolescente por evidenciar su fortaleza física, desarrolló exageradamente los pectorales. De ahí el apodo que sustituyó para siempre su común apellido gallego, siendo de todos conocido en lo adelante como Félix "Pechuga".

En 1968 pasó a trabajar al Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrex) donde se destacó por su dedicación constante al trabajo. Fue de los más activos y ejemplares trabajadores de la primera "microbrigada" del MINREX, pese a que no necesitaba vivienda. Ello explica que sin ser de los cuadros más relevantes del organismo, los dos cancilleres cubanos con los que trabajó, Raúl Roa García e Isidoro Malmierca Peoli, le profesaran una distinción peculiar.

En 1978 fue seleccionado para integrar la nómina de la Misión Permanente de Cuba ante la ONU.

En su labor dentro de la Misión Permanente cubana, Félix atendía cuestiones administrativas, lo que no le impedía darle una atención especial a los niños de la escuela cubana allí radicada, quienes le llaman "Tío Félix".

Uno de ellos, al ser entrevistado años después por un periodista, lo recordaría limpiando y puliendo todos los días, casi con obsesión, la placa de bronce a la entrada de la Misión, aunque esa función no estaba en su contenido de trabajo.

El día de su muerte, conmemoró junto con varios amigos chilenos la resistencia del presidente Salvador Allende ante el golpe de Estado perpetrado por Augusto Pinochet, justamente siete años antes.

Un compatriota de su isla

Aunque tampoco era su responsabilidad, siempre tenía en el auto revistas Bohemia y Granma Internacional, que repartía entre la colonia cubana radicada en Nueva York; era un proselitista nato y disfrutaba relatando las victorias de sus compatriotas en la isla. No iba en esta cruzada solo adonde radicaban los amigos; buscaba sumar, aclarar dudas, polemizar.

Dicharachero, pero no vulgar, tenía un lenguaje críptico personal y único, que mezclaba con gestos que todos disfrutábamos, era un personaje inolvidable por su sencillez, originalidad, simpatía innata y desbordante, habilidades múltiples, desenfadado desprendimiento y sentido de solidaridad humana.

Su asesinato

Un policía estadounidense abre el automóvil de Félix García Rodríguez, recién asesinado.

Mientras Félix transitaba en su auto por las calles neoyorquinas, en el viaje hacia la cena con unos amigos en la barriada de Queens se detuvo en una tintorería de otros conocidos cubanos para dejar su ropa y entregarles los esperados materiales informativos. Frente a un semáforo en rojo, recibió varios disparos de pistola ametralladora Mac-10 con silenciador. El diplomático cubano se convirtió así en el primer representante extranjero acreditado en la ONU asesinado en los Estados Unidos.

De acuerdo con un informe del FBI, horas después del crimen, el terrorista cubano Pedro Remón hizo una llamada telefónica a los medios noticiosos de Nueva York, reclamando la responsabilidad del asesinato en nombre de la banda Omega 7. A pesar de su extenso expediente como terrorista, no fue encausado hasta mediados de los años 1980.

Su funeral

Su masivo funeral en Cuba, además de reflejar el viril repudio de nuestro pueblo a las cobardes agresiones que durante décadas han realizado mercenarios al servicio del imperio, también conllevaba la ira de todos los que lo conocimos por habernos arrebatado a un compañero sumamente querido por su afán de servicio y desinteresada conducta.

Fuentes