Gabriel Fauré

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Gabriel Urbain Fauré
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Fauré últimos años.jpg
Datos generales
Fecha de nacimiento:12 de mayo de 1845
Pamiers, Francia, Bandera de Francia Francia
Fecha de fallecimiento:4 de noviembre de 1924
Bandera de Francia Francia
Ocupación:Compositor, pedagogo y pianista
Información artística
Instrumento(s):piano

Gabriel Fauré (Pamiers, Francia, 1845-París, id., 1924). Compositor, pedagogo y pianista francés. Por la elegancia de su escritura, la perfección de la forma, la constante búsqueda de la belleza y su intenso melodismo, es uno de los músicos franceses por antonomasia.

Síntesis biográfica

Nació en una familia culta pero sin particular afición musical, y manifestó su talento para la composición cuando apenas era un niño. Fue enviado a un colegio de música en París, donde se formó para ser organista de iglesia y director de coro. Entre sus mentores se encontraba Camille Saint-Saëns, quien se convertiría en su amigo de por vida.

Trayectoria

Durante los primeros años, Fauré se ganaba la vida de forma modesta como organista y maestro, lo que le dejaba poco tiempo para componer, se inició en la música como organista en diversas parroquias de París, antes de que le fuera entregado el cargo de maestro de coro de la Madeleine en 1877. Primer organista de esta iglesia desde 1896, ese mismo año entró en el Conservatorio de París como profesor. Es también una de las figuras clave de la evolución de la música francesa desde el Romanticismo hasta la modernidad del siglo XX, representada por Claude Debussy y Maurice Ravel.

Magnífico pedagogo, siempre sincero y respetuoso con las ideas nuevas musicales, contó entre sus alumnos con algunos de los nombres más destacados de la música francesa de las primeras décadas del siglo XX, como Maurice Ravel, Charles Koechlin, Florent Schmitt, Nadia Boulanger o el rumano George Enesco. En 1905 alcanzó la cima de su carrera profesoral al ser nombrado director de dicha institución. Dimitió de este cargo en 1920 a causa de la sordera, que en los últimos años de su vida fue total.

Se destacó sobre todo en la música de cámara y para piano, y de melodías para voz y piano. Sus dos sonatas para violín y piano (1876 y 1917), sus dos cuartetos con piano (1879 y 1886), los Nocturnos para piano solo (1875-1921) o el ciclo de melodías sobre poemas de Verlaine La bonne chanson (1894), entre otras obras, simbolizan lo mejor de su talento en este campo. aunque no se deben olvidar algunas de sus incursiones en la escena lírica, con títulos como Prométhée (1900) y Pénélope (1913), o la música incidental compuesta para el drama de Maurice Maeterlinck Pelléas et Mélisande (1898), uno de cuyos fragmentos, Siciliana, se ha convertido con el tiempo en una de las páginas más divulgadas del compositor francés.

Características de sus obras

Se inclinó por un sonido emocionante y discreto. Compuso en los pequeños géneros, en especial canciones y obras cortas para piano. Valoró la lógica de la música y nunca permitió que asociaciones literarias o filosóficas juzgaran o interfirieran en el suave fluir de sus obras, entre las que destacan una balada para piano y orquesta (1881), la suite Peleas y Melisandra (1889), un requiem (1887), los ciclos de canciones La bonne chanson con textos de Paul Verlaine (1891-1892) y L'horizon chimérique (1922) y la ópera Penélope (1913). Escribió además numerosas obras para piano y música de cámara.

"Requiem en Re menor": Notable en su Obra

Es una de las más populares y notables misas de requiem, junto con las de Mozart, Verdi y Brams. Considerada, asímismo, como una de las más hermosas, fué escrita entre 1886 y 1888, e interpretada por primera vez en la Iglesia de la Madeleine a comienzos de 1888, en unos servicios fúnebres, y en mayo ya como concierto.

La pieza consta de siete partes, su duración no sobrepasa la media hora y el texto es en latín

  * I.  Introit et Kyrie
  * II. Offertoire
  * III.Sanctus
  * IV. Pie Jesu
  * V.  Agnus Dei et Lux Aeterna
  * VI. Libera Me
  * VII.In Paradisum

Importantemente transformadora para su época, Fauré se identifica casi exclusivamente con esta obra, que se ha convertido para muchos en la quintaesencia del género romántico. Comienza como una misa de difuntos, escrita en re menor, “re” porque son las iniciales de la primera palabra que suena: “requiem” (uno de esos simbolismos que tanto gusta usar a los compositores geniales) y en modo menor lógicamente porque es más oscuro y apropiado que el modo mayor. “Fauré escribió sobre su requiem: "Se ha dicho que mi requiem no expresa el miedo a la muerte y ha habido quien lo ha llamado un arrullo de la muerte. Pues bien, es que así es como veo yo la muerte: como una feliz liberación, una aspiración a un felicidad superior, antes que una penosa experiencia… ¡después de tantos años acompañando al órgano servicios fúnebres! Me lo sé todo de memoria. Yo quise escribir algo diferente"”.

Vida privada

Según Nectoux, los Clerc fueron la familia comprensiva que Fauré no tuvo durante su estancia en la escuela de Niedermeyer. Camille Clerc, ingeniero por la École polytechnique, durante el verano organizaba conciertos privados a los que asistían importantes músicos como Joseph Hollmann, Gustav Friedrich y Hubert Léonard, y el propio Fauré. Este tipo de eventos no sólo estaban reservados para músicos, sino también para otro tipo de personas de renombre aun sin ser de oficio musical. Esta área de relaciones le permitió a Fauré encontrar múltiples recomendaciones en eventos musicales, lo que le estimuló y le brindó más experiencia en su trabajo. Gracias a Camille, la Primera Sonata para Violín logró publicarse al convencer a la compañía Breitkopf-Härtel de financiar una «larga y ambiciosa sonata de un compositor desconocido; la cual es absolutamente grandiosa». Aun cuando Fauré no obtuvo ninguna regalía por ello, estaba satisfecho de saberse en el «más prestigioso catálogo [musical] de todos». La obra se publicó en 1877 y fue un éxito total ese mismo año. Después de que Théodore Dubois sucediese en el cargo a Saint-Säesn, y de que este nombrase al propio Fauré como primer organista de Madeleine, empezaron a surgir nuevas oportunidades laborales para el compositor francés las cuales a largo plazo le otorgarían un mayor prestigio, así como también una mejor relación con la aristocracia —se le invitaba asistir a los más importantes eventos de personajes como funerales y bodas—. Sin embargo, al no sentir satisfacción alguna y al mismo tiempo quedarse sin oportunidades para dedicarse a la composición, más tarde renunciaría al cargo. Esta decisión hizo que, años más tarde, junto con Julien Hamelle, luego de un tiempo de composición, firmara su primer contrato donde adquiría los derechos de algunas canciones del propio Fauré hacia el 16 de noviembre de 1879.Pronto dejaría la composición y pasaría la mayor parte del tiempo dando clases de piano y otorgando sus servicios a grupos amateur o gente como Marie Trélat, Henriette Fuchs y Gabrielle Kraus. Durante estos años, asesoró a sus amigos más cercanos, tales como Claudie y George Chamerot, o incluso a Roman Bussine. Pauline Viardot-García se encontraba gratamente complacida por formar parte de la carrera musical de Fauré; de hecho, publicó una carta dirigida a una amigo en donde describía la capacidad y el apego que había tomado hacia este:

Obras para piano

En sus trabajos para piano, Fauré rechazó la virtuosidad con tal de incorporar la lucidez clásica de las composiciones francesas. En sus obras para piano, por lo regular utiliza figuras arpegiadas, con la melodía intercalada entre las dos manos, e incluye sustituciones de dedos naturales para organistas. Estos aspectos las volvieron de grandes proporciones para algunos pianistas, e incluso un virtuoso como Liszt consideró que era difícil reproducir la música de piano creada por Fauré. Los primeros trabajos para piano están claramente inspirados en Chopin. Una influencia aún mayor era Schumann, cuya música de piano era amada por Fauré más que ninguna otra. Con el sexto nocturno, Fauré se desvió de la sombra de cualquier otro predecesor. El pianista Alfred Cortot consideró: «Hay sólo unas pocas páginas en toda la música comparables a esas». El crítico Bryce Morrison percibió que los pianistas con frecuencia optaban por tocar los trabajos de piano primerizos, como el Impromptu No. 2, en vez de los últimos que expresan «tal pasión y soledad privadas, como lo es la alternación entre el coraje y la resignación», que los oyentes quedan intranquilos. Fauré no se mostraba impresionado por los pianistas puramente virtuosos al decir: «Cuanto más grandes son, peor tocan mi música».

Grabaciones

  • Realizó rollos de piano de su propia música para distintas compañías entre 1905 y 1913
  • En los años 1920, algunas de las canciones más populares de Fauré se grabaron, entre las que destacan:
  • «Après un rêve» cantada por Olga Haley
  • «Automne»
  • «Clair de lune» interpretadas por Ninon Vallin.
  • En 1930, artistas de renombre, tales como Georges Thill
  • «En prière»— y Jacques Thibaud y Alfred Cortot
  • «Sonata de Violín No. 1» y «Berceuse»
  • El nocturno No. 6, Barcarolle No. 2
  • El Thème et Variations,
  • Op. 73,

Valoración de su obra

Es considerado el compositor francés más destacado de su generación. Su condición musical influyó a muchos compositores del siglo XX. Entre sus obras más conocidas destacan:

  • Lla Pavana
  • El Réquiem
  • Los nocturnos para piano
  • Las canciones «Après un rêve» «Clair de lune».

Últimos años

En sus últimos años, Fauré fue reconocido en Francia como el compositor francés más importante de su época. Recibió un homenaje musical nacional sin precedentes en París en 1922 encabezado por el entonces presidente Alexandre Millerand. Fauré tenía varios admiradores en Inglaterra pero su música, si bien era conocida en otros países, tardó décadas en ser ampliamente aceptada. Su legado ha sido descrito como el enlace entre el final del Romanticismo y el modernismo del segundo cuarto del siglo XX. Cuando nació, Frédéric Chopin aún componía, y en el momento de su muerte, se escuchaba la música atonal de la Segunda Escuela de Viena. El Grove Dictionary of Music and Musicians, que lo describe como el compositor más avanzado de su generación en Francia, indica que sus innovaciones armónicas y melódicas influyeron en la enseñanza de la armonía musical a las generaciones posteriores. Contrastando con el encanto de sus primeras obras, sus últimas composiciones, escritas cuando su sordera era cada vez mayor, son imprecisas e introvertidas en cuanto a carácter y en otras ocasiones desordenadas y sin pasión.

Fauré estuvo delicado de salud en sus últimos años, en parte por su tabaquismo. Aun así, mostró disposición para ayudar a jóvenes compositores, entre ellos algunos miembros de Les Six, que eran sus seguidores. Respecto a esta etapa de su vida, Nectoux describe: «En su vejez logró una cierta serenidad, sin perder en lo absoluto su vitalidad espiritual notable, aunque apartada del sensualismo y la pasión de los trabajos que escribió entre 1875 y 1895».De igual forma, sostuvo que su humor decrecía notablemente, como si estuviese adoptando un poco el estilo melódico de Wagner. Sabía que pronto moriría, por lo que en una carta hacia su esposa escrita en octubre de 1924 Fauré concluía diciendo:

“Cuando regrese a París, pasaré un pequeño tiempo de cada día dándote cada uno de mis bocetos, borradores y todo lo sobrante que, tras mi muerte, no quiero que sobrevivan, así que puedes quemarlo todo. Mientras he estado enfermo, me he dado cuenta que es algo que de verdad necesito hacer. Así que ayúdame a realizarlo.”

En sus últimos meses, Fauré se esforzó por completar un cuarteto de cuerda. Veinte años antes, Ravel le había dedicado su Cuarteto para cuerdas. Ravel y otros instaron a Fauré para componer uno propio. Se negó durante muchos años, con el argumento de que era demasiado difícil. Cuando por fin se decidió a escribirlo, lo hizo con temor, le dijo a su esposa: «He comenzado un cuarteto de cuerdas, sin piano. Este es un género que Beethoven, en particular, hizo famoso, y hace que todas las personas que no son Beethoven estén aterrorizadas de él».Trabajó en la obra durante un año y la finalizó el 11 de setiembre de 1924, menos de dos meses antes de su muerte, trabajando largas horas hacia el final para completarla. Su obra Cuarteto de cuerdas, Op. 121, se estrenó de manera póstuma en 1925. Se negó a una oferta para que la interpretaran en privado para él en sus últimos días, ya que su audición se había deteriorado hasta el punto de que los sonidos musicales estaban horriblemente distorsionadas en su oído.

Muerte

Murió en París a causa de una neumonía el 4 de noviembre de 1924, a sus 79 años de edad. Tuvo un funeral de Estado en la Iglesia de la Madeleine y su cuerpo se sepultó en el cementerio de Passy en París. Tras la muerte del músico, el Conservatorio volvió a su antiguo conservadurismo, donde su práctica armónica constituiría el máximo límite de modernidad, una barrera que los estudiantes no debían cruzar. Su sucesor, Henri Rabaud, director del Conservatorio desde 1922 hasta 1941, declaró que «el modernismo es el enemigo». La generación de estudiantes nacidos en el período de entreguerras rechazaron esta premisa obsoleta, por lo que se inclinaron mejor por Béla Bartók, por la Segunda Escuela de Viena y por las últimas obras deÍgor Stravinski.

Homenaje

En 1945, en un homenaje por el centenario de su nacimiento, la musicóloga Leslie Orrey escribió en The Musical Times: «Más profundo que Saint-Saëns, más variado que Lalo, más espontáneo que d'Indy, más clásico que Debussy, Gabriel Fauré es el maestro por excelencia de la música francesa, el espejo perfecto de nuestro genio musical. Quizás cuando los músicos ingleses conozcan mejor su trabajo, esas palabras de Roger-Ducasse parecerán, ya no un elogio, sino algo que le correspondía».

Fuente