Filibustero norteamericano

Filibusteros norteamericanos
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Aventureros al servicio del capital norteamericano que realizaron expediciones filibusteras en América.
Fecha:1810-1860


Filibusteros norteamericanos. Variante del filibusterismo tradicional, mediante la cual, capitales norteamericanos, principalmente de esclavistas sureños, financiaron expediciones armadas contra países vecinos con el objetivo de anexárselos de forma total o parcial. Narciso López y William Walker fueron dos exponentes paradigmáticos de este tipo de mercenarios.

Características

En el Caribe se llamó “filibustero” al pirata que merodeaba cerca de las costas saqueando las villas portuarias o cercanas al mar. El término de “neofilibusterismo” también se usó posteriormente para designar las acciones de intereses de un país supuestamente neutral, financiando expediciones militares para conquistar o sojuzgar territorios ajenos, sin incurrir en las obligaciones y desventajas de una guerra formal. Mientras el gobierno se hacía el desentendido, los capitalistas costeaban la expedición y los neofilibusteros asumían los riesgos. Si triunfaban, eran recibidos como héroes y si fracasaban no se podía exigir responsabilidad por sus fechorías a nadie más que a ellos mismos.

La segunda mitad del siglo XIX vio aparecer a este tipo de mercenario: el neofilibustero. Con ese término se designaba a aquellos facinerosos que durante la década que precedió a la Guerra de Secesión, se involucraron en la preparación y conducción de expediciones armadas financiadas por grandes capitales privados desde EUA contra otras naciones con las que aquel país mantenía relaciones pacíficas. A diferencia de sus predecesores, sus presas no eran un buque, ni una flota, ni siquiera una ciudad, sino vastas regiones y estados enteros.

Contra territorios españoles en Norteamérica

Los primeros antecedentes del neofilibusterismo norteamericano se remontan a 1810, cuando un grupo de aventureros, con el apoyo de los gobernadores de Misisipi y Luisiana, se apoderó del territorio comprendido entre los ríos Perdido y Misisipi, proclamó la República de West Florida y solicitó su anexión a Estados Unidos. El presidente James Madison no aceptó la propuesta, pero, alegando que ese territorio era parte de Luisiana, comprada a Napoleón en 1803, lo ocupó oficialmente el 27 de octubre de 1810.

Dos años después, con el pretexto de que los indios Creek eran aliados de los ingleses en la guerra librada contra Gran Bretaña (1812-1814), Andrew Jackson se apoderó temporalmente de Mobile y Pensacola, capital de la Florida Occidental. El 13 de marzo de 1812, menos de un centenar de georgianos, encabezados por John Houston Mc Intosh –los llamados “patriotas del este”–, apoyados por tropas y buques norteamericanos capturaron Fernandina, pero la abandonaron un año después. Otra vez, en 1814, Jackson invadió el territorio floridano entre Tallahassee y Pensacola y ocupó esta última plaza.

En junio de 1817, el aventurero escocés Gregor Mc Gregor desembarcó en Fernandina y proclamó una república, confiado en que recibiría el apoyo de EUA para anexarla a ese país posteriormente, pero al no recibir tal apoyo, se retiró. Ese mismo año, el corsario Luis Aury declaró la libertad de la Florida a nombre de México, pero tampoco tuvo éxito. De manera que, la transgresión de las fronteras de un país amigo y vecino por tropas norteamericanas comandadas por un general de las fuerzas armadas, que actuaba “sin autorización de su gobierno”, condujo a la anexión de un extenso territorio en el litoral del Golfo de México, que incluía la estratégica península de la Florida, tan largamente disputada por España, Francia y Gran Bretaña.

Contra México

A partir de 1821 comenzó una masiva penetración de “pacíficos colonos norteamericanos” en el nordeste mexicano. Después de la independencia de ese Estado en 1821, uno de esos colonos llegó a un acuerdo con el gobierno azteca que le permitió introducir 800 familias norteñas en territorio de Texas, perteneciente a México, de modo que hacia 1830, la población inmigrante alcanzaba unos 30 000 habitantes, mayoritariamente sureños norteamericanos con sus familias y esclavos, a pesar de que en México la esclavitud había sido abolida.

En junio de 1831, Anthony Butler, un rico especulador de tierras, trató de convencer a Andrew Jackson, entonces presidente de los EUA, para que comprara Texas por siete millones de pesos, pero este no aceptó. Entonces Butler comenzó a promover la insurrección por la “independencia del yugo mexicano”, que desembocó en la acción del fuerte El Alamo, donde cayeron famosos aventureros norteamericanos, como Davy Crockett y Jim Bowie, ante el asalto de tropas mexicanas comandadas por el general Santa Anna (23 de febrero al 6 de marzo de 1836).

¡Remember the Alamo! fue la consigna enarbolada por miles de facinerosos liderados por Sam Houston (llamado Gran Borracho por los indios norteamericanos), que invadieron en masa el territorio texano y derrotaron a Santa Anna en la batalla de San Jacinto el 21 de abril de 1836, forzándolo a reconocer la existencia de la nueva república de Texas, acuerdo que repudió el gobierno mexicano. Los EUA la recocieron, oficialmente el 3 de marzo de 1837.

El gobierno mexicano no reconoció la independencia de Texas y se resistía a su anexión a los Estados Unidos, lo que unido a otros incidentes provocadores, dio origen a la guerra Estados Unidos-México (1846-1848), como consecuencia de la cual los aztecas perdieron, además de Texas, el territorio que hoy ocupan los estados de California, Nevada, Utah, Arizona y Nuevo México, y parte de los de Kansas, Oklahoma, Colorado y Wyoming. En ese conflicto se destacaron oficiales que más tarde estarían vinculados con la historia de Cuba, especialmente, William L. Crittenden y Thomas Jordan.

Este ambiente, que acicateaba las ambiciones hacia las fronteras meridionales, fue estimulado por la esclavocracia sureña, deseosa de incorporar nuevos estados esclavistas para ganar la mayoría en el Congreso. Surgieron así multitud de inescrupulosos aventureros que, respaldados por el capital norteamericano y bajo el pretexto humanitario de librar a la población local de opresiones reales o imaginarias, siguieron el esquema de invadir un país o una región, proclamar su independencia y reclamar la anexión.

Expediciones de Narciso López

Fue entonces cuando apareció la teoría del derecho de EUA a expandirse a costa de sus oscuros vecinos del sur y la frase que la caracterizó: la del destino manifiesto, acuñada por John L. Sullivan, director de The Democratic Review, cuñado de Cristóbal Madan, amigo personal de Buchanan y de Narciso López, y promotor, cerca del presidente James A. Polk, de la compra de Cuba.

En ese contexto, acaudalados negreros cubanos, agrupados en el Club de La Habana, como José L. Alfonso, Francisco de Frías, Miguel Aldama y Cristóbal Madan, temerosos de que ante las presiones británicas, España aboliera la esclavitud, acudieron al general sureño William J. Worth, veterano de una despiadada guerra contra los indios seminolas de la Florida y de la rapaz agresión a México, a la sazón ocupado en el licenciamiento de las tropas de ocupación del país azteca, ofreciéndole tres millones de pesos para que encabezara a 5 000 de esos soldados en una expedición armada contra Cuba que, mediante una guerra corta y respetuosa de sus propiedades, separara a la Isla del dominio español y la anexara a EUA.

Pero el presidente James Polk, comprometido en negociaciones para comprar a Cuba, temió que tal acción desatara un conflicto de “consecuencias indeseables” y frustró el plan. Entonces apelaron a Narciso López, general español de origen venezolano, cuñado de Francisco de Frías, radicado en Cuba, quien en los años cuarenta había desempeñado un activo papel como presidente de la comisión militar en las causas seguidas contra los supuestos conspiradores de La Escalera, ahora caído en desgracia con el capitán general de la Isla, Leopoldo O’Donnell, y fracasado en sus negocios personales.

Desde el gobierno de su protector Jerónimo Valdés, López venía conspirando para separar a Cuba de España en caso de que la corona decidiera abolir la esclavitud y durante sus primeros contactos en el Club de La Habana aceptó posponer su levantamiento y subordinarse al que fraguaban Alfonso, Frías y Madan, de manera que cuando Worth no pudo hacerles el trabajo sucio, los acaudalados negreros criollos pusieron sus ojos en López, quien aceptó la encomienda.

La idea era seguir el esquema de Texas: López se levantaría en armas y proclamaría la independencia para, a renglón seguido, reclamar la ayuda norteamericana y la anexión. Sin embargo, el nuevo presidente, Buchanan, seguía la línea de su predecesor: comprar a Cuba, y la conspiración de la Mina de la Rosa Cubana liderada por López, fue delatada a las autoridades españolas por el gobierno norteamericano, con lo que su líder tuvo que huir a EUA donde, con el apoyo material y financiero de esclavistas sureños y criollos, preparó cuatro expediciones.

La primera, en 1849, llamada “de la Isla Redonda o de Worth”, fue abortada por el gobierno de Zachary Taylor; la segunda, en 1850, llevó a Cárdenas, el 19 de mayo, a un contingente de 600 aventureros, entre los cuales solo 5 eran cubanos. Después de ocupar el puerto durante 16 horas sin encontrar seguidores, López tuvo que reembarcar y refugiarse en Cayo Hueso, perseguido de cerca por el buque de guerra español Pizarro.

Una tercera expedición, en 1851, fue también frustrada por las autoridades norteamericanas cuando detuvieron en Nueva York el buque Cleopatra, que debía recoger a los expedicionarios en Savannah, Georgia. En agosto de 1851, después del fracaso de los levantamientos de Agüero en Camagüey y de Armenteros en Trinidad, López desembarcó del Pampero en playa Morrillo, Pinar del Río, el 12 de agosto de 1851, con más de 400 expedicionarios, otra vez casi todos extranjeros, entre los que se destacaban el coronel sureño William L. Crittenden y el coronel húngaro Janos Pragay.

Tampoco tuvo éxito en esta ocasión, y el 1ro de septiembre de 1851, López era agarrotado en la explanada de la Punta. Un último intento fue tramado en 1851 con la conspiración de la Estrella Solitaria, cuyo propósito era “extender la libertad por toda América” mediante expediciones armadas que “liberaran a los pueblos de la esclavitud”. En la Estrella Solitaria figuraba como dirigente de los criollos el conde de Pozos Dulces. Su incapacidad para realizar expediciones hacia Cuba, a pesar de que, desde el punto de vista material nada les faltaba, hizo perder crédito al movimiento que se disolvió.

Centroamérica

Otros neofilibusteros trataron de apoderarse de territorios latinoamericanos mediante empresas particulares, como Alex Bell, de Ecuador (1851); Pindray y Gastón Rousset-Boulbon, de México (1853) y Henry L. Kinney, de Nicaragua (1855), pero su máximo exponente fue el cirujano, abogado y periodista William Walker, nativo de Nashville, Tennessee, quien, al frente de su Legión Inmortal, compuesta por 45 forajidos, en noviembre de 1853 se apropió de una parte de la península de Baja California, donde proclamó un estado independiente y, a renglón seguido, hizo otro tanto en Sonora. La absoluta falta de respaldo popular lo obligó a regresar derrotado a EUA, donde fue recibido como un héroe.

En 1854, aprovechando la guerra civil desatada entre liberales y conservadores nicaragüenses, Walker intervino del lado de los liberales con 300 colonos sujetos al servicio militar, y ya en 1856 se proclamó presidente de Nicaragua y restableció la esclavitud. Ese paso le privó del apoyo de Domingo Goicuría, Alejandro Lainé y medio centenar de cubanos que habían emprendido la aventura con él a cambio de que posteriormente enviara una expedición armada contra Cuba.

La manifiesta intención de Walker de apoderarse de las cinco repúblicas centroamericanas hizo que estas reunieran sus fuerzas en el Ejército del Septentrión y derrotaran a los aventureros. Seis meses después, Walker volvía a las andadas contra Nicaragua, era nuevamente derrotado y conducido a su país. En 1860, el filibustero desembarcó en Honduras, pero esta vez la proximidad de Honduras Británicas hizo que un destacamento de la fragata británica Icarus, en cooperación con tropas hondureñas, capturara al aventurero, quien terminó sus días frente al pelotón de fusilamiento en la villa hondureña de Trujillo, el 12 de septiembre de 1860.

Fin del neofilibusterismo

La Guerra de Secesión (1861-1865) puso fin a esta casta de filibusteros, pero no a los afanes anexionistas del imperialismo norteamericano. Con la discreción propia de una época en que muchos patriotas cubanos consideraban a Narciso López como un héroe nacional, José Martí lo caracterizó cuando escribió: “Walker fue a Nicaragua por los Estados Unidos; por los Estados Unidos fue López a Cuba”. Sin embargo, los intentos filibusteros norteamericanos nunca cesaron, pues en esta categoría pueden incluirse hasta hoy cientos de acciones militares más o menos encubiertas o declaradas, para sojuzgar a otros países extranjeros y hacerlos cumplir sus intereses hegemónicos.

Fuentes

  • Arcadio Ríos. Hechos y personajes de la Historia de Cuba. Recopilación Bibliográfica. La Habana, 2015. 320 p.
  • FAR. Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba. Primera parte (1510-1898). Tomo III. Centro de Historia Militar de las FAR. La Habana, 2006.