Formación bibliotecaria en Cuba

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Formación bibliotecaria en Cuba
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Concepto:La historia muestra, al principio, la fundación de las instituciones y, más adelante, con el desarrollo de sus procesos y legislación, la aparición de la literatura, la formación del profesional y finalmente, el surgimiento y consolidación de las ciencias de la información.

Formación bibliotecaria en Cuba. La creación de las primeras instituciones de información en Cuba (archivos y bibliotecas) como en el resto del mundo, no marcó la aparición de las ciencias que estudian las leyes, principios y estructura de sus actividades. La historia muestra, al principio, la fundación de las instituciones y, más adelante, con el desarrollo de sus procesos y legislación, la aparición de la literatura, la formación del profesional y finalmente, el surgimiento y consolidación de las ciencias de la información.

Antecedentes de una formación eventual

La primera noticia que se tiene de una biblioteca en Cuba, se halló en el testamento del presbítero Nicolás Estebes Borges, vicario general del obispado de La Habana, fallecido a inicios del año 1665, en una de cuyas cláusulas decía: "declaro que tengo una librería de mil cuerpos de libros poco más o menos, quiero y es mi voluntad que esta se coloque en la Iglesia Parroquial de esta ciudad en la parte y lugar donde más bien les pareciese a sus Señorías Ilustrísimas y dicho Señor Maestro de Campo Gobernador, entregándola con cuenta y razón a algún eclesiástico que cuide de ella para que se valgan los requeridos y amados predicadores y teólogos y si hubiese Iglesia Catedral en esta ciudad se mude para ella para dicho efecto".

Primeras bibliotecas

Las primeras bibliotecas en el país aparecieron en medio de la situación de atraso y la pobreza intelectiva en que vivían sus pobladores, en la etapa erudita de la actividad bibliotecaria en el mundo, y del Siglo de Oro de la cultura española. Constituían bibliotecas particulares denominadas "librerías" por sus dueños y carecían de uso social, en sus volúmenes predominaba el tema religioso. Por otra parte, se trataba de libros extranjeros, mayormente españoles y, en otros casos, en lengua latina, porque en Cuba todavía no existía una imprenta. A pesar de las referidas características, que matizaron la casi nula actividad bibliotecaria en el Siglo XVI y en él Siglo XVII, existe información que manifiesta el interés de España por conservar los documentos antiguos de la Isla.

Catalogación moderna en los años 50

El Siglo XIX fue para el universo bibliotecológico, época de grandes renovaciones. Muchos autores consideran el año 1850 como el principio de la catalogación moderna, así surgieron las noventa y una reglas de Antonio Panizzi en 1839, Charles A. Cutter creó las reglas para el catálogo diccionario en 1876, Melvil Dewey elaboró la Clasificación Decimal (1876) y aparecieron grandes clasificaciones como la del British Museum y Herrero Pascual (1989).

Mientras que el mundo bibliotecológico celebraba congresos y se respiraban aires diferentes de renovación técnica, en Cuba se vivía aun bajo un pleno régimen colonial en cuyo ambiente los avances de la actividad informativa, aunque recibieron cierto impulso, eran lentos en comparación con sus progresos en otras latitudes.

La vida económica había pasado paulatinamente a depender de la prosperidad de la industria azucarera. Vilá describía que, en (1844), "sólo había en Cuba 286 escuelas a las que asistían 11,053 alumnos o un diez por ciento de la población en edad escolar del país en el que, además, la proporción de adultos analfabetos era aterradora".

Etapa colonial

La situación de la colonia se hizo tan insoportable que el único camino fue el de la guerra para poder alcanzar la libertad de Cuba. En 1898, sólo faltaba darle tiempo a las guerras independentistas de casi treinta años para derrocar a la colonia española, pero la explosión del acorazado Maine, en febrero del propio año, acarreó la intromisión de los Estados Unidos en la guerra contra España, con el único fin de intervenir en la isla.

Con la culminación de las guerras independentistas y la intervención norteamericana, nació una república moribunda cargada de ideas patrióticas frustradas por la corriente anexionista y limitadas al punto de la censura y el hostigamiento, para aquellos pensadores que intentaran luchar contra los intereses americanos en la isla.

Fundación de la Biblioteca Nacional de Cuba

A pesar de todo lo que acontecía en la isla, un grupo de intelectuales y patriotas, que habían estado años en el exilio, formaron la Junta Organizadora de la Biblioteca y Museo Nacionales de la Isla de Cuba. Existen también varios trabajos que han estudiado las causas del surgimiento de la Biblioteca Nacional de Cuba. Aunque existía la Biblioteca de la Sociedad Económica de Amigos del País", que sirvió de núcleo a las bibliotecas nacionales en la gran mayoría de Iberoamérica, en 1901 se fundó la Biblioteca Nacional de Cuba con carácter independiente. Es su primer director, el patriota y bibliógrafo cubano "Domingo Figarola Caneda".

La creación de esta institución, además de lo que representó y representa para la identidad y la cultura nacional, constituyó un eslabón más en el desarrollo bibliotecario cubano. Su historia la ubica en diferentes momentos.

Principales actividades informativas

Durante todo el Siglo XX, las principales actividades informativas: actividad bibliotecaria, actividad archivística y actividad bibliográfica, se desarrollaron paulatinamente, condicionadas por su propio comportamiento. Es a principios de este siglo que se tiene el primer antecedente sobre la formación profesional del bibliotecario a partir de dos proyectos de ley.

El primero data de 1919, presentado al Senado por el Dr. "Cosme de la Torriente", entonces senador de la República. La proposición de ley perseguía tres objetivos:

  • Primero: Dotar a la Biblioteca Nacional, a la "Biblioteca de Matanzas" y al "Archivo Nacional" de edificios adecuados para que estas instituciones puedan llenar cumplidamente su alta misión educativa y social;
  • Segundo: Promover la creación de Bibliotecas Públicas en toda la extensión de la República por ser de absoluta necesidad su establecimiento para la educación y cultura del pueblo y;
  • Tercero: Formar el personal técnico, debidamente preparado para el servicio de estas Bibliotecas Públicas y de las demás que dependen del Gobierno, a cuyo fin se propone la creación de una Escuela de Bibliotecarios y Archiveros".

El segundo proyecto de ley se presentó en 1927 sobre una reforma del plan de estudios de la Facultad de Filosofía y Letras de la "Universidad de La Habana", pero que no llegó a materializarse, mediante el cual se crearía en dicha Facultad el Instituto de Técnica de Bibliotecas que hubiera expedido un diploma de Bibliotecario a sus futuros graduados.

El proyecto de Cosme de la Torriente manifestaba tendencias europeas, sobre todo francesa, al considerar unidas la bibliotecología y la archivonomía. Se le concedía un crédito de doce mil pesos y se exigía como requisito de ingreso el título de Doctor en Derecho, en Filosofía y Letras, en Ciencias, o Pedagogía, de la Universidad de La Habana; el título de Bachiller de los Institutos de Segunda Enseñanza de la República, o el diploma de maestro(a) de las "Escuelas Normales".

Los cursos durarían un año, serían gratuitos y se ofrecerían estudios como: organización, catalogación, clasificación y servicio público de bibliotecas; la paleografía, la bibliografía general y especial; la organización de departamentos para niños; la historia del libro y nociones de tipografía, encuadernación, caligrafía y mecanografía. El segundo proyecto requería de un bibliotecario con una sólida formación en literatura, historia y otras disciplinas humanísticas. En este sentido, se impartirían once disciplinas con fines eminentemente culturales.

Ambos proyectos muestran preocupaciones sobre la enseñanza de la bibliotecología en Cuba por parte de cubanos ilustres interesados en priorizar la labor de las bibliotecas públicas y del bibliotecario como principales difusores de la cultura. Se conoce que a finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX, la propia producción editorial en Cuba condujo a un movimiento bibliográfico que se desvinculó del trabajo bibliotecario propiamente dicho, como sucedió en épocas anteriores en otras latitudes, porque la actividad bibliográfica tiene su propia identidad.

Por otra parte, las bibliotecas continuaron el fomento de las técnicas de recuperación y centraron su atención en los problemas referentes a los edificios de las bibliotecas y el almacenamiento del gran cúmulo de documentos.

Primeros cursos de formación bibliotecaria

Pero no es hasta las décadas de los años 30 y el 40 del Siglo XX, que se inicia el tratamiento teórico de los problemas bibliotecológicos en Cuba y que se imparten los primeros cursos de formación bibliotecaria. Es en la década de los años 30, que se inicia la publicación sistemática de literatura sobre la especialidad y que se inicia el primer curso de bibliotecología en Cuba.

En el campo de la literatura, aparece el Anuario Bibliográfico Cubano (1958) que surge como primera publicación bibliológico informativa en Cuba y que responde al movimiento bibliográfico que se desató en Cuba a finales del Siglo XIX y que marcó cierto predominio en los primeros 30 años del Siglo XX en la literatura "informativa". Le continuó el Boletín Bibliotécnico de 1938, 1941, al que le sucedieron el "Boletín de la Asociación Cubana de Bibliotecarios" de 1949 a 1959 y la revista Cuba Bibliotecológica 1953 a 1960.

En la formación profesional se inicia el primer curso de bibliotecología en Cuba, en el 1936, organizado por María Villar Buceta. El Curso de Iniciación Biblioteconómica, que así se le denominó, se ofreció en el "Lyceum de La Habana" con dos clases por semana, de una hora de duración, en 24 lecciones orales y prácticas de junio a agosto. Se impartieron asignaturas técnicas como clasificación, catalogación, etcétera, hasta psicología del lector, encuadernación, lenguaje y escritura, musicalia, mapoteca y otras.

Otros cursos de superación

También se impartieron conferencias, cursillos y se editaron publicaciones dirigidas de alguna manera a la superación profesional en aquel entonces. Por ejemplo, el 31 de enero de 1937, el Dr. Homero Serís, ofreció una conferencia en la "Institución Hispanocubana de Cultura" titulada "El arte de manejar los libros", que se publicó en forma de folleto por la "Biblioteca Municipal de La Habana" y el propio autor elaboró una bibliografía mínima de biblioteconomía que se registró en el primer número del Boletín Bibliotécnico.

Se impartió otro cursillo de biblioteconomía por el archivero y bibliotecario del "Ateneo de Madrid", Jenaro Artiles, en la Sociedad Económica de Amigos del País, que incluía diez lecciones y se inició 9 de enero de 1940. Aunque existieron intentos esporádicos y proyectos de leyes desde principios del Siglo XX, no es hasta que se celebran las primeras asambleas de bibliotecarios de Cuba y se crea la Asociación que los representa, que sus miembros deciden acometer la creación de una Escuela de Bibliotecarios de carácter permanente.

Escuela de Servicio de Biblioteca

El primer curso de la Escuela de Servicio de Biblioteca, que fue el resultado de todas estas preocupaciones, realizó sus primeras clases de marzo a mayo de 1940. Las asignaturas aparecieron diferenciadas por vez primera, puesto que en intentos anteriores se englobaban frecuentemente en títulos generales como el de técnicas bibliotecarias y fue un grupo de bibliotecarios de prestigio los que actuaron como profesores.

En enero de 1941, la Dra. María Teresa Freyre de Andrade impartió un cursillo titulado "Lecciones preliminares sobre manejo y apreciación del libro y uso de bibliotecas". Aparecieron también en esa fecha, noticias sobre un cursillo de prácticas bibliotecarias impartido por Jenaro Artiles, de la Institución Hispanocubana de Cultura. Otro de los intentos aislados de superación fue "Prácticas de Clasificación y Catalogación de Bibliotecas" impartido por el Dr. Fermín Peraza del 26 de mayo al 25 de junio de 1942 en las oficinas del Historiador de la Ciudad, el entonces Dr. Emilio Roig.

En 1942, se celebró el "Primer Congreso Internacional de Archiveros", Bibliotecarios y Conservadores de "Museos del Caribe" en La Habana, que impulsó el movimiento bibliotecario y los aspectos relacionados con la superación del profesional y la edición de libros para estos fines. De esta forma, José Antonio Ramos publicó el "Manual de biblioteconomía: clasificación decimal, catalogación metódico-analítica y organización funcional de bibliotecas".

En el propio año, Fermín Peraza inauguró su "Seminario de bibliografía cubana", anexo a la cátedra de Historia de Cuba del Dr. Elías Entralgo, y que los doctores Ramos, Artiles y Peraza organizaron un curso en la oficina del Historiador de la Ciudad con 10 asignaturas: Historia del libro y la escritura, Introducción a la clasificación, Sistema Decimal de Clasificación, Generalidades de catalogación, Bibliografía aplicada a la catalogación, entre otras.

Existió otro frustrado intento de crear un curso teórico-práctico de biblioteconomía en 1943. El primero con carácter formal en un centro privado, la Academia Bravo, pero razones económicas lo llevaron al fracaso. En 1944, Peraza continuó con el Seminario en la cátedra de Entralgo y en 1945, organizó el "Curso de generalidades bibliográficas" como parte del curso oficial de Archivonomía del Archivo Nacional de Cuba del 4 de abril al 8 de junio.

En 1946, se iniciaron los cursos de Ciencia bibliotecaria en la Escuela de Verano de la "Universidad de La Habana". Estos cursos llenaron un poco el vacío y la falta de sistematicidad con que se mantenía la enseñanza bibliotecológica en Cuba hasta entonces. Sin embargo, no resultaron ser el ideal que pretendían los profesionales dedicados a la enseñanza.

No era la primera vez que dicha escuela se interesaba por estos tipos de estudios. En 1943, se ofrecieron cursos especiales de educación por iniciativa de la Asociación Cubana de Bibliotecarios. Se impartieron materias como: Bibliografía y Referencia, por la Dra. María Teresa Freyre de Andrade, Catalogación y Organización de bibliotecas escolares por el Dr. Jorge Aguayo, entre otros. Los cursos de esta escuela se componían de cuatro asignaturas en tres sesiones de duración. Las asignaturas eran Catalogación y Clasificación por Jorge Aguayo, Obras de referencia por María Teresa Freyre, Bibliografía cubana por Fermín Peraza y Organización y Administración por Raquel Robés.

Escuela Cubana de Bibliotecarios

Lograr una escuela sistemática era el objetivo de los profesionales que durante todo el siglo pasado intentaron crearla de alguna forma. A finales de 1944 y principios de 1945, se trató de interesar al gobierno del Dr. Ramón Grau San Martín en el proyecto de creación de una escuela oficial. No fue hasta el 29 de mayo de 1947, que la "Facultad de Filosofía y Letras" aprueba el plan para la creación de una escuela de Bibliotecarios anexa a la Facultad, pero hasta junio de 1950 no se aprueba definitivamente.

Por otra parte, el 13 de septiembre de 1950 se inició el curso de la Escuela Cubana de Bibliotecarios que funcionó en la Sociedad Económica de Amigos del País. Estuvieron en la inauguración, el presidente de la Sociedad, Dr. Antonio M. Eligio de la Puente, el Dr. Cosme de la Torriente, autor del primer proyecto para crear una escuela semejante, y el presidente de la Junta de Patronos de la Biblioteca Nacional Emeterio S. Santovenia, entre otros. Como asesor, visitó Cuba el Dr. Jerrold Orne, director de las "Bibliotecas de la Washington University" de la ciudad de Saint Louis. El comienzo de los estudios sistemáticos.

La formación del bibliotecario a partir del triunfo de la Revolución

La formación del bibliotecario estuvo fuertemente condicionada por las transformaciones sociales a que estuvo sometida Cuba a partir del "Triunfo de la Revolución", cuando enfrentó una serie de iniciativas para fortalecer el sistema bibliotecario cubano, entre ellas, la fundación del "Instituto de Información Científica y Técnica (IDICT)", la creación de escuelas y programas para formar técnicos para las bibliotecas y otros tipos de instituciones de información, hasta llegar a la institución de una nueva carrera universitaria acorde con la actualidad bibliotecológica e informativa a nivel mundial. Linares plantea que la formación del bibliotecario en Cuba tiene dos grandes etapas: la primera caracterizada por la preparación de los especialistas únicamente en el campo bibliotecológico, que comenzó alrededor de la década del 40, y se extendió hasta la década del 70, y la segunda etapa, que se mantiene hasta nuestros días donde las concepciones de la enseñanza universitaria cambiaron significativamente.

Primeros pasos

Los primeros pasos de la revolución triunfante se dirigieron, sin lugar a dudas, hacia el nivel educacional y cultural de la población. En este sentido, diversos fueron los esfuerzos hasta lograr crear a para el nivel medio tres escuelas fundamentales en la formación del técnico medio bibliotecario: la "Escuela Nacional de Técnicos de Bibliotecas (ENTB)" del "Ministerio de Cultura" para la "Red de Bibliotecas Públicas", la "Escuela de Bibliotecarios Escolares del Ministerio de Educación" y la antigua "Escuela de Técnicos de Bibliotecas del Ministerio de Salud Pública, que dejó de funcionar a finales de la década de los 80.

Estudios del nivel medio

La ENTB se fundó el 7 de junio de 1962 por el "Consejo Nacional de Cultura" ante la necesidad de formar personal técnico especializado, capaz de impulsar el desarrollo de las bibliotecas públicas y ser partícipe de la actividad propuesta por el Gobierno Revolucionario. Inicialmente, los cursos se organizaron para la capacitación del personal que laboraba en la Red de Bibliotecas Públicas y otros centros de trabajo, donde una vez graduados, los alumnos contribuyeron a la creación y organización de colecciones especializadas de las primeras unidades de información que hoy forman parte del Sistema Nacional de Información Científico Técnica: bibliotecas especializadas y centros de información y documentación.

A partir de 1966, inició un proceso ininterrumpido hasta hoy, de "Perfeccionamiento de Planes y Programas de Estudio" donde se revisan periódicamente dichos planes y programas con el objetivo de actualizar y perfeccionar gradualmente la formación integral de los técnicos egresados. En este proceso, no sólo intervienen los profesores de la escuela sino que además, participan especialistas de diferentes instituciones de información del país con sus experiencias, orientaciones y colaboración. Actualmente, las Asignaturas Básicas Específicas y del Ejercicio de la Profesión, permiten preparar personal para laborar en bibliotecas públicas, especializadas, docentes, centros de información y archivos, del Sistema Nacional de Información, capaces de participar en:

  • La planificación, organización y control de la actividad; en el análisis de la eficiencia y efectividad de los servicios; y la formación y completamiento de los fondos de distintos tipos de instituciones de información.
  • El procesamiento analítico sintético de las distintas categorías de documentos, así como la organización y conservación de los fondos activos y pasivos.
  • La búsqueda, recuperación y diseminación de la información con precisión y exhaustividad.
  • La difusión, divulgación y promoción de los servicios informativos mediante exposiciones, charlas sobre el uso y manejo de los instrumentos de los centros de información y bibliotecas, así como en la promoción de la lectura por medio de actividades de libro-debates, revistas orales, entrevistas a escritores y artistas, entre otros.

Escuela Nacional de Técnicos de Bibliotecas

Desde el curso 1983-1984, la Escuela Nacional de Técnicos de Bibliotecas comenzó a realizar las Jornadas Científicas Estudiantiles con el objetivo de que los educandos expusieran y defendieran sus proyectos de grado como resultado de las investigaciones realizadas en sus centros de inserción durante la práctica preprofesional. Posteriormente, para cumplir con la "Resolución Ministerial 400/91 del MINED, a partir del curso 1992-1993, cada alumno tiene derecho a escoger entre la realización de: examen estatal, informe de la práctica preprofesional o un proyecto de grado, según el índice general promedio obtenido al finalizar sus estudios.

La investigación científica en el nivel medio

En los últimos años, frente a la posibilidad del estudiante de escoger el informe de la práctica pre-profesional como ejercicio de graduación, la producción de proyectos de grado en la escuela disminuyó a tal punto, que en el año 2000 no se presentó ningún proyecto de grado. Esto llevó al establecimiento de un indicador sobre la naturaleza investigativa para los trabajos de graduación de este nivel, que utilizó como variables las categorías: investigativo, descriptivo, teórico y práctico, para ofrecer una visión general del carácter del documento, al margen de su contenido temático.

La formación universitaria

En cuanto a los estudios superiores, en 1970, nació la carrera de "Información Científico-Técnica y Bibliotecología" con asignaturas nuevas, dirigidas a fortalecer el marco teórico de la profesión que agonizaba en medio de criterios diversos y modalidades de nombre. A partir de la década de los años 80 y hasta la actualidad, se crearon diversos planes de estudios que se corresponden con el universo investigativo y teórico-práctico que enfrenta la profesión de forma universal. Para la década de los años 90, se produjo un salto cualitativo en la enseñanza en Cuba al cambiar la carrera su nombre por el de "Bibliotecología y Ciencia de la Información".

La aparición de las TIC

El despegue que tienen las temáticas como la gestión, los medios de comunicación y las tecnologías de información en los últimos años de la década de los 90, brinda una visión que, como predicción, indica un comportamiento completamente nuevo en la producción de documentos en los estudios universitarios y que, sin dudas, se asocia a una formación diferente a la ofrecida durante el terminado Siglo XX a los profesionales de la información en Cuba.

Las tesis, con independencia de su objetivo específico de formación general, marchan hacia el entorno cambiante actual donde el paradigma tecnológico, la gestión del conocimiento, el desarrollo de nuevos servicios y la percepción de un nuevo orden informativo, que reclama formas diferentes de conservación y organización, constituyen los principales temas de investigación del estudiante de la carrera.

Estudios superiores del bibliotecario en el 2000

A pesar de que la formación profesional, primero del bibliotecario cubano y ahora del profesional de la información, tiene en Cuba 86 años desde el primer intento de proyecto hasta los estudios técnicos profesionales y universitarios actuales y de que de los primeros cursos y escuelas creadas antes del triunfo revolucionario no se conserva trabajo alguno de estudiantes como requisito de graduación (aunque se sabe que existieron), y existen referencias de sus programas de clase; sólo se puede hablar de formación profesional continua a partir de la creación de las escuelas formadoras de nivel medio de bibliotecarios y de la creación de la carrera universitaria en la década de los años 70. Estos esfuerzos iniciadores contribuyeron a lo que es hoy, la formación profesional del bibliotecario cubano, que siempre ha contado con un exquisito grupo de formadores y amantes del libro y la lectura.

El sistema educacional cubano vive un momento lleno de alternativas y cambios alentadores, donde la enseñanza superior no puede obviar el acontecer mundial del sistema educativo, cada vez más vinculado con la internacionalización de la educación.

En ese sentido, a partir del año 2000, los estudios superiores del bibliotecario entraron en una nueva etapa de desarrollo que incluye las primeras convocatorias de la Maestría en Bibliotecología y Ciencias de la Información, la culminación de una serie de doctorados, la inclusión de la carrera en el proceso de universalización de la enseñanza y, más recientemente, la convocatoria al primer programa de doctorado en Ciencias de la Documentación que se dictará en Cuba por parte de la "Universidad de Granada", España, como una de las tantas alternativas y respuestas a los cambios cruciales que la educación cubana enfrenta en la actualidad.

Referencias

  • Hernández Mondragón, A.R., Voutssás Márquez J. Escenarios prospectivos para el profesional moderno de la información. Ciencias de la Información 1995; 26(4)150-61.
  • Primer Proyecto de una Escuela de Bibliotecarios en Cuba". Boletín de la Asociación Cubana de Bibliotecarios 1952; 4(1)13-6.

Fuente

  • Artículo: Pérez Matos, Nuria E. (2005). La formación bibliotecaria en Cuba: una mirada a través de los documentos. Acimed, 13(3)1-15. Disponible en: bvs.sld.cu. Consultado el 25 de enero de 2022.