Francisco Valles

Francisco Valles
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NombreFrancisco Valles

Francisco Valles. Médico y filósofo español.

Trayectoria profesional

Nace en Covarrubias, Burgos, en 1524. Realizó todos sus estudios en la Universidad de Alcalá. Se licenció en artes el año 1547 y en medicina seis años más tarde, y se doctoró en 1554. Fue catedrático "de prima" de medicina desde 1557 hasta 1572, fecha en la que fue nombrado médico de cámara de Felipe II. En la Corte alcanzó un gran prestigio, no sólo como médico, sino también como intelectual. El monarca lo nombró "Protomédico general de todos los Reinos y Señoríos de Castilla" y le encargó tareas tan diversas como explicar la reglamentación sobre pesos y medidas farmacéuticas y formar, junto a Benito Arias Montano y Ambrosio de Morales, una comisión para organizar la biblioteca de El Escorial.

Obra

Valles publicó dieciocho obras. Una de ellas, la titulada De Sacra Philosophia (1587), es una glosa de los textos bíblicos que aluden a cuestiones médicas y científicas. Cuatro están dedicadas a traducciones y comentarios de los textos aristotélicos sobre filosofía natural, aspecto de su producción que no ha sido todavía estudiado de forma adecuada. El resto son libros acerca de temas estrictamente médicos. Considerar a Valles como una especie de "médico-filósofo" no tiene otro fundamento que ignorar el contenido de sus obras e interpretar erróneamente alguno de sus títulos.

Su primera obra, Controversiarum medicarum et philosophicarum libri decem (1556), consiste en la discusión de cuestiones problemáticas sobre fisiología, patología, clínica y terapéutica. Como seguidor de la mentalidad humanista, Valles recurre, en primer término, a los textos clásicos consultados directamente "in codice graeco", y no oculta su desprecio ante las traducciones de los "barbari" medievales. En segundo lugar, se apoya en los datos anatómicos procedentes de la disección de cadáveres humanos. A través principalmente del anatomista valenciano Pedro Jimeno, asimiló la nueva morfología vesaliana y la convirtió en uno de los fundamentos de su obra. "Si convenía que algunas controversias se decidieran por la descripción anatómica, examiné con los ojos la parte correspondiente, no una sola vez y sin testigos, sino en muchas ocasiones y en presencia de estudiantes, que estaban informados de lo que se pretendía, pues así era más difícil equivocarse". El planteamiento de algunas "controversias" es, incluso, una consecuencia de los recientes avances anatómicos. Discute, por ejemplo, cuál es el "instrumento de la audición", con motivo del descubrimiento de los huesecillos auriculares por Vesalio y los anatomistas valencianos. Obra de extraordinaria influencia en toda Europa, en las Controversiae aparecen las raíces de algunas tendencias de la fisiología del siglo siguiente, en especial la reformulación del vitalismo tradicional y los presupuestos de la "anatomía animata".

La influencia de la nueva anatomía se refleja de manera todavía más clara en el segundo libro de Valles: sus comentarios al tratado galénico De locis patientibus (1559). En el prólogo, destaca la importancia y la dificultad de su temática, "el diagnóstico de las enfermedades internas y de todo lo que se oculta en lo más recóndito del cuerpo", y afirma que su estudio, entre otras cosas, "exige destreza anatómica". En consecuencia, no se redujo a una mera depuración filológica, sino que, con la ayuda de Pedro Jimeno, se apoyó de modo sistemático en los datos anatómicos: "Al explicar esta obra en cursos anteriores, no he expuesto las afecciones de ninguna parte, sin que yo mismo hubiera examinado antes toda su estructura y la hubiera mostrado a mis discípulos, gracias a la pericia de Jimeno". Contra lo que pudiera pensarse de modo superficial, Valles no estaba interesado en comprobar las lesiones anatomopatológicas. Intentaba utilizar los recursos de la nueva anatomía al servicio de la doctrina tradicional de la localización de la enfermedad y sus manifestaciones, con el fin de fundamentar o rectificar las afirmaciones de Galeno. De esa forma, critica algunas de sus interpretaciones de los trastornos de la voz y de la espiración, basándose en las aportaciones de Vesalio acerca de los músculos intercostales y en los nuevos estudios sobre la anatomía de la laringe. Por el contrario, defiende frente a Vesalio la doctrina de Galeno de que se pueden disociar los trastornos de la motilidad y la sensibilidad, apoyándose en la inervación independiente que corresponde a ambas funciones. De modo semejante, recurre a la anatomía vascular, renal, pulmonar y de otros territorios orgánicos.

Tras un breve tratado semiológico sobre la orina, el pulso y la fiebre (1565), Valles publicó comentarios de otros cinco libros de Galeno (1567 y 1569), tres de los cuales tradujo de textos griegos cuidadosamente depurados. Su producción madura se centró, sin embargo, en los textos hipocráticos. Valles fue, en efecto, una de las máximas figuras europeas de una tendencia surgida en el seno de la corriente humanista que, sin cuestionar la autoridad de Galeno y la validez de su sistema, convirtió a Hipócrates en el principal modelo del saber y de la práctica médica. Dicha tendencia, que podemos llamar galenismo "hipocratista", se acercó a los textos hipocráticos de acuerdo con los supuestos del humanismo. Sus seguidores tuvieron ante las que hoy denominaríamos "ciencias básicas" el mismo interés que hemos visto en Valles por la filosofía natural o la nueva anatomía. La característica distintiva de la tendencia fue, sin embargo, asumir el legado hipocrático como modelo de observación clínica objetiva y como argumento de que ésta era la base más importante de la medicina. En consecuencia, los comentarios de los textos hipocráticos debían hacerse aduciendo los hechos procedentes de la experiencia clínica.

Entre 1561 y 1569, Valles publicó traducciones y comentarios de los Aforismos, del tratadito De alimento, de los Pronósticos y De ratione victus in morbis acutis. La culminación de este esfuerzo fue su libro más importante: una traducción latina comentada de los siete libros de las Epidemias, que incluyen, como es sabido, las historias clínicas hipocráticas. El comentario fue el primero que abarcó los siete libros, independientemente de que merecieran o no ser atribuidos a Hipócrates, ya que lo que interesaba a Valles -según declara- era encontrar observaciones útiles. Subraya también que los textos hipocráticos que había traducido hasta entonces contenían normas y preceptos, pero que éste era de mucha mayor importancia porque incluía exclusivamente observaciones clínicas. Sus comentarios consisten fundamentalmente en una discusión de la patología, la clínica y la terapéutica de las afecciones descritas, basada ante todo en la propia experiencia personal. Resulta muy significativo que, siglo y medio más tarde, el holandés Hermann Boerhaave, auténtico fundador de la clínica moderna, hiciera el siguiente elogio de esta obra: "El que tenga los comentarios de este español no necesita de otros, porque todos los modernos escriben conforme a teorías y yo únicamente alabo al que con observaciones propias explica lo que expone Hipócrates". Posteriormente, Valles sólo publicó De Sacra Philosophia, un Methodus medendi (1558), que es quizá el mejor tratado de terapéutica clínica de la centuria, y el Tratado de las aguas destiladas, impreso el mismo año de su muerte (1592). Este último estaba destinado a explicar una ordenanza real que reglamentaba los medicamentos de uso interno obtenidos por destilación, así como los pesos y medidas farmacéuticos. El anciano protomédico, aunque conoció al paracelsista Diego de Santiago y al resto de "destiladores de Su Magestad", apoya su glosa en los textos de materia médica y destilación anteriores al movimiento paracelsista.

La producción de Valles tuvo una gran difusión e influencia. Sus libros alcanzaron un total de setenta y dos reediciones en diversos países, aparte de las dieciséis que tuvieron en la misma España. Durante más de doscientos años fue profusamente citado por los médicos de toda Europa, incluidos los más destacados creadores de la medicina moderna. Su obra interesó de modo especial a los autores de mentalidad antisistemática, que insistieron en la importancia de la observación clínica, línea que había tenido uno de sus puntos de partida en lo que hemos llamado galenismo "hipocratista". Por ello, no resulta nada extraño que incluso a comienzos del siglo XIX, en plena era anatomoclínica, se continuaran citando alguna vez los escritos del médico castellano.

Fallece en Burgos en 1592.

Fuente