Jorge Santos Díaz

Jorge Santos Díaz
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Nacimiento19 de abril de 1922
Fallecimiento-1996
ResidenciaCamagüey
NacionalidadBandera de Cuba Cuba
CiudadaníaBandera de Cuba Cuba
EducaciónProfesor de pintura y dibujo en la Escuela Provincial de Artes Plásticas José Martí

Jorge Santos Pintor cubano, supo reproducir los valores identitarios del Camagüey. En la historia aún joven de la Isla de Cuba -sólo han transcurrido 513 años desde el llamado encuentro de las culturas- no sobresalen nombres como los de un Miguel Ángel, un Goya, un Van Gogh, o un Picasso.

Síntesis biográfica

Nació el 19 de abril de 1922, se graduó como profesor de pintura y dibujo en la Escuela Provincial de Artes Plásticas "José Martí" de la urbe camagüeyana, y realizó más de 150 exposiciones personales y colectivas tanto en Cuba como en otros países.

Por esa constante dedicación al arte auténtico, sin asomos de vulgaridad, pero sin los afeites de la vanidad o la falsa modestia, Santos Díaz recibió a lo largo de una fructífera carrera premios y distintas medallas, así como el reconocimiento de instituciones gubernamentales y culturales del país y su ciudad.

Obra

En sus cuadros se utilizan las técnicas más variadas, óleo sobre tela, dibujos, acuarelas, etc., las cuales reflejan su añoranza por la otrora villa principeña, los paisajes del entorno, y las gentes, conocidas o anónimas, que siempre animaron su creación.

En la obra del pintor camagüeyano se aprecia el tratamiento armónico en cada pieza, una cuidadosa utilización del color, así como de la textura, los claroscuros y las perspectivas que sobresalen en cada una de ellas.

Acerca del compromiso con su ciudad Santos Díaz señaló: "Pienso que le debo una serie que bien pudiera estar dedicada a sus personajes típicos o al quehacer cotidiano de mis conciudadanos... Camagüey necesita que se le cuide más para que perdure".

Quiso el destino que su obra se detuviera el 12 de septiembre de 1996, cuando aún a su pincel, movido desde los sentimientos más íntimos del ser humano, le quedaban miles de inquietudes por plasmar.

Sin embargo, sus coterráneos atesoran, diseminadas por las calles enrevesadas de la ciudad de Camagüey, centro principal de su sensibilidad creativa, sus obras, vía para las múltiples lecturas que pudieran realizarse acerca del embrujo fascinante que sienten los lugareños por su vieja "comarca de pastores y sombreros".

Jorge Santos supo reproducir los valores identitarios del Camagüey. Pero, los habitantes de la isla mayor de las Antillas se sienten regocijados porque sus creadores han sabido interpretar la vida del pueblo, esa maravillosa síntesis de razas, credos y sueños llegados desde muchas partes del mundo.

Camagüey

Camagüey, la ciudad, es una presencia imanante con cargas que atrapan al pintor en angostas callejuelas, tornapuntas, pilastras, plazuelas, iglesias, paredes vetustas con segmentos a cara vista, cubierta a dos aguas con techumbres criollas, patios interiores, tinajones, que son devueltos a pinturas donde la realidad es sobrevolada pero nunca tocada y para ello el artista adopta el gesto impresionista donde hasta las sombras se convierten en colores de una paleta con predominio de azules, verdes y ocres que recrean el ambiente citadino, filtrado a través de lo que se sabe de los visto y no solo lo que se ve. Cada paisaje urbano pintado es identificable en la memoria, pero puede ocupar cualquier sitio en la trama de la villa, y ahí está, la sugestiva lectura a la escritura de la ciudad que nos propone el pintor.

El artísta

Los espacios urbanos construidos que son transferidos a la bimensionalidad de un cuadro por el artista, este los desprende de la presencia humana de sus gentes para enfatizar los valores contextuales de una arquitectura, que más que peculiar, es identitaria del ser camagüeyano; la ausencia de la gente que habita esos mismos lugares es una emisión interactiva que el autor deja como invitación a participar o quizás como deuda.

El artísta se adueñó de un lenguaje visual que se movió en la cademia como oficio, no como poética, dominó el dibujo, la aguada, veladuras y espátulas, esta última muy recurrente en sus obras y aunque no se puede definir como dominante fue la técnica en la se apoyó sobre todo para lograr texturas y trasmitir sensaciones dáctiles activantes de la memoria de la ciudad y sus lugares; fue muy cuidadoso de la composición, usó de manera interesante los puntos de fuga que penetran en el cuadro para salir a ocupar la perspectiva del espectador, obligándolo a interactuar instintivamente en un proceso continuo y singular de apropiación de lo que el artista quiere de la relación entre él y la realidad representada a partir del principio de la autoreflexibidad.

Caracteriasticas de su pintura

Exégesis de la producción artística de Jorge Santos Díaz quedaría podada indiscriminadamente si solo se le considera el pintor de Camagüey por sus paisajes urbanos, pues la ciudad genera tipos, añoranzas y aspiraciones de la que el artista no puede substraerse. Así la posición mediterránea de la villa funciona como articuladora de un añoranza al mar, la que satisface el artista en series de marinas, donde el sentido nostálgico tiene que ver con los valores medios y bajos de la luminosidad con que los resuelve, la luz en sus marinas no es lo más importante. El mar es una seducción para Camagüey y sus gentes, también para el pintor.

Siguiendo esta línea de razonamiento los bodegones producidos por el artista lo ligan a la ciudad, a sus hábitos y preferencias alimentarias que son sostén seguro de una identidad cultural, en este caso, la camagüeyana, que sabe manejar la organización íntima de esos sitios cotidianos, que no le son exóticos en los ingredientes que lo componen.

Por último pintó retratos, unos, de rostros de gente sin historia que son como cicatrices, huellas anónimas de la ciudad, del deambular por sus calles, que dan la sensación de estar en cualquier sitio citadino, por eso solo le importó el rostro y no su ubicación en la trama urbana sin dejar de pertenecer a ella. Pero junto a estos retratos, se enfrascó en otros de personalidad Fidelio Ponce, Víctor Lángaraetc, a los que dejó inconcluso en algunos detalles o espacios, aunque si firmados con la intención que implica ese acto, al que liga el propósito de no encerrar definitivamente en el estrecho marco de un cuadro a esos hombres que sin dudas admiré.

Fuentes