José Luis Padula
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José Luis Padula. Guitarrista, pianista, compositor y director argentino.
Síntesis biográfica
José Luis Padula ,este músico hijo de inmigrantes, nacido en la norteña provincia de Tucumán, el 30 de octubre de 1893 ,incursiona en el tango y en el folclore. Su padre es italiano, él le traslada su inclinación por la música. Ya de niño, toca la armónica y la guitarra. Lamentablemente, queda huérfano a los 12 años y no cuenta con su madre, de la que casi nada se sabe. Por ese motivo, siendo aún muy joven, sale a la calle a procurarse la subsistencia.
Trayectoria
Se le ocurre incorporar su armónica a la guitarra. La fija a un palo sostenida por un cinturón a la parte superior del instrumento y así llega a su boca. La curiosidad que despierta tal conjunción en la gente, sumada a su intuición musical y a la facilidad para ser melodioso, le permite recorrer su provincia y otras aledañas hasta recalar en la ciudad de Rosario, en la provincia de Santa Fe.
Todo este andar trashumante lo convierte en un bohemio impenitente. Puede vivir, pero siempre con el último centavo en el bolsillo, sin embargo, mantiene esposa y seis hijos cuando definitivamente se instala en Buenos Aires.
Manuel Escobar, pianista tucumano varios años menor, frecuenta su mesa con otros amigos y recuerda que alguien una vez le pregunta a Padula, si es cierto que en el Café España donde toca en una orquesta, había puesto en su atril la partitura al revés porque no sabía para nada de notación musical. «Así fue», contesta.
Es un dotado natural que llega a tener un estilo limpio lleno de ritmo y sugerencias cuando en el piano tocaba tangos. Y continúa Escobar: Es un hombre de físico bien armado, correctamente vestido de acuerdo a sus posibilidades, amigo de la noche, dicharachero y bromista, autor de frases originales, gran tomador de café, y al que algunos llaman. El Tuerto por su ojo derecho cerrado. Es un talento y un tipo querible.»
En 1936, se instala en nuestra ciudad, su primer trabajo es en un cafetín de Avellaneda, donde gana dos pesos con su guitarra con la armónica adosada. Pero cuando por causalidad en el altillo del local encuentra un piano y el dueño del local lo escucha practicar, le propone pagarle el doble si trabaja de pianista. Su estadía en la ciudad no es permanente, realiza frecuentemente viajes a Rosario y a Córdoba cuando surgían trabajos.
En Tucumán, con su orquesta típica, hace presentaciones en Radio Aconquija (hoy Radio Independencia) y en Buenos Aires, en Radio Prieto donde su vocalista es Ángel Vargas. Con este gran cantor graba dos temas de su inspiración: “Brindemos compañero”, letra de Enrique Cadícamo y la ranchera “Ñata linda”, con versos de Lito Bayardo.
En 1932, integra la orquesta que conducían Ernesto Ponzio y Juan Carlos Bazán. Trabaja en la revista evocativa De Villoldo a Gardel, representada en el Teatro Nacional, en la que asume el rol de Villoldo, por su versatilidad con los instrumentos.
Su creación de mayor éxito es el tango “Nueve de julio”, que llevan al disco innumerables intérpretes. Es editado en la ciudad de Rosario en 1918 como tango-milonga, sin letra. Bohemio y sin dinero, vende los derechos de autor en cinco pesos a un señor Trebino, para cobrarlos cuando se editara en Francia por la editorial Salabert. Más adelante, encarga en Buenos Aires una nueva edición a la editorial Perrotti.Cuando esta aparece es con una letra no autorizada realizada por Eugenio Cárdenas. Lito Bayardo relata al respecto que a fines de la década del veinte se entera de éste despropósito e inicia una investigación por su cuenta y luego acciones legales con el consentimiento de su amigo Padula, quien acepta que Bayardo escriba una nueva letra, la que es grabada por Agustín Magaldi.
Bayardo nos cuenta una linda anécdota. Estaban en Rosario terminando de acoplar su letra al tango, el músico queda en la casa tocando el piano, mientras, él sale por un compromiso. Magaldi está citado para las cinco de la tarde para conocer la composición. Estando en sus gestiones se encuentra con Gardel quien pasa unos días en Rosario, es 1931. «Gardel le pide un viejo estilo que me había cantado: “Amargura (El Floridense)”. Encontra la partitura y quiso ir a su casa para que se la pasara. Cuando entran sorprendimos ensayando a Padula y Magaldi. Gardel que conocía la música se acerca y leyendo el borrador de la partitura le hace dúo. Es una lástima no poder registrar aquel momento único.»
Para finalizar con Bayardo, otra anécdota: «En mala época me vine a Buenos Aires con mi mujer, plena crisis del treinta. Alquilamos una pieza en Belgrano y Cevallos y tan mal iban las cosas que pensé en empeñar mi guitarra... Un día se aparece José Luis, venía para hacer tiempo hasta que lo atendieran en la editorial Columbia donde debían pagarle algún dinero. Tuvo que salir un rato y le dejo la guitarra diciéndole en broma que compusiera alguna cosa. Al regresar me hace escuchar una ranchera que me gusta. Me pide que le pusiera letra y a mí ya me sonaban unos versos, la titulé “La mentirosa [b]”. A la tarde, propuse ir a lo del amigo Perrotti. Padula la repasa al piano y yo la entoné. «Muy buena.», dijo el editor. «¿Y la partitura?» —pregunta. Claro, aún no la había. Entonces le dije que contara con ella a la brevedad, pero que en ese momento necesitábamos un adelanto. Nos da cinco pesos, tres para el músico y dos para mí. Es un éxito notable, se toca en todo el mundo.»
Padula compone otras obras notables: el tango “Tucumán”, que graba D’Arienzo; “Lunes”, posiblemente su otro tema más difundido, con letra de Francisco García Jiménez, que entre otros graba Alfredo De Angelis, con la voz de Carlos Dante; la milonga “Picante”, registrada por Biagi; “Memoria”, grabado por Fresedo en 1926; los tangos “Bicho feo” y “En tren de farra”, registrados por Juan Maglio. La Orquesta Típica Víctor lleva al disco: “La mentirosa [b]”, “Lunes” y los valses “Noche de estrellas” que graba Canaro y “Noches de invierno”.
Con la colaboración de Lito Bayardo: los valses “No dudes de mí” y “Me duele el alma”, grabado por Virginia Vera; y las rancheras “La mentirosa [b]”, —ya nombrada- y “Afilando”. También le pertenecen: “Pirincho”, “El chiflado”, “El borracho”, “Pasó en mis pagos”, “Dulce tango”, “La diana”, “El varoncito”, “25 de Mayo”, “Noche de estío”, “Mi vida”, “Tristezas del alma” y tantos más.
En síntesis, este arquetipo de Buenos Aires, dueño de un extraordinario talento natural, es un impecable melodista, que sin saber música vive de ella y nos deja creaciones que vencieron al tiempo y que hoy son auténticos clásicos del tango.
Muerte
José Luis Padula fallece el 12 de junio de 1945, en Tucumán, Argentina.
