La apercepción

La apercepción
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Concepto:Interpretación de una experiencia actual por otra experiencia. Representaciones inmediatas en abstracciones mediatas.

La apercepción. Es el nombre que recibe la percepción atenta, la percepción acompañada de conciencia. Todo estímulo provoca en ella una reacción que, desde el punto de vista cognoscitivo, se manifiesta en una comprensión o asimilación de nuevas experiencias, apoyada en la experiencia pasada. Los recuerdos de percepciones anteriores, las ideas ya formadas, los conocimientos adquiridos, las adaptaciones hechas, los juicios aceptados, etc., son otros tantos medios que se utilizan para asimilar todo nuevo estado de conciencia.

Características

Como la experiencia humana es muy variable, pues depende del desarrollo mental, el grado de cultura, la influencia del medio, la actitud mental, la interpretación de un mismo estímulo puede diferir, no sólo en los diferentes sujetos, sino hasta en un mismo individuo, de acuerdo con la edad, la educación adquirida, el punto de vista desde el cual se considere el asunto.

Por ejemplo; un salvaje, un hombre culto y un profesional examinen un mismo objeto, un reloj de bolsillo. El salvaje, aunque lo vea por primera vez, no sentirá por él admiración alguna. Creerá sencillamente que contempla un animal de una especie nueva. El hombre culto sabe que se trata de un reloj, es decir de un instrumento mecánico que mide con mayor o menor exactitud el tiempo. En cuanto al relojero, con su experiencia profesional, descubrirá en el cronómetro multitud de cosas que escapan a la comprensión del lego.

El salvaje, el hombre culto y el profesional, al interpretar un mismo estímulo, lo hacen con una experiencia diferente. Esta interpretación de lo nuevo mediante la experiencia ya adquirida recibe en psicología el nombre de apercepción. Algunos autores la llaman también comprensión, interpretación o asimilación.

La apercepción en el niño

El niño, como el adulto, necesita comprender las cosas. La reacción mental que en él provoca cada estímulo varía necesariamente con el grado de desarrollo del sujeto. En términos generales, puede decirse que la apercepción, en su desenvolvimiento, recorre tres etapas o períodos: la de la primera niñez, la de la segunda niñez y la de la adolescencia.

Cuando a un niño pequeño se le pide la definición de un objeto, contesta señalando el uso del mismo. Esto se explica sabiendo que el niño es un ser esencialmente motor y emotivo, en cuya mente la percepción, la emoción y la idea de la reacción motriz se funden en un solo proceso mental, donde predominan las representaciones motrices. Sus sensaciones provocan con tal energía las reacciones musculares, que éstas casi siempre ocupan la atención del sujeto. Si se pregunta a un niño, lo que es un martillo, hará el gesto de clavar un clavo. Un cuchillo será para él algo que provoca el movimiento de cortar o herir; asimismo un caballo le sugiere la idea de montar. Fuera de estas reacciones motrices y de los intereses y emociones que las acompañan, la apercepción no tiene para el párvulo significación alguna. La apercepción, para el niño pequeño, es en cierto modo una adaptación motriz.

En la segunda niñez, de seis a diez o doce años, el tipo de apercepción varía notablemente. El niño aprende a separar las cualidades del estímulo de las reacciones motrices y emotivas. Forma percepciones e imágenes, y alrededor de cada una de ellas va condensando su experiencia de las cosas. Cada imagen constituye, pues, un centro aperceptivo, es decir un conjunto de experiencias asociadas, a las cuales aquella sirve de símbolo o representante. El niño se hace analítico y observador. Para comprender lo nuevo se vale de sus centros aperceptivos, de los símbolos más o menos concretos que sirven de núcleo a su experiencia.

La apercepción en la adolescencia

Al llegar a la adolescencia, nueva transformación espiritual: la apercepción se hace sintética y de carácter lógico. El joven apercibe las cosas con ayuda de los conceptos que ha formado previamente. Es razonador, reflexivo, idealista; se sirve de las ideas o conceptos lógicos y comprende y cultiva los valores abstractos e ideales.

De todo lo expuesto se deduce la importancia que en la escuela tiene el proceso de la apercepción. El niño no comprende o asimila sino lo que se ajusta a su experiencia, y no puede adquirir más experiencias que las que se ajustan a sus actividades, sus intereses, las necesidades de su vida. Instruir (por lo menos en la escuela primaria) no quiere decir transmitir con conocimientos, sino dar experiencia de las cosas; y explicar no significa exponer o presentar en lenguaje claro, sin hacer que el educando, mediante la experiencia propia, comprenda o aperciba lo que se ofrece a su conciencia.

El oficio del instructor es formar en la mente del alumno centros aperceptivos, que es como decir asociaciones de experiencias ya formadas, y servirse de las mismas para la asimilación de los conocimientos nuevos. Toda lección que se realice sin utilizar la experiencia ya formada por el educando, es poco fecunda.

Fuente

  • Aguayo, A.M. Pedagogía. Imprenta:"La Moderna Poesía". La Habana, 1924.

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