La rendición de Breda (Las lanzas)

Las Lanzas o La Rendición de Breda
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Datos Generales
Autor(es):Diego Rodríguez de Silva y Velázquez
Año:1635
País:Bandera de España España
Técnica:Óleo
Dimensiones:307 X 367 cm
Localización:Museo del Prado, Madrid


Las Lanzas o La Rendición de Breda. En este cuadro, Velázquez muestra un episodio histórico sucedido en Breda (Holanda) en 1625, cuando los tercios españoles derrotaron a los holandeses y tomaron la ciudad, acontecimiento incluido en la guerra de los treinta años que finalmente acabaría con la derrota de España y la independencia de los Países Bajos.

Descripción

En la escena se puede observar como, en un paisaje donde todavía humean los restos de la batalla, los españoles están a la derecha y los holandeses a la izquierda. Ambos grupos llevan vestimentas diferentes y armamento desigual, los españoles lanzas y los holandeses picas y fusiles. El protagonismo lo ostentan, en el centro de la composición, dos personajes, el español Ambrosio de Spínola a la derecha, recibiendo la llave de la ciudad de Breda, que humildemente le entrega el gobernador, Justino de Nassau, en señal de rendición y sometimiento.

El cuadro se pintó (junto con otros doce) para la decoración del denominado Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro, una especie de villa suburbana erigida por orden de Felipe IV de España al estilo de las existentes en Roma. Este gran palacio, formado por diversos pabellones entre amplios jardines, se construyó anexo al monasterio de San Jerónimo el Real, cuya iglesia aún subsiste a espaldas del Museo del Prado. El actual Parque del Retiro es una parte de aquellos terrenos.

El Salón de Reinos era la estancia más relevante del conjunto, pues era donde Felipe IV recibía a los embajadores y demás autoridades extranjeras. A fin de impresionarles con una imagen de poder bélico y económico, el Conde-duque de Olivares decidió decorar este gran salón con imágenes de los principales éxitos militares de España, si bien casi todos estos hechos eran relativamente antiguos. Esta estratagema fue ideada por Olivares para ocultar que, realmente, España empezaba a menguar como potencia mundial. Junto con los cuadros relativos a batallas, se colgó otra serie de pinturas, debidas a Francisco de Zurbarán, sobre los Trabajos de Hércules, personaje mítico que los reyes españoles consideraban antepasado suyo.

Detalles como la gran cantidad de lanzas españolas en comparación con las de los Países Bajos y la acogida de los vencidos por parte de España fueron introducidos a petición de Olivares para demostrar la fuerza y nobleza propias.

Estilo

Velázquez, como buen pintor barroco, gusta de la composición abigarrada, el naturalismo en lo representado (incluyendo lo feo y macabro, pero tratado delicadamente ) , las posturas sinuosas y los fuertes contrastes de color y de luces y sombras. La curva está siempre presente como puedes ver en el caballo (visto desde atrás y girando), los pliegues de vestidos , botas y foulards, cabellos, sombreros, etc.

Las superficies brillan a veces como el caso de los cuartos traseros del caballo que parece estar recién cepillado, o la camisa blanquísima del holandés que habla con un compañero y cuyo caballo parece escuchar interesado la conversación.

Entre el primer plano (los combatientes y sus líderes) y el fondo (paisaje) encuentras un plano intermedio (tras la llave) donde aprecias tropas, armas y estandartes reflejados en tonos pastel claros para contrastar con la famosa llave. Por si fuera poco, los soldados de este plano intermedio están bañados por un chorro de luz muy efectista.

Para que nos sintamos en cierto modo partícipes del cuadro, Velázquez recurre a dos trucos : colocar personajes de espalda (como estamos nosotros) y otros que nos miran fijamente, lo que nos hace sentir dentro de la acción. El personaje situado en el borde derecho, joven y elegante es el propio Velázquez que se ha autoretratado con un gracioso bigote y una pose estudiada (él era muy presumido).

Como en muchos cuadros originales, aquí observamos arrepentimientos (el pintor rectifica lo que desea pintando encima, pero como el óleo se oxida con el tiempo, pierde densidad y aparece debajo lo supuestamente borrado) Si quieres comprobarlo mira el sombrero del español de la primera lanza de la izquierda. Velázquez juega con la luz y hace que resalte lo que le interesa, rostros, manos, tejidos, contraponiéndola acusadamente con zonas de sombra y en ese contraste puedes notar la viveza y fuerza de la escena.

Para subrayar la lejanía , utiliza varios procedimientos: punto de vista alto (vemos mucho paisaje) y difuminado del paisaje del fondo (al igual que en la realidad, cuando miramos montañas lejanas, no las vemos nítidas, sino con sus contornos borrosos).

Existe un esquema compositivo estructurado en dos diagonales imaginarias que van desde el caballo hoalndés al español la primera y la segunda desde las lanzas al holandés de abrigo de ante claro.

Velázquez

Nació en Sevilla el 6 de junio de 1599. Procedente de una familia burguesa sevillana, fue el mayor de seis hermanos. Entre 1611 y 1617 el joven Velázquez trabajó como aprendiz en el taller del que sería su futuro suegro, Francisco Pacheco. Durante sus años de aprendizaje, Velázquez aprendió el naturalismo tenebrista imperante en su época, derivado del realismo italiano y del flamenco.

Durante los últimos años de su vida, Velázquez trabajó no sólo como pintor de corte, sino también como responsable de la decoración de muchas de las nuevas salas de los palacios reales. En el año 1649 regresó a Italia para adquirir obras de arte para la colección del rey. Durante su estancia en Roma (1649-1650) pintó el magnífico retrato de Juan de Pareja (Museo de Arte Metropolitano, Nueva York), así como el inquietante y profundo retrato del papa Inocencio X (Galería Doria Pamphili, Roma). Su elegante Venus del espejo data probablemente de esta época.

Fuentes