Mateo Pascual

Mateo Pascual
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Nacimiento1499
Zaragoza, Bandera de España España
Fallecimiento27 de diciembre de 1562
Roma

Mateo Pascual. Erasmista, profesor de la Universidad de Alcalá de Henares, perseguido por la Inquisición de Toledo y exiliado dos veces.

Síntesis biográfica

(¿Zaragoza?, 1499 - Roma, 27-XII-1562). No aparece siquiera citado en los catálogos de prelados y canónigos de Zaragoza, ni en las listas de arcedianos de Daroca; tampoco por Latassa, quizá porque no le constaba que hubiera escrito obra alguna, que pudo ser destruida durante su proceso. Menéndez Pelayo lo cita en Heterodoxos sólo por sus menciones en el célebre proceso del también erasmista y eximio hebraísta Juan de Vergara, antiguo secretario de Cisneros y coautor de la Políglota Complutense. Doctor en ambos Derechos, canónico y civil, participó como protagonista en la fundación del Colegio Trilingüe o de San Jerónimo, que quizá se debió a su personal iniciativa y que, admirado por Francisco I en su destierro madrileño, fue copiado luego en París con la fundación del Collège de France. Mosén Pascual, como a veces se le llama en los documentos, era entonces, tan joven, rector del Colegio de San Ildefonso. Aquél, para el curso 1528-29 y por su estímulo, otorgó doce becas para retórica, doce para griego y seis para hebreo y graduó a hombres como Juan Gil, Luis de la Cadena, Martín de Ayala, etc., y en 1531 a Diego Laínez, futuro General de los jesuitas.

En su calidad de rector se reunió en su despacho la comisión nombrada por el inquisidor general Manrique (hermanastro de Jorge, el poeta) para juzgar el Diálogo de la doctrina cristiana del erasmista, pero tan original, Juan de Valdés. La comisión, que contaba entre sus miembros a Pedro de Lerma, primer canciller de Alcalá y ardiente erasmista, y a otros profesores, dictaminó a favor, excepto el darocense Pedro Ciruelo, bastante conservador. Impreso el libro en 1529, surgieron sospechas contra todo el grupo progresista durante el proceso de Bernardino de Tovar, hermanastro de Vergara, de confusas aficiones con los alumbrados, especialmente con la dominante Francisca Hernández, por lo que la Inquisición prestó inmediata atención al grupo de Alcalá, estimulada por las presiones del antiguo erasmista italiano Girolamo Alejandro, ahora nuncio en Alemania, así como por el fracaso de la Dieta de Augsburg del verano de 1530. El caso es que Mateo Pascual, Juan de Valdés, el helenista alcalaíno Juan del Castillo y otros estiman oportuno huir de España a Italia, pacificada con motivo de la coronación imperial y el paso de Carlos V hacia Augsburg. La atmósfera intelectual comenzó a hacerse espesa en España para las mentes abiertas, y la Inquisición inició la campaña contra el erasmismo, confundido con el luteranismo en aquellas aguas revueltas. La huida aumentó las sospechas, confirmadas por las acusaciones de un delator llamado Diego Hernández, basadas en las complacencias doctrinales de Pascual con el Diálogo de Valdés y en que, al parecer, no creía en el purgatorio. De hecho, Francisco Enzinas, otra gloria del humanismo renacentista español, traductor del Nuevo Testamento al castellano (Amberes, 1543), narra que había oído que alguien le objetó en Alcalá: «Si eso es así, no habría purgatorio», a lo que mosén Pascual respondió: «¿Y qué?».

La Inquisición montó una caza en regla. Valdés, extrañamente, y no por la protección de su hermano Alfonso, muerto el 32, no fue tocado en Nápoles; Alfonso mismo hubiera sido perseguido. Pero Castillo, que enseñaba griego en Bolonia, fue apresado en 1533, llevado a España y quemado. Mosén Pascual volvió por sus pasos y honrosamente: el nuevo arzobispo a la muerte de Don Juan II de Aragón, Fadrique de Portugal, quien había sido obispo de Sigüenza y tomaba posesión el 23-IX-1532, le nombró su vicario general; su primer documento en el cargo lleva fecha del 18 de agosto. En él siguió sólo hasta el 17-VII-1533, sustituído por Francisco de Aguirre «propter captionem domini mathei pascual vicarii generalis per officium sanctae inquisitionis», como textualmente reza un documento catedralicio en nota marginal. Ya en mayo de ese año cundió el rumor de haber sido destituido, según carta secreta de Vergara a Tovar interceptada que consta en su proceso, y de que «ha más de tres meses que se dize que el Arçobispo nuevo proveía de otro». Su captio o captura debió de resultar escandalosa: el vicario general in spiritualibus et temporalibus, sospechoso de herejía y encartado por la Inquisición. La cosa sucedió así: en carta a los inquisidores de Aragón (Pedro Vaguer es uno de los más sobresalientes, luego obispo de Alguer en Cerdeña), del 6 de junio, recomienda Manrique que lo llamen haciéndole creer que lo convocan como consultor de una causa y lo sometan hábilmente a interrogatorio. Si confiesa, le asignarán por prisión una casa honrada; si no, habrá que encarcelarlo, aunque dándole buen trato. Otras del 6 de junio y 15 de julio autorizan su traslado a la cárcel inquisitorial de Toledo; la final de la serie, del 10 de septiembre, ruega a estos inquisidores atiendan a la «calidad de su persona» ya que el arzobispo acaba de hablarle (durante las Cortes de Monzón) para que su causa «sea brevemente despachada y él bien tratado en la cárcel». Su proceso se ha perdido o al menos no se ha hallado hasta ahora, y no se sabe cuándo salió de la cárcel. Se cree que hacia 1537, pues Antonio Agustín quien había sido su alumno en Alcalá, le escribía entonces desde Bolonia. Volvió a Zaragoza, de nuevo vicario general, «tamquam innocens absolutus» según aquella nota marginal, ya no de don Fadrique, muerto el 39 de noviembre en Barcelona, sino de su sucesor don Hernando de Aragón, hermano de don Juan, hijos ambos naturales del arzobispo don Alonso, quien también lo era del Católico Rey. Ejerció el cargo hasta el 14-VIII-1540.

Muerte

No se sabe tampoco cuándo se fue de nuevo a Roma, pero no resulta difícil barruntar por qué. Allí murió, no quizá en la fecha dada por Antonio Agustín y recogida por Bataillon, 1553, sino en 1562, como defiende Fernández Serrano, pues ésta constaba en su hoy desaparecido epitafio de San Juan de Letrán, donde fue enterrado, recogido por Forcella: murió el 27-XII-1562 a sus 63 años. Escrito por él mismo, según Agustín, o quién sabe si por éste, fue costeado por su sobrino y heredero Jerónimo Pascual y por dos hermanos admiradores de Tarragona, Francisco y Jacobo Robuster. Hay que transcribirlo en latín: «Semper in adversis vixi, genus omne malorum / Expertus, quorum non fuit ulla quies. / Nunc morior, nunc finis erit, nunc ista valebunt. / Quod superest, animam suscipe Christe meam» («Siempe viví en contienda, todos los males / sufriendo, sin jamás darme respiro. / Muero, es ya el fin, y ahora habrán de salvarme. / Mas recibe tú mi alma, Cristo mío»).

Su caso es ejemplar, y en gran parte semejante al de Pedro de Lerma. Sospechoso también desde el 33, dimite de canciller de Alcalá el 1535 a sus 70 años de edad. La Inquisición lo encarcela, y en su vejez, por respeto, le perdona, y él se va al extranjero a enseñar, a la Sorbona, donde bien joven había sido nada menos que decano de la Facultad de Teología. No volvió a España ya. Como Juan Luis Vives. Como Miguel Servet. Como tantos otros sabios progresistas de su tiempo. Mateo Pascual es uno de los pocos casos conocidos del Erasmismo de Aragón. Y también, como en tantos otros, hay que achacar a la Inquisición que sus obras, que debieron de existir, pues eran entonces condición indispensable de la enseñanza universitaria y hay alguien, Juan de Verzosa, que le llama «gurges doctrinarum» —un torbellino de saberes—, se hayan perdido para siempre.

Fuentes