Óscar Arnulfo Romero

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Óscar Arnulfo Romero
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Obispo de San Salvador
22 de febrero de 1977 - 24 de marzo de 1980
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ArquidiócesisSan Salvador
PredecesorLuis Chávez y González
SucesorArturo Rivera y Damas
Información personal
Nombre secularÓscar Arnulfo Romero y Galdámez
TítulosArzobispo de San Salvador
Nacimiento15 de agosto de 1917
Ciudad Barrios, San Salvador, Bandera de El Salvador El Salvador
Fallecimiento24 de marzo de 1980
San Salvador, Bandera de El Salvador El Salvador
Alma máterPontificia Universidad Gregoriana
Santidad
Beatificación23 de mayo de 2015 por el cardenal Angelo Amato (representando al papa Francisco) en la plaza Salvador del Mundo
Canonización14 de octubre de 2018 por Francisco en Roma
Festividad24 de marzo
Venerado enIglesia católica, Comunión anglicana, Iglesia luterana
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'Sentire cum Ecclesia'

Óscar Arnulfo Romero y Galdámez (* Ciudad Barrios, El Salvador; 15 de agosto de 1917 – † San Salvador, (Id.), 24 de marzo de 1980) conocido como Monseñor Romero,[1] fue un sacerdote católico salvadoreño y el cuarto arzobispo metropolitano de San Salvador (1977-1980). Se volvió célebre por su predicación en defensa de los derechos humanos y murió asesinado en el ejercicio de su ministerio pastoral.

Como arzobispo, denunció en sus homilías dominicales numerosas violaciones de los derechos humanos y manifestó públicamente su solidaridad hacia las víctimas de la violencia política de su país.[2] Su asesinato provocó la protesta internacional en demanda del respeto a los derechos humanos en El Salvador. Dentro de la Iglesia Católica se le consideró un obispo que defendía la "opción preferencial por los pobres". En una de sus homilías, Monseñor Romero afirmó: "La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres, así la Iglesia encuentra su salvación." (11 de noviembre de 1977)

En 1994, una causa para su canonización fue abierta por su sucesor Arturo Rivera y Damas. A partir de este proceso, Monseñor Romero ha recibido el título de Siervo de Dios.[3] En Latinoamérica muchos se refieren a él como San Romero de América.[4] Fuera de la Iglesia Católica, Romero es honrado por otras denominaciones religiosas de la cristiandad,[5] incluyendo a la Comunión Anglicana.[6][7] Él es uno de los diez mártires del siglo XX representados en las estatuas de la Abadía de Westminster, en Londres,[8]y fue nominado al Premio Nobel de la Paz en 1979.[9]

Infancia y juventud

Óscar A. Romero nació el 15 de agosto de 1917 en Ciudad Barrios, en el departamento de San Miguel (El Salvador). Era el segundo de 8 hermanos, hijos del matrimonio formado por el telegrafista y empleado de correos, Santos Romero y Guadalupe Galdámez.[1] Fue bautizado, el 11 de mayo de 1919, en la iglesia parroquial de su ciudad natal. Desde niño tuvo una salud muy frágil, fue retraído y callado. En la escuela pública donde estudió, destacó en materias humanísticas más que en matemáticas.

Practicó desde su infancia, la oración nocturna y la veneración al Inmaculado Corazón de María.

Carrera eclesial

En 1930, a la edad de 13 años, ingresó al seminario menor de la ciudad de San Miguel, que era dirigido por sacerdotes claretianos. Posteriormente, en 1937 ingresó en el Seminario de San José de la Montaña de San Salvador.[1] Ese mismo año, viajó a Roma donde continuó sus estudios de teología en la Pontificia Universidad Gregoriana. Vivió en el colegio Pío Latinoamericano (casa que alberga a estudiantes de latinoamérica), hasta que llegó a ser ordenado sacerdote el 4 de abril de 1942 a la edad de 24 años.[10] En Roma fue alumno de monseñor Giovanni Batista Montini, (futuro papa Pablo VI).

Regresó a El Salvador en 1943 siendo nombrado párroco de la ciudad de Anamorós en La Unión; después fue enviado a la ciudad de San Miguel donde sirvió como párroco en la Catedral de Nuestra Señora de La Paz y como secretario del Obispo diocesano monseñor Miguel Ángel Machado.

Posteriormente fue nombrado secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador en 1968. El 21 de abril de 1970, el papa Pablo VI lo designó Obispo Auxiliar de San Salvador, recibiendo la consagración episcopal el 21 de junio de 1970, de manos del nuncio apostólico Girolamo Prigrione.[10] El 15 de octubre de 1974, fue nombrado obispo de la diócesis de Santiago de María en el departamento de Usulután. Ocupó esa sede durante dos años.[10] El 3 de febrero de 1977, fue nombrado por el Papa Pablo VI como Arzobispo de San Salvador, para suceder a Monseñor Luis Chávez y González.[10]

Muchos sacerdotes y laicos de la archidiócesis sintieron extrañeza ante su nombramiento, pues preferían para el cargo a Mons. Arturo Rivera y Damas, obispo auxiliar de Mons. Chávez.[11] Algunos consideraron a Romero como el candidato de los sectores conservadores[12] que deseaban contener a los sectores de la Iglesia archidiocesana que defendían la “opción preferencial por los pobres” (conocidos como clero medellinista).

Arzobispado

1977

El 10 de febrero de 1977, en una entrevista que le realizó el periódico La Prensa Gráfica, el arzobispo designado afirmó que:

El gobierno no debe tomar al sacerdote que se pronuncia por la justicia social como un político o elemento subversivo, cuando éste está cumpliendo su misión en la política de bien común.[13]

.

El 20 de febrero, mientras la archidiócesis se preparaba para la toma de posesión del nuevo arzobispo, el país celebraba elecciones presidenciales. Luego de los comicios, el 26 de febrero, el Consejo Central de Elecciones declaró vencedor al general Carlos Humberto Romero, candidato del Partido de Conciliación Nacional, (en el poder desde 1962). Las fuerzas opositoras denunciaron un fraude electoral de grandes proporciones y convocaron a una concentración popular en la Plaza Libertad de San Salvador. El 28 de febrero, las fuerzas de seguridad gubernamentales disolvieron violentamente esta concentración popular, con un saldo de decenas de muertos y desaparecidos.

Durante la semana anterior a la toma de posesión de Mons. Romero como arzobispo, el gobierno del presidente Arturo Armando Molina arrestó y expulsó del territorio salvadoreño a los sacerdotes Bernard Survill (norteamericano) y Willibrord Denaux (belga), miembros del clero archidiocesano. Tres semanas antes, a finales de enero, había sido arrestado y expulsado del país el sacerdote colombiano Mario Bernal.

El 22 de febrero, Mons. Romero tomó posesión del cargo de Arzobispo de San Salvador en una ceremonia sencilla celebrada en la capilla del Seminario Mayor de San José de la Montaña, a la que asistieron el nuncio apostólico Mons. Emmanuelle Gerada y los demás obispos de El Salvador. Ese mismo día, el gobierno anunció que varios religiosos que se hallaban fuera del país, entre ellos el español Benigno Fernández S. J. y el nicaragüense Juan Ramón Vega Mantilla, no debían regresar.

El 5 de marzo, durante una asamblea especial de los obispos, se eligió a Mons. Romero como vicepresidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador y se preparó un comunicado para denunciar la persecución de la Iglesia en el país.

El 12 de marzo de 1977, el P. Rutilio Grande, S. J., amigo íntimo de Mons. Romero, fue asesinado en la ciudad de Aguilares junto a dos campesinos. Grande llevaba cuatro años al frente de la parroquia de Aguilares, donde había promovido la creación de comunidades cristianas de base y la organización de los campesinos de la zona. El propio presidente de la República informó a Mons. Romero sobre la muerte de Grande, prometiendo una investigación sobre los hechos. El arzobispo reaccionó a este asesinato convocando a una misa única, para mostrar la unidad de su clero. Esta misa se celebró el 20 de marzo en la plaza Barrios de San Salvador, a pesar de la oposición del nuncio apostólico y de otros obispos.[14]

1978-1979

En estas fechas, comenzó a cambiar su predicación y pasó a defender los derechos de los desprotegidos. Monseñor Romero denunció en sus homilías los atropellos contra los derechos de los campesinos, de los obreros, de sus sacerdotes, y de todas las personas que recurrieran a él, en el contexto de violencia y represión militar que vivía el país. En sus homilías posteriores a la muerte de Rutilio Grande, recurrió sin temor a los textos de la Conferencia de Medellín, y pidió una mayor justicia en la sociedad. Durante los tres años siguientes, sus homilías, transmitidas por la Radio diocesana YSAX, denunciaban la violencia tanto del gobierno militar como de los grupos armados de izquierda. Señaló especialmente hechos violentos como los asesinatos cometidos por escuadrones de la muerte y la desaparición forzada de personas, cometida por los cuerpos de seguridad. En agosto de 1978, publicó una carta pastoral donde afirmaba el derecho del pueblo a la organización y al reclamo pacífico de sus derechos.

Asesinato

Cepelio del Monseñor Romero

En octubre de 1979, recibió con cierta esperanza las promesas de la nueva administración de la Junta Revolucionaria de Gobierno, pero con el transcurso de las semanas, volvió a denunciar nuevos hechos de represión realizados por los cuerpos de seguridad. Un día antes de su muerte, hizo un enérgico llamamiento al ejército salvadoreño:

Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Y en concreto, a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles... Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: "No matar". Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia, y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión.
Óscar Romero

El día lunes 24 de marzo de 1980 fue asesinado cuando oficiaba una misa en la capilla del hospital de La Divina Providencia en la colonia Miramonte de San Salvador. Un disparo hecho por un francotirador impactó en su corazón, momentos antes de la Sagrada Consagración. Al ser asesinado, tenía 62 años de edad. Sus restos mortales descansan en la cripta de la Catedral Metropolitana de San Salvador. En 1993 la Comisión de la Verdad, organismo creado por los Acuerdos de Paz de Chapultepec para investigar los crímenes más graves cometidos en la guerra civil salvadoreña, concluyó que el asesinato de Monseñor Óscar Romero había sido ejecutado por un escuadrón de la muerte formado por civiles y militares de ultraderecha y dirigidos por el mayor Roberto d'Aubuisson, (fundador del Partido ARENA) y el capitán Álvaro Saravia, el cual, años más tarde confesó en una entrevista periodística su participación junto con importantes miembros empresariales del país, señalando a Mario Ernesto Molina Contreras, hijo del ex-presidente Arturo Armando Molina y a Roberto d'Aubuisson entre otros.[15] D'Aubuisson, que murió en 1992 producto de un cáncer, siempre rechazó su vinculación al hecho.

En 2004, una corte de los Estados Unidos declaró civilmente responsable del crimen al capitán Saravia, único de los involucrados aún con vida.[16][17]El 6 de noviembre de 2009, el Gobierno salvadoreño presidido por Carlos Mauricio Funes Cartagena decidió investigar el asesinato de Romero para acatar un mandato de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos del año 2000.[18]

Proceso de canonización

El 12 de mayo de 1994 la Archidiócesis de San Salvador pidió permiso a la Santa Sede para iniciar el proceso de canonización.[19] El proceso diocesano concluyó en 1995 y el expediente fue enviado a la Congregación para la Causa de los Santos, en la Ciudad del Vaticano, quien en 2000 se lo trasfierió a la Congregación para la Doctrina de la Fe (en ese entonces dirigida por el cardenal alemán Joseph Ratzinger, quien después fue Papa con el nombre de Benedicto XVI) para que analice concienzudamente los escritos y homilías de monseñor Romero. Una vez terminado dicho análisis, en 2005 el postulador de la causa de canonización, monseñor Vicenzo Paglia, informó a los medios de comunicación de las conclusiones del estudio: Romero no era un obispo revolucionario, sino un hombre de la Iglesia, del Evangelio y de los pobres.

Durante el pontificado de Benedicto XVI el proceso de beatificación se mantuvo bloqueado pero al llegar a la silla papal Francisco I se reabrió en abril de 2013, debido a que el nuevo Papa es un fiel devoto del llamado San Romero de América[20].

Francisco I y el prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, cardenal Angelo Amato, firmaron el 7 de marzo de 2018 la canonización de Romero y del papa Pablo VI.

La canonización del arzobispo de San Salvador estaba prevista como un decreto que reconocía el martirio de Romero 'in odium fidei' (asesinado por odio a la fe), que le ahorraba el requisito de obrar un milagro.[21].

El 14 de octubre de 2018, ante decenas de miles de feligreses congregados en la Plaza de San Pedro, el papa Francisco proclamó siete nuevos santos de la iglesia católica, entre ellos Pablo VI y monseñor Óscar Arnulfo Romero.[22].

Honores recibidos

  • Doctor Honoris Causa de la Universidad de Lovaina de Bélgica (1980).
  • Doctor Honoris Causa de la Universidad de Georgetown, Estados Unidos (1978).
  • Doctor Honoris Causa de la Universidad de El Salvador (1980).
  • Doctor Honoris Causa de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) de El Salvador.
  • Premio Paz de la Acción Ecuménica Sueca (1980).
  • Hijo meritísimo Post Mortém de la Asamblea Legislativa de la República de El Salvador (2000).
  • Ciudadano Ilustre de la municipalidad de Ciudad Barrios (1970).
  • Día Nacional de Monseñor Óscar Arnulfo Romero cada 24 de marzo, declarado por la Asamblea Legislativa de la República de El Salvador (2010).[23]

Mons. Romero en la Cultura Popular

Romero fue símbolo de unión con los pobres durante la guerra en El Salvador (1980-1992). Actualmente es considerado como un símbolo por distintas comunidades hispanas, y de otras partes del mundo. Algunos sectores le nombran "San Romero de América",[24][25]apelativo concebido por el religioso Pedro Casaldàliga.[26]

La película Romero, realizada en 1989, está basada en su biografía. Con guión escrito por John Sacret Young y siendo Raúl Julia la estrella principal, representando a Monseñor Óscar Romero.

La canción "El Padre Antonio y el Monaguillo Andrés", de Rubén Blades, narra la historia de un sacerdote asesinado durante la misa, como un homenaje a "un cura bueno: Arnulfo Romero".

Muchos músicos populares también dedican sus arreglos musicales en memoria de la labor que él condujo a través de los años en su labor pastoral, dentro de esos cantos están: "Monseñor Romero, Profeta, Mártir y pastor". Otros: grupo Yolocamba I Ta, Luis Enrique Mejía Godoy con "Farabundo y Romero", Nancy White con "Hymn to Óscar Romero", el grupo chileno Sol y Lluvia con: "gorrion de amor", Super Pakito Chac con "SLM80" y el grupo Hondureño Pez Luna con su canción "Monseñor".

En ocasión del XXV Aniversario, dos nuevos discos salen a la luz: una nueva versión de la “Misa Popular Salvadoreña” con la participación los integrantes de “Exceso de Equipaje”: Guillermo Cuéllar, Alberto Masferrer y Paulino Espinoza, las voces del coro de la Universidad Tecnológica y otros músicos invitados y el álbum “ Profeta, 25 años después”, grabado por jóvenes de la Red de Músicos Católicos Caritas Christi de El Salvador. Canciones como "Corazón de Maíz" (Preludio) y "Nacistes al morir" (Ricardo Amaya) son parte de este homenaje..

También existe una fundación que contribuye a rescatar los valores del evangelio a los más necesitados sino también a desarrollar actividades socioculturales de formación y acompañamiento a otras organizaciones populares cuyo nombre es "Fundación Monseñor Romero".[27]

Citas

"Y si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño."
"La Iglesia no debe meterse en política, pero cuando la política toca el altar de la Iglesia. ¡A la Iglesia le toca defender su altar!"
"También las circunstancias desconocidas pueden ser afrontadas con la gracia de Dios. Él ha asistido a los mártires y, si es necesario, lo sentiré muy próximo, al confiarle mi último suspiro. Pero más todavía que al enfrentarme con la muerte, necesitamos coraje al entregar toda la vida y vivir para Él."
"Si denuncio y condeno la injusticia es porque es mi obligación como pastor de un pueblo oprimido y humillado"
"El Evangelio me impulsa a hacerlo y en su nombre estoy dispuesto a ir a los tribunales, a la cárcel y a la muerte"
"Ningún soldado está obligado a cumplir una ley en contra de la ley de Dios, pues una ley inmoral nadie tiene por qué cumplirla".

Referencias

Confesión del Capitán Saravia: Así matamos a monseñor Romero

Biografías

  • James R. Brockman S. J., La palabra queda. Vida de Monseñor Óscar A. Romero. UCA Editores, Colección Teología Latinoamericana, primera edición en español, San Salvador, El Salvador, 1985. ISBN 84-8405-075-0
  • Jesús Delgado Acevedo, Óscar A. Romero. Biografía, Ediciones Paulinas, Madrid, España, 1986. ISBN 84-285-1084-9
  • María López Vigil, Piezas para un retrato, UCA Editores, primera edición, San Salvador, El Salvador, 1993. ISBN 84-8405-188-9 (edición en formato electrónico)
  • Miguel Cavada, Monseñor Romero, Su vida, su testimonio y su palabra, Imprenta Criterio y Fundación Monseñor Romero, Cuarta edición, San Salvador, El Salvador, 2005.

Véase también

Fuentes