Museo del Patriarca

Museo del Patriarca
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Información geográfica
PaísEspañaBandera de España
Información visitantes
DirecciónPlaza del Patriarca Valencia

En el año 1959, el Real Colegio Seminario de Corpus Christi de Valencia, consciente del inmenso y valioso patrimonio cultural acumulado a lo largo de los siglos, quiso hacer un esfuerzo para facilitar a los ciudadanos el conocimiento y disfrute de esos bienes culturales. Para ello encargó al arquitecto valenciano Carlos Soria habilitar un espacio museístico accesible al público en una parte de las antiguas habitaciones de los colegiales. Surge el Museo del Patriarca que se encarga de exhibir una escogida selección de las valiosas obras artísticas junto con muestras de orfebrería y libros de gran valor.

Descripción

Fundado por el Beato San Juan de Ribera en 1556 el Conjunto formado por colegio e iglesia. Sus paredes y techos están recubiertas por zócalos de azulejos y frescos de Bartolomé Matarana. Posee incontables obras artísticas, algunas de gran valor. Su arquitectura pertenece a la escuela herreriana. El patio esta formado por 85 columnas y dos galerías. El Museo del Patriarca comparte su increíble colección tanto artística como histórica con el público. En una de las zonas más céntricas de la ciudad, muy próximo a la Catedral y el Miguelete, este museo posee un buen número de piezas de alto valor y ofrece al visitante exposiciones temporales de mucho interés, además de proyecciones y conciertos en su precioso claustro. Ha conseguido convertirse en visita obligada a través de un gran trabajo de programación, que incluye sus fondos más valiosos y las obras artísticas con las que el fundador dotó al colegio. Esta cuenta con muestras relevantes de pintura española de estilo gótico, del renacimiento con valiosas obras de El Greco, del barroco y además de pinturas del siglo XVIII y XIX. También incluye muestras de pintura italiana y flamenca con obras de autores como Caravaggio o Van Der Weyden, además de Ribalta, Benlliure o Pinazo.

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Salas del museo

La primera sala son fundamentalmente tablas. Es la más antigua y tiene cosas de Juan de Juanes. O una Anunciación que es de los mismos pintores como las famosas puertas del retablo de la Catedral de Valencia, luego una cruz de madera de boj que contiene cuarenta y cuatro escenas religiosas, una talla hecha por un monje ortodoxo. La siguiente sala se centra en la época en la que Juan de Ribera estuvo de obispo, en su juventud, en Badajoz. «La parte más importante es la del Greco, La Natividad. Luego están otras obras que pintaba para él el extremeño Luis de Morales, que de los españoles contemporáneos, era el más cercano a lo italiano. Esto forma parte de un tríptico cuya fragmento central está en otro lugar. Es una pieza importante que ha viajado varias veces a Italia. Y luego una especialmente importante en sí misma es una tabla de Mabuse que ha estado en Nueva York, Londres, Italia… Esta es espectacular por su tamaño y su calidad. Es una de las piezas más importantes del museo. No solo hay pinturas, tallas o esculturas. De repente, nos encontramos con una mesa pequeña, que apareció cuando se construyó el edificio y se demolieron las casas viejas. A su lado hay otra con una llamativa arqueta de carey. «Esta también es importante, pero sobre todo para los ingleses, porque en esta cajita de concha de tortuga se guarda el librito, La agonía de Cristo, que escribió Tomás Moro cuando estaba preso por Enrique VIII en la Torre de Londres. Escribió este libro sobre la tristeza de Cristo en Getsemaní, en el huerto de los Olivos, comparándola con su propia tristeza. La sacó escondida entre las faldas de su hija y llegó a España cuando Felipe II fue nuevo rey de España. Es una pieza muy excepcional que los historiadores ingleses se quedan alucinados de que esté en Valencia». Hay joyas de diversa índole, réplicas de Caravaggio, las obras de Francisco de Ribalta o un enorme mapamundi de finales del siglo XVI, cien años después del descubrimiento de América, donde están plasmados todos los conocimientos geográficos que había en tiempos de Felipe II, es una pieza única y aquí se preservó. Tiene observaciones de los exploradores dentro de un recuadro o notas sobre animales. Una de las salas posee numerosas reproducciones, fantásticas esculturas de Juan de Ribera que preside el claustro, es de barro medio cocido, no una terracota completa. «Es muy frágil y expresa los rasgos más característicos de Mariano Benlliure —autor de sendas obras—, ese virtuosismo textual. Cuando uno piensa en escultura piensa más bien en volúmenes, en huecos, y la textura corresponde más a la pintura, es una escultura casi pictórica. Los vestidos del personaje: la sotana parece de lana, luego otra prenda es de lino, otra de seda… Conseguir todos esos efectos solo con barro… Es lo específico de la obra de Benlliure. A partir de este boceto, el autor lo talla en mármol de Carrara, viene de Roma y se monta aquí en 1896 sobre un pedestal de otra persona». La obra ocupa el lugar que durante años correspondió a una fuente con una escultura romana que la leyenda bautizó como La Palletera. Seguidamente otra sala donde hay una vitrina con un montón de Biblias de todos los tamaños.

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Biblioteca

En el archivo, atiborrado con 30.000 documentos, tantos que varias salas unidas por puertas contiguas están literalmente forradas de libros de arriba abajo. Toda esa documentación la recuperó el colegial perpetuo doctor Tortosa cuando estaba viendo, en 1803, que el papel se estaba vendiendo como envoltura para las especias o los tramussos. En la biblioteca hay cinco mil volúmenes, y otra más, la de los colegiales, cuenta con cerca de dieciséis mil. Algunos son de gran valor, como los 2.651 de los siglos XVI y XVII, o los códices minados, incunables casi desconocidos o interesantes manuscritos.

Fuentes