No quiero crecer

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No quiero crecer
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Libro de autoyuda donde se describen las distintas etapas de la vida de los jóvenes, reparando en los principales conflictos y desafíos de cada una de ellas.
Título originalNo quiero crecer
Autor(a)(es)(as)Pilar Sordo
Editorial:Editorial Planeta
GéneroAutoayuda
PaísBandera de Chile Chile
Sitio web
http://www.editorialplaneta.com.ar/descripcion_libro/9378

No quiero crecer. Libro que recorre las distintas etapas de la vida de los jóvenes -desde los nueve hasta los treinta años- reparando en los principales conflictos y desafíos de cada una de ellas, así como en la dirección en que los padres deben orientar los sueños de sus hijos para que ellos puedan desarrollarse en plenitud, es considerado una de los mejores textos escritos por la psicóloga chilena Pilar Sordo.

Síntesis

¿Cómo superar el miedo a ser grande? ¿Por qué los adolescentes no quieren crecer? Con estas interrogantes, la destacada psicóloga Pilar Sordo abre un debate cuyas respuestas deben ser buscadas por los adultos a partir de la reflexión sobre el tipo de testimonio que estamos siendo para nuestros hijos. En un contexto en el que tratamos de darles todo lo que ellos necesitan, nos estamos olvidando de lo que realmente nos están pidiendo: más afecto, caricias, límites, un mundo más seguro por el cual transitar.

Este libro recorre las distintas etapas de la vida de los jóvenes -desde los nueve hasta los treinta años- reparando en los principales conflictos y desafíos de cada una de ellas, y en la dirección en que los padres deben orientar los sueños de sus hijos para que ellos puedan desarrollarse en plenitud.

"Creo profundamente en los adolescentes de este país, pero en lo que me cuesta creer es en los adultos; por lo tanto, si los adultos cambiamos como motor de vida, como testimonio de acción, claramente vamos a tener una generación de adolescentes que en el futuro van a ser los grandes constructores de este país."

Etapas abordadas

Adolescentes: Características generales

Esta generación la autora la denomina «Generación On off», debido a que todo lo prende, lo apaga y con esa misma rapidez que ocurran las cosas. Los jóvenes impacientes, que tienen poca tolerancia a la frustración, escasa disciplina, son poco rigurosos y no funcionan sobre la base del rigor, fundamentalmente porque los padres que le han facilitado cada vez más las cosas; por lo tanto, ellos terminan careciendo de un temple firme y sólido. No tienen sueños, no tienen grandes luchas o grandes batallas, que no sea estar en contra de otro y tratar de pelear por ser ellos mejores. La «Generación Banda Ancha», que es la que apunta a la rapidéz con la que las cosas tienen que se vividas, procesadas, cambiadas. Se cambia de pareja cuando se acaba una relación, que se tienen que procesar los dolores cuando se viven.

La autora indica que existen rasgos característicos en la Generación que estamos viviendo:

  • Borrar todo lo antiguo para poder caer en lo nuevo. Que no se repara nada, porque es más barato incluso comprarse cosas nuevas que arreglar cosas viejas. Ya no reparamos y esto incluye el perdón.
  • Nos hemos ido alejando de los vínculos familiares (sobre todo de los abuelos).
  • No se valora la edad, la experiencia, la formación y los años de trabajo.
  • No saben cómo hacerlo para poder disfrutar de la etapa en la que viven.
  • Existe una confusión entre el concepto de autoritarismo y de autoridad.
  • Tienen mucho interés en el tema del miedo (positivo y negativo).
  • No comprenden que decir he madurado no necesito experimentarlo todo.

De 9 a 11 años: Cambios

Esta etapa comienza la pubertad o inicio de los cambios corporales, hormonales y vivenciales o psicológicos. Estas transformaciones están asociadas a la autoestima. Todo cambia entre los 9 a 11 años, todo se está modificando permanentemente: el cuerpo, la estatura, el peso, la contextura, el pelo y la imagen corporal de la cara. Comienzan a sentir que las cosas les molestan, sin saber mucho por qué. Todos estos cambios emocionales van generando aislamiento, conflictos con los padres, que los empiezan a desconocer en este proceso de crecimiento. El papá y la mamá deben asumir este proceso de cambio no de manera negativa, sino de un modo positivo.

En este período hay que controlar:

  • El aumento de ansiedad que produce la obsesión por la masturbación (lo ven como un método de descarga). El deporte, por ejemplo, es una estupenda manera de botar la ansiedad y lograr que la conducta masturbatoria no se presente.
  • Por causa del cambio fonético (voz de pito), comienza a desarrollarse el Bullying. Por esto es importante crear conciencia familiar respecto de la diversidad, tenemos que desarrollar la empatía y la capacidad de comprensión para que los niños nunca se vuelvan agresores.
  • Otro tema es la amistad por género, que se da en especial en las mujeres, el pensar en la exclusividad personal (“mi mejor amiga”). El no entender que lo más sano es que yo sea amiga de todas, me permitirá vivir una mejor dimensión de amistad.
  • En los varones debido a que existe una condición de no desarrollar una conversación larga, entonces el juego es un vínculo de comunicación. Es necesario la supervisión de los padres.
  • Por la metamorfosis interna y externa se produce inevitablemente la baja del rendimiento escolar. Es trascendental recalcar el tema de la voluntad, la valoración del esfuerzo, que en casa nunca se pierda la conciencia del deber por sobre el placer, el desarrollo y la búsqueda de talentos de los hijos, que es la gran misión de los papás a esta edad.
  • Es importante reforzar la relación entre hermanos.

De 11 a 13 años: Del cambio al terremoto

Los cambios físicos siguen, pero ahora ya se saben controlar. Aprenden a controlar el tema de la menstruación y a manejar los cambios de voz. Los caracteres sexuales secundarios muestran a personas grandes, pero su estructura mental (en especial todavía, las niñitas son temerosas, inseguras, no conocen el mundo y los riesgos de la vida). Por esta razón a veces en casa son regalones, muy apegados a sus padres y otras veces quieren ser grandes, independientes y exhibir su crecimiento. Esta ambigüedad se da tanto en los hombres como en las mujeres.

Existe con mayor fuerza la búsqueda de una identidad personal, la respuesta del quién soy yo. Es una pregunta que ellos hacen y muy pocos padres son capaces de acoger. En la medida en que en las casas no hay una identidad propia, no se invitan a amigos de distintas ondas y grupos a tomar o ver televisión o a juntarse a hacer una tarea, los padres empiezan a perder el control sobre sus hijos y ellos van a hacer sus trabajos a otras casas, y comienzan a formar parte de grupos aquellos papás desconocen; ya no son los compañeros del colegio, sino personas con las que probablemente chatearon o se encontraron en una plaza.

En este momento empiezan los papás a experimentar los primeros indicios de pérdida de manejo y de control de ciertas variantes. Es importante mostrar las vivencias de la vida real según el estado socioeconómico. En este período todo parece calmarse y el aburrimiento, el poco movimiento, la desmotivación, el que las cosas entusiasmen por un rato y dejen de entusiasmar al segundo siguiente. La comunicación es fundamental para analizar otras realidades familiares, económicas y valóricas con el fin de que emita juicio de valor.

De 13 a 15 años: Terremoto

La autonomía es clave en esta etapa. Los padres deben explicar la diferencia entre sexo y sexualidad. El sexo tiene que ver con la práctica sexual, y la sexualidad con la connotación de esta práctica asociada a valores, al compromiso, a la espera, a contención y a formación que ese niño o que ese adolescente ya ha recibido. La sexualidad debe estar asociada a la espiritualidad. Existen tres conceptos que deben ser aprendidos: pudor, autocuidado, virginidad, esperar, libertad, fuerza de voluntad, perseverancia, reparar, el aprendizaje del dolor, diversión. Existen grupos en cuanto a la primera experiencia sexual:

  • Los viejos del alma (aquellos que tienen bastante experiencia, está asociada a los traumas).
  • Los que no le importan nada, la incorporan como una experiencia de vida y simplemente siguen adelante.
  • Los que sí le importa, pero no es capaz de verbalizarlo, porque se siente ridículo.

Otro tema de importancia es la preocupación de los padres en forma masiva, es el asunto de los límites. Por ejemplo, los horarios de salida y llegada a casa.

Para vivir libre en la vida se necesita aprender a ser responsable. Otro tema es la tecnología y en qué medida utilizarla. Debe ser orientado por el ejemplo. La resolución de conflictos debe ser cara a cara y no a través de teclados. La tecnología dificulta el establecer la comunicación social y familiar. En esta etapa se desarrolla mi escala o formación valórica. También se realiza la imagen de la pareja con la que me voy a quedar. La elección depende de los valores inculcados por mi familia.

De 15 a 18 años: Búsqueda de sueños

En esta etapa existen desafíos cotidianos, como la responsabilidad y el deber. También es en esta etapa se consolida sí seguir una carrera universitaria, profesional o técnico. Existen reflexiones existenciales en relación con la carrera que ha de escoger. Muchos necesitan de la orientación vocacional que muchas veces se transforma en desorientación vocacional. Generalmente los grandes sueños no están en relación con lo que mejor hacemos. Es importante incluir una visión espiritual: ¿Para qué Dios me creó y cuál es el papel que tengo que cumplir en la tierra?

La orientación vocacional tiene y debe estar orientada en la búsqueda de sueños y no de carreras. Las carreras están al servicio de cumplir los sueños. A lo único que un adolescente entre quince y dieciocho años no puede renunciar nunca es a los sueños y al cumplimiento de éstos a lo largo de su vida.

La formación de parejas: asociar el amor al buen trato, al respeto, al cariño, a la solidaridad y no al dolor. El desafío es formar parejas estables, ojalá sin vida sexual; tener una orientación espiritual que permita trascender todo lo que hagan, incluso esta misma búsqueda de los sueños.

De 18 a 24 años: Sueños

En esta etapa nos cuenta que los jóvenes tienen temple, son capaces de mantener sus sueños, se manejan frente las frustraciones laborales o universitarias. En cuanto a la pareja, son capaces de consolidar relaciones basada en el respeto, en un amor que hace bien, que no daña, que no provoca dolor, que simplemente hace crecer, se comienza entender que el amor es más que una emoción o un sentimiento; es una decisión que yo tomo con el otro y que recién a esta edad uno debiera tener orientada. Palabras claves:

  • Tolerar los primeros fracasos emocionales y académicos.
  • Restablecer las relaciones con los padres un poco más madura de uno y con razones absolutamente fundamentadas frente a los padres, en forma madura y[responsable.

Si las personas no creen en el matrimonio, prefieren la idea de convivir. Otro problema es el gustito por el dinero, en especial con la gente que trabaja y estudia, poco a poco va dejando de lado los estudios. Siempre le sueldo tienen que ayudar a consolidar la carrera universitaria.

Hay que reforzar las relaciones familiares a pesar que estén grandes siguen dependiendo emocional y económicamente de la autoridad de los papás y que, por lo tanto, a ellos siempre les deben agradecimiento y respeto.

Tratar de darles como padres a nuestros hijos todas las comodidades para que ellos se desarrollen de la mejor forma posible quizás no ha de ser la mejor receta ideal. Si es así, pierden la capacidad para incentivarse, con poca hambre de vida, se van desencantando de las cosas, sienten que nada les llena, que todo les aburre, que a la primera dificultad lo único que quieren es arrancar, que a la primera frustración piensan que se equivocaron de carrera, que porque no les gusta un ramo no es la carrera adecuada, etc. También hay que buscar la consolidación de una adultez formada en parejas sólidas, estables, permanentes, basadas en el respeto, en la comunión y en el diálogo abierto.

De 24 a 30 años: Consolidación de la adultez

Podríamos decir que ya existe compromiso, hay vínculos permanentes, la gente está buscando valores sólidos, cierta estabilidad.

Reconocimientos

No quiero crecer: Viva la diferencia para padres con hijos adolescentes, fue el cuarto libro más vendido en Argentina durante el año 2011, según el Ranking que elabora Ilhsa, la cadena de libros más grande del país trasandino.

Fuentes