Pedro Alonso López

Para otros usos de este término, véase Pedro Alonso (desambiguación).
Pedro Alonso López.
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NombrePedro Alonso López.
Nacimiento1949
Tolima Bandera de Colombia Colombia
ResidenciaColombiaBandera de Colombia Colombia
Otros nombresEl mounstro de los Andes.
OcupaciónLadrón y asesino en serie.
Conocido porEl mounstro de los Andes.

Pedro Alonso López. Autor de más de 300 asesinatos en tres países: Ecuador, Perú y Colombia.

Síntesis bibliográfica

Su niñez

Pedro Alonso López nace en Tolima, Colombia, en 1949, durante los períodos de "La Violencia”. Éste hombre estaba de hecho en el último lugar de la Tierra donde alguien habría querido nacer. Es hijo de una prostituta, Pedro el séptimo de 13 hermanos, nunca tuvo una infancia feliz. Su madre una mujer dominadora quien controló a sus hijos con puño de hierro. Indiferente a sus obligaciones en el hogar, cualquier pretexto era bueno si le permitía estar en las calles. Con 8 años su madre lo sorprende intentando mantener relaciones sexuales con su hermana más joven y lo echa de casa. Así Pedro comienza a vagar sin rumbo fijo por las peligrosas calles, explorando lugares y barrios a los que nunca había llegado. Su peor pesadilla llegó a ser una realidad; se desterró a las calles y juró no volver nunca al hogar de nuevo. Tan yermo como la situación, las cosas rápidamente empezaron a cambiar cuando un hombre más viejo lo recogió apartándole de las calles, le ofreció comida y un lugar donde poder vivir. Pedro no podía creer en su suerte y rápidamente aceptó la oferta con fe ciega. No obstante, era algo demasiado bueno para ser verdadero. En lugar de imaginarse un hogar afelpado con comida y ropa de cama, el hombre le llevó a un edificio abandonado, donde le sodomizó en numerosas ocasiones antes de echarlo fuera hacia las calles de nuevo. No sería la última vez que fuera acosado por extraños en las aceras y lugares abandonados donde solía tumbarse a dormir y esto convierte al pequeño en un ser muy temeroso. Durante el día, se esconde donde nadie le pueda encontrar y tan solo sale de forma esporádica a buscar comida entre la basura.

En plena adolescencia

Ha pasado ya un año desde que Pedro vaga por los suburbios de su ciudad y decide cambiar de aires. Sin rumbo declarado, acaba en la ciudad de Bogotá donde por un tiempo, cambiará su suerte. Un ciudadano americano se apiada de él y lo ampara en su familia. Pedro tiene casa, comida e incluso es escolarizado, pero el signo de Pedro no es la fortuna y pocos años después, cuando tiene 12 años, un maestro del colegio le agrede sexualmente de nuevo y los miedos retornan a él, roba dinero de la oficina del colegio y de nuevo, se lanza a las calles. Al no tener ninguna experiencia laboral es rechazado sistemáticamente en todos los lugares donde busca trabajo y se ve obligado al único oficio que ha aprendido en las calles; robar automóviles. No tarda en convertirse en uno de los ladrones más habilidosos en su campo, llegando a convertirse en un delincuente admirado por los aprendices y muy solicitado por los que controlan el negocio. Pero en 1969, cuando tiene 18 años, sus habilidades no evitan que sea apresado y condenado a 7 años de prisión. Permaneció en prisión y tan solo dos días después es violado por cuatro presos más viejos. En el siguiente ataque, se juró a sí mismo que nadie lo tocaría de nuevo. En venganza, construyó un cuchillo con los utensilios de la prisión y dos semanas más tarde cumple su venganza y asesina a cada uno de los cuatro hombres que lo habían violado. Las autoridades juzgaron el caso como defensa propia y no por el cargo de asesinato, simplemente se le agregó un adicional de dos años a la condena inicial, el robo del vehículo. La prisión, combinó con sus penalidades previas, un daño irreparable a la mente de Pedro y pareció haber sido empujado a transformar su mente. Debido al abuso mental que soportó en las manos de su madre durante sus años tempranos había crecido temeroso de las mujeres. La comunicación social con ellas era impracticable, y satisfacía sus deseos con libros pornográficos y revistas. En su mente, su madre tenía la culpa de todo el sufrimiento de su vida y dolor de su corazón.

Comienza a vagar por otros países

En 1978 sale de prisión y comienza a viajar por todos los rincones de Perú dejando tras de sí un terrible reguero de violaciones y asesinatos. Durante este tiempo, que él más tarde reconoció, había empezado a atacar violentamente y asesinar por lo menos 100 muchachas jóvenes de tribus locales por toda la región. La verdad es que es imposible verificar estas denuncias, pero lo que sí se sabe es que fue capturado por un grupo de Ayacuchos, en el norte del Perú, mientras intentaba secuestrar a una muchacha de tan solo 9 años de edad. Los indios lo torturan durante varios días, lo entierran hasta la cabeza y lo untan con miel para que las hormigas acaben con él, pero por suerte para él, aparece una misionera americana amiga de la tribu, que los convence para que lo entreguen a las autoridades. Pedro es atado y depositado en la parte trasera de la furgoneta de la misionera, que se lo lleva para entregarlo a las autoridades, pero ésta se apiada de él sin conocer realmente nada de su pasado y lo libera en la frontera de Colombia. Comienza a viajar al rededor de Ecuador y Colombia, las autoridades pronto empezaron a relacionar un acrecentamiento en casos de personas desaparecidas, más concretamente a muchachas jóvenes, sin embargo, rápidamente concluyeron que se estaba produciendo debido al crecimiento de la demanda de esclavos sexuales y trata de blancas.

Pedro Alonso López.

En 1980, una riada en Ambato, cerca de Ecuador, deja al descubierto una de las fosas de Pedro con los restos de cuatro niñas y la policía por fin comienza una investigación.

Capturado

Al final, Pedro Alonso es apresado cuando intenta raptar a una niña de 12 años en el parking de un supermercado. La madre, María Poveda, da gritos de alerta cuando se percata de lo que está sucediendo y los comerciantes de la zona retienen a Pedro hasta que llega la policía. Una vez en la oficina principal de la comisaría, Pedro se negó a cooperar con las autoridades y permaneció en silencio en todas las preguntas del interrogatorio. Los investigadores pronto se dieron cuenta de que tendrían que emplear una estrategia diferente para hacer hablar a su sospechoso. Uno de los funcionarios pronto sugirió que llamaran a un sacerdote, el Padre Córdoba Gudino, que conoció en prisión y mantuvo conversaciones en una celda con Pedro. El diseño de la estrategia de la policía era que el se ganara la confianza del sospechoso y reconociera sus crímenes. Al instante, Pedro empezó a hablar, y al día siguiente, ya había revelado actos tan repulsivos de violencia al Padre Gudino, que este no pudo oír ninguno más y pidió que le sacaran de la celda. Las siguientes y breves entrevistas con el Padre Gudino, proporcionaron a los investigadores pruebas contra Pedro acerca de las recientemente evidencias de asesinatos y maltratos. Pedro confesó a los investigadores que había asesinado por lo menos a 110 muchachas en Ecuador, 100 en Colombia, y "muchas más de 100" en Perú. "A mí me caen bien a las muchachas en Ecuador," dijo, "son más dóciles y más confiadas e inocentes, no son como las muchachas colombianas que sospechan de extraños." En el curso de sus confesiones, Pedro justificó sus crímenes a su dura vida y a una adolescencia difícil y solitaria. "Perdí mi inocencia a la edad de ocho años" explicó, "así que decidí hacer lo mismo a tantas muchahas jóvenes como pudiera."

Confesión del asesino

Cuando se le preguntó que hacia con estas víctimas, explicó que primero violaba a su víctima, y entonces la estrangulaba mientras miraba fijamente sus ojos. Quería tocar el placer más profundo y de la excitación sexual más profunda antes que su vida se marchitara. Siguió declarando que el horror continuaría aun después de su muerte. La policía estaba inicialmente escéptica ante las espantosas confesiones, casi increíbles , los enlaces con Perú y Colombia eran incapaces de demostrar lo contrario. Como Pedro se dio cuenta de que investigadores dudaron de las pruebas de sus demandas, ofreció llevarlos a varios lugares donde él mismo había enterrado a los cadáveres por todas partes del país. Los investigadores estuvieron de acuerdo y dispuso el diseño de un plan de acción. Los siguientes días después de su confesión inicial, se requiere a Pedro desde la comisaría principal para que pueda dirigir una caravana policíaca a sus sitios de enterramiento. Las dudas de los investigadores pronto empezaron a desaparecer cuando Pedro los llevó a un apartado área en la vecindad de Ambato, donde descubrieron los cadáveres de 53 muchachas, de edades comprendidas entre ocho y doce años. Durante todo el día los llevó a 28 nuevos sitios, y en cualquier lugar que realizaban excavaciones no se descubrieron otros cuerpos. Algunos de los investigadores opinaron que animales probablemente esparcieron los restos y las riadas habían “lavado” el terreno. De regreso a la comisaría, se anotaron más de 57 cuerpos asesinados, de cualquier modo que Pedro repitió la cantidad de 110 como resultado de sus crímenes tal y como se registraron en sus confesiones. El director de asuntos de la prisión, Vencedor Lascano, más tarde explicó: "Si alguien confiesa autor de cientos de asesinatos y se encuentran más de 57 cadáveres, debemos creer lo que dice." Lascano también les dijo ese periodista, "pienso que su estimación de 300 es muy baja." De cualquier modo, nunca se supo nada más de las declaraciones e investigaciones acerca de estos asesinatos. Lo que sí es conocido es que en 1980, se declaró culpable Pedro Alonso López del delito de múltiple asesinato y fue sentenciado a pasar el resto de su vida en prisión.

Final inconcluso

Aunque esto no sucedió en 1999 obtuvo la condicional de la cárcel de Ecuador y aunque le hubieran tenido que reclamar para juzgarle, Colombia y Perú no lo hicieron por falta de medios. Desde entonces se halla en paradero desconocido, aunque se sospecha que pudo haber sido asesinado por un cazarrecompensas o algún familiar de sus numerosísimas víctimas, pese a que todavía, de vez en cuando llegan reportes de gente que asegura haber visto al monstruo de los Andes en las montañas de Ecuador o Colombia. Desde que fue encarcelado, los familiares de las víctimas ofrecieron una recompensa de 25000$ a quien acabara con él, ya fuese dentro de la prisión o fuera. No se sabe que nadie haya cobrado hasta el día de hoy dicha recompensa.

Fuentes