Pipil

Nahuas o Pipiles
Información sobre la plantilla
Localización
País(es)El Salvador

Los Nahuas o Pipiles son uno de los tres pueblos indígenas sobrevivientes en El Salvador. Se localizan en el occidente del pais y los Lencas y Cacaopera están ubicados al oriente. Los ubicados en los departamentos de Ahuachapán, Santa Ana, Sonsonate, La Libertad, San Salvador, Cuscatlán, La Paz y Chalatenango, San Vicente; los Lencas en los departamentos de Usulután, San Miguel, Morazán y La Unión y los Cacaopera en el departamento de Morazán.

Por más de 500 años luchan por su reconocimiento, ya que que en 2014, el Estado de El Salvador, a través de la reforma del artículo 63 de la Constitución Política los reconoció, expresando lo siguiente: “Se reconoce a los Pueblos Indígenas y adoptará políticas a fines de mantener y desarrollar su identidad étnica y cultural, cosmovisión, valores y espiritualidad.

Una acción positiva, pero tardía. Para el 2008, el Atlas de la UNESCO de las lenguas del mundo en peligro, daba la alerta que el idioma Náhuat Pipil se encontraba en situación crítica, registrando a 200 hablantes. Mientras, el idioma Lenca y Cacaopera están ya declarados como extintos. El problema de la pérdida de idiomas para estos pueblos, es sólo uno de tantos que deben afrontar bajo su situación de pobreza; se calcula que el 38.3% de la población Indígena se encuentra en extrema pobreza y el 61.1% en el umbral de la pobreza. Tan sólo el 0.6% puede cubrir sus condiciones básicas de vida sin mayor complicación. Ante estas problemáticas, cabe preguntarse… ¿cómo llegaron los Pueblos Indígenas del Salvador a tales condiciones?

Un legado de sublevaciones y resistencias

Cuzcatan o Cuscatlán, era la capital del pueblo Náhuat Pipil, que después de la brutal conquista y colonización española, se asentó, en lo que es ahora, la capital de la república de El Salvador. Cuscatlán reapareció en 1985, debido al proyecto "En la búsqueda de Cuscatlán: un proyecto etnohistórico y arqueológico dirigido por Paul Amaroli, que evidenció -no solo la existencia de dicha ciudad- porque al encontrar las estructuras de viviendas propias de la época, se demostró la importancia que tenía para varios Pueblos Indígenas, a tal punto que el proyecto, consideró al hallazgo como la capital Indígena.

No sólo los Náhuat Pipiles se encontraban en este territorio. Otros pueblos, según el informe del Arzobispo Pedro Cortés y Larraz escrito en 1772, se encontraban también en El Salvador entre los que se mencionan, “los Lencas, Chilanga, Matagalpa, Chortí y Pocomán. Para esa época, de 132,092 habitantes, 79,692 eran Indígenas, quienes representaban el 60.30% de la población. Para 1807, la población Indígena llegaba a 71,175, representando el 43.07% del total de la población que en ese año era de 165,278”.

A lo largo del siglo XX y durante los años ya transcurridos del siglo XXI, la población Indígena llegó a ser una minoría, llegando únicamente al 10% del total de la población. ¿Cuáles fueron las causas de este decremento? Dos factores influyeron principalmente. Primero, fueron las enfermedades y la guerra que trajeron los españoles invasores, provocando con ello la muerte de millares de Indígenas en tiempos de la colonia. Así mismo, la eliminación física y cultural de toda población que se resistía frente al despojo de tierras comunales, además del sistema de propiedad propio de los Pueblos Indígenas que se implementó en periodos históricos concretos, contribuyeron a la desaparición.

Al borde de la extinción

A diferencia de lo que ocurrió en otros países los Náhuat Pipiles están al punto de la extinción a través de dos periodos históricos:

  • Primero, de 1821 a 1833, la naciente república, definió su política económica a partir de la ampliación de la producción de añil y la experimentación con el café, iniciativa que demandó más tierras, que efectivamente el Estado consiguió a consecuencia del despojo a los Pueblos Indígenas de sus tierras comunales. Esto provocó que en 1833, desde el territorio Indígena Nonualco, Anastasio Aquino (Indígena Náhuat Pipil) dirigiera una sublevación en contra de aquellas políticas de Estado, la cual fue brutalmente reprimida. Para evitar sublevaciones futuras y amenazar las políticas económicas que se estaban implementado, en 1881, por mandato legal, las tierras comunales fueron abolidas.
  • El segundo periodo, comprende del año 1881 a 1930, periodo en que el café, exigió más tierras para expandir su producción, pues en 1930, aún en la crisis mundial, representaba el 90% del total de exportaciones de El Salvador. En este periodo, según el antropólogo estadounidense Mac Chapin, los Pueblos Indígenas aún contaban con el 25% de tierras comunales, las cuales fueron blanco de ataque. Precisamente, en 1932 en los territorios Indígenas de Juayua, Nahuizalco, Izalco y Tacuba, se sublevaron con picos, palas y machetes para negarse a entregar sus tierras.

Ante esta sublevación, Maximiliano Hernández Martínez presidente de El Salvador de ese entonces, decretó frenar la movilización y la sublevación, ordenando asesinar a cualquiera que portaba machete y a todos los Indígenas que portaban su indumentaria, o que hablaran su idioma. Se estima que fueron asesinadas treinta mil personas, lo que lo convierte en el mayor etnocidio registrado en la historia contemporánea de El Salvador.

A través de estas formas, los Pueblos Indígenas de El Salvador, fueron despojados brutalmente, (si no fue de toda) al menos de la mayor parte de sus tierras y fueron desarticulados social y culturalmente de su identidad. Quienes se resistieron, fueron asesinados, masacrados y desaparecidos. Quienes sobrevivieron, se quedaron únicamente con su fuerza de trabajo. Estas atrocidades, hicieron de los Pueblos Indígenas una minoría (incluyendo a los Náhuat Pipiles), que hoy en día se deja notar con presenciar a sus descendientes, quienes son quizás la última generación de hablantes de su idioma. Las políticas de terror y de violencia de Estado, que caracterizaron ese período histórico, aún están presentes en la psicología individual y colectiva de los pueblos que fueron víctimas de estas políticas perversas.


El Panorama y la Vida Actual de los Pueblos Indígenas

Contextualizar la situación actual de los Pueblos Indígenas de El Salvador, es difícil, porque enfrentan un conjunto de problemas, que hace difícil analizar y describir todas las vicisitudes que enfrentan. Quizás, entre todo ello, el abandono por el Estado y su situación de precariedad, son dos grandes factores que logran contextualizar más fácilmente su situación actual. Basta con visitar los municipios de Santo Domingo de Guzmán, Nahuizalco, San Antonio (todos en el departamento de Sonsonate) para saber que la vida es dura; se debe viajar en camión durante unos 30 o 45 minutos, en un transporte con mínimas condiciones de seguridad y no apto para servir como transporte público, pero que es muy común para el traslado de personas de un municipio a otro.


De Sonsonate a Santo Domingo de Guzmán, la tierra ya no es tan fértil, y que sobresalen cercados que, en su interior, resguardan ganados; no en gran cantidad, pero en una gran extensión de tierras cuidadas celosamente por sus dueños…terratenientes locales o nacionales, quizá. Antes de llegar a Santo Domingo, justo en una colina donde pasa el recorrido de un río, un canal construido aprovecha el caudal del río, donde se encuentran varias mujeres, hombres y niños lavando ropa. Todos están a la intemperie, lo que me hace suponer que varias familias aún no tienen acceso a agua potable; o como suele suceder con las comunas que se establecen en territorios de Pueblos Indígenas, los sistemas para proveer este líquido fallan con frecuencia.

A lo largo de la carretera, existen viviendas, dispersas unas de otras, que fueron construidas de manera improvisada y ubicadas en lugares, que representan riesgo para las familias que viven en ellas. No es casualidad que esta característica de precariedad sea predominante, aquí se encuentra la cuna del Pueblo Náhuat Pipil Se puede constatar el producto de la historia sistemática y brutal del despojo de tierras, que dejaron a este pueblo a merced de su esfuerzo físico, el cual utilizan trabajando en fincas de café, de caña de azúcar y de algodón, para sembrar y levantar las cosechas, ciclo tras ciclo.


Hay muchos enfermos en el municipio especialmente por dos elementos importantes; primero, que en el municipio no existen los medios necesarios para contar con una alimentación adecuada. No sólo carecen de tierras fértiles, sino que no se cuenta con el apoyo necesario para conseguir créditos agrícolas para propiciar la siembra de alimentos. Además, debido a la pobreza, no se puede acceder a una alimentación adecuada, situación que empeora cuando alguien se enferma porque no se puede seguir la dieta y comprar los medicamentos. La ausencia de Estado, es una característica común en la mayoría de Estado-nación, en cuyos territorios, se encuentran Pueblos Indígenas. Sin embargo, en la mayoría de casos, los Pueblos Indígenas generan y articulan modos de producir su idioma, su cultura, su espiritualidad, su cosmovisión y lograr obtener autonomía frente al Estado. Esto debido a la existencia del sistema de tierras comunales, que les permite articular su modo de vida.

Los Pueblos Indígenas, fueron despojados de sus tierras comunales y de sus territorios, luego perseguidos, reprimidos hasta exiliarse en identidades que no son Indígenas; que actualmente -principalmente con los jóvenes- provocó una identidad formada por la conciencia mágica. El resultado, es que en la actualidad viven en la pobreza extrema. Al no tener opciones y oportunidades de empleo, son víctimas de explotación por las fincas de café, de caña de azúcar y algodón que se han instaurado a lo largo de la geografía del país. Además, la mayoría no tienen lugares adecuados y dignos para vivir.

Por si fuera poco, el racismo y la discriminación, son dispositivos que fueron implementados a punta de fusil por parte del Estado en varios periodos históricos y que además tuvieron una larga duración, lo cual se interiorizó en la subjetividad de los Pueblos Indígenas, lo que ha provocado, discriminación y negación entre la misma población. La población en general, y la juventud en particular, no quieren hablar el Náhuat Pipil y no quieren identificarse como Indígenas. Lo ven como algo del pasado y no del presente.

Viviendo en estas condiciones, y a pesar de reconocer la falta de organización, hay quienes se muestran con mucha esperanza de rescatar y revitalizar su idioma, su cultura, su cosmovisión. Hay quienes muestran su voluntad de vivir y compartir su cultura, de dar a conocer su cultura tanto a lo interno como a lo externo de sus municipios, lo cual deja entrever un frente de resistencia y –a pesar de todo- una ola de reivindicación que se va fortaleciendo poco a poco, como una ola del pueblo Náhuat Pipil.

Los entramados de las resistencias

Ante un panorama desalentador, los esfuerzos por preservar la identidad y el idioma Náhuat Pipil y el rescate y práctica de la cosmovisión de este pueblo siguen casi sin ser percibidos como una lucha. La celebración del año nuevo Náhuat Pipil en el mes de marzo, aún se practica en un lugar sagrado en Santa Ana, y el rescate de la música autóctona está cobrando auge; los cuales son en conjunto quizá, las expresiones más grandes de ello. “La identidad y el idioma, viene en la sangre” mencionaron algunos entrevistados. Es genética y eso hace posible una conexión con los antepasados y los jóvenes y las futuras generaciones. Nicolás Sánchez de MUINA, confirma este panorama esperanzador:


También existen iniciativas de organizaciones en la implementación de talleres y espacios de formación en historia, en la cultura y saberes propios de la cosmovisión del Pueblo Indígena de El Salvador, aunque no ha sido nada fácil, como lo muestra la experiencia de la señorita Ana Cecilia García, quien es la única mujer joven que se encontraba en el taller e integrante de MUINA. Ella relata que, desde temprana edad, junto a su abuela, se ha involucrado en las organizaciones Indígenas, aunque eso le ha implicado discriminación o rechazo de su familia, de sus compañeros y de su comunidad. A menudo le preguntan, con desprecio ¿por qué te juntas con ellos? (refiriéndose a sus compañeros de MUINA, quienes son mucho mayores que ella)- Incluso le han negado participar en la iglesia evangélica, porque piensan que ella participa en actos de brujería. Suspirando y con cierta tristeza, Ana menciona que eso no le ha impedido trabajar para las causas de la revitalización de la cultura del pueblo Náhuat Pipil.


El Salvador el Centro de Estudios Indígenas Calmecac (que significa casa de la sabiduría en idioma Náhuat Pipil), espacio donde se quiere profundizar la espiritualidad Indígena. Además, se está impulsado el rescate de la música autóctona con los jóvenes de una forma constante. Estas iniciativas, se van entretejiendo en el espacio y el tiempo, y se convierten en acciones concretas de resistencia que evitan que el idioma y la identidad de este pueblo no desaparezcan.


Een El Salvador existe ahora la última generación de hablantes Náhuat Pipil, donde las ancianas y ancianos, son la fuente principal de los saberes ancestrales y la recuperación de idiomas. Pero esto puede cambiar si la comunidad se interesa en recuperar la cultura y no la deja morir. Ya hay esfuerzos importantes de personas y organizaciones Indígenas que se resisten a que el idioma desaparezca, quienes, con su interés y motivación, podrían hacer florecer nuevas generaciones de hablantes Náhuat Pipil en El Salvador. El Estado tienen una responsabilidad de primer orden, la cual sigue pendiente.

Fuentes

  • [1], La lucha para salvar a un pueblo: Los Náhuat Pipiles de El Salvador