Santo Tomás Moro

Santo Tomás Moro
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Religión o MitologíaCatólica
Día celebración22 de junio por la Iglesia Católica, 6 de junio por la comunión Anglicana
Patrón(a) o Dios(a) dePatrono de los gobernantes y políticos.
Fecha de canonización1935 en Roma por el Papa Pío XI
País o región de origenLondres, Bandera de Inglaterra Inglaterra
Venerado enIglesia Católica, comunión Anglicana.

Santo Tomás Moro. Pensador, teólogo, político, humanista y escritor inglés, que fue además poeta, traductor, y Lord Canciller. Patrono de los gobernantes y políticos.

Síntesis biográfica

Nació en Londres en 1477. Fue el hijo mayor de Sir John More, mayordomo del Lincoln's Inn (uno de los cuatro colegios de abogados de la Ciudad de Londres), jurista y posteriormente nombrado caballero y juez de la curia real; y de su mujer Agnes More (de soltera, Graunger). En 1486, tras cinco años de enseñanza primaria en la antigua Escuela de San Antonio (Saint Anthony's School), una destacada escuela de gramática de Londres, además de ser la única gratuita, fue conducido según la costumbre entre las buenas familias al palacio de Lambeth, donde sirvió como paje del cardenal John Morton, arzobispo de Canterbury y Lord Canciller de Inglaterra.

El cardenal era un ferviente defensor del nuevo humanismo renacentista y tuvo en mucha estima al joven Moro. Confiando en desarrollar su potencial intelectual, Morton decidió, en 1492, sugerir el ingreso de Tomás Moro, que por entonces contaba con catorce años, en el Canterbury College de la Universidad de Oxford, donde pasará dos años estudiando la doctrina escolástica que allí se impartía y perfeccionando su retórica, siendo alumno de los humanistas ingleses Thomas Linacre y William Grocyn. Sin embargo, Moro se marchó de Oxford dos años después sin graduarse y, por insistencia de su padre, en 1494 se dedicó a estudiar leyes en el New Inn de Londres y, posteriormente, en el Lincoln's Inn, institución en la que había trabajado su padre. En 1496 comenzó a ejercer la abogacía ante los tribunales. Posiblemente durante esta época aprendió el francés, necesario tanto para las cortes de justicia inglesas como para el trabajo diplomático, uniéndose este idioma al inglés y latín ya aprendidos durante sus estudios primarios.

En torno a 1497, comenzó a escribir poesías, con una ironía que le valió cierta fama y reconocimiento. En esta época tiene sus primeros encuentros con los precursores del Renacimiento, conociendo a Erasmo de Róterdam, con quien entablaría amistad, y a John Skelton.

Hacia 1501 ingresó en la Tercera orden de San Francisco, viviendo como laico en un convento cartujo hasta 1504. Allí se dedicó al estudio religioso. Alrededor de 1501 tradujo epigramas griegos al latín y comentó De civitate Dei, de San Agustín de Hipona. A través de los humanistas ingleses tuvo contacto con Italia. Tras realizar una traducción (publicada en 1510) de una biografía de Giovanni Pico della Mirandola escrita por su sobrino Gianfrancesco, quedó prendado del sentimiento de la obra que adoptó para sí, y que marcaría definitivamente el curso de su vida. Aunque abandonó su vida ascética para volver a su anterior profesión jurídica hasta ser nombrado miembro del Parlamento en 1504, Moro nunca olvidó ciertos actos de penitencia, llevando durante toda su vida un cilicio en la pierna y practicando ocasionalmente la flagelación.

En 1505 se casó con su querida Jane Colt y ese mismo año nació su hija Margaret, quien sería su discípula. En 1506 nació su segunda hija, Elizabeth. Ese año tradujo al latín Luciano en compañía de Erasmo. Un año más tarde nació Cecily, su tercera hija. En 1509 nació su hijo John. En 1510 fue nombrado vicesheriff de Londres. Un año más tarde murió su esposa Jane y se casó con Alice Middleton, viuda siete años mayor que Moro y con una hija, Alice.

Participó en gestiones entre grandes compañías de Londres y Amberes. Ese mismo año escribió poemas para la coronación de Enrique VIII. Con la llegada de Enrique VIII, protector del humanismo y de las ciencias, Moro integró el primer Parlamento convocado por el rey en 1510. Viajó por Europa y recibió la influencia de distintas universidades. Desde allí escribió un poema dedicado al rey, que acababa de tomar posesión de su trono. La obra llegó a manos del rey, que hizo llamarlo, naciendo a partir de entonces una amistad entre ambos.

Tomás Moro era pensionado y mayordomo en el Lincoln's Inn, donde dictó conferencias entre 1511 y 1516. Su obra Historia de Ricardo III (History of King Richard III, c. 1513-1518), escrita en latín e inglés, aunque inconclusa, fue impresa en inglés de forma imperfecta en la Crónica (Chronicle) de Richard Grafton {1543) y usada por otros cronistas de la época como John Stow, Edward Hall y Raphael Holinshed, transmitiendo así material a William Shakespeare para su obra Ricardo III.

En 1515, Tomás Moro fue enviado con una embajada comercial en Flandes. Ese año escribió el libro segundo de Utopía y un año más tarde 1516 el libro primero; la obra completa fue publicada en Lovaina. En 1517 entró a trabajar para el rey Enrique VIII: se le nombró Master of requests y pasó a ser miembro del Consejo Real. Enrique VIII se sirvió de su diplomacia y tacto, confiándole algunas misiones diplomáticas en países europeos. Fue enviado en misión extranjera a Calais desde agosto a septiembre de 1517, para resolver problemas mercantiles.

En 1520 ayudó a Enrique VIII a escribir Assertio Septem Sacramentorum (Defensa de los siete sacramentos). A ello siguió su designación para diferentes cargos y su condecoración con distintos títulos honoríficos. En 1521 fue honrado con el título de knight (caballero) y designado vicecanciller del Tesoro. Ese mismo año su hija Margaret se casó con William Roper, quien sería el primer biógrafo de Tomás Moro. En 1524 fue nombrado High Steward (censor y administrador) de la Universidad de Oxford, de la que había sido alumno. En 1525 fue nombrado también High Steward de la Universidad de Cambridge y canciller del Ducado de Lancaster. En 1526 fue juez de la Cámara de la Estrella. Trasladó su residencia a Chelsea y escribió una carta a Lohannis Bugenhagen defendiendo la supremacía papal. En 1528, el obispo de Londres le permitió leer libros heréticos para refutarlos. Finalmente, se lo designó Lord Canciller en 1529. Fue el primer canciller laico después de varios siglos.

En 1530 no firmó la carta de nobles y prelados que solicitó del papa la anulación del matrimonio real. En 1532 renunció a su cargo de canciller. En 1534 se negó a firmar el Acta de Supremacía que representaba un repudio a la supremacía papal. Para ese entonces el rey persistía en repudiar a su esposa para casarse, para lo cual el se disponía a romper la unidad de la Iglesia y formar la Iglesia Anglicana bajo su autoridad.

Tomás con su buen amigo el obispo y santo Juan Fisher, rehusó rendir obediencia al rey como cabeza de la iglesia. Estaba dispuesto a obedecer al rey dentro de su campo de autoridad que es lo civil, pero no aceptaba su usurpación de la autoridad sobre la Iglesia. Tomás y el obispo Fisher se ayudaron mutuamente a mantenerse fieles a Cristo en un momento en que la gran mayoría cedía ante la presión del rey por miedo a perder sus vidas. Ellos demostraron lo que es ser de verdad discípulos de Cristo y el significado de la verdadera amistad. Ambos pagaron el máximo precio ya que fueron encerrados en La Torre de Londres donde escribió, La agonía de Cristo, obra inconclusa que parece habérsele arrancado de las manos justo cuando estaba en el capítulo de la aprehensión de Cristo luego de la agonía en el huerto de los olivos. Su última expresión referida a la captura de Cristo en el huerto fue "...echaron mano sobre Jesús". . Catorce meses más tarde, nueve días después de la ejecución de San Juan Fisher, Tomás fue juzgado y condenado como traidor. El dijo a la corte que no podía ir en contra de su conciencia y decía a los jueces: "podamos después en el cielo felizmente todos reunirnos para la salvación eterna."

Ya en el andamio para la ejecución, Tomás le dijo a la gente allí congregada que el moría como "El buen servidor del rey, pero primero Dios" ("the King's good servant-but God's first"). Nos recuerda las palabras de Jesús: "Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios."

Muerte

Muere decapitado el 6 de julio de 1535.

Carta a Santo Tomás Moro

Esta es la carta que escribió el Santo Padre Juan Pablo II declarando a Santo Tomás Moro patrono de los gobernantes y políticos:

31 Oct 2000, «motu proprio».

1. De la vida y del martirio de santo Tomás Moro brota un mensaje que a través de los siglos habla a los hombres de todos los tiempos de la inalienable dignidad de la conciencia, la cual, como recuerda el Concilio Vaticano II, «es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella» (Gaudium et spes, 16). Cuando el hombre y la mujer escuchan la llamada de la verdad, entonces la conciencia orienta con seguridad sus actos hacia el bien. Precisamente por el testimonio, ofrecido hasta el derramamiento de su sangre, de la primacía de la verdad sobre el poder, santo Tomás Moro es venerado como ejemplo imperecedero de coherencia moral. Y también fuera de la Iglesia, especialmente entre los que están llamados a dirigir los destinos de los pueblos, su figura es reconocida como fuente de inspiración para una política que tenga como fin supremo el servicio a la persona humana.

Recientemente, algunos Jefes de Estado y de Gobierno, numerosos exponentes políticos, algunas Conferencias Episcopales y Obispos de forma individual, me han dirigido peticiones en favor de la proclamación de santo Tomás Moro como patrono de los gobernantes y de los políticos. Entre los firmantes de esta petición hay personalidades de diversa orientación política, cultural y religiosa, como expresión de vivo y difundido interés hacia el pensamiento y la conducta de este insigne hombre de gobierno.

2. Tomás Moro vivió una extraordinaria carrera política en su país. Nacido en Londres en 1478 en el seno de una respetable familia, entró desde joven al servicio del arzobispo de Canterbury Juan Morton, canciller del Reino. Prosiguió después los estudios de leyes en Oxford y Londres, interesándose también por amplios sectores de la cultura, de la teología y de la literatura clásica. Aprendió bien el griego y mantuvo relaciones de intercambio y amistad con importantes protagonistas de la cultura renacentista, entre ellos Erasmo Desiderio de Rotterdam.

Su sensibilidad religiosa lo llevó a buscar la virtud a través de una asidua práctica ascética: cultivó la amistad con los frailes menores observantes del convento de Greenwich y durante un tiempo se alojó en la cartuja de Londres, dos de los principales centros de fervor religioso del Reino. Sintiéndose llamado al matrimonio, a la vida familiar y al compromiso laical, se casó en 1505 con Juana Colt, de la cual tuvo cuatro hijos. Juana murió en 1511 y Tomás se casó en segundas nupcias con Alicia Middleton, viuda con una hija. Fue durante toda su vida un marido y un padre cariñoso y fiel, profundamente comprometido en la educación religiosa, moral e intelectual de sus hijos. Su casa acogía yernos, nueras y nietos y estaba abierta a muchos jóvenes amigos en busca de la verdad o de la propia vocación. La vida de familia permitía, además, largo tiempo para la oración común y la «lectio divina», así como para sanas formas de recreo hogareño. Tomás asistía diariamente a misa en la iglesia parroquial, y las austeras penitencias que se imponía eran conocidas solamente por sus parientes más íntimos.

3. En 1504, bajo el Rey Enrique VII, fue elegido por primera vez para el Parlamento. Enrique VIII le renovó el mandato en 1510 y lo nombró también representante de la Corona en la capital, abriéndole así una brillante carrera en la administración pública. En la década sucesiva, el rey lo envió en varias ocasiones para misiones diplomáticas y comerciales en Flandes y en el territorio de la actual Francia. Nombrado miembro del Consejo de la Corona, juez presidente de un tribunal importante, vicetesorero y caballero, en 1523 llegó a ser portavoz, es decir, presidente de la Cámara de los Comunes.

Estimado por todos por su indefectible integridad moral, la agudeza de su ingenio, su carácter alegre y simpático y su erudición extraordinaria, en 1529, en un momento de crisis política y económica del país, el rey le nombró canciller del Reino. Como primer laico en ocupar este cargo, Tomás afrontó un período extremadamente difícil, esforzándose en servir al rey y al país. Fiel a sus principios se empeñó en promover la justicia e impedir el influjo nocivo de quien buscaba los propios intereses en detrimento de los débiles. En 1532, no queriendo dar su apoyo al proyecto de Enrique VIII que quería asumir el control sobre la Iglesia en Inglaterra, presentó su dimisión. Se retiró de la vida pública aceptando sufrir con su familia la pobreza y el abandono de muchos que, en la prueba, se mostraron falsos amigos.

Constatada su gran firmeza en rechazar cualquier compromiso contra su propia conciencia, el Rey, en 1534, lo hizo encarcelar en la Torre de Londres dónde fue sometido a diversas formas de presión psicológica. Tomás Moro no se dejó vencer y rechazó prestar el juramento que se le pedía, porque ello hubiera supuesto la aceptación de una situación política y eclesiástica que preparaba el terreno a un despotismo sin control. Durante el proceso al que fue sometido, pronunció una apasionada apología de las propias convicciones sobre la indisolubilidad del matrimonio, el respeto del patrimonio jurídico inspirado en los valores cristianos y la libertad de la Iglesia ante el Estado. Condenado por el tribunal, fue decapitado.

Con el paso de los siglos se atenuó la discriminación respecto a la Iglesia. En 1850 fue restablecida en Inglaterra la jerarquía católica. Así fue posible iniciar las causas de canonización de numerosos mártires. Tomás Moro, junto con otros 53 mártires, entre ellos el obispo Juan Fisher, fue beatificado por el Papa León XIII en 1886. Junto con el mismo obispo, fue canonizado después por Pío XI en 1935, con ocasión del IV centenario de su martirio.

4. Son muchas las razones a favor de la proclamación de santo Tomás Moro como patrono de los gobernantes y de los políticos. Entre éstas, la necesidad que siente el mundo político y administrativo de modelos creíbles, que muestren el camino de la verdad en un momento histórico en el que se multiplican arduos desafíos y graves responsabilidades. En efecto, fenómenos económicos muy innovadores están hoy modificando las estructuras sociales. Por otra parte, las conquistas científicas en el sector de las biotecnologías agudizan la exigencia de defender la vida humana en todas sus expresiones, mientras las promesas de una nueva sociedad, propuestas con buenos resultados a una opinión pública desorientada, exigen con urgencia opciones políticas claras en favor de la familia, de los jóvenes, de los ancianos y de los marginados.

En este contexto es útil volver al ejemplo de santo Tomás Moro que se distinguió por la constante fidelidad a las autoridades y a las instituciones legítimas, precisamente porque en las mismas quería servir no al poder, sino al supremo ideal de la justicia. Su vida nos enseña que el gobierno es, antes que nada, ejercicio de virtudes. Convencido de este riguroso imperativo moral, el estadista inglés puso su actividad pública al servicio de la persona, especialmente si era débil o pobre; gestionó las controversias sociales con exquisito sentido de equidad; tuteló la familia y la defendió con gran empeño; promovió la educación integral de la juventud. El profundo desprendimiento de honores y riquezas, la humildad serena y jovial, el equilibrado conocimiento de la naturaleza humana y de la vanidad del éxito, así como la seguridad de juicio basada en la fe, le dieron aquella confiada fortaleza interior que lo sostuvo en las adversidades y frente a la muerte. Su santidad, que brilló en el martirio, se forjó a través de toda una vida entera de trabajo y de entrega a Dios y al prójimo.

Refiriéndome a semejantes ejemplos de armonía entre la fe y las obras, en la Exhortación apostólica postsinodal «Christifideles laici» escribí que «la unidad de vida de los fieles laicos tiene una gran importancia. Ellos, en efecto, deben santificarse en la vida profesional ordinaria. Por tanto, para que puedan responder a su vocación, los fieles laicos deben considerar las actividades de la vida cotidiana como ocasión de unión con Dios y de cumplimiento de su voluntad, así como también de servicio a los demás hombres» (n. 17).

Esta armonía entre lo natural y lo sobrenatural es tal vez el elemento que mejor define la personalidad del gran estadista inglés. Él vivió su intensa vida pública con sencilla humildad, caracterizada por el célebre «buen humor», incluso ante la muerte.

Éste es el horizonte a donde le llevó su pasión por la verdad. El hombre no se puede separar de Dios, ni la política de la moral. Ésta es la luz que iluminó su conciencia. Como ya tuve ocasión de decir, «el hombre es criatura de Dios, y por esto los derechos humanos tienen su origen en Él, se basan en el designio de la creación y se enmarcan en el plan de la Redención. Podría decirse, con expresión atrevida, que los derechos del hombre son también derechos de Dios» (Discurso 7.4.1998, 3).

Y fue precisamente en la defensa de los derechos de la conciencia donde el ejemplo de Tomás Moro brilló con intensa luz. Se puede decir que él vivió de modo singular el valor de una conciencia moral que es «testimonio de Dios mismo, cuya voz y cuyo juicio penetran la intimidad del hombre hasta las raíces de su alma» (Enc. «Veritatis splendor», 58). Aunque, por lo que se refiere a su acción contra los herejes, sufrió los límites de la cultura de su tiempo.

El Concilio Ecuménico Vaticano II, en la Constitución «Gaudium et spes», señala cómo en el mundo contemporáneo está creciendo «la conciencia de la excelsa dignidad que corresponde a la persona humana, ya que está por encima de todas las cosas, y sus derechos y deberes son universales e inviolables» (n.26). La historia de santo Tomás Moro ilustra con claridad una verdad fundamental de la ética política. En efecto, la defensa de la libertad de la Iglesia frente a indebidas injerencias del Estado es, al mismo tiempo, defensa, en nombre de la primacía de la conciencia, de la libertad de la persona frente al poder político. En esto reside el principio fundamental de todo orden civil de acuerdo con la naturaleza del hombre.

5. Confío, por tanto, que la elevación de la eximia figura de santo Tomás Moro como patrono de los gobernantes y de los políticos ayude al bien de la sociedad. Ésta es, además, una iniciativa en plena sintonía con el espíritu del Gran Jubileo que nos introduce en el tercer milenio cristiano.

Por tanto, después de una madura consideración, acogiendo complacido las peticiones recibidas, constituyo y declaro patrono de los gobernantes y de los políticos a santo Tomás Moro, concediendo que le vengan otorgados todos los honores y privilegios litúrgicos que corresponden, según el derecho, a los patronos de categorías de personas.

Sea bendito y glorificado Jesucristo, Redentor del hombre, ayer, hoy y siempre.

Roma, junto a San Pedro, el día 31 de octubre de 2000, vigésimo tercero de mi Pontificado

IOANNES PAULUS PP.II

N.B.: El texto original de la carta está escrito en latín. La traducción que aquí se presenta, ha sido distribuida por la Sala de Prensa de la Santa Sede.

En junio 2002 por primera vez en la historia, , se coloca una imagen del mártir en una iglesia Anglicana. Obra de Holbein, artista de la corte inglesa. Fue desvelado por el príncipe de Wales en un acto reconciliación. Es verdaderamente "Un hombre para todas las épocas" (A Man for All Seasons), tal como se titula la película sobre su vida.

Enlace externo

Fuente

  • Santo Tomás Moro. Disponible en:Corazones. Consultado el 12 de enero del 2016.
  • Santo Tomás Moro. Disponible en:Ewtn. Consultado el 12 de enero del 2016.
  • Santo Tomás Moro. Disponible en:Aciprensa. Consultado el 12 de enero del 2016.
  • Santo Tomás Moro. Disponible en:Franciscanos. Consultado el 12 de enero del 2016.