Santuario de Monserrate

Santuario de Monserrate
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Iglesia moserrate.jpg
Ubicación Geográfica:Bandera de Colombia Colombia

Santuario de Monserrate.Santuariode la ciudad de Bogotá, encierra grandes mitos y leyendas a cerca de su construcción y de su desarrollo. Además de ser un sitio turístico por excelencia.

Breve resumen

Su nombre Monserrate (o monte aserrado o montes en forma de dientes de sierra) es el nombre de cierta montaña muy famosa de España, no muy lejana de Barcelona, en la cual hay un santuario famosísimo a la Sma. Virgen, llamada la “Virgen de Monserrate” y a donde llegan continuamente millares de peregrinos de todo el mundo. En recuerdo de aquel Santuario fundaron los españoles el Santuario de Monserrate, cerca de Bogotá, en una montaña de 3.131 metros de altura y allí llegan sin cesar multitudes de peregrinos de Bogotá, y de todo Colombia y de muchos países más y obtienen favores admirables de Dios.

Primer Capilla construida

En 1640 el presidente Juan de Borja permitió a don Pedro Solís de Valenzuela que construyera en uno de los dos cerros cercanos a Bogotá una capilla en honor a Nuestra Señora de Monserrate. Y desde entonces aquella montaña empezó a ser llamada así: Monserrate. Al señor Solís de Valenzuela se le unieron tres santafereños más y el padre Bernardino de Rojas y empezaron la construcción de la capilla y el monasterio. Aquello era una obra muy difícil porque los materiales había que llevarlos al hombro, o a lomo de burro, desde la ciudad hasta el cerro que está 510 metros más alto que la sabana, y la subida es muy empinada y los caminos muy pedregosos. Los habitantes de la ciudad se entusiasmaron y empezaron a subir al cerro llevando cada uno un bulto de materiales para la construcción (lo que cada cual era capaz de llevar por semejante loma arriba).

Iglesia de Monserrate o Santuario de Monserrate.

El fabricante de la milagrosa imagen

En Santa Fe de Bogotá tenía su taller de escultura Don Pedro de Lugo y San Martín, el cual se dedicaba a fabricar estatuas para templos y capillas. El maestro Lugo, como lo llamaba la gente, se había especializado en fabricar imágenes mezclando madera con metal fundido. Sabía ensamblar muy hábilmente las partes y las pintaba con hermosas policromías y le quedaban verdaderamente hermosas. El Padre Rojas le encargó al maestro Lugo que hiciera una imagen de “un santo cristo caido azotado y clavado en la cruz”. El costo de la imagen fue de cuarenta patacones. (El “patacón” era una moneda grande de plata, que quizás valdría hoy unos cinco dólares). Don Pedro de Lugo entregó puntualmente la estatua en la fecha pactada y esa es la famosísima imagen que los Bogotanos tanto aman y junto a la cual se han conseguido tan maravillosos milagros. Son millones los peregrinos que la visitan cada año. Y los favores divinos no dejan de producirse allí día por día de manera que no tiene otra explicación sino aquella frase de Jesús:

“…Según sea tu fe, así serán las cosas que te sucedan”.

(Mt 15, 28)

(recordemos que lo que obtiene milagros no es la imagen sino la fe).

La imagen en su trono

La estatua fue llevada a Monserrate y junto a ella empezaron a obrarse tan maravillosos milagros que fue necesario hacerle un camarín especial para que la gente pudiera rezar allí frente a ella. Y los milagros siguieron produciéndose de manera tan prodigiosa que esta imagen llegó a ser una de las más famosas de la capital. Una vez más la Mamá le dejaba el primer puesto al Hijo Divino, cumpliendo aquella frase del evangelio:

“…Conviene que El crezca y sea cada vez más conocido y más amado, aunque para ello yo tenga que pasar a un segundo nivel.

(Jn. 3, 30).

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Imagen del Señor de los Caídos.

Recordemos siempre que la que hace el milagro no es la imagen. Una imagen es madera o metal o yeso y papel, etc. Una imagen jamás hace milagros a nadie. Creer que una imagen hace milagros sería idolatría. Y los católicos no podemos adorar imágenes. Adorar imágenes es creer que una imagen hace milagros y tratarla como si fuera un dios. Ningún católico debe adorar imágenes. Nosotros “veneramos” las imágenes, lo cual consiste en que les rendimos honor y veneración como a un “retrato” del personaje que está en el cielo. En Monserrate ante la imagen, recordamos y veneramos lo que Jesús sufrió por nosotros. Y ante ese su retrato, El desde el cielo nos envía sus milagros y favores. Cada “santuario” es un explosivo de favores de Dios. Tocamos su mano divina con la oración y esa mano explota en milagros en favor nuestro. ¡Cada milagro es una oración respondida por Dios!

A prueba de terremotos

En 1743 hubo en la capital un terrible terremoto. El Templo del otro cerro quedó destruido. Al de Monserrate no pasó nada grave. Luego en 1785 volvió a temblar fuertemente. El nuevo templo que los devotos habían construido con tanto entusiasmo en Guadalupe se derrumbó. En cambio el de Monserrate quedó en pie. Nuevamente hubo terremoto en 1827. Muchas casas de Bogotá cayeron destruidas, y también el tercer templo del otro cerro. En cambio el de Monserrate permaneció en buen estado. El 31 de agosto de 1917 hubo en Bogotá tres espantosos temblores. El templo de Guadalupe cayó a tierra, como muchos edificios más de la capital. El de Monserrate permanecía en pie, para admiración de muchos. Los geólogos explican todo esto diciendo que Monserrate está sobre una roca muy fuerte y que allí sucede lo que dice el evangelio:

“Cuando una edificación está construida sobre roca, aunque lleguen los embates de la naturaleza, no cae, porque está hecha sobre roca.”

(5. Mateo 7, 25).

Construcción del nuevo templo

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Santuario de Monserrate.

Como se necesitaba un templo más amplio y hermoso para tantos miles de peregrinos se empezó en 1915 la construcción del nuevo santuario de Monserrate. Se vio entonces un hecho admirable: cada día festivo subían miles y miles de peregrinos llevando cada uno un ladrillo u otro material de construcción y hasta los niños llevaban su ladrillo y si por el camino los dominaba el cansancio dejaban el ladrillo allí en la orilla, con la seguridad de que un peregrino que subía después lo llevaría gustoso hasta la cima del cerro, para agradar a Nuestro señor.

Concurso de generosidad

Y durante la construcción del templo al Señor de Monserrate hubo un verdadero concurso de generosidad entre los Bogotanos. Veamos algunos ejemplos: los albañiles y los maestros de obra no cobraban sino la mitad del sueldo, y el resto lo dejaban como regalo al Señor. Y trabajaban con mucho empeño y consagración para que la obra resultara lo más perfecta posible. Muchos muchachos dedicaban horas y horas a subir baldados de agua desde Bogotá hasta esa gran altura, porque allá no hay sino un pequeñísimo nacedero de agua, que se llama fuente del milagro de la cual dice la tradición que cuando Solís y el Padre Rojas construían el primer templo en Monserrate los obreros sufrían mucho de sed y milagrosamente apareció de un momento a otro ese nacedero de agua en semejante altura y por eso fue llamado “Fuente del milagro”. En 1917 el temible terremoto sacudió muy fuerte a Bogotá. Pero los ingenieros subieron a Monserrate y comprobaron que los cimientos y paredes del templo en construcción estaban buenos, y se siguió edificando. En 1920 fue inaugurado el nuevo y hermoso templo al cual suben a rezar centenares de miles de peregrinos.

¿Y El Señor de Monserrate ha bajado alguna vez a Bogotá?

Para los bogotanos, el Señor de Monserrate es uno de los grandes amores. Junto con la Virgen de Bojacá y el Jesús que se venera en el barrio 20 de julio, son las grandes devociones de los Bogotanos. Pero la más antigua es la del Señor de Monserrate. Ya desde los siglos pasados la venerada imagen del Señor Caído se bajaba a la ciudad cuando había un verano demasiado largo y que estaba haciendo grandes daños o cuando llegaban terribles epidemias de viruela o tifo o de otros males. La gente devota acompañaba piadosamente a la sagrada imagen y los favores tan deseados se conseguían prontamente. Cada vez que la imagen de Monserrate se bajaba a la ciudad, eran inmensas las muchedumbres que le acompañaban rezando, en la procesión al traerlo y luego en la procesión que se hacía al llevarlo otra vez a su santuario. La iglesia que tenía el honor de albergar por unos días la famosa imagen se convertía en un centro de entusiastas peregrinaciones donde desbordantes multitudes de devotos no querían alejarse sin tocar siquiera las andas donde estaba el paso con la sagrada imagen. Y los milagros y favores especiales se producían en cantidades impresionantes. Una vez más se cumplía lo que prometió el Señor:

“Si tenéis fe, aunque sea tan pequeña como un granito de mostaza, le podréis decir a un monte: trasládate al mar y os obedecerá”

(S. Mateo 17, 20). Montañas de problemas se les alejan a las personas que le rezan con fe a Nuestro Señor ante su famosa imagen.

Véase también

Fuentes