Uragami Gyokudo

Gyokudo
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Pintor japonés.
NombreUragami Gyokudo
Nacimiento1745
Uragami Heiemon, Japón Bandera de Japón
Fallecimiento1820
Bandera de Japón Japón
ResidenciaBandera de Japón Japón
NacionalidadJaponés Bandera de Japón
OcupaciónArtista Plástico
Obras destacadasNubes congeladas y nieve en polvo (c.1810; Colección Yasumari Kawabata, Prefectura de Kanagawa).

Uragami Gyokudo. Admirado en su círculo como hombre de vasta cultura y recordado tras su muerte sobre todo como maestro del koto (citara), el pintor Uragami Gyokudo no ha sido reconocido como uno de los principales artistas japoneses hasta mediados de este siglo. Actualmente se le considera en Japón uno de los cuatro grandes maestros nanga; los otros son Ike No Taiga (1723 -1776), Yosa Buson (1716- 1783) y Tonomura Chikuden (17771835).

Síntesis Biográfica.

La vida y circunstancias del artista explican en gran medida su obra. Nació en Uragami Heiemon en 1745, en la casa del señor feudal de su padre (un samurái), el jefe del clan Okayama. Por tanto, nació en un grupo social que basaba la educación de una autodisciplina rígida y en las virtudes militares. Dicha disciplina le ayudó a la hora de explorar en tinta un único aspecto de la pintura nanga, el paisaje.

Trayectoria Artística

Su obra Nubes congeladas y nieve en polvo (c.1810; Colección Yasumari Kawabata, Prefectura de Kanagawa) ha obtenido el privilegio de ser considerada un tesoro nacional de los pueblos japoneses. Aunque indudablemente perteneció a la escuela denominada nanga, que en los siglos XVII y XIX basó su obra en los ideales y teorías de los `”pintoreseruditos” bunjinga (originarios de China), sus pinturas resaltan muy excéntricas. Sin duda fue esto lo que impidió su reconocimiento artístico hasta el siglo XX, en que el individualismo se valora tanto. La mayor parte de las pinturas de él están hechas en papel. La seda resultaba más academicista y esto gustaba a algunos pintores de la Escuela Nanga, pero en seda la pintura tarda más en secarse. Además, el pintor tiene que tener más cuidado, y esto va en detrimento de su libertad.

Las impetuosas visiones de Gyokudo están representadas con espíritu exaltado, casi embriagado, y por eso el material más adecuado era el papel. El papel japonés de mejor calidad es resistente pero indómito, estableciendo su propia relación con el pincel absorbe mucho la tinta, pero permite a un pincel casi seco deslizarse sobre su superficie. Con respecto a la textura, las posibilidades ofrecidas por este papel fueron aprovechadas al máximo por Gyokudo, como se ve en las vibrantes, complejas y agudas pinceladas que dibujan un fondo de árboles en picos gemelos abrazando las nubes (c.1805; Museo de arte Idemitsu, Tokio).

Nubes congeladas y nieve en polvo (c.1810; Colección Yasumari Kawabata, Prefectura de Kanagawa).

Técnica

Como casi toda la pintura del lejano Oriente, la suya se basa en la aplicación de un pincel mojado en tinta china (hay distintos) tipos a un papel, siendo una de las mejores técnicas pictóricas jamás inventadas. Gyokudo consideraba la tinta china por si sola suficiente para sus propósitos. Muchos de sus paisajes no tienen color ya que, según parece, descubrió que el añadido del color impedía la transmisión directa al espectador del mensaje del artista. Cuando emplea el color, lo hace con brillantez, si bien a menudo de forma arbitraria. En Nubes congeladas y nieve en polvo, por ejemplo, una visión majestuosa inhóspita de un paisaje montañoso gris y congelado está animada por unas pinceladas rojas de árboles y rocas. No representan nada en concreto, pero atraen la mirada del espectador, que siente así la fuerza interior de la vida en elementos muertos. La utilización del color de Gyokudo se limita prácticamente a la tinta roja en unas pocas pinturas. Pero esta utilización es tan sutil que la famosa página del Álbum de neblinas (1811) titulada Montañas verdes y bosques rojos (c. 1811; Sala Conmemorativa Umegawa, Tokyo) la escena brilla con los variados colores de un otoño japonés, aunque solo se utilizan el rojo y el negro (véase también Montañas con manchas e hojas rojas. 1815-1820; Colección Teizo Kimura, Prefectura de Aichi).

Hay cinco formatos fundamentales en el arte japonés: biombos, pergaminos, papel, álbumes y hojas palmeadas. Gyokudo no pintó biombos, y solo algunos pergaminos. Las razones de estos son de índole práctica. Ambos formatos requieren una organización minuciosa del espacio; en el caso de los biombos resulta casi imposible con una superficie tan grande para ser pintada directamente del natural. Gyokudo, frecuentemente embriagado, necesitaba pintar directamente. El pergamino debe ser desenrollado lentamente y por un experto, y resulta fatigoso para el artista tener que cambiar escenas e incluso el estilo. Por eso mismo gustaba a los academicistas pintores de la Escuela nanga: pero no a Gyokudo. El pergamino titulado La antigüedad de las montañas meridionales (traducción aproximadamente de un titulo críptico; colección privada) que recuerda desde el punto de vista estilístico al maestro chino Mi Fu, es una de sus obras menos notables, también es una de las primeras artistas (1897). Gyokudo prefería la unidad simple del papel, la hoja palmeada y el álbum. En estos tres medios realizó sus principales obras.

A causa de su habilidad para trascender las limitaciones academicistas de su escuela, se convirtió en el más grande de sus maestros. En efecto, nadie le alcanzó a la hora de extender con habilidad su técnica y su visión sobre una superficie de dimensiones notables. Una obra como Ocio de las montañas (c.1807; Museo Nacional de Kyoto) mide 1,76 x 0,95 m, pero no resulta fragmentaria y carente de unidad, como las de un pintor tan importante como Taiga. La mayor parte de las obras de Gyokudo son paisajes pintados en los últimos veinte años de su vida, durante los cuales viajó casi sin parar por las zonas montañosas de Japón. Es indudable que sus pinturas ––la mayoría son paisajes con montañas de cima redondeada, cubiertas casi por completo por vegetación y surgiendo de valles boscosos son retratos de su tierra natal, por muy deformada que haya sido la visión del artista. Esto no debe olvidarse, los paisajes son siempre realistas. Las montañas suelen constituir el centro de la pintura; por debajo de ellas se extienden los bosques. Lo único artificial de las obras es la pincelada nerviosa, irracional, aplicada a las formas básicas. A veces toda una pintura está cubierta por pinceladas horizontales aparentemente sin sentido, como Montañas envueltas en lluvia (c. 1805; Museo de Arte Ohara, Prefectura de Okayama), creándose la sensación de una naturaleza en movimiento, en perpetuo cambio. La impresión de evolución constante es algo que va más allá del confucionismo oficial, siendo una de las doctrinas básicas del budismo, que ha afectado al carácter japonés desde el siglo VI d. de C. la naturaleza intuitiva de la percepción) según el budismo zen) era algo con lo que Gyokudo había crecido, y debió de influirle a la hora de sentirse atraído por la rama Wang Yang Ming del confucianismo, cuya prohibición provocó su alejamiento a la vida oficial. La rama Wang Yang Ming le enseñó intuición y la unidad de las cosas y los pensamientos. Con el paso de los años, la visión de Gyokudo se fue deformando cada vez más. Extrañas formas circulares empezaron a aparecer entonces en las laderas de sus montañas, atrayendo la atención del espectador, como en Visión tranquila en las montañas nubladas (colección privada). Las propias montañas se fueron haciendo más ligeras, hasta parecer una explosión en Fuerte viento, Ocas inclinadas (1817; colección privada). Al mismo tiempo, los pico de las montañas adoptaron formas fálicas (como en Refugio en bosques invernales o zona de esparcimiento en bosques congelados; colección privada) creándose en el espectador la sensación de que hay fuerzas primitivas escondidas tras las violentas pinceladas, en vez de meras filosofías. La fuerza Gyokudo radica, en última instancia, en su visión de la naturaleza y en la excitación visual en las pinceladas que la expresan. Esto es una característica tanto de un pintor zen como de uno nanga. Su habilidad para sugerir la violenta energía de la naturaleza y de su propia mente ha atraído al hombre del siglo XX, especialmente al Occidental. Sus hijos Shunkin y Shukin fueron pintores nangas convencionales; el primero fue más famoso en su día que su padre. No heredaron su espíritu, y por tanto Gyokudo no dejó escuela. Solo el último artista nanga. Tomioka Tessai (1836-1924), tiene una visión de la naturaleza y refleja en sus obras unas tensiones visuales similares a las de las obras de Gyokudo. Este artista no debe confundirse con Kawai Gyokudo (1873-1957), es excelente paisajista lírico de nuestro siglo que perteneció a una escuela distinta a la de Uragami.

Fuentes