Diferencia entre revisiones de «Música de Cuba»
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Las tradiciones del [[Canto Coral|canto coral]] se desarrollaron a través de la práctica del canto de iglesia: motetes, cánticos e historias sagradas. El [[órgano]] está presente en la música sagrada, pero también el [[arpa]], el [[fagot]], la viola, y el violín. Las iglesias se vuelven verdaderas salas de concierto donde además de la música europea se escuchan también composiciones de maestros cubanos. El ejemplo de Esteban Salas y Castro, director de la capilla de música de la catedral de Santiago de Cuba, es significativo. Él compone música litúrgica (misas, réquiems, letanías, salmos pasionarias), pero también temas cantados en español, lo que es rarísimo en la época en el marco religioso: poemas pastorales, villancicos, y diversos cantos a varias voces. Además de los instrumentos ya citados él utiliza el bajo continuo, la flauta, el oboe y el corno. | Las tradiciones del [[Canto Coral|canto coral]] se desarrollaron a través de la práctica del canto de iglesia: motetes, cánticos e historias sagradas. El [[órgano]] está presente en la música sagrada, pero también el [[arpa]], el [[fagot]], la viola, y el violín. Las iglesias se vuelven verdaderas salas de concierto donde además de la música europea se escuchan también composiciones de maestros cubanos. El ejemplo de Esteban Salas y Castro, director de la capilla de música de la catedral de Santiago de Cuba, es significativo. Él compone música litúrgica (misas, réquiems, letanías, salmos pasionarias), pero también temas cantados en español, lo que es rarísimo en la época en el marco religioso: poemas pastorales, villancicos, y diversos cantos a varias voces. Además de los instrumentos ya citados él utiliza el bajo continuo, la flauta, el oboe y el corno. | ||
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| + | ==Intervención de la Cultura africana== | ||
| + | Tras la aniquilación parcial de la población indígena, los españoles comienzan a implementar en Cuba el fenómeno de la [[esclavitud]], traficando esclavos de diferentes zonas del [[África|continente africano]]. Los colonizadores, en su mayoría hombres, se mezclaron con aborígenes, con africanas y con la escasa [[inmigración]] femenina española. De estas uniones surgen las primeras generaciones de criollos. Junto con el poblamiento y colonización, entraron en Cuba elementos musicales y literarios derivados de un proceso de [[transculturación]]. Las relaciones de trabajo, la dependencia de un grupo numeroso de dominados por el sector dirigente no fue óbice para que se estableciera una interrelación cultural, una transculturación continuada por la cual los negros, esclavos o libertos, asumieron muchos oficios de los blancos, entre ellos el de músicos, y que de inmediato asimilaran instrumentos, formas de tañerlos, géneros musicales, danzas, a las cuales le imprimieron su propia expresión, por lo cual pronto serían reconocidos como cubanas. | ||
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| + | Inicialmente los bailes y fiestas de los negros eran prohibidos, y si se permitían era dentro de su cabildo o barracón, pero la influencia de su música se transculturaba en la sonoridad del tiple que ellos asumían en sus puntos y zapateos. Las pequeñas orquestas que amenizaban igualmente los bailes de la alta burguesía oficial, las fiestas de la Iglesia, el teatro y las fiestas populares también estaban integradas por blancos y por negros que interpretaban la misma música, con características criollas, cubanas. | ||
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| + | La participación de las mujeres africanas fue muy importante en la formación de la población cubana, porque durante cuatro siglos contribuyeron al mestizaje en la Isla. Integraron directamente las fiestas y ceremonias afrocubanas, bailando sus coreografías y cantando sus melodías, llamándoseles a estas últimas, clarinas. Al igual que el crisol cultural de España, África cuenta con un mosaico de pueblos, en ocasiones coincidiendo con dos influencias culturales afines a España, la árabe y la judaica. De acuerdo a los historiadores, los aportes africanos en el Continente Americano dependieron según la entidad colonialista, la mayoría de ellos procediendo de la zona Occidental. En las colonias ibéricas predominaron la cultura yoruba de Nigeria y la bantú de Angola y el Congo. | ||
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| + | El negro trasciende la música religiosa, dominando con facilidad la técnica de los instrumentos o como integrante de un coro, pero no como aficionado o anónimo, sino como un profesional de la música. A principios del siglo XVII, la isla de cuba contaba con unos 20.000 habitantes, entre blancos, negros, indios y mestizos. Es en esta etapa cuando la música en Cuba se comienza a interpretar por la calle saliendo de los templos. Comienzan a sonar tambores, sonajas y cantos africanos en las procesiones. | ||
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| + | ==Festividades del Corpus Christi== | ||
| + | Las primeras referencias sobre música y danza de tipo carnavalesco se presentan en la fiesta de Corpus Christi de La Habana de 1622 con una danza de monos. Los antecedentes del teatro cubano están en estas festividades, heredadas de la cultura española y en las fiestas religiosas de los cabildos negros de procedencia africana. Las primeras constituyeron las celebraciones colectivas de los siglos XVI y XVII para aliviar las necesidades de diversión de la comunidad. Las segundas eran espectáculos fantásticos que se realizaban una vez al año, el Día de Reyes, 6 de enero. Ese día, los negros llenaban las calles de las villas cubanas con sus cantos y danzas. La música intervino activamente en esas manifestaciones de jolgorio religioso-popular. | ||
| + | Intervino igualmente en las "encamisadas", procesiones nocturnas realizadas a la efectista luz de hachones resinosos o de cera. | ||
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| + | En Cuba, las "encamisadas" tuvieron un específico carácter religioso, lo cual no excluyó el que se combinaran en la fiesta con la que se celebraba la supuesta aparición de San Miguel, con las llamadas "invenciones", improvisaciones sobre algún tema adecuado a la festividad correspondiente, escenificadas esquemáticamente. Antes de haber funciones teatrales en la Isla, hubo espectáculos callejeros y diversiones populares, celebradas siempre con música. | ||
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| + | ==Siglos XVIII y XIX== | ||
| + | A finales del siglo XVIII tienen lugar en el Caribe una serie de acontecimientos que provocan la revolución de los esclavos en los territorios que España había cedido a Francia, en la isla de Santo Domingo, tierras conocidas como Haití. Esta revolución social, con sucesivos levantamientos de esclavos contra el yugo de los colonos, provoca la huida de los colonos franceses asentados en la isla hacia la zona oriental de Cuba. Algunos negros esclavos siguen a sus amos a su nuevo destino. Esta nueva inmigración, que sufre Cuba, va a ser determinante para la creación de la primera manifestación de música popular cubana propiamente dicha. Con estos nuevos inmigrantes llega a Cuba el piano. | ||
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| + | Serafín Ramírez publica en 1891 su libro "La Habana Artística", en el que se recogen unas crónicas de Buenaventura Ferrer describiendo la situación de Cuba en 1798: | ||
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| + | {{Sistema:Cita|"Otras de las diversiones favoritas de los habaneros es el baile, pues casi toca en locura. Habrá diariamente en la ciudad más de 50 de esas concurrencias... los bailes de la gente principal se componen de buenos músicos y se danza en ellos la escuela francesa; los demás se ejecutan con una o dos guitarras o tiples, y un calabazo hueco, con unas hendiduras. Cantan y bailan unas tonadas alegres y bulliciosas, inventadas por ellos mismos, con una ligereza y gracia increíble. La clase de las mulatas es la que más se distingue en estas danzas...las negras que cantan en nuestros templos entre nubes de incienso, se acompañaban por instrumental desproporcionado e incoherente, en el cual figuran el gracioso tiple y el seco y ríspido calabazo o güiro.}} | ||
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| + | La Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba tiene sus antecedentes en el siglo XVIII, cuando las catedrales cubanas de la Habana y Santiago de Cuba contaban con una capilla musical integrada por un reducido número de cantantes e instrumentistas. A fines de ese siglo el compositor presbítero cubano Esteban Salas amplió la capilla de la Catedral de Santiago de Cuba hasta construir una pequeña orquesta clásica. Pero no es hasta la tercera década del siglo XIX que se crean en Cuba las primeras Orquestas Sinfónicas, con un formato completo, una vida institucional permanente y una programación continua. | ||
| + | El siglo XIX es testigo de la rápida evolución de esa música danzable rítmicamente diferente de los modelos europeos, la cual ejerce una influencia decisiva en las sofisticadas obras de piano de Saumell y de Ignacio Cervantes (1847-1905), así como en la música fuertemente romántica de Nicolás Ruiz Espadero (1832-1890). Es también durante este siglo diecinueve que Cuba produce sus primeros instrumentistas de renombre internacional, del pianista José Manuel (Lico) Jiménez (1855-1917) y de la pianista y compositora Cecilia Aritzi (1856-1930) a los violinistas Claudio José Domingo Brindis de Salas (1852-1911) y José White (1836-1912). Compositores cubanos del siglo XIX que crearon obras aún bajo fuerte influencia europea son Gaspar Villate (1851-1891) y Laureano Fuentes Matons (1825-1898), ambos autores de óperas que seguían los patrones italianos y franceses, y algunas de cuyas piezas fueron estrenadas en París y en Madrid; a José Mauti (1855-1937), autor de numerosas zarzuelas y de varias piezas sinfónicas, y a Guillermo Tomás (1868-1937). Tomás fue el único compositor cubano de esa época cuya música exhibe una fuerte influencia alemana. | ||
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| + | ==La música en la escena teatral== | ||
| + | La construcción, en 1776, del primer teatro de La Habana: el Coliseo, más tarde llamado El Principal, fue el suceso que impulsó la difusión del teatro lírico y de la música en general, en la escena cubana. La zarzuela o género chico es un término medio entre el teatro de comedia y la ópera. Las primeras, en el siglo XVIII, trataban temas mitológicos y legendarios. | ||
| + | La zarzuela llegó a Cuba con los colonialistas y logró tanta aceptación hasta aplatanarse. Así conocidísimos compositores cubanos como Carlos Robreño quien en 1853 presentó El duende, la primera zarzuela cubana en La Habana. El gran Ignacio Cervantes, uno de nuestros músicos más completos, compuso la zarzuela Exposición o El Submarino Peral, estrenada, en 1889, en el Teatro Tacón. En 1894, Jorge Anckermann estrenó también en el Tacón La Gran Rumba, parodia de la zarzuela española La Gran Vía. En 1896 se estrenaron en el Teatro Payret las zarzuelas Cuartel Maestre y Los Ríos de Perdihuela de Eduardo Sánchez de Fuentes. | ||
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| + | La capital cubana fue durante el siglo XIX una de las plazas teatrales más fuertes de la América Hispana. La frase “Para triunfar en América hay que pasar por La Habana” constituyó, sin duda, una premisa para los actores y actrices y compañías lírico-dramáticas que querían probar fortuna allende los mares. En 1790 aparece el primer número del Papel Periódico de la Habana, en el que se anuncia que una compañía española está actuando permanentemente en el Teatro Principal, haciendo tonadillas escénicas donde se suman canto y baile. Las tonadillas llegan a Cuba procedentes de España, como los cantores y los músicos, pero rápidamente van surgiendo sus émulos criollos; es aprendizaje directo, porque no hay sitio todavía para academias musicales. La tonadilla comienza a declinar en la Habana a principios del siglo XVIII, pero continuará existiendo en el interior de la Isla. | ||
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| + | En el Teatro Villanueva, en 1854, triunfa otra compañía española de zarzuelas, y continúan surgiendo los compositores verdaderamente cubanos, aunque todavía inspirados en motivos y música de corte español. La otra gran ciudad, Santiago de Cuba, no quiere ser menos y comienza a programar compañías de zarzuelas como la de Robreño, que llevaba algunos años triunfando ya en la Habana. Se atribuye al cubano Francisco Covarrubias la creación de los primeros sainetes donde se plantean estos elementos como símbolos de cubanía. Covarrubias comprendió que todos los personajes de las tonadillas, sainetes y zarzuelas podían ser sustituidos por tipos criollos, e hizo lo mismo con los pasajes musicales que también sustituyó por otros de carácter local. De la seguidilla y el villancico se pasa a la tonada guajira, a la guaracha, a la canción. Este proceso lento, empezado por Covarrubias, estará en todo su apogeo en 1868. | ||
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| + | ==Presencia de la mujer en la música== | ||
| + | La primera mención que se hizo acerca de las mujeres en la música cubana, fue la de las hermanas Ginés, Teodora y Micaela, que se dijo eran negras libertas residentes en Santiago de Cuba, a cuya ciudad habían llegado a finales del siglo XVI, específicamente en el año de 1580, procedentes de la isla de La Española. Las hermanas Ginés tocaron y cantaron junto a un andaluz, y se hicieron famosas por el llamado Son de la Ma‘Teodora, que más tarde se comprobó que su melodía procedía de una romanza extremeña. Aunque esta composición no fue genuinamente isleña, lo cierto es que se habló de la participación de estas dos mujeres en la música que en aquella época se tocó en Cuba. | ||
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| + | La contribución más destacada de las mujeres africanas fue sin duda en la cubanización de la música, proceso que ocurrió en la segunda mitad del siglo XIX, cuando los barracones y cabildos se volcaron hacia los barrios marginales de las principales ciudades, y muy en especial de la capital, donde estas féminas integraron primero los coros de clave, después los de rumba y finalmente las comparsas. | ||
| + | Sin embargo una figura relevante del siglo XIX fue la Condesa de Merlín, María de las Mercedes Beltrán de Santa Cruz y Montalvo (1781-1852). Esta cubana que procedía de la aristocracia criolla y era poseedora de muchos pergaminos nobiliarios y de una considerable fortuna, fijó su residencia en París, en la conocida calle de Bondy, a la que convirtió con su espíritu artístico, en uno de los focos más brillantes de la cultura musical y literaria de la época. | ||
| + | En el propio siglo XIX se destacaron otras mujeres en la música que se hacía en Cuba. Entre ellas Catalina Berroa Ojeda (1849-1911) que era instrumentista, compositora, profesora y directora de orquesta. Fue la primera cubana que alcanzó fama de gran músico, compositora y directora orquestal. Dirigió durante el último cuarto del siglo XIX y principios del XX, la capilla musical de la Parroquia Mayor de Trinidad. También fue la mejor formadora y profesora de música de esa ciudad, impartiéndole clases entre otros a su sobrino Lico Jiménez. Tocó ocho instrumentos, pero se destacó en el órgano, que fue su preferido. Compuso música de todo tipo, incluyendo la litúrgica o sacra. No caben dudas que estaba dotada de una exquisita inspiración para componer, figurando entre sus creaciones populares, una de las primeras habaneras, titulada La trinitaria. | ||
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| + | Otra dama notable en la música del siglo XIX fue Cecilia Aritzi (1856-1930). Esta pianista y compositora era hija de Fernando Aritzi, un conocido instrumentista de ese siglo. Tuvo como profesor, además de su padre, al más destacado pianista y compositor de mediados de ese siglo, Nicolás Ruiz Espadero. De esta misma centuria es Ana Aguado —La Calandria— (1866-1921), excelente cantante y pianista, quien en unión de su esposo Guillermo Tomás, paseó la incipiente música cubana por Estados Unidos y España. La Calandria mereció el elogio del Héroe Nacional de Cuba, José Martí, por los esfuerzos que hizo en pro de la independencia de Cuba. | ||
==Fuentes== | ==Fuentes== | ||
Revisión del 11:47 19 may 2011
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Música Cubana. En la música cubana, se evidencia una amplia gama de géneros, variantes y estilos que abarcan desde sus nebulosos orígenes hasta el reconocimiento universal de que goza hoy en día. Su origen es muy diverso, debido a que en su integración participaron tanto las etnias indocubanas como las españolas, ejerciendo estas últimas una mayor influencia, pues durante el período de la colonización ocurre un proceso de sincretismo cultural muy significativo como resultado del fenómeno de poblamiento necesario para el desarrollo político, económico y social del “Nuevo mundo”. A partir de este choque de culturas y con la inclusión de pobladores de otros territorios, fundamentalmente de los esclavos africanos, se fraguan naciones que aportarán posteriormente la nueva herencia cultural cargada de un híbrido de razas, religiones, idiomas y nuevas tendencias musicales.
Como todo fenómeno de gestación, la música cubana pasó por varias etapas, que comienza su curso en los rituales de los primeros pobladores y da sus siguientes pasos durante el período de colonización, abarcando desde el siglo XV hasta finales del siglo XIX, donde se precisa destacar el papel de la cultura española y la africana, las primeras festividades y representaciones teatrales, los primeros centros de estudios musicales, la presencia de la mujer en esta manifestación, las figuras representativas, la evolución de los instrumentos, el surgimiento de el Himno Nacional de Cuba, la inclinación patriótica de los músicos populares y la vinculación con los sucesos políticos y sociales acontecidos a lo largo de la historia.
Sumario
Comunidad aborigen
Con el apoyo de los estudios arqueológicos y las narraciones de los cronistas, se ha logrado conocer la forma de vida de los aborígenes y dentro de esta, su desarrollo cultural. La música aborigen era un medio de comunicación mágico-religiosa, con la cual aspiraban a dialogar con fuerzas invisibles para facilitar el logro de sus propósitos mágicos, representada a través de los areítos, considerados verdaderos rituales que unificaban toda una serie de manifestaciones culturales. En testimonios abordados por Fray Bartolomé de las Casas en “Historia de las Indias”, se dice que las letras cantadas en los areítos se referían a relatos de sus tradiciones, la historia de sus orígenes, la sucesión de sus caciques y leyendas sobre sus Dioses.
Utilizaron instrumentos musicales con elementos naturales que luego eran perfeccionados entre los cuales se destacan: tambores o "mayohuacán", hechos de madera y sin cuero; "guamos" o trompetas confeccionados con caracoles; flautas de canutos o de huesos; maracas; silbatos y cascabeles que hacían con caracoles univalvos fundamentalmente de la especie Oliva reticularis. También emplearon las flautas como instrumento musical de viento. En Arroyo de Palo, Mayarí, los arqueólogos Ernesto Tabío y José M. Guarch encontraron la única flauta hecha con un hueso de ave reportada en Cuba, este instrumento fue hallado junto a un enterramiento de un niño aborigen, por un campesino.
Se ha encontrado en la literatura un solo reporte arqueológico que da cuenta de la existencia de maracas en el ajuar aborigen, es el hecho por Fernando García y Grave de Peralta. Según narra, se trata de dos ejemplares confeccionados en madera dura encontrados en la Gran Tierra Maya, Baracoa, en el oriente cubano. Los aborígenes cubanos debieron poseer silbatos confeccionados en huesos o piedra, como se ha comprobado para los pueblos "caribes". En la llamada "Cueva del Puerco", en Caibarién, Cuba, fue localizado uno de estos instrumentos hecho en piedra. Lamentablemente poco ha llegado a la actualidad de esas manifestaciones artísticas. Con el exterminio de la población aborigen, pereció parte de su cultura, aunque gracias a los adelantos científicos y alguna que otra leyenda narrada de generación en generación, ha sido posible desenterrar muchos de sus misterios espirituales y materiales que aclaran la interrogante de si existió o no un ambiente musical en la comunidad primitiva.
Etapa colonial
Con la llegada de los españoles a Cuba se produce el nombrado choque entre dos culturas, la indígena y la ibérica, provocando la mezcla de diversos elementos que conformaron un verdadero mosaico étnico y cultural en la isla. Durante los siglos XV y XVI predomina la [[Música Eclesiástica|música eclesiástica, junto a la música popular extremeña, canaria, andaluza y castellana descendiente del romancero y la tradición Guanche, con el uso de instrumentos como el laúd y la guitarra. También llega la música militar, acompañada por tambores y flautas.
Vinculada al culto católico, credo establecido en Cuba a partir de la conquista y colonización de la Isla, la música encontró en la Iglesia la institución que preservaría para el futuro las primeras pruebas documentales de actividad creativa autóctona en esta manifestación artística. La música era un monopolio casi exclusivo de la Iglesia Católica; esta representaba el único centro de trabajo de carácter permanente para laborarla profesionalmente, institucionalizando los estudios e introduciendo instrumentos y formas musicales de una gran complejidad, aunque sin preocuparse mucho por transcribir musicalmente los cantos indígenas con propósitos de preservación.
A principios del siglo XVI, la villa de Santiago de Cuba se convirtió en un punto de entrada de nuestros colonizadores, y además en un trampolín para la conquista de otras tierras. Venían músicos que seguían rumbo a otros parajes, pero dejaban huellas a su paso. A mediados de siglo, esta villa ya contaba con su catedral y con un órgano ejecutado por el primer músico notable que se conoció en la isla, nacido en Santiago: Miguel Velázquez, quien había estudiado música en España. En 1544 asume la responsabilidad de canónigo de la catedral; al mismo tiempo, trasmite sus conocimientos a la población. Según la historia, ya a finales del siglo XVI existía en esta comunidad el primer conjunto de instrumentos que tenía pífanos, viola y violín y que amenizaban las actividades dentro de la iglesia, así como las fiestas populares.
La división del gobierno de la Colonia entre dos autoridades, en 1607, permite algo más de atención a la parte oriental de la Isla, y cierta atención a la música. Aparece allí como organista, en 1622, un Juan de Mesa Borges, seguido en 1632 de un Juan de Zabaleta y en 1646 por un Fernando de Espinosa. En 1655 la Catedral de Santiago carece de libros de canto llano y se comisiona a alguien para traerlos de México. La importancia que por estos años ha ido adquiriendo la Capital de la Colonia hizo intrigar al clero para lograr el traslado de la Catedral a La Habana. Con el crecimiento de La Habana, transformándose de aldea marinera en pequeña ciudad, se propició una mayor atención a las ceremonias del culto. Con lo cual el factor religioso aunque en pequeña escala, intervino en el incipiente desarrollo de la música, con las actividades realizadas en ese sentido en la Parroquial Mayor, principalmente.
Los siglos XVI y XVII resultaron centurias de gestación para la nación cubana; pero ya en 1722 surge en Santiago de Cuba el Colegio San Basilio El Magno y en 1728, la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana. El Real y Conciliar Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio queda abierto en 1773. El Seminario San Basilio Magno inició con solo dos cátedras: Gramática Latina y Canto Eclesiástico. La enseñanza fue atrasada, escolástica y limitada, realidades que no le quitan el mérito de ser la primera institución de enseñanza superior de la Isla, donde ejercerían el magisterio figuras de gran relevancia en la historia de la cultura cubana como Esteban Salas, padre de la música cubana.
Las tradiciones del canto coral se desarrollaron a través de la práctica del canto de iglesia: motetes, cánticos e historias sagradas. El órgano está presente en la música sagrada, pero también el arpa, el fagot, la viola, y el violín. Las iglesias se vuelven verdaderas salas de concierto donde además de la música europea se escuchan también composiciones de maestros cubanos. El ejemplo de Esteban Salas y Castro, director de la capilla de música de la catedral de Santiago de Cuba, es significativo. Él compone música litúrgica (misas, réquiems, letanías, salmos pasionarias), pero también temas cantados en español, lo que es rarísimo en la época en el marco religioso: poemas pastorales, villancicos, y diversos cantos a varias voces. Además de los instrumentos ya citados él utiliza el bajo continuo, la flauta, el oboe y el corno.
Intervención de la Cultura africana
Tras la aniquilación parcial de la población indígena, los españoles comienzan a implementar en Cuba el fenómeno de la esclavitud, traficando esclavos de diferentes zonas del continente africano. Los colonizadores, en su mayoría hombres, se mezclaron con aborígenes, con africanas y con la escasa inmigración femenina española. De estas uniones surgen las primeras generaciones de criollos. Junto con el poblamiento y colonización, entraron en Cuba elementos musicales y literarios derivados de un proceso de transculturación. Las relaciones de trabajo, la dependencia de un grupo numeroso de dominados por el sector dirigente no fue óbice para que se estableciera una interrelación cultural, una transculturación continuada por la cual los negros, esclavos o libertos, asumieron muchos oficios de los blancos, entre ellos el de músicos, y que de inmediato asimilaran instrumentos, formas de tañerlos, géneros musicales, danzas, a las cuales le imprimieron su propia expresión, por lo cual pronto serían reconocidos como cubanas.
Inicialmente los bailes y fiestas de los negros eran prohibidos, y si se permitían era dentro de su cabildo o barracón, pero la influencia de su música se transculturaba en la sonoridad del tiple que ellos asumían en sus puntos y zapateos. Las pequeñas orquestas que amenizaban igualmente los bailes de la alta burguesía oficial, las fiestas de la Iglesia, el teatro y las fiestas populares también estaban integradas por blancos y por negros que interpretaban la misma música, con características criollas, cubanas.
La participación de las mujeres africanas fue muy importante en la formación de la población cubana, porque durante cuatro siglos contribuyeron al mestizaje en la Isla. Integraron directamente las fiestas y ceremonias afrocubanas, bailando sus coreografías y cantando sus melodías, llamándoseles a estas últimas, clarinas. Al igual que el crisol cultural de España, África cuenta con un mosaico de pueblos, en ocasiones coincidiendo con dos influencias culturales afines a España, la árabe y la judaica. De acuerdo a los historiadores, los aportes africanos en el Continente Americano dependieron según la entidad colonialista, la mayoría de ellos procediendo de la zona Occidental. En las colonias ibéricas predominaron la cultura yoruba de Nigeria y la bantú de Angola y el Congo.
El negro trasciende la música religiosa, dominando con facilidad la técnica de los instrumentos o como integrante de un coro, pero no como aficionado o anónimo, sino como un profesional de la música. A principios del siglo XVII, la isla de cuba contaba con unos 20.000 habitantes, entre blancos, negros, indios y mestizos. Es en esta etapa cuando la música en Cuba se comienza a interpretar por la calle saliendo de los templos. Comienzan a sonar tambores, sonajas y cantos africanos en las procesiones.
Festividades del Corpus Christi
Las primeras referencias sobre música y danza de tipo carnavalesco se presentan en la fiesta de Corpus Christi de La Habana de 1622 con una danza de monos. Los antecedentes del teatro cubano están en estas festividades, heredadas de la cultura española y en las fiestas religiosas de los cabildos negros de procedencia africana. Las primeras constituyeron las celebraciones colectivas de los siglos XVI y XVII para aliviar las necesidades de diversión de la comunidad. Las segundas eran espectáculos fantásticos que se realizaban una vez al año, el Día de Reyes, 6 de enero. Ese día, los negros llenaban las calles de las villas cubanas con sus cantos y danzas. La música intervino activamente en esas manifestaciones de jolgorio religioso-popular. Intervino igualmente en las "encamisadas", procesiones nocturnas realizadas a la efectista luz de hachones resinosos o de cera.
En Cuba, las "encamisadas" tuvieron un específico carácter religioso, lo cual no excluyó el que se combinaran en la fiesta con la que se celebraba la supuesta aparición de San Miguel, con las llamadas "invenciones", improvisaciones sobre algún tema adecuado a la festividad correspondiente, escenificadas esquemáticamente. Antes de haber funciones teatrales en la Isla, hubo espectáculos callejeros y diversiones populares, celebradas siempre con música.
Siglos XVIII y XIX
A finales del siglo XVIII tienen lugar en el Caribe una serie de acontecimientos que provocan la revolución de los esclavos en los territorios que España había cedido a Francia, en la isla de Santo Domingo, tierras conocidas como Haití. Esta revolución social, con sucesivos levantamientos de esclavos contra el yugo de los colonos, provoca la huida de los colonos franceses asentados en la isla hacia la zona oriental de Cuba. Algunos negros esclavos siguen a sus amos a su nuevo destino. Esta nueva inmigración, que sufre Cuba, va a ser determinante para la creación de la primera manifestación de música popular cubana propiamente dicha. Con estos nuevos inmigrantes llega a Cuba el piano.
Serafín Ramírez publica en 1891 su libro "La Habana Artística", en el que se recogen unas crónicas de Buenaventura Ferrer describiendo la situación de Cuba en 1798:
La Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba tiene sus antecedentes en el siglo XVIII, cuando las catedrales cubanas de la Habana y Santiago de Cuba contaban con una capilla musical integrada por un reducido número de cantantes e instrumentistas. A fines de ese siglo el compositor presbítero cubano Esteban Salas amplió la capilla de la Catedral de Santiago de Cuba hasta construir una pequeña orquesta clásica. Pero no es hasta la tercera década del siglo XIX que se crean en Cuba las primeras Orquestas Sinfónicas, con un formato completo, una vida institucional permanente y una programación continua. El siglo XIX es testigo de la rápida evolución de esa música danzable rítmicamente diferente de los modelos europeos, la cual ejerce una influencia decisiva en las sofisticadas obras de piano de Saumell y de Ignacio Cervantes (1847-1905), así como en la música fuertemente romántica de Nicolás Ruiz Espadero (1832-1890). Es también durante este siglo diecinueve que Cuba produce sus primeros instrumentistas de renombre internacional, del pianista José Manuel (Lico) Jiménez (1855-1917) y de la pianista y compositora Cecilia Aritzi (1856-1930) a los violinistas Claudio José Domingo Brindis de Salas (1852-1911) y José White (1836-1912). Compositores cubanos del siglo XIX que crearon obras aún bajo fuerte influencia europea son Gaspar Villate (1851-1891) y Laureano Fuentes Matons (1825-1898), ambos autores de óperas que seguían los patrones italianos y franceses, y algunas de cuyas piezas fueron estrenadas en París y en Madrid; a José Mauti (1855-1937), autor de numerosas zarzuelas y de varias piezas sinfónicas, y a Guillermo Tomás (1868-1937). Tomás fue el único compositor cubano de esa época cuya música exhibe una fuerte influencia alemana.
La música en la escena teatral
La construcción, en 1776, del primer teatro de La Habana: el Coliseo, más tarde llamado El Principal, fue el suceso que impulsó la difusión del teatro lírico y de la música en general, en la escena cubana. La zarzuela o género chico es un término medio entre el teatro de comedia y la ópera. Las primeras, en el siglo XVIII, trataban temas mitológicos y legendarios. La zarzuela llegó a Cuba con los colonialistas y logró tanta aceptación hasta aplatanarse. Así conocidísimos compositores cubanos como Carlos Robreño quien en 1853 presentó El duende, la primera zarzuela cubana en La Habana. El gran Ignacio Cervantes, uno de nuestros músicos más completos, compuso la zarzuela Exposición o El Submarino Peral, estrenada, en 1889, en el Teatro Tacón. En 1894, Jorge Anckermann estrenó también en el Tacón La Gran Rumba, parodia de la zarzuela española La Gran Vía. En 1896 se estrenaron en el Teatro Payret las zarzuelas Cuartel Maestre y Los Ríos de Perdihuela de Eduardo Sánchez de Fuentes.
La capital cubana fue durante el siglo XIX una de las plazas teatrales más fuertes de la América Hispana. La frase “Para triunfar en América hay que pasar por La Habana” constituyó, sin duda, una premisa para los actores y actrices y compañías lírico-dramáticas que querían probar fortuna allende los mares. En 1790 aparece el primer número del Papel Periódico de la Habana, en el que se anuncia que una compañía española está actuando permanentemente en el Teatro Principal, haciendo tonadillas escénicas donde se suman canto y baile. Las tonadillas llegan a Cuba procedentes de España, como los cantores y los músicos, pero rápidamente van surgiendo sus émulos criollos; es aprendizaje directo, porque no hay sitio todavía para academias musicales. La tonadilla comienza a declinar en la Habana a principios del siglo XVIII, pero continuará existiendo en el interior de la Isla.
En el Teatro Villanueva, en 1854, triunfa otra compañía española de zarzuelas, y continúan surgiendo los compositores verdaderamente cubanos, aunque todavía inspirados en motivos y música de corte español. La otra gran ciudad, Santiago de Cuba, no quiere ser menos y comienza a programar compañías de zarzuelas como la de Robreño, que llevaba algunos años triunfando ya en la Habana. Se atribuye al cubano Francisco Covarrubias la creación de los primeros sainetes donde se plantean estos elementos como símbolos de cubanía. Covarrubias comprendió que todos los personajes de las tonadillas, sainetes y zarzuelas podían ser sustituidos por tipos criollos, e hizo lo mismo con los pasajes musicales que también sustituyó por otros de carácter local. De la seguidilla y el villancico se pasa a la tonada guajira, a la guaracha, a la canción. Este proceso lento, empezado por Covarrubias, estará en todo su apogeo en 1868.
Presencia de la mujer en la música
La primera mención que se hizo acerca de las mujeres en la música cubana, fue la de las hermanas Ginés, Teodora y Micaela, que se dijo eran negras libertas residentes en Santiago de Cuba, a cuya ciudad habían llegado a finales del siglo XVI, específicamente en el año de 1580, procedentes de la isla de La Española. Las hermanas Ginés tocaron y cantaron junto a un andaluz, y se hicieron famosas por el llamado Son de la Ma‘Teodora, que más tarde se comprobó que su melodía procedía de una romanza extremeña. Aunque esta composición no fue genuinamente isleña, lo cierto es que se habló de la participación de estas dos mujeres en la música que en aquella época se tocó en Cuba.
La contribución más destacada de las mujeres africanas fue sin duda en la cubanización de la música, proceso que ocurrió en la segunda mitad del siglo XIX, cuando los barracones y cabildos se volcaron hacia los barrios marginales de las principales ciudades, y muy en especial de la capital, donde estas féminas integraron primero los coros de clave, después los de rumba y finalmente las comparsas. Sin embargo una figura relevante del siglo XIX fue la Condesa de Merlín, María de las Mercedes Beltrán de Santa Cruz y Montalvo (1781-1852). Esta cubana que procedía de la aristocracia criolla y era poseedora de muchos pergaminos nobiliarios y de una considerable fortuna, fijó su residencia en París, en la conocida calle de Bondy, a la que convirtió con su espíritu artístico, en uno de los focos más brillantes de la cultura musical y literaria de la época. En el propio siglo XIX se destacaron otras mujeres en la música que se hacía en Cuba. Entre ellas Catalina Berroa Ojeda (1849-1911) que era instrumentista, compositora, profesora y directora de orquesta. Fue la primera cubana que alcanzó fama de gran músico, compositora y directora orquestal. Dirigió durante el último cuarto del siglo XIX y principios del XX, la capilla musical de la Parroquia Mayor de Trinidad. También fue la mejor formadora y profesora de música de esa ciudad, impartiéndole clases entre otros a su sobrino Lico Jiménez. Tocó ocho instrumentos, pero se destacó en el órgano, que fue su preferido. Compuso música de todo tipo, incluyendo la litúrgica o sacra. No caben dudas que estaba dotada de una exquisita inspiración para componer, figurando entre sus creaciones populares, una de las primeras habaneras, titulada La trinitaria.
Otra dama notable en la música del siglo XIX fue Cecilia Aritzi (1856-1930). Esta pianista y compositora era hija de Fernando Aritzi, un conocido instrumentista de ese siglo. Tuvo como profesor, además de su padre, al más destacado pianista y compositor de mediados de ese siglo, Nicolás Ruiz Espadero. De esta misma centuria es Ana Aguado —La Calandria— (1866-1921), excelente cantante y pianista, quien en unión de su esposo Guillermo Tomás, paseó la incipiente música cubana por Estados Unidos y España. La Calandria mereció el elogio del Héroe Nacional de Cuba, José Martí, por los esfuerzos que hizo en pro de la independencia de Cuba.