Tapirapé
| Tapirapé | |
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| • Fundación | Son un pueblo Tupi-Guarani que habita la región de la sierra del Urubu Branco, en Mato Grosso |
| 220px Pueblo Tapirapé | |
Los Tapirapé: Son un pueblo Tupi-Guarani que habita la región de la sierra del Urubu Branco, en Mato Grosso. Como consecuencia de los frentes de expansión, a partir de mediados del siglo XX, sufrieron una intensa disminución en su población, período durante el cual estrecharon sus relaciones con los grupos Karajá. Después que su territorio tradicional fue ocupado por haciendas agropecuarias, en la década de 1990, consiguieron el reconocimiento oficial de las dos Tierras Indígenas, siendo una de estas cohabitadas por los Karajá. Pero en la Tierra Indígena Urubú Branco todavía enfrentan problemas territoriales, debido a la invasión de hacendados y mineros.
Sumario
Ubicación
Los Tapirapé viven en una región de floresta tropical, de fauna y flora típicamente amazónica, intercalada con campos limpios y cerrados. Agricultores, sus aldeas tradicionalmente se localizan en las proximidades de la densa selva en terrenos altos no-inundables, donde mantienen sus plantaciones. Tapi’itawa, la aldea más conocida por el grupo, reproduce las condiciones ideales para la localización de una aldea: terreno no-inundable próximo a las selvas altas para la agricultura, también con proximidad a campos abiertos marginales a los afluentes del río Araguaia y a un riachuelo de existencia perene, inclusive durante la estación seca. Los Tapirapé explotan de manera alternada este ambiente, según la época del año y la actividad a la que se dedican: agricultura, caza, recolección y pesca.
Organización Social
Archivo:Pers Taparipé.jpgUna aldea Tapirapé está compuesta por casas dispuestas en círculos alrededor de la Casa de los Hombres, la takara. Hasta la década de 1950 las casas estaban habitadas por familias extensas. Una familia Tapirapé, idealmente, se compone de un grupo de mujeres emparentadas (madre, hijas y nietas), representando dos a tres generaciones. Actualmente, sin embargo, la familia extensa pierde importancia y la familia nuclear (la pareja y sus hijos) es el grupo doméstico más común. La familia nuclear, como se deduce a través de los cambios ocurridos en su terminología de parentesco, es también la unidad más estable de parentesco actual. Además del parentesco, otro importante principio organizativo de la sociedad Tapirapé son las llamadas “sociedades de pájaros” o, simplemente, wyra. Exclusivamente masculinas, tales sociedades están divididas en sus grandes “mitades”, que a su vez están compuestas por grupos de edad: de hombres más viejos, hombres maduros y hombres jóvenes. Un hombre se liga a la “sociedad de pájaros” de su padre y a medida que crece va pasando al otro grupo de su propia mitad.
Liderazgo
Políticamente, la sociedad Tapirapé es extremamente igualitaria. Los líderes de las diversas casas de la aldea mantienen contacto diario, a través de las reuniones nocturnas de los hombres en el patio de la takara. Ahí son discutidas todas las cuestiones relacionadas a la comunidad. No existe, entre los Tapirapé, la figura de un líder fuerte, el “cacique” o “capitán”, que se impone a los demás apoyados en su segmento residencial. Los actuales líderes son individuos, jóvenes, entre 30 y 40 años, que hablan bien el portugués, saben leer y escribir, además de estar sorprendentemente bien informados en relación del noticiero nacional que acompañan a través de la radio. Son líderes puestos a prueba y aprobados por la comunidad en el desgastante proceso de negociación que les garantizó una tierra mínima para vivir en el suelo matogrossense, evitando su despeje para la isla de Bananal. Constituyen un perfil de liderazgo que contrasta con los antiguos “caciques”: señores en la tercera edad, con un dominio muy limitado del portugués, que no saben leer ni escribir, pero tienen un sólido prestigio ritual y un excelente dominio de la cultura tradicional e historia, y que se apoyan, políticamente en la fuerza de sus respectivos segmentos residenciales. En la aldea Tapirapé existen cerca de diez parejas “mixtas”, esto es, formadas por hombres tapirapé y mujeres karajá. Estas uniones, que comenzaron en las décadas de 50 y 60, respondían, inicialmente, a una necesidad de recomposición poblacional del grupo, que sufrió una fuerte disminución de la población. Había, sobretodo, una gran escasez de mujeres, lo que hizo que muchos jóvenes tapirapé se casaran y fueran a vivir por un período junto a los padres de la novia, ya que los Karajá, como los Tapirapé, son matrilocales (al casarse el yerno debe vivir en la casa de su suegro).
Economía
Los Tapirapé viven en comunidades fuertemente apoyadas en la actividad agrícola. Sus plantaciones los abastecen no solamente de su base de subsistencia, sino también estructuran, junto con la caza, su vida espiritual.
La base económica y religiosa se realiza sobre un terreno propicio a esta actividad: selvas altas no inundables. Solamente este ecosistema permite la existencia y la operacionalización de los principios que organizan una aldea: (1) los grupos de parentesco, (2) las sociedades de pájaros –wyra y (3) los grupos de comer – Tataopawa.
Desde el siglo XIX los Tapirapé explotan los territorios que combinaban selvas de vegetación alta, propicias al establecimiento de plantaciones y caza, con la proximidad de áreas marginales a los afluentes del Araguaia, ricas en lagos para la pesca, y próximas a los campos donde se dedican estacionalmente, a la intensa recolección de gran variedad de especies silvestres: cocos, miel y huevos de quelonios.
La agricultura itinerante utilizada por los Tapirapé hasta la década de 1940, cuando tenían un inmenso territorio a su disposición, dio lugar, actualmente, a un aprovechamiento más intenso de los terrenos propicios a la agricultura. Hoy en día es común el establecimiento de nuevas plantaciones en las antiguas y de plantíos en los mismos lugares que aprovechan ya hace muchos años. Sus actividades agrícolas incluyen derrumbes anuales para el establecimiento de nuevas siembras, haciendo que desde la década de 1970 estas comenzaran a quedar lejos de la aldea.
Bajo el punto de vista de la agricultura, el potencial de la TI Tapirapé/Karajá es muy limitado y el perfil de aprovechamiento económico del área es incompatible con un pueblo eminentemente agricultor como los Tapirapé. Más de 60% de sus tierras son bajas y anualmente sumergidas por las aguas. Otra parte importante son los pastos y los terrenos arenosos o impropios para la agricultura. Las partes aprovechables, al norte y noroeste de la aldea Tawyao, se encuentran bastante bien explotadas.
Los Tapirapé enfatizan cada vez más las actividades “no tradicionales”, como la producción de artesanías, pesca y cría de ganado, como complemento a su subsistencia. La llegada, en 1949, a la desembocadura del Tapirapé, una región rica en lagos viscosos, hizo que la pesca aumentara considerablemente su importancia para la subsistencia Tapirapé. La caza sin duda tuvo su importancia disminuida en relación a la pesca en tiempos recientes. A través de la caza, sin embargo, los Tapirapé consiguen una importante fuente de proteína animal alternativa al pescado.
Las cacerías colectivas o individuales son realizadas de manera regular, principalmente durante el auge de la estación de las lluvias (febrero a marzo) en las proximidades de la aldea Tawyao y en la región del Urubu Branco. El producto de la caza es prácticamente la única proteína animal que el grupo dispone durante la estación de las lluvias.
Caza
La caza posee, además de su importancia en la nutrición del grupo, una función simbólica fundamental. Es a través de la cacería que los Tapirapé activan buena parte de la serie sociológica a través de la cual el grupo se estructura. Solamente las cacerías colectivas permiten la actuación conjunta de los wyra, las sociedades de pájaros, y de los “grupos de comer”, los tataopawa. Las cacerías rituales son el inicio y la condición para la realización de la fiesta de iniciación de los jóvenes, su más importante conjunto ceremonial religioso, a través de los cuales son “producidos” los nuevos miembros de la sociedad Tapirapé. Es por la importancia simbólica y religiosa dada a la cacería que los Tapirapé se desplazan regular y anualmente para la sierra del Urubu Branco. Para esto, enfrentan grandes dificultades: la mala voluntad y arrogancia de los neo-ocupantes del área que se juzgan en el derecho de prohibirlos de frecuentar el territorio que recorrieron desde hace siglos. Saltando cercas, evitando las carreteras y sedes de las haciendas, disfrazando sus rastros, los Tapirapé enfrentan todo tipo de dificultades para practicar los ritos que constituyen su religión. Las especies más demandadas por los Tapirapé debido a su valor en la alimentación son: el marrano salvaje (Dicotyles albirostris), puerco caetetu (Dicotyles tayassu), paca (Coelogenys paca), cotia (Dasyprocata, sp.), tamanduá bandeira (Myrmecophaga jubata), Jabuti (Testudo tabulata), quati (Nasua narica), mico-prego (Cebus, sp), tortuga (Podocnemis expansa) y sus huevos, tracajá (Podecnemis unifilio) y sus huevos, venado-campeiro (Dorcephalus bezoarticus), venado-mateiro (Mazama americana), armadillo (Euphrarctus sexintus), guariba (Alouatta, sp), anta (Tapirus americanus) y pato de la selva (Alopochen discolor) entre otros.
Recolección y Pesca
La recolección es hecha individualmente por las familias, que salen de excursión, durante el verano, por los campos abiertos, también llamados de sabana, que cuando se inundan durante el invierno se transforman en un pantano típico de la región de Araguaia. El conjunto de las especies recolectadas por los Tapirapé es una importante fuente de alimentos. Poseen un profundo conocimiento botánico de la región y aprovechan las especies vegetales útiles y vitales a su subsistencia. Además de las excursiones familiares para la recolección en regiones más distantes, es muy común que las mujeres y los niños salgan de excursión para este fin por los cerrados próximos a la aldea. La recolección es hecha de forma combinada con la pesca, cuando los habitantes de la aldea van para el cerrado, acampando en las orillas de los lagos y dedicando su tiempo a la pesca, a la búsqueda de huevos de tortugas en las playas, frutas silvestres, miel, cocos y explotando las selvas galerías de las proximidades. La recolección de la miel para las fiestas rituales es hecha por las sociedades wyra. La pesca es hecha siempre durante el verano en lagos, pequeños riachuelos y desaguaderos, a través de la utilización de trampas, de flechas en los peces en lugares poco profundos, del envenenamiento del agua con la liana de timbó o entonces con la red y el arpón. Estos dos últimos métodos son empleados principalmente en la pesca de pirarucu. La pesca también es realizada durante el invierno, a pesar de ser más difícil y menos rentable. Hay también la pesca de la “espera”, donde los hombres hacen plataformas en los árboles o palos próximos a la orilla del río y se quedan esperando a que el pez pase para flecharlo.
Artesanía y ganadería
Las artesanías son actualmente su más importante y prácticamente única actividad comercial, a través de la cual consiguen el dinero para la adquisición de productos hoy indispensables, como artículos de hierro, ropa, armas y municiones para la caza, sal, etc. Sus artesanías consisten básicamente en la elaboración de artículos de cestería, arcos y flechas, remos, lanzas, vasijas decoradas, bordunas, plumería y la famosa tawa, “cara grande”. Son en general, artículos de excelente calidad en términos del material empleado, confección y acabado. El comercio es hecho a través de “regatões” (comerciantes que pasan vendiendo desde sus embarcaciones) y de turistas que visitan la aldea en el verano. La “Artíndia”, tienda de artesanías de la Funai, y diversos compradores, representantes de tiendas especializadas en artesanías indígenas del sur del país, compran su producción regularmente. La cría del ganado parece responder a la necesidad de buscar nuevas formas de subsistencia dentro de un espacio limitado. Los Tapirapé son, entre los grupos ligados a la administración del Parque Indígena del Araguaia, los únicos cuyo rebaño bovino presenta un crecimiento continuo, evitándose las ventas o pérdidas descontroladas. Su rebaño bovino, cerca de 200 cabezas de ganado, está actualmente a los cuidados de vaqueros Tapirapé, asalariados por la comunidad. A pesar de desconocer buena parte de los fundamentos de la ganadería, esta fue la forma que encontraron para librarse de los constantes desfalcos promovidos por los vaqueros regionales que contrataban y que vendían parte del rebaño para los criadores de Santa Teresinha.
Ritual
La seguridad física y emocional de los Tapirapé depende del poder de sus chamanes. Según los Tapirapé, para que una mujer tenga un niño es necesario que el chamán, o paxé, entregue el alma del niño a la madre. Esto porque, en el mundo sobrenatural de los espíritus anchunga, existe un número finito de almas. El espíritu, o el alma, del niño entran en la mujer, invocado por el chamán (Wagley, 1988:141). De esta forma, la esterilidad o la fertilidad de las mujeres son explicadas por la intervención de sus chamanes. Según los Tapirapé, la principal “reserva” de almas de niños, fundamental para la continuidad del grupo, se localiza precisamente en la sierra del Urubu Branco. Más específicamente en un gran paredón de piedra, que en la estación de las lluvias da origen a una majestuosa caída de agua, que se llama Yrywo’ywawa, “lugar donde el chulo blanco (o el chulo Rey) bebe agua”, y que dio origen al nombre regional de la sierra, por ser el hábitat de estas especies de pájaros. Este lugar considerado como sagrado por los Tapirapé, es morada de Tareperi, un personaje mitológico que solamente aparece para los paxe que lo buscan. Tarepiri es considerado como un guardián de Yrywo’ywawa, y de Towajaawa (también conocida como la sierra de São João, otro lugar sagrado, también citado como morada del Chulo Blanco). Tareperi es considerado el “padre de los niños del lugar donde el chulo blanco bebe”, Yrywo’ywawa hakawa. Tareperi defiende la integridad del lugar ante la presencia de extraños, franqueando su acceso a los chamanes. Los ciclos ceremoniales anuales Tapirapé se componen de los siguientes rituales: se inician con los xepaanogawa (final de septiembre, inicio de octubre), sigue la construcción de la takara (diciembre), después el ka´o, después el Marakayja (final de febrero, inicio de marzo) y termina con el ritual Tawa (final de junio). En el Marakayja, el mayor y más extenso ritual Tapirapé, se da el punto culminante de sus ciclos ceremoniales: la iniciación de los niños y su pasaje a la categoría de hombres. Para la realización de la ceremonia los tapirapé se dirigen a la región del Urubu Branco y, guiados por su paxe, que según ellos controlan la caza, permanecen en la región el tiempo suficiente para la obtención del alimento que será consumido en el Marakayja. Los equipos formados por las mitades de los wyra persiguen particularmente los bandos de marranos salvajes, considerados un excelente alimento, compitiendo para ver cuál de las mitades obtendrá mayor cantidad de caza. Los paxe, en sus sueños, se dirigen a la “casa de los marranos salvajes”, localizada precisamente en la sierra “Towaiyawá” (en la grafía de Wagley) o Towajaawa (en la grafía de los actuales Tapirapé) donde mantienen relaciones sexuales con las hembras, generando el crecimiento de los bandos. La realización del ritual Marakayja es dilatada hasta que se obtenga la cantidad de carne necesaria. ==Fuente==*http:
- //pib.socioambiental.org/es/povo/tapirape
- http://en.wikipedia.org/wiki/Tapirap%C3%A9_people