Colonización en Cuba
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Colonización en Cuba. Proceso de invasión, conquista y establecimiento en Cuba de colonos españoles apoderándose de las tierras en que vivían las comunidades originarias, en un proceso similar al que ocurrió en otros lugares del Nuevo Mundo.
Sumario
Conquista
El primer gobernante español que tuvo Cuba fue Diego Velázquez, que en 1510 arriba a nuestro territorio por la bahía de Guantánamo, con órdenes de establecer un enclave que sirviera para enviar fuerza de trabajo a La Española donde ya los indígenas habían sido casi exterminados. Encontró en su invasión por la zona oriental una amplia resistencia, representada por el cacique Hatuey, al que apresó y quemó vivo.
Velázquez, solo un teniente a las órdenes del virrey de La Española Diego Colón, interpretó a su manera las instrucciones recibidas, y decidió conformar una nueva entidad colonial de la cual él precisamente fuera el jefe, conquistando territorios en la isla, haciendo asentamientos poblacionales y repartiendo tierras e indios.
Es entonces que, dándose por concluida la conquista, comenzó realmente la colonización de Cuba. Velázquez empleó el sistema que ya se había ensayado con resultados en La Española: la creación de villas que garantizaran el establecimiento permanente de pobladores y a la vez actuaran como núcleos con basamento legal, organizativo y político en cada región poblada.
En 1512 fundó la primera villa, Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, a la que en 1513 le siguió Bayamo, en 1514 Trinidad y Sancti Spíritus y en 1515 Puerto Príncipe (Camagüey) y la primera ubicación de La Habana, en la costa sur. Estas flamantes villas en realidad, en sus inicios, solo eran un grupito de alrededor de una docena de casas de varas de madera, yaguas y guano, pero con su iglesia, plaza, casa de gobierno y funcionarios.
Las villas en los primeros tiempos apenas se extendieron más allá de sus asentamientos, sólo lo necesario para la creación de las estancias de labor, la cría de ganado y la caza de indios. Ni siquiera había prácticamente comunicación entre ellas.
Apropiación y reparto de las tierras
La propiedad sobre la tierra en Cuba comenzó desde los primeros momentos de la colonización española. Los antiguos pobladores, los aborígenes, los que podrían proclamarse verdaderos dueños de la tierra cubana, no llegaron a conocer la propiedad privada. En los inicios de la conquista, toda la tierra fue declarada propiedad del rey de España y entregada a los colonizadores en usufructo a perpetuidad.
La demanda de tierras de los nuevos colonizadores era satisfecha por las mercedes que concedían las autoridades coloniales. Por merced se entiende cualquier dádiva u otorgamiento de algo por parte de un funcionario a sus súbditos, en este caso terrenos. Significaba una desviación del objetivo original de que las tierras de pasto fueran de uso comunal. En sus inicios las mercedes no significaban propiedad sobre la tierra, para ello se requería la confirmación del rey a través de las audiencias y de los gobernadores.
Pero ya hacia 1540 los cabildos o ayuntamientos de las villas, formados por los vecinos más poderosos, habían interpretado a su antojo estas disposiciones y consideraban que esta potestad les había sido delegada por el soberano. Por eso otorgaban a determinados individuos áreas para la cría y ceba de ganado. En estos casos sobre esas tierras se establecía un carácter de propiedad, y por lo regular eran grandes extensiones en lugares del interior de la isla, a diferencia de la anterior entrega de tierras en lugares cercanos a las villas en forma de pequeñas estancias.
Tipos de explotaciones agrícolas
Las tierras repartidas tenían, por lo general, forma circular, y al ganado cimarrón que pastaba en ellas se le llamaba hato, por lo que este término fue utilizado también para denominar a las extensiones deslindadas. Cuando se entregaban tierras en que predominaba libremente el ganado porcino, se le llamaba corral.
A los espacios ubicados entre los hatos circulares se les llamó realengos, y al no tener dueño, fueron ocupadas por vecinos sin tierras, aunque sin titulación de propiedad, lo que trajo conflictos que se produjeron hasta mediados del siglo XX. Un hato tenía comúnmente el equivalente actual de 22 600 ha, y un corral de 5 600 ha.
Otros dos tipos de repartos de tierras fueron la entrega de solares para la edificación de viviendas dentro de las villas, y de tierras de labor o estancias en las inmediaciones de éstas. Algunos de los solares eran lo suficientemente amplios como para plantar vegetales y viandas que garantizaran la subsistencia a los vecinos no estancieros. Se le denominaba conuco a las estancias o partes de éstas en que se sembraban cultivos autóctonos, y huerta cuando producían los introducidos de Europa. Por lo regular se llamaba vega a la finca dedicada al cultivo del tabaco, y sitio a las siembras de otros cultivos.
Surgió así el veguero, el sitiero, el pequeño campesino, que laboraba personalmente la tierra. Los campesinos se sentían más independientes, y siempre dieron muestras de rebeldía frente a la opresión colonial, mientras que los latifundistas, por lo regular peninsulares, explotaban las grandes haciendas con mano de obra esclava y constituían un sólido puntal del dominio de la metrópoli.
Aumento del campesinado
Para disponer de nuevas tierras el procedimiento era sencillo: se talaban los bosques, se utilizaba el suelo, y cuando éstos perdían fertilidad se talaban nuevas áreas. Así se fue desforestando nuestro territorio. Las maderas se utilizaban en la construcción de mobiliario, casas y barcos, o se exportaban para edificar palacios en el territorio peninsular. Pronto comenzó a quemarse en grandes cantidades en los hornos de los ingenios azucareros.
Con el gradual crecimiento del comercio y de la demanda de productos, pronto los hatos y corrales ubicados cerca de las poblaciones comenzaron a subdividirse para formar estancias, vegas, huertos y fomentar trapiches azucareros, con lo que se produjo un aumento del campesinado, cosa que no ocurría anteriormente con la cría extensiva de ganado. Por tanto, la modificación del régimen inicial de tenencia de la tierra, o sea, el fraccionamiento de algunos grandes latifundios, fue por la conversión de los terratenientes ganaderos en azucareros y el proceso de asentamiento de colonizadores interesados en la producción azucarera y tabacalera en los latifundios.
Los poderes para el reparto de las tierras
Una vez establecidos los primeros colonos y fundadas algunas villas, el repartimiento de las tierras se encomendó a los cabildos (concejos), integrados por los vecinos más poderosos, bajo el principio de vecindad, o sea, repartir la propiedad de la tierra y de los indígenas entre los vecinos de la comunidad establecidos permanentemente, no los de paso.
Fuentes
- Arcadio Ríos. La agricultura en Cuba. Apuntes históricos. Editorial INFOIIMA, La Habana, 2012.