Batalla de Lobositz

Batalla de Lobositz
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Fecha:1 de octubre de 1756
Lugar:Lobositz, en la actual Bandera de la República Checa República Checa
Descripción:
Batalla que señala el principio del conflicto conocido como Guerra de los Siete Años y ve enfrentarse, el 1 de octubre 1756, al fuerte ejército de Prusia de 29.000 hombres al mando de Federico II de Prusia y un ejército austríaco de 34.000 hombres dirigido por el Ulises Maximiliano von Browne
Resultado:
Victoria tactica prusiana
Consecuencias:
En ambos ejércitos las bajas fueron cercanas a los 2.900 hombres. El ejército austriaco se retiro intacto hacia Budin donde llego el día 8 y Browne incluso logro introducir una pequeña fuerza en Pirna donde estaban asediados los sajones pero era demasiado tarde y demasiadas pocas tropas por lo que el ejército Sajón se entrego el 14 de octubre de 1756. El Ducado de Sajonia reconoció su derrota al día siguiente. Después de tomar la ciudad tanto las tropas austriacas como las prusianas se retiraron a sus cuarteles de invierno.
País(es) involucrado(s)
Reino de Prusia, Sacro Imperio Romano
Líderes:
Comandante del Reino Unido

Comandante del Sacro Imperio Romano

Batalla de Lobositz: Primer combate de entidad librado durante la Guerra de los Siete Años 1756-1763, combate precipitado por el cambio de alianzas operado en 1756 lo que se llamó “revolución diplomática”, mediante el cual Prusia pasó a ser aliada de Gran Bretaña y Francia y Austria aparcaron su secular enemistad.

Origen de la Revolución Diplomática

Entre Prusia y Austria no existía el menor entendimiento. La pérdida de Silesia en 1740 la verdadera joya de los dominios de los Habsburgo confirmada definitivamente en 1745 entre austriacos y prusianos y ante Europa en el Tratado de Aquisgrán de 1748 era un escollo insalvable para cualquier entendimiento entre Prusia y Austria, igual que Gibraltar y Menorca lo eran para un verdadero acercamiento entre Gran Bretaña y España.

Para Francia, Prusia había sido un aliado interesante para contener a Austria, su tradicional enemigo en el continente, mientras que aquélla se dedicaba también a sus conflictos coloniales con los británicos. Gran Bretaña, por su parte, veía en Austria un contrapeso al poder de Francia y un garante de la integridad del Electorado de Hannover, que era dominio de Jorge II. A su vez, Gran Bretaña había llegado a un acuerdo con Rusia en 1755 para que ésta atacara a Prusia en caso de que Federico II ocupase Hannover o en general amenazase Alemania occidental.

Alianzas desmoronadas

El estado de alianzas se trastocó de manera brusca desde 1755, aunque venía fraguándose años antes. Austria consideraba que la alianza con Gran Bretaña le reportaba escasos beneficios en su rivalidad con Prusia. De hecho, el gobierno de Jorge II no había mostrado excesivo interés en asuntos como Silesia e incluso había presionado a Austria para ceder otros territorios como Parma a favor de España a fin de terminar con la guerra de Sucesión.

Prusia empezaba a ser un candidato interesante como aliado para los británicos: una potencia emergente fuerte en el centro de Europa, con un rey belicoso al frente de un magnífico ejército que podría ser un rival formidable contra Francia a la vez que garante del Electorado de Hannover.

El 29 de enero de 1756 Prusia y Gran Bretaña firmaron el tratado de Westminster, por el que Federico II garantizaba la protección de Hannover mientras que Gran Bretaña garantizaba su neutralidad en caso de un ataque austriaco contra Silesia. Asimismo, ambas partes se comprometían a no tolerar la entrada de ejército alguno en Alemania occidental. Prusia recibiría también subsidios británicos, 500.000 libras, una cantidad enorme para la época.

El tratado de Westminster dejaba en principio a Austria prácticamente sola en sus querellas contra Prusia. Sin embargo, resultaba también obvio aunque a Federico II no le pareció tan claro que enfurecería a Luis XV. Gran Bretaña ganaba un aliado a su costa, de manera que resultaba natural que Francia y Austria buscaran alguna clase de entendimiento. Esta última difícilmente podría recuperar Silesia por sí sola.

Por su parte, Francia era reacia a un acuerdo con su tradicional enemigo. Sin embargo, el estallido de la guerra entre Francia y Gran Bretaña en el Canadá ya en 1755 forzó un entendimiento entre ambas potencias. El 1 de mayo de 1756, menos de cuatro meses después del Tratado de Westminster, Francia y Austria se convertían en aliadas por el Tratado de Versalles, si bien el acuerdo se expuso en el sentido de que permanecerían neutrales en caso de que cualquiera de ellas entrase en guerra. Pero era obvio que el tratado era una auténtica alianza.

Rusia, el último protagonista de la obra que se iba a desarrollar en Europa central, tenía un pacto con Gran Bretaña firmado en 1755 en virtud del cual atacaría a cualquier potencia que atentase contra los intereses británicos en el continente, o dicho de otro modo, contra quien invadiera Hannover.

A cambio recibía importantes subsidios económicos. La nueva alianza angloprusiana dejaba un tanto sin sentido el tratado, puesto que la zarina Isabel entendía que solamente existía un posible enemigo de Gran Bretaña en el continente, Prusia. El odio y el temor que la zarina sentía hacia Federico II no ayudó a apaciguar las cosas.

El panorama tras los tratados de Westminster y Versalles era, cuanto menos, curioso. Prusia y Austria seguían siendo archienemigas y Francia e Inglaterra también. Prusia no tenía ninguna garantía respecto de Rusia, que estaba ligada por un tratado el de 1755 a Gran Bretaña cuyo objetivo obvio era atacar a Prusia, pero a su vez el tratado angloprusiano de 1756, sin suponer una violación del anglorruso de 1755, lo dejaba en papel mojado. Por otro lado, Francia y Prusia no eran enemigas declaradas, pero cualquier acto hostil francés en Alemania especialmente la invasión de Hannover obligaría a Prusia a dar una respuesta militar a favor de Inglaterra.

Por el tratado de Versalles de 1756 Francia y Austria no se declaraban enemigas de Prusia, pero Francia, a pesar de ser neutral en caso de una guerra austroprusiana, se comprometía a facilitarle 24.000 hombres, contra su aliado nominal. Era evidente que, sin declararse, las alianzas se habían trastrocado. Los archienemigos lo seguían siendo, Francia e Inglaterra entre sí; también Prusia y Austria irían a la guerra pero todos ellos con nuevos aliados. Isabel I de Rusia tampoco esperaría mucho para materializar su odio al rey de Prusia, especialmente al sentirse abandonada por los británicos.

Federico II había intentado aislar a Austria y el resultado era el contrario. Es cierto que contaba con Inglaterra especialmente con su dinero, pero ahora se encontraba con una Francia hostil aliada con su enemiga la Emperatriz María Teresa, una Rusia dispuesta a entrar en guerra y un Electorado de Sajonia que tampoco podía contarse entre sus posibles aliados. La guerra en Europa era cuestión de tiempo.

Invasión de Sajonia

El 29 de agosto de 1756 unos 70.000 prusianos cruzaron la frontera con Sajonia como parte de su plan de ataque contra Austria. Con el fin de guardar Silesia de cualquier ofensiva austriaca, el veteranísimo mariscal de campo Conde von Schwerin el héroe de Mollwitz en 1741 queda en la frontera de Silesia.

Es cierto que invadir Sajonia implicaba buscarse un nuevo enemigo y quedar ante Europa como agresor, pero militarmente la maniobra estaba justificada. Sajonia, aunque no era una potencia militar temible para Prusia, no era tampoco un vecino fiable; había cambiado de bando en 1744 y cualquier ataque contra Austria sin eliminar al Electorado suponía una retaguardia insegura para Federico II en su marcha hacia Bohemia.

Los estudios previos a la guerra, fundamentalmente los del Mariscal von Winterfeldt, concluyeron que el ejército sajón podía resistir cualquier ataque en su campo fortificado de Pirna, pero a su vez la permanencia en este recinto implicaría que las tropas enemigas quedarían sin suministros en poco tiempo siempre y cuando no recibieran ayuda austriaca.

Efectivamente, el ejército sajón unos 16.000-19.000 hombres se refugió en Pirna. Dresde, la capital del electorado y Torgau, aunque fortificadas, no podían albergar a la totalidad del ejército. De inmediato parte para Sajonia un ejército austriaco de 34.000 hombres al mando del mariscal de campo Maximiliano Ulises von Browne, irlandés de origen como tantos y tantos oficiales en los ejércitos de Austria, Francia, Prusia, Rusia y España. La idea originaria era precisamente evitar que los sajones se refugiasen en Pirna y tener la oportunidad de derrotar a los prusianos en campo abierto. Sin embargo, para cuando se pretende poner en marcha tal plan, los prusianos ya han sitiado el campo fortificado sajón.

La gran batalla

Federico II descendió hacia Bohemia con unos 28.500 hombres, divididos en veintiún batallones de infantería, unos 15.000 hombres, 4 de granaderos, unos 2.500 hombres, y una en proporción a la infantería enorme fuerza de caballería compuesta por ocho regimientos de coraceros, unos 6.000 hombres, los coraceros de la Guardia, unos 200 hombres, tres regimientos de dragones, unos 3.000 hombres y tres escuadrones de uno de húsares,unos 300 hombres, junto con varias baterías pesadas.

Al amanecer del 1 de octubre de 1756, las vanguardias informaron al rey de que los austriacos se hallaban en las proximidades de un pueblo llamado Lobositz (hoy Lovosice, en la República Checa). Los prusianos comenzaron a descender por el valle desde las estribaciones de los montes hacia Lobositz en dos columbas de infantería, con la caballería formada detrás de los infantes en tres líneas.

El campo alrededor de Lobositz era especialmente variado. La propia localidad se apoyaba en un codo del río Elba; a continuación, una carretera deprimida llevaba hacia los pantanos formados por el arroyo llamado Morellen, formando todo el conjunto una buena línea defensiva. Hacia el noroeste, se erigía sobre la llanura la imponente masa del Lobosch, una cota de 572 metros de forma cónica cubierta de viñedos separados entre sí por muros de piedra. Frente a todo este conjunto, se extendía una pequeña llanura que ondulaba suavemente hacia varias aldeas y una pequeña loma llamada Homolka, cerca de las aldeas de Wchinitz y Radositz.

Véase también

Fuentes

Die Schlacht bei Lobositz (En alemán)

Bibliografía

  • Bennassar M-Jacquart J-Lebrun F-Denis M-Blayau N. Akal Textos. Año 2005.
  • Esclus y Goméz, Jose María.Curso Completo del arte y de la historia militar. Año 1845.