Operación Peter Pan
Plantilla:HechosOperación Peter Pan. Una de las más secretas acciones de subversión y guerra psicológica desarrolladas por la CIA contra Cuba, aunque no tardaría en hacerse pública, y contó con el apoyo de la jerarquía de la Iglesia Católica de Cuba y Estados Unidos. Su principal ejecutor en coordinación con el Gobierno de Estados Unidos fue el cura de origen irlandés Bryan O. Walsh.
Diseñada para que los niños estuvieran por breve tiempo en Estados Unidos, y regresaran a Cuba después de triunfar una invasión como la de Bahía de Cochinos. Así salieron de Cuba alrededor de 14.000 niños. Un tiempo después Estados Unidos suspendió los vuelos directos entre ese país y Cuba. Muchos de esos padres no pudieron viajar junto a sus niños, quienes vagaron durante años por casas de huérfanos y fueron adoptados por familias norteamericanas que llegaron a maltratarlos y obligarlos a trabajar.
Constituyó la mayor maniobra de manipulación con fines políticos de niños que se recuerde en el hemisferio occidental y fue también uno de los más tristes episodios en la historia de la emigración cubana hacia Estados Unidos. Muchos de aquellos niños fueron enviados a casas de adopción, orfelinatos, e incluso, a establecimientos penitenciarios para delincuentes juveniles de 35 estados de la Unión.
Entre los principales problemas de que fueron objeto están la inadecuada alimentación, la existencia de pandillas en los centros de recepción y campamentos, el uso de castigos corporales, la obligación de hacer tareas domésticas humillantes en unos casos y no acostumbrados en otros, pero calificados por todos como esclavizantes al sentirse explotados por sus tutores y maestros. También se enfrentaron abruptamente a la diferencia de idiomas, costumbres y culturas, sobre todo en los casos relocalizados en estados como Michigan, Montana, Washington y Nueva York —por sólo citar algunos ejemplos— y, de manera muy especial, al sentimiento de soledad y abandono.
Sumario
Historia
Después del Triunfo de la Revolución Cubana, muchas fueron las acciones que desarrollaron contra Cuba los sectores políticos, sociales y religiosos desplazados del poder en estrecha cohesión con empresarios de las grandes compañías norteamericanas también perjudicadas por las leyes revolucionarias y hasta con el propio gobierno de Estados Unidos.
Dentro de estas acciones se distingue por su crueldad y falta de sentimiento humano, la llamada Operación Peter Pan, que fue llevada a cabo entre el 26 de diciembre de 1960 y el 23 de octubre de 1962. La operación fue desarrollada para propiciar que los niños cubanos pudieran emigrar a los Estados Unidos y evadir el supuesto “adoctrinamiento comunista”.
Paralela a esta Operación existía el Programa de Niños Cubanos (The Cuban Children's Program), para niños que, estando en Estados Unidos carecían del cariño y protección de sus padres.
Uno de los apologistas de la Operación Peter Pan aseguró que esta debió su existencia al Programa para Niños Cubanos, pues sin sus medios para cuidarlos, la idea de rescatarlos del comunismo y llevarlos para Estados Unidos hubiera sido imposible. Esto se demuestra en el hecho de que más de la mitad de los niños que fueron favorecidos con ese programa, fueron sacados de Cuba a través de la Operación Peter Pan.
Utilizando para la promoción y propaganda de la operación los servicios de transmisiones ilegales de Radio Swan, emisora del gobierno de Estados Unidos, comenzaron a difundir de manera fraudulenta desde el día 26 de octubre de 1960, fragmentos de una falsa y nunca concebida ley de Patria Potestad, supuestamente emitida por el gobierno de La Habana.
Durante varios días se mantuvo a través de la citada emisora y otros medios radiales e impresos al servicio de Estados Unidos, la propaganda dolosa acerca de una eventual expropiación de niños. Se repetían mensajes cuidadosamente fabricados para impactar en las familias cubanas, concitando en algunas el miedo infundado a perderlos.
El padre Walsh, a través de la Catholic Welfare Bureau, creó un equipo de colaboradores y empleados, que se encargaban de visar, recibir en el aeropuerto y distribuir en diferentes establecimientos creados al efecto en la Florida y otras localidades del país, a las pequeñas víctimas de la cruel maniobra migratoria. En un hecho sin precedentes, el Departamento de Estado norteamericano transfirió a una autoridad religiosa la potestad de emitir visas waiver (visas volantes), a todos los niños cubanos entre 6 y 16 años.
Decisivo resultó el apoyo recibido por importantes sectores de la Iglesia en Cuba, donde la jerarquía, la mayor parte del clero y de sus organizaciones laicas, lejos de apoyar la causa nacional, se aliaron incondicionalmente con la Iglesia norteamericana y el gobierno de ese país, incitaron y propiciaron la inmigración, defendieron los intereses de las clases privilegiadas, con las cuales venían asociadas desde el advenimiento de la república mediatizada, facilitando todo esto por la supremacía de un clero español y mayormente extranjero, heredado desde el período colonial y protegido por el gobierno interventor norteamericano.
Monseñor Bryan O. Walsh, párroco de la Iglesia del Sagrado Corazón, perteneciente entonces a la diócesis de Miami, muy vinculado a sectores recalcitrantes y agresivos de la emigración cubana en esa localidad, fue el organizador público de la Operación Peter Pan.
De acuerdo con una de las versiones contadas por el padre Bryan O. Walsh a finales de 1960, directivos de la Cámara Americana de Comercio de la Habana se le acercaron con la noticia de que algunos amigos cubanos querían enviar a sus hijos hacia Estados Unidos, por el temor de que al estar involucrados en actividades contrarrevolucionarias, el gobierno cubano tomara represalias contra ellos y como excusa le retirara la custodia de los hijos.
En aquellos momentos, los principales directivos de las empresas norteamericanas radicadas en Cuba, se encontraban en Estados Unidos reuniéndose con sus colegas de la Cámara de Comercio de ese país, planteando sus problemas en relación con la situación en Cuba y valorando la posibilidad de recurrir a la embajada en La Habana en busca de ayuda.
Uno de los problemas tratados en esa oportunidad fue la posibilidad de abrir un colegio en Miami que se encargara de aquellos muchachos que estaban en "peligro" en Cuba y que los parientes estaban preocupados. Uno de los miembros de la Cámara de Comercio Americana en La Habana le planteó a James Baker que si este podía resolver un lugar para crear una escuela semejante, los empresarios norteamericanos se encargarían de cubrir los gastos que fueran necesarios.
Para acometer esta etapa de la operación, fue creada un amplia red de colaboradores que estuvo integrada, inicialmente, en Miami, por Norma Lemberg, quien había residido en La Habana y era la encargada de resolver las visas 1-20 que le facilitaba Agnes Ewald y un grupo de apoyo procedente de familias cubanas y norteamericanas que, dirigidas por un profesor de la Ruston Academy, era el encargado de recibir a los niños en el aeropuerto y trasladados hacia el lugar destinado a ellos.
A partir de ese momento, Walch y Baker comenzaron a trabajar de conjunto en un proyecto que garantizó el traslado de los niños desde Cuba a un centro educacional en Miami.
Tanto el Programa para Niños Refugiados Cubanos como la Operación Peter Pan se iniciaron sin tener asegurado el alojamiento para la cantidad de niños que esperaban, a partir de los resultados de las insidiosas campañas que desarrollaron para lograr sus propósitos.
La Operación Peter Pan comprometió a miles de familias cubanas y estadounidenses, varios gobiernos extranjeros, numerosos funcionarios federales y estatales del gobierno norteamericano, más de 100 agencias dedicadas al cuidado de niños y las tres mayores religiones existentes.
La clandestinidad de esta operación ha sido reiterada por el propio Walch, alegando que alentó el secreto en el sentido de no llamar la atención, llegando, incluso, a rechazar hablarle a los familiares de los niños excepto a través de las llamadas telefónicas realizadas desde el propio Estados Unidos, pues las que se originaban desde Cuba no eran respondidas ya que, según él, algunas personas eran muy indiscretas. La preocupación de Walsh sobre este particular llegó a punto de decidir no escribir carta a la isla.
Tal proceder ha sido ratificado por James Baker, quien, con relación a la clandestinidad de la operación, señaló que las comunicaciones desde Cuba se efectuaban solo a través de las embajadas.
A pesar de los esfuerzos por garantizar el más absoluto silencio sobre todo lo que tuviera que ver con la operación, dada la masividad, resultaba imposible de ocultar algunos hechos a la prensa de Miami. Al respecto, Walsh precisó que pudo convencerlos de la necesidad de no develarla, lo que permitió que por año y medio a prensa se mantuviera en silencio y sin siquiera mencionar el nombre de Pedro Pan.
Fue así como, a pesar de la supuesta libertad de prensa existente en ese país, no fue hasta el 9 de marzo de 1962 que se publicó el primer reportaje noticioso, cuando Steven Van Beeler, del Cleveland Plain Dealer, rompió el pacto de silencio periodístico y pretendió publicar una historia detallada de la operación, al observar en un barrio a un grupo de niños cubanos viviendo con familias norteamericanas y al indagar qué hacían allí, para no llamar su atención le respondieron que se trataba de un asunto de relaciones públicas.
En octubre de 1962, el gobierno de Estados Unidos suprimió unilateralmente los vuelos directos. Quedaron detrás cerca de 50 mil jóvenes cubanos a los que habían entregado visa Waiver y con esa arbitraria medida no pudieron emigrar como era el deseo de sus padres. Según un estimado conservador, cerca de 150 mil familiares de los niños sacados por la Operación Peter Pan recibieron visa y pudieron emigrar a Estados Unidos antes de la Crisis de Octubre.
Ante la nueva situación creada y en medio de la Crisis de Octubre, los organizadores de la Operación Peter Pan tomaron algunas medidas para aliviar la situación de hacinamiento imperante en el campamento Matecumbre y proceder al cierre de Kendall por necesidades del Dade Country Public Welfare Department. A finales de octubre de 1962, la parte de la base de la marina cercana a Opa - Locka, que había sido acondicionada como centro de recepción, albergue y escuela de los niños cubanos, tuvo que ser rápidamente abandonada, al menos temporalmente, debido a requerimientos militares.
Como consecuencia de ello, los niños más jóvenes fueron reubicados en el campamento de Florida City donde el hacinamiento había sido aliviado en parte por la anexión de un tercer bloque de apartamentos. En Maticumbe, los dormitorios ya resultaban insuficientes e inadecuados para la capacidad que ya tenía instalada, fue necesario utilizar el gimnasio y la sala de recreo como dormitorios para los niños que fueron enviados por el cierre de los otros campamentos militares devenidos albergues para los niños cubanos cuando se inició la Operación Peter Pan y que cuando se amenazaba, incluso, con una agresión nuclear al pueblo de Cuba, era utilizados nuevamente para reemplazar a dichos niños por soldados dispuestos a agredir a su propia patria, en la cual aún vivían muchos de los padres y familiares más cercanos.
El 31 de octubre de 1962 el Catholic Welfare Bureau envió unos 190 niños a otras comunidades para su cuidado, permaneciendo aún en esa situación 142 de ellos. Walsh todavía tenía 77 muchachos en Miami, 10 de ellos en un pequeño hogar de la iglesia Metodista y el resto en Foster Homes.
Por su parte, la United HIAS Service, que había obtenido una amplia experiencia desde épocas de Hitler en la atención a niños refugiados, tenía organizada una amplia red de agencias judías a través de todo el país, por lo que para el 31 de octubre de 1962 ya tenían fuera de Miami 117 menores dentro de su programa. Casi todos ellos fueron destinados a Foster Families por lo que para esa fecha aún permanecían 54 muchachos en esta situación.
En diciembre de 1962, Robert M. Ball, comisionado de Seguridad Social, reconoció, ante un subcomité del senado, que alrededor de 4 mil niños cubanos se mantenían en Foster Home o grupos financiados para su cuidado con fondos federales, que aún no se habían podido reunir con sus padres o familiares. Una tercera parte de estos niños se encontraban albergados en el área de Miami, mientras que las dos terceras restantes se localizaban en 116 comunidades de 41 estados.
Las edades de los niños sacados de Cuba mediante la Operación Peter Pan fluctuaban entre meses de nacidos y 18 años de edad. La más parte de ellos emigraron en contra de su voluntad, obligados por sus padres.
Vida de los niños en los campamentos
Uno de los problemas iniciales ocurrido en los campamentos fue el arribo de muchachos no previstos, a quienes sus padres los mandaban a Estados Unidos, unos por participar en actividades conspirativas en los colegios o instituciones laicos católicos y podían ser una vergüenza para los familiares en Cuba y temían que se convirtieran en comunistas.
Al respecto, el doctor Carlos Cortina, representante de la Iglesia Cristiana Reformada de Estados Unidos, reconoció en 1962, en una audiencia del subcomité que investigó los problemas relacionados con los refugiados cubanos, del Comité Judicial del Senado de Estados Unidos, que muchos de los niños fueron sacados de Cuba por sus padres en contra de su voluntad, ya que según el testimoniante simpatizaban con las ideas de la Revolución, eran miembros de la Organización de Pioneros o de otras organizaciones revolucionarias.
Ello obligó a mantener los dos grupos apartados en los campamentos y enfrentó a los encargados de su atención con un problema que nunca antes habían conocido y del cual no tenían idea de cuándo finalizaría.
Fue así como súbitamente ambos grupos se vieron sometidos a un régimen estricto, donde, incluso, tenían que ir a la cama temprano y se les limitó la comunicación con sus familiares en Cuba, por lo que los muchachos indudablemente fueron infelices.
El padre Francisco Palá, quien fuera el primer administrador de Camp Matecumbe, inaugurado en julio de 1961, relató que en ese campamento se albergaron los jóvenes de edades más problemáticas, entre 15 y 18 años, los cuales dormían al inicio en tiendas de campaña, que se mojaban cuando llovía y todo se inundaba. Con una capacidad para solo 100 personas, se hacinaban hasta 500 jóvenes que disponían únicamente de dos duchas para su aseo personal.
Imperaba la ley de la fuerza, solo el más fuerte sobrevivía. Los robos, las peleas, etc., eran constantes. El padre Francisco Palá tenía una oficina con aire acondicionado de la que nunca salía.
Vida de los niños en orfelinatos
En el Orfelinato de San Vicente, situado en Vincennes, estado de Indiana, constituyó para los niños cubanos un verdadero campo de trabajo esclavo. Las monjas utilizaban a los niños en las cosechas de maíz, manzanas, cerezas, etc., apropiándose íntegramente de los ingresos que recibían de los granjeros propietarios de los campos donde realizaban esos trabajos, sin que los menores recibieran gratificación alguna por ello.
El orfelinato Saint Vicent, de Philadelphia, bajo los auspicios de monjas alemano-americanas, recibió igualmente a niños cubanos.
Estos niños fueron igualmente víctimas de la discriminación por parte de la población local, que, al conocer que eran cubanos y estaban en el orfelinato, les impedían toda relación con las muchachas del lugar y mucho menos visitarlas en sus casas.
Todos eran varones, reprimidos por la severidad del orfanato, con la ardiente nostalgia de la familia y la desesperada incertidumbre del futuro. El encierro los llevó a la violencia del trato de unos con los otros, y a los conflictos, que se multiplicaron entre ellos.
Vertientes políticas adoptadas por los niños
Entre los niños cubanos que viajaron muchos que a su salida del país albergaban simpatías por el proceso político revolucionario que se desarrollaba en Cuba y otros con grandes reservas hacia el proceso transformador que afectaba económicamente a sus padres.
Muchos de estos jóvenes profundizaron sus sentimientos en favor de Cuba al constatar la realidad que se vivía en los años 60 y 70 en Estados Unidos y abrazaron la causa independentista de Puerto Rico; se opusieron a la guerra contra Vietnam; combatieron la discriminación racial y de la mujer, y, fundamentalmente, se opusieron y se oponen al bloqueo y defienden la causa de la Revolución Cubana.
Integraron este sector muchos que políticamente ya estaban identificados con estos ideales y otros que concientizaron una ideología muy diferente a la que les había sido inculcada por sus padres y los benefactores que los recibieron en Estados Unidos, los que de conjunto fundaron organizaciones como la Juventud Cubana Socialista y la Brigada Antonio Maceo, cuyo vocero fue la Revista Baraguá.
Uno de ellos fue Carlos Muñiz Varela, quien fuera fundador de la Brigada "Antonio Maceo" y director de la agencia Viajes Varadero, que promovía excursiones de la comunidad cubana, de norteamericanos y puertorriqueños a Cuba, el cual fue asesinado a balazos el 28 de abril de 1979, por elementos terroristas de la ultraderecha cubano-americana, por el simple hecho de simpatizar con la Revolución y promover vínculos estables con su patria.
Otro grupo de académicos de esa generación fundó la Revista Areíto, algunos de los cuales editaron el libro Contra viento y marea en el cual relataron sus vivencias y frustraciones, así como su amor a Cuba y el orgullo de seguir siendo fieles a sus raíces. Su principal objetivo fue viajar a Cuba, lo que materializaron en 1978, así como fueron protagonistas del diálogo que con la Comunidad Cubana en el Exterior iniciaron las autoridades cubanas en ese mismo año.
Su posición fue atacada por todos los grupos terroristas, contrarrevolucionarios y la extrema derecha de esa comunidad.
Otros en cambio engrosaron las filas de las organizaciones anticubanas terroristas, participando en todas las acciones ejecutadas por el gobierno norteamericano contra su país de origen, apoyando el bloqueo y las posiciones más agresivas que contra Cuba se han desarrollado a lo largo de todos estos años.
Un ejemplo de ello fue el grupo Abdala, creado el 28 de enero de 1968 y que, según Leo Viota, tenía entre sus principales objetivos combatir primero a la Brigada Venceremos y posteriormente también a la Brigada Antonio Maceo.
Leo Viota fue sacado por la Operación Peter Pan en 1961, cuando apenas tenía 11 años de edad. Él se unió a Abdala con 21 años, después de haber finalizado su servicio militar en Vietnam, donde luchó siguiendo sus ideales, pensando que era su deber pelear contra el enemigo comunista.
Estos grupos han desarrollado numerosas actividades terroristas tanto en Estados Unidos como en terceros países, contra instalaciones y personal del gobierno cubano, personas amigas o simplemente simpatizantes con la Revolución e, incluso, empresas e instituciones que colaboran o tienen lazos comerciales con Cuba. Otros confiesan abiertamente sus posiciones anexionistas y son utilizados por los enemigos de su país en las tareas más siniestras e infames, como lo es defender el bloqueo económico y la agresión directa utilizando fuerzas extranjeras contra su pueblo.
Estas contradictorias proyecciones políticas también aparecen reflejadas en las acciones de algunos de los principales actores de la Operación Peter Pan: Ramón Grau Alsina. Él le adjudicó medidas de aceptación popular al gobierno de su tío, entre ellas, las leyes revolucionarias aplicadas por Antonio Guiteras Holmes, relativas a la nacionalización de la mal llamada Empresa Cubana de Electricidad, y la Ley del 50 %. Inculpa a esta causa - según expone en su libro Mongo Grau: Cuba desde 1930 - el derrocamiento, en 1934, del presidente de la república Ramón Grau San Martín, por parte del gobierno de Estados Unidos. A pesar de ello se convirtió en agente secreto al servicio de la misma potencia extranjera que derrocó a su tío y que trata a través del bloqueo y de las agresiones más brutales instaurar de nuevo un gobierno corrupto, traidor y anexionista.