Acab (rey de Israel)

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Acab
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Rey de Israel
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Reinado entre 874 y 853 a. C.
Sucesor Ocozías su hijo.
Cónyuge/s Jezabel
Dinastía Israelita
Padre Omri


Síntesis biográfica

Asa (que se translitera), en hebreo se conoce como אחאב ( hermano del padre) fue el séptimo rey de Israel entre el 874 y el 853 a. C. según aparece en la Biblia, en concreto en el Libro de los Reyes.


Séptimo rey de Israel, que sucedió a su padre Omri en el año 918 a.C. y reinó veintidós años. Se casó con Jezabel, hija de Ed-Baal, rey de Tiro, mujer ambiciosa e idólatra, por cuya influencia fue introducido en Israel el culto de Baal y Astoret.

Acab erigió en Samaria un templo a Baal, persiguió a los profetas de Dios, y se dice en la Biblia que hizo más para provocar al Señor a ira que todos los reyes anteriores a él.

A causa de esta apostasía Dios castigó a Israel con tres años de sequía y hambre, hasta que el profeta Elía desafió y eliminó a los profetas de Baal en el monte Carmelo (1 R.18:20-40). Otro crimen repugnante de Acab, por consejo de su esposa, fue el asesinato legalizado por engaño de su vecino Nabot, para apoderarse de su propiedad.

Reinado de Acab

Acab tuvo uno de los peores comportamientos en lo que respecta a la adoración verdadera. No solo toleró la forma corrompida de adoración a Dios por medio de los becerros de oro que Jeroboán había mandado hacer, sino que además permitió que la adoración a Baal infectara a Israel a una escala sin precedentes como consecuencia de su matrimonio con Jezabel, la hija de Etbaal, rey de Sidón.

Acab permitió que su esposa pagana Jezabel lo indujera a adorar a Baal, a construirle un templo y a erigir un poste sagrado en honor de Astoret (Astarté). (1Reyes 16:30-33.) En poco tiempo ya había cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y cuatrocientos profetas del poste sagrado, todos los cuales comían de la mesa real de Jezabel. (1Re 18:19.)

Mataron a espada a los profetas verdaderos de Dios, pero gracias a la acción de Abdías, hombre de fe que llevaba los asuntos de la casa de Acab, se conservó con vida a cien de ellos, pues los escondió en cuevas donde subsistieron a base de pan y agua.1Reyes 8:3,4,13),1Reyes 19:10.).

Por haberse vuelto a la adoración de Baal, [[el profeta Elías]] le informó a Acab que habría una gran sequía, que, según el evangelio de Lucas4:25 y Santiago 5:17, duró tres años y seis meses. (1Re 17:1; 18:1.) Únicamente volverían las lluvias ‘por orden de la palabra del [[profeta Elías]],después de esto vino palabra de Jehová a Elías diciendo:

Escóndete en el arrollo de Querit que esta frente al Jordán y alli lo alimento Jehová, pasados algunos días se seco el arrollo porque no había llovido sobre la tierra. Y vino nuevamente palabra de Jehová al profeta y le dijo:

Levántate y ve a Sarebta de Sidón y pasados tres años vino palabra de Jehová nuevamente al profeta Elias diciendo: Ve y muéstrate a Acab.

A pesar de que Acab lo buscó en todas las naciones y reinos circundantes, se mantuvo fuera de su alcance hasta el tiempo debido. (1Reyes 17:8, 9; 18:2, 10.) Acab trató de culparle de la sequía y el hambre, acusación que Elías refutó, mostrando que la verdadera causa era la adoración a Baal que Acab patrocinaba.

Elías regresa a ver a Acab

Elías fue para presentarse ante Acab. Había gran hambre en Samaria.Entonces Acab llamó a Abdías, el administrador del palacio. (Abdías era muy temeroso de Jehová.

Y sucedió que cuando Jezabel destruía a los profetas de Jehová, Abdías tomó a cien de ellos y los escondió de cincuenta en cincuenta en una cueva, y los sustentó con pan y agua.) Acab dijo a Abdías: —Vé por la tierra a todos los manantiales de agua y a todos los arroyos; quizás hallemos pasto con que podamos conservar con vida a los caballos y a las mulas, y no tengamos que eliminar algunos de los animales.

Se repartieron el territorio entre ellos para recorrerlo; Acab se fue solo por un camino, y Abdías se fue solo por otro.Sucedió que cuando Abdías iba por el camino, he aquí que Elías venía a su encuentro; y como le reconoció, se postró sobre su rostro y preguntó: —¿Eres tú Elías, mi señor?

Y le respondió: —Sí, yo soy. Vé y di a tu señor: “Elías está aquí.” Pero él dijo: —¿En qué he pecado para que tú entregues a tu siervo en mano de Acab, para que me mate? ¡Vive Jehová tu Dios, que no ha habido nación ni reino adonde mi señor no haya enviado a buscarte! Cuando ellos respondían: “No está,” hacía jurar al reino y a la nación que no te habían hallado.

Y ahora tú dices: “Vé y di a tu señor: Elías está aquí.” Lo que sucederá es que después que yo me haya alejado de ti, el Espíritu de Jehová te llevará adonde yo no sepa, y habiendo yo ido para informar a Acab, si él no te halla, me matará. Tu siervo teme a Jehová desde su juventud.

¿No le han contado a mi señor lo que hice cuando Jezabel mataba a los profetas de Jehová, cómo escondí en una cueva a cien de ellos de cincuenta en cincuenta y los sustenté con pan y agua?

Y ahora tú dices: “Vé y di a tu señor: Aquí está Elías.” ¡El me matará! Y Elías dijo: —¡Vive Jehová de los Ejércitos, a quien sirvo, que hoy me presentaré a él!

Entonces Abdías fue al encuentro de Acab y le informó. Acab fue al encuentro de Elías; y sucedió que cuando Acab vio a Elías, le dijo: —¿Eres tú, el que está trastornando a Israel?

Y él respondió: —Yo no he trastornado a Israel, sino tú y tu casa paterna, al haber abandonado los mandamientos de Jehová y al haber seguido a los Baales.

Ahora pues, manda que se reúnan conmigo en el monte Carmelo todo Israel, los 450 profetas de Baal y los 400 profetas de Asera que comen de la mesa de Jezabel.


Elías y los profetas de Baal

Entonces Acab convocó a todos los hijos de Israel y reunió a los profetas en el monte Carmelo.

Elías se acercó a todo el pueblo y dijo: —¿Hasta cuándo vacilaréis entre dos opiniones? Si Jehová es Dios, ¡seguidle! Y si Baal, ¡seguidle! Pero el pueblo no le respondió nada.

Entonces Elías volvió a decir al pueblo: —Sólo yo he quedado como profeta de Jehová, pero de los profetas de Baal hay 450 hombres.

Dennos, pues, dos toros. Escojan ellos un toro para sí, córtenlo en pedazos y pónganlo sobre la leña; pero no pongan fuego. Yo prepararé el otro toro y lo pondré sobre la leña, pero no pondré fuego.

Luego invocad vosotros el nombre de vuestro Dios, y yo invocaré el nombre de Jehová. El Dios que responda con fuego, ¡ése es Dios! Todo el pueblo respondió y dijo: —¡Bien dicho!

Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: —Escogeos el toro y preparadlo vosotros primero, porque vosotros sois la mayoría. Invocad el nombre de vuestro Dios, pero no pongáis fuego.

Ellos tomaron el toro que les fue dado, y lo prepararon. Luego invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: —¡Oh Baal, respóndenos! Pero no hubo voz ni quien respondiese. Mientras tanto ellos danzaban junto al altar que habían hecho.Y sucedió que hacia el mediodía, Elías se burlaba de ellos diciendo: —¡Gritad a gran voz, porque es un Dios! Quizás está meditando, o está ocupado, o está de viaje. Quizás está dormido, y hay que despertarle.

Ellos clamaban a gran voz y se sajaban el cuerpo con espadas y con lanzas, conforme a su costumbre, hasta hacer chorrear la sangre sobre ellos. Y sucedió que cuando pasó el mediodía, ellos seguían profetizando frenéticamente hasta la hora de ofrecer la ofrenda vegetal, y no había voz ni quien respondiese ni escuchase.

Entonces Elías dijo a todo el pueblo: —¡Acercaos a mí! Todo el pueblo se acercó a él. Luego él reparó el altar de Jehová que estaba arruinado.Elías tomó doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, a quien le vino palabra de Jehová diciendo: “Israel será tu nombre.”

Y edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehová. Después hizo una zanja alrededor del altar, en la cual pudiesen caber dos medidas de semilla.

Luego arregló la leña, cortó el toro en pedazos y los puso sobre la leña. Entonces dijo: —Llenad cuatro cántaros de agua y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña. Luego dijo: —Hacedlo por segunda vez. Y lo hicieron por segunda vez. Dijo aún: —Hacedlo por tercera vez. Y lo hicieron por tercera vez,de modo que el agua corría alrededor del altar y llenó también la zanja.

Cuando llegó la hora de presentar la ofrenda vegetal, se acercó el profeta Elías y dijo: ¡Oh Jehová, Dios de Abraham]], de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel y que yo soy tu siervo; y que por tu palabra he hecho todas estas cosas!

Respóndeme, oh Jehová; respóndeme, para que este pueblo reconozca que tú, oh Jehová, eres Dios, y que tú haces volver el corazón de ellos.

Entonces cayó fuego de Jehová, que consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo; y lamió el agua que estaba en la zanja.Al verlo toda la gente, se postraron sobre sus rostros y dijeron: —¡Jehová es Dios! ¡Jehová es Dios!Entonces Elías les dijo: —¡Prended a los profetas de Baal! ¡Que no escape ninguno de ellos!

Elías ora por lluvía

Entonces [[Elías]] dijo a Acab: —Sube, come y bebe; porque se oye el ruido de una fuerte lluvia.

Acab subió para comer y beber. Entonces Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra puso su rostro entre sus rodillas.

Luego dijo a su criado: —Sube, por favor, y mira hacia el mar. El subió, miró y dijo: —No hay nada. El le volvió a decir: —Vuelve siete veces.

A la séptima vez dijo: —He aquí, veo una pequeña nube, como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. Entonces él dijo: —Vé y di a Acab: “Unce tu carro y desciende, no sea que te detenga la lluvia.

Y aconteció que mientras tanto los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y cayó una fuerte lluvia. Acab subió al carro y fue a Jezreel;pero la mano de Jehová estuvo sobre Elías, quien ciñó sus lomos y fue corriendo delante de Acab hasta la entrada de Jezreel.

Acab derrota a los Sirios

Entonces Ben-hadad, rey de Siria, reunió todo su ejército. Estaban con él treinta y dos reyes, con caballos y carros. Luego subió, sitió Samaria y combatió contra ella. Después envió mensajeros a la ciudad, a Acab, rey de Israel, diciendo:

Así ha dicho Ben-hadad: Tu plata y tu oro son míos; tus mujeres y los mejores de tus hijos son míos.El rey de Israel respondió diciendo:

Como tú dices, oh mi señor el rey, yo soy tuyo con todo lo que tengo.

Volvieron otra vez los mensajeros y dijeron: “Así dice Ben-hadad: Por cierto, te envié a decir que me dieras tu plata, tu oro, tus mujeres y tus hijos.

Mañana a estas horas te enviaré mis servidores, los cuales registrarán tu casa y las casas de tus servidores. Y sucederá que tomarán con sus manos y se llevarán todo lo precioso que tengas. El rey de Israel llamó a todos los ancianos del país y les dijo: —Sabed, pues, y ved cómo éste no busca sino el mal; porque ha enviado por mis mujeres y mis hijos, y por mi plata y mi oro; y yo no se lo he negado.

Y todos los ancianos y todo el pueblo respondieron: —No le escuches ni accedas. Entonces Acab respondió a los mensajeros de Ben-hadad: —Decid a mi señor el rey: “Haré todo lo que enviaste a exigir a tu siervo al principio, pero esto no lo puedo hacer.” Los mensajeros fueron y le dieron la respuesta,y Ben-hadad envió a decirle:

Así me hagan los Dioses y aun me añadan, si el polvo de Samaria basta para llenar las manos de todo el pueblo que me sigue.

El rey de Israel respondió y dijo: “Decidle: No se jacte tanto el que se ciñe como el que se desciñe.

Y sucedió que cuando él oyó estas palabras, mientras bebía con los reyes en las cabañas, dijo a sus servidores: —¡Tomad posiciones! Y tomaron posiciones contra la ciudad.

He aquí, un profeta se acercó a Acab, rey de Israel, y le dijo: —Así ha dicho Jehová: “¿Has visto toda aquella gran multitud? He aquí, yo la entregaré hoy en tu mano, para que reconozcas que yo soy Jehová.

Acab preguntó: —¿Por medio de quién? Y él respondió: —Así ha dicho Jehová: “Por medio de los jóvenes de los jefes de las provincias.” Y Acab preguntó: —¿Quién comenzará la batalla? El respondió: —Tú.

Acab pasó revista a los jóvenes de los jefes de las provincias, los cuales eran 232. Después de ellos, pasó revista a todo el pueblo, a todos los hijos de Israel, que eran 7.000. Y éstos salieron al mediodía, mientras Ben-hadad estaba bebiendo hasta emborracharse en las cabañas con los reyes, los treinta y dos reyes que habían venido en su ayuda.Los jóvenes de los jefes de las provincias salieron primero. Ben-hadad había enviado a algunos, quienes le informaron diciendo: —Unos hombres han salido de Samaria.

El dijo: —Si han salido para hacer la paz, prendedlos vivos. Y si han salido para combatir, prendedlos vivos.Salieron, pues, de la ciudad los jóvenes de los jefes de las provincias, y tras ellos salió el ejército.

Y cada uno mató al que venía contra él; y los sirios huyeron, e Israel los persiguió. Pero Ben-hadad, rey de Siria, se escapó a caballo con algunos jinetes.Entonces salió el rey de Israel, atacó los caballos y los carros, y ocasionó a los sirios una gran derrota.

Luego se acercó el profeta al rey de Israel y le dijo: —Vé, cobra ánimo; considera y mira lo que has de hacer, porque el rey de Siria volverá contra ti el próximo año. Los servidores del rey de Siria le dijeron: —Sus Dioses son Dioses de las montañas; por eso fueron más fuertes que nosotros. Pero si combatimos contra ellos en la llanura, sin duda seremos más fuertes que ellos.

Haz, pues, así: Saca a cada uno de los reyes de su puesto, y pon gobernadores en su lugar. Y tú, organiza otro ejército como el ejército que perdiste, caballo por caballo y carro por carro. Luego combatiremos contra ellos en la llanura, y sin duda seremos más fuertes que ellos. El les prestó atención, y lo hizo así. Y aconteció, al año siguiente, que Ben-hadad pasó revista a los sirios y fue a Afec para combatir contra Israel.

También se pasó revista a los hijos de Israel, y tomando provisiones les salieron al encuentro. Los hijos de Israel acamparon frente a ellos y eran como dos pequeños rebaños de cabras, mientras que los sirios llenaban el campo.

Entonces el hombre de Dios se acercó al rey de Israel y le habló diciendo: —Así ha dicho Jehová: “Porque los sirios han dicho: Jehová es un Dios de las montañas; no es un Dios de los valles, yo entregaré a toda esta gran multitud en tu mano, para que reconozcas que yo soy Jehová.

Siete días estuvieron acampados los unos frente a los otros. Y sucedió que al séptimo día se dio la batalla. Entonces los hijos de Israel mataron en un día a 100.000 hombres de infantería de los sirios.

Los demás huyeron a la ciudad de Afec, pero el muro cayó encima de 27.000 hombres que habían quedado. También Ben-hadad fue huyendo a la ciudad y se escondía de cuarto en cuarto. Sus servidores dijeron a Ben-hadad: —He aquí, hemos oído que los reyes de la casa de Israel son reyes clementes. Pongamos, pues, cilicio sobre nuestras espaldas y sogas a nuestros cuellos, y salgamos al rey de Israel; quizás nos perdone la vida.

Entonces se ciñeron sus lomos con cilicio y pusieron sogas a sus cuellos, y fueron al rey de Israel y dijeron: —Tu siervo Ben-hadad dice: “Por favor, perdóname la vida. Y él respondió:

¿Todavía vive? ¡Es mi hermano!Aquellos hombres tomaron esto como buen augurio y se apresuraron a tomarle la palabra, diciendo:

¡Tu hermano es Ben-hadad! El dijo: —Id y traedle. Ben-hadad se presentó ante Acab, quien le hizo subir en su carro.

Luego le dijo Ben-hadad: —Yo restituiré las ciudades que mi padre tomó a tu padre. Tú también podrás establecer centros comerciales en Damasco, como mi padre hizo en Samaria. —Entonces con este convenio yo te dejaré ir libre. Hizo, pues, un convenio con él y le dejó ir. Entonces un hombre de los hijos de los profetas dijo a su compañero, por mandato de Jehová:

¡Golpéame, por favor! Pero el hombre rehusó golpearle.

Y él le dijo: —Porque no has obedecido la voz de Jehová, he aquí que cuando te apartes de mí, te matará un león. Cuando se apartó de él, lo encontró un león y lo mató. Luego se encontró con otro hombre y le dijo: —¡Golpéame, por favor! El hombre le dio un golpe y le ocasionó una herida.Entonces el profeta se fue y se puso de pie delante del rey en el camino, disfrazándose con una venda sobre los ojos.

Sucedió que cuando el rey pasaba, aquél gritó al rey y dijo: —¡Tu siervo estuvo en medio de la batalla, y he aquí que uno se apartó trayéndome a un hombre y me dijo: “Guarda a este hombre, porque si llega a escapar, tu vida responderá por la suya o pagarás un talento de plata.Pero sucedió que mientras tu siervo estaba ocupado en una y otra cosa, él desapareció. Entonces el rey de Israel le dijo: —¡Esa será tu sentencia! ¡Tú mismo la has pronunciado! Entonces se quitó apresuradamente la venda de sus ojos, y el rey de Israel reconoció que era uno de los profetas.

Y éste dijo al rey: —Así ha dicho Jehová: “¡Por cuanto soltaste de la mano al hombre que yo había designado como anatema, tu vida responderá por la suya, y tu pueblo por el suyo!” El rey de Israel se fue a su casa decaído y enfadado, y llegó a Samaria

Acab y la viña de Nabot

Pasadas estas cosas aconteció que Nabot de Jezreel tenía una viña en Jezreel, junto al palacio de Acab, rey de Samaria.

Y Acab habló a Nabot diciendo: —Dame tu viña para que me sirva como huerto de verduras, porque está junto a mi casa, y yo te daré por ella otra viña mejor que ésta. O si te parece mejor, te pagaré su precio en dinero.

Nabot respondió a Acab: —¡Guárdeme Jehová de darte la heredad de mis padres! Acab se fue a su casa decaído y enfadado por las palabras que le había respondido Nabot de Jezreel, quien le había dicho: “No te daré la heredad de mis padres.” Se acostó en su cama, volvió su cara y no tomó alimentos.Jezabel, su mujer, fue a él y le preguntó:

¿Por qué está decaído tu espíritu, y no tomas alimentos?

Y él le respondió: —Porque hablé con Nabot de Jezreel y le dije: “Dame tu viña por dinero; o si te parece mejor, te daré otra viña por ella.” Y él respondió: “No te daré mi viña.Su mujer Jezabel le dijo: —¿Tú actúas ahora como rey sobre Israel? ¡Levántate, toma alimentos, y alégrese tu corazón! ¡Yo te daré la viña de Nabot de Jezreel!

Entonces ella escribió cartas en nombre de Acab, las selló con su anillo y las envió a los ancianos y principales que habitaban en su ciudad con Nabot.Las cartas que escribió decían así:

Proclamad ayuno y haced que Nabot se siente frente al pueblo.

Haced que se sienten frente a él dos hombres perversos para que testifiquen contra él diciendo: “¡Tú has maldecido a Dios y al rey!” Entonces sacadlo y apedreadlo, y que muera. Los hombres de su ciudad, los ancianos y los principales que vivían en su ciudad hicieron como les mandó Jezabel. Conforme a lo escrito en las cartas que ella había enviado, proclamaron ayuno e hicieron sentar a Nabot frente al pueblo.

Luego vinieron los dos hombres perversos y se sentaron frente a él. Y estos hombres perversos dieron testimonio contra Nabot frente al pueblo, diciendo: —Nabot ha maldecido a Dios y al rey. Lo sacaron de la ciudad y lo apedrearon, y murió.

Después enviaron a decir a Jezabel: “Nabot ha sido apedreado y ha muerto.Sucedió que cuando Jezabel oyó que Nabot había sido apedreado y que había muerto,[Jezabel]] dijo a Acab: Levántate y toma posesión de la viña de Nabot de Jezreel, quien no te la quiso dar por dinero. Nabot ya no vive; ha muerto.

Y sucedió que cuando Acab oyó que Nabot había muerto, se levantó Acab para descender a la viña de Nabot de Jezreel a fin de tomar posesión de ella.Aconteció que vino la palabra de Jehová a Elías el tisbita, diciendo:

Levántate, desciende al encuentro de Acab, rey de Israel, que reside en Samaria. He aquí que está en la viña de Nabot, a donde ha descendido para tomar posesión de ella. Le hablarás diciendo: “Así ha dicho Jehová: ¿Has asesinado y también has tomado posesión?” Luego le hablarás diciendo: “Así ha dicho Jehová: En el lugar donde los perros lamieron la sangre de Nabot, los perros lamerán también tu sangre, tu misma sangre.Acab dijo a Elías: ¿Así que me has encontrado, enemigo mío? El respondió: —Te he encontrado, porque te has vendido para hacer lo malo ante los ojos de Jehová.Así dice Jehová:

He aquí, yo traeré el mal sobre ti y te barreré por completo. Eliminaré de Acab a todo varón en Israel, tanto al esclavo como al libre.

Yo haré a los de tu casa como a los de la casa de Jeroboam hijo de Nabat y a los de la casa de Baasa hijo de Ajías, por la provocación con que me has provocado a ira y con que has hecho pecar a Israel.También de Jezabel ha hablado Jehová diciendo: “Los perros comerán a Jezabel en la parcela de Jezreel.

Al que de Acab muera en la ciudad, lo comerán los perros; y al que muera en el campo, lo comerán las aves del cielo.No hubo realmente nadie como Acab, que se vendiera para hacer lo malo ante los ojos de Jehová, pues su mujer Jezabel lo incitaba.

El actuó de manera muy abominable, yendo tras los ídolos, conforme a todo lo que hacían los amorreos, a los cuales Jehová había echado de delante de los hijos de Israel. Y sucedió que cuando Acab oyó estas palabras, rasgó sus vestiduras, puso cilicio sobre su cuerpo, ayunó y se acostó con el cilicio; y andaba humillado.Entonces vino la palabra de Jehová a Elías el tisbita, diciendo:

¿Has visto cómo se ha humillado Acab delante de mí? Por cuanto se ha humillado delante de mí, no traeré el mal en sus días; en los días de su hijo traeré el mal sobre su casa.

==Derrota y Muerte  de Acab ==

Tres años pasaron sin que hubiera guerra entre Siria e Israel. Y aconteció al tercer año que Josafat, rey de Judá, descendió a visitar al rey de Israel.

Entonces el rey de Israel dijo a sus servidores: —¿Sabéis que Ramot de [[Galaad]] nos pertenece? ¡Y nosotros no hemos hecho nada para tomarla de mano del rey de Siria! Luego preguntó a Josafat: —¿Irás conmigo a la guerra a Ramot de Galaad? Y Josafat respondió al rey de Israel: —Yo soy como eres tú, y mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como tus caballos.Además, Josafat dijo al rey de Israel: —Por favor, consulta hoy la palabra de Jehová.

Entonces el rey de Israel reunió a los profetas, unos 400 hombres, y les preguntó: —¿Iré a la guerra contra Ramot de Galaad, o desistiré? Ellos respondieron: —Sube, porque el Señor la entregará en mano del rey.Entonces preguntó Josafat: —¿No hay aquí todavía algún profeta de Jehová, para que consultemos por medio de él?

El rey de Israel respondió a Josafat: —Todavía hay un hombre por medio del cual podríamos consultar a Jehová; pero yo le aborrezco, porque no me profetiza el bien, sino el mal. Es Micaías hijo de Imla. Josafat respondió: —No hable así el rey. Entonces el rey de Israel llamó a un funcionario y le dijo: —Trae pronto a Micaías hijo de Imla.

El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, vestidos con sus vestiduras reales, estaban sentados, cada uno en su trono, en la era a la entrada de la puerta de Samaria; y todos los profetas profetizaban delante de ellos.

Sedequías hijo de Quenaana se había hecho unos cuernos de hierro y decía: —Así ha dicho Jehová: “¡Con éstos embestirás a los sirios, hasta acabar con ellos!” Y todos los profetas profetizaban de la misma manera, diciendo: —Sube a Ramot de Galaad y triunfa, porque Jehová la entregará en mano del rey.El mensajero que había ido a llamar a Micaías le habló diciendo: —He aquí, las palabras de los profetas unánimemente anuncian el bien al rey. Sea, pues, tu palabra como la de uno de ellos, y anuncia el bien.

Pero Micaías respondió: —¡Vive Jehová, que lo que Jehová me diga, eso hablaré! Llegó al rey, y el rey le preguntó: —Micaías, ¿iremos a la guerra contra Ramot de Galaad, o desistiremos? El respondió: —Sube y triunfa, porque Jehová la entregará en mano del rey. El rey le dijo: —¿Cuántas veces tengo que hacerte jurar que no me digas sino la verdad en el nombre de Jehová? Entonces respondió: —He visto a todo Israel dispersado por los montes como ovejas que no tienen pastor. Y Jehová dijo: “Estos no tienen señor; vuélvase cada uno a su casa en paz.” Entonces el rey de Israel dijo a Josafat: —¿No te dije que no profetizaría acerca de mí el bien, sino el mal?

Luego dijo Micaías: —Escucha, pues, la palabra de Jehová: Yo he visto a Jehová sentado en su trono; y todo el ejército de los cielos estaba de pie junto a él, a su derecha y a su izquierda. Entonces Jehová preguntó: “¿Quién inducirá a Acab, para que suba y caiga en Ramot de Galaad?” Y uno respondía de una manera, y otro respondía de otra manera.Entonces salió un espíritu, se puso delante de Jehová y dijo: “Yo le induciré.” Jehová le preguntó: “¿De qué manera?”

Y él le respondió: “Saldré y seré espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas.” Y Jehová dijo: “Tú lo inducirás, y también prevalecerás. Sal y hazlo así.” Ahora pues, he aquí que Jehová ha puesto un espíritu de mentira en la boca de todos estos tus profetas, porque Jehová ha decretado el mal con respecto a ti.

Entonces se acercó Sedequías hijo de Quenaana y golpeó a Micaías en la mejilla, diciéndole: ¿Por qué camino se apartó de mí el Espíritu de Jehová, para hablarte a ti? Y Micaías respondió: —¡He aquí, tú lo verás aquel día, cuando te metas de cuarto en cuarto para esconderte!Entonces dijo el rey de Israel: —Toma a Micaías y hazlo volver a Amón, alcalde de la ciudad, y a Joás, hijo del rey.

Y di: “El rey ha dicho así: Poned a éste en la cárcel y mantenedle con una escasa ración de pan y de agua, hasta que yo llegue en paz.Y Micaías dijo:

Si logras volver en paz, Jehová no ha hablado por medio de mí. —Y añadió—: ¡Oídlo, pueblos todos!

El rey de Israel subió con Josafat, rey de Judá, a Ramot de Galaad.El rey de Israel dijo a Josafat: —Yo me disfrazaré y entraré en la batalla; pero tú, vístete con tus vestiduras. Entonces el rey de Israel se disfrazó y entró en la batalla.Ahora bien, el rey de Siria había mandado a sus treinta y dos jefes de los carros que tenía, diciendo: “No luchéis contra chico ni contra grande, sino sólo contra el rey de Israel.

Y sucedió que cuando los jefes de los carros vieron a Josafat, dijeron: —¡Ciertamente éste es el rey de Israel! Entonces se dirigieron hacia él para atacarle, pero Josafat gritó. Y sucedió que al ver los jefes de los carros que no era el rey de Israel, se apartaron de él.

Entonces un hombre tiró con su arco a la ventura e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura y la coraza. Y él dijo al que guiaba su carro: —¡Da la vuelta y sácame de la batalla, porque he sido herido!La batalla arreció aquel día, y el rey fue sostenido en pie en el carro, frente a los sirios. Y murió al atardecer. La sangre de la herida corría hasta el fondo del carro.

A la puesta del sol salió una proclama por todo el campamento, diciendo: —¡Cada uno a su ciudad! ¡Cada uno a su tierra!

Murió, pues, el rey y fue llevado a Samaria; luego sepultaron al rey en Samaria. Lavaron el carro junto al estanque de Samaria (donde las prostitutas se lavaban), mientras los perros lamían su sangre, conforme a la palabra que Jehová había hablado. Los demás hechos de Acab y todo lo que hizo, la casa de marfil y todas las ciudades que edificó, ¿no están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? Acab reposó con sus padres, y su hijo Ocozías reinó en su lugar.


Fuente

http://www.tubiblia.net/elias-regresa-a-ver-a-acab/463

http://www.adorador.com/hombresdelabiblia/acab.htm


http://es.wikipedia.org/wiki/Ajab


http://www.tubiblia.net/elias-y-los-profetas-de-baal/464