Diferencia entre revisiones de «Asesinato de la familia Romero»

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:<div align="justify">En el día de hoy se me ha encomendado la dolorosa y difícil misión de despedir el duelo de tan queridos e inolvidables hijos de nuestro pueblo. Son ellos Ana, Pío y Eustaquio. Estos tres honestos campesinos trabajaban sin descanso en sus queridas y amadas tierras. También apoyaban el proceso revolucionario en todos sus aspectos, desde la insurrección hasta los momentos actuales.</div><br><div align="justify">El día 2 de julio del año 1962, la familia Romero, luego de terminar de comer se encontraba conversando animadamente al igual que en días anteriores; pero en esta ocasión el desenlace final fue distinto totalmente, decimos que fue distinto, porque en esta oportunidad, las manos asesinas de bandidos inhumanos, segaron para siempre las valiosas vidas de estos tres queridos compañeros.</div><br><div align="justify">Hoy nosotros nos preguntamos ¿Acaso creen los muy imbéciles que intimidarán a nuestros campesinos? Pues nosotros podemos responderles sin temor a equivocarnos: ¡Que no! ¿Acaso creen que intimidarán a nuestro pueblo? Pues nosotros podemos responderles sin temor a equivocarnos: ¡Que no! Única y exclusivamente podrán conseguir con estos crímenes el odio, la repugnancia y una inmensa sed de venganza. Y estos honrosos revolucionarios integrarán las páginas de nuestra historia, como mártires de nuestro pueblo.</div><br><div align="justify">Que no piensen los muy cretinos que van a interrumpirnos en la marcha hacia el socialismo, que no se imaginen ni por un instante que van a destruir nuestra Revolución, si no al contrario, cada día seremos más fuertes, y nuestros hermanos caídos nos servirán de acicate yde ejemplo en la continuación de nuestras luchas y por cada uno de nuestros muertos surgirán nuevas semillas capaces de llevar adelante los ideales más puros y justos de la humanidad: El Marxismo-Leninismo.</div><br>¡Vivan nuestros hermanos caídos!<br>¡Viva la Revolución!<br>¡Patria o Muerte!¡Venceremos!<br>
 
:<div align="justify">En el día de hoy se me ha encomendado la dolorosa y difícil misión de despedir el duelo de tan queridos e inolvidables hijos de nuestro pueblo. Son ellos Ana, Pío y Eustaquio. Estos tres honestos campesinos trabajaban sin descanso en sus queridas y amadas tierras. También apoyaban el proceso revolucionario en todos sus aspectos, desde la insurrección hasta los momentos actuales.</div><br><div align="justify">El día 2 de julio del año 1962, la familia Romero, luego de terminar de comer se encontraba conversando animadamente al igual que en días anteriores; pero en esta ocasión el desenlace final fue distinto totalmente, decimos que fue distinto, porque en esta oportunidad, las manos asesinas de bandidos inhumanos, segaron para siempre las valiosas vidas de estos tres queridos compañeros.</div><br><div align="justify">Hoy nosotros nos preguntamos ¿Acaso creen los muy imbéciles que intimidarán a nuestros campesinos? Pues nosotros podemos responderles sin temor a equivocarnos: ¡Que no! ¿Acaso creen que intimidarán a nuestro pueblo? Pues nosotros podemos responderles sin temor a equivocarnos: ¡Que no! Única y exclusivamente podrán conseguir con estos crímenes el odio, la repugnancia y una inmensa sed de venganza. Y estos honrosos revolucionarios integrarán las páginas de nuestra historia, como mártires de nuestro pueblo.</div><br><div align="justify">Que no piensen los muy cretinos que van a interrumpirnos en la marcha hacia el socialismo, que no se imaginen ni por un instante que van a destruir nuestra Revolución, si no al contrario, cada día seremos más fuertes, y nuestros hermanos caídos nos servirán de acicate yde ejemplo en la continuación de nuestras luchas y por cada uno de nuestros muertos surgirán nuevas semillas capaces de llevar adelante los ideales más puros y justos de la humanidad: El Marxismo-Leninismo.</div><br>¡Vivan nuestros hermanos caídos!<br>¡Viva la Revolución!<br>¡Patria o Muerte!¡Venceremos!<br>
 
== Hecho Ocurrido ==
 
 
<div align="justify">El día [[2 de Julio]] de [[1962]] a las 8:30 aproximadamente en la [[Finca de San José de Altamira]], [[Manacal de Línea]] se encontraban en su vivienda, [[José Pío Romero]], [[Eustaquio Polo Romero]], [[Ana Romero Rojas]], [[Justa Pastora Rojas Fonseca]], [[Paula Romero Rojas,]] [[Teodora Brunilda Romero Rojas]], [[Reinaldo Roja Romero]], [[Eulampio Polo Romero]] y Bartolo Romero.</div><br>
 
 
<div align="justify">Allí penetraron en la casa de los Romeros la banda de [[Julio Emilio Carretero]], [[Leonel Martínez]] y [[Macho Jiménez]] junto con otros bandidos que en total eran 17, 6 o 7 de ellos entraron por la puerta del comedor, los demás rodearon la casa, dos de los que penetraron en el interior de la casa fueron Julio Emilio Carretero y Leonel Martínez, ambos eran los jefes de la Banda.</div><br>
 
 
<div align="justify">Comenzaron a golpear con la culata del fusil a [[Pastora Rojas]] por el fémur provocándole una fractura, también golpearon a Paula Romero fracturándole la clavícula, dándole con la punta del fusil a Teodora por un seno que cuando a aquello apenas se le notaban porque era muy joven, pero que actualmente padece de él desde aquel entonces.</div><br>
 
 
<div align="justify">Encañonando con un fusil M-3 a [[Bartolo Romero]] por la cabeza ya que este compañero se encontraba con fiebre, convaleciente de un tiro dado en la espalda, interceptando Pastora Roja la madre del mismo diciendo a Julio Emilio Carretero que este no era de la familia Romero que era un trabajador de la finca.</div><br>
 
 
<div align="justify">Los bandidos al no reconocerlo dijeron: "Déjenlo que este no es de la familia Romero.", tras lo cual regresaron al comedor y comenzaron a dar golpes con la bayoneta y la culata de los fusiles a las demás personas que allí se encontraban, le dieron un bayonetazo a [[Eustaquio Polo Romero]] por el pecho y este diciendo que viva [[Fidel Castro Ruz|Fidel Castro]] y la consigna de Patria o Muerte fue arrastrado hacia debajo de un árbol de ateje con ideas de colgarlo lo cual este al hacerles resistencia y al no poderlo colgar lo ametrallaron dándole de 20 a 30 tiros en el suelo además de cortarle la cabeza en dos partes y dejar esta rodando por el piso.
 
 
Al igual que a Ana le cortaron un seno a rafagazos que cayó al suelo, así como a Pio, dándole Bayonetazos en el suelo. Los bandidos se percataron de que el herido que estaba en la casa era Bartolo Romero hijo de Pio y Pastora, este logra escapar por una ventana pero los bandidos lo persiguen, ya que como él estaba herido y con fiebre no podía correr con energía. Llevaba una camisa blanca por lo que los bandidos lo podían divisar fácilmente en la oscuridad de la noche, aunque al darse cuenta de esto lanza la camisa hacia un matorral al cual ellos acuden pensando que el había caído, esto le da ventaja y logra perderse en la penumbra, logrando penetrar en la maleza y descolgarse por un paredón aproximadamente de 3 metros logrando ocultarse para no ser descubierto.
 
 
Los bandidos pasan alrededor de 30 minutos después por debajo de donde se encontraba Bartolo, donde este pudo escuchar que los bandidos iban diciendo que eso es lo que se merecían los comunistas y los fidelistas que iban a seguir matando aunque tuvieran 3 años de edad .
 
  
 
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Revisión del 11:47 3 jun 2010

Plantilla:HechosAsesinato de la familia Romero.

Durante los años 1959 a 1965 el enfrentamiento clasista en Cuba tuvo su manifestación más violenta en la Lucha Contra Bandidos que se desarrolló en todas las provincias del país; pero con mayor agudeza en la antigua provincia de Las Villas principalmente en la región del Escambray, donde se unieron batistianos, seudo revolucionarios, lumpens, elementos comprendidos y otro que se sintieron de alguna forma afectados por las leyes dictadas por la Revolución.

Con este artículo se pretende dar una imagen, lo más real posible, de un hecho que ocurrió a una familia campesina que fue víctima de uno de los más crueles asesinatos ocurridos en esta etapa. Para esto utilizaremos testimonios de integrantes de la misma, de algunos vecinos y de personas que se relacionaron con ellos en el transcurso de la vida.


Situación en el Escambray

Si bien al Escambray llegaron contrarrevolucionarios procedentes de las distintas zonas de Cuba, los vecinos del lugar se vieron implicados en la difícil situación de habitar en el escenario donde actuaban con fuerza contendiente, cada una de las cuales exigía un compromiso: muchos se sumaron a las filas revolucionarias, otros tomaron el camino del bandidismo y no pocos asumieron la doble posición de cooperar con ambas fuerzas. Dándose el caso de que en una misma familia se adoptaron posiciones contrarias entre sí.


Los Romero colaboraron con las guerrillas que en 1958 combatieron en el Escambray a la dictadura de Batista, luego al desarrollarse el movimiento contrarrevolucionario en la región, se mantuvieron firmes en su principio participando activamente en la lucha contra bandidos por lo que el 2 de julio de 1962 resultaron víctimas de la furia salvaje de sus enemigos de clase.


En lo general esta es brevemente la historia de los Romero, como también lo puede ser de los Ramos, de los Soto y de tantas otras familias que en las montañas del Escambray aportaron calladamente a la identidad del montuno cubano los elementos de carácter que hoy lo tipifican.


¿Quiénes eran los Romero?

José Pío Romero Rojas.
Ana Romero Rojas.

Belarmino Aladro Cornelio:

Los bandidos en el Escambray cometieron muchos crímenes, pero yo creo que uno de los más horribles fue el asesinato de la familia Romero, allí mataron a Pío, a Ana y a Eustaquio, también se enseñaron con Pastora, la mujer de Pío y con sus dos hijas que eran unas niñas. A ellos los matan por revolucionarios, porque cómo fueron pobres toda la vida, vieron en la Revolución una esperanza, una luz capaz de cambiar su hasta ese momento, desgraciada existencia.


¡Había que conocer a esa familia! ¡Qué gente más noble y servicial! Allí el que llegara era bienvenido y bien atendido siempre y cuando tuviera buenas intenciones. Con los maleantes ellos no ligaban; pero con la gente honrada era otra cosa, pues tuvieron que luchar mucho con la vida desde pequeños. Eran la verdadera representación de los campesinos cubanos en aquellos tiempos.


Regino Romero Rojas:

Yo soy hermano de Pío y de Ana. Nuestros padres se llamaban Mariano Romero Turiño y María del Carmen Rojas Rodríguez, los dos eran de Condado.


El viejo mío desde muy joven tuvo que trabajar duro. Por esta son harapos estaba fea y un día se echó. Al hombre salió buscar trabajo, hacían dando igual central Soledad donde se estableció. Por esa época conoció en Arimao a Leonor Herrera de la unión nacieron tres hijos: María, Walfredo, y Waldina. Al morir Leonor el regreso a Condado. Entonces se casó con mi madre quién le parió 12 hijos, lo cual he dicho reborde de mayor a menor fuimos los siguientes: Juan y Liborio, que eran jimaguas, Mariano, Felicia, Rosario, Ana, Pío, Isabel, Felipa, Irene, yo y Mercedes.


Aquí en la zona de Condado mi papá fue montero, sitiero, criador de puercos y colonos de caña. En 1926 por unas deudas que no pudo pagar se suicidó y los hermanos mayores tuvieron que hacerse cargo de la familia, cuando eso vivíamos en Meyer.


Pastora Rojas Fonseca:

Pío y yo éramos primos, mi papá hermano de su mamá, pero en aquella época era muy común en el campo los matrimonios entre familias porque casi todos los vecinos teníamos algún parentesco, así como desde muy jovencitos nos enamoramos y cuando lo creímos conveniente nos casamos. Vivimos un poco a la finca de Mariano Ibargollín hasta que no fuimos a Lagunitas donde nació una niña que se nos murió y Bartolo, el único varón que tuvimos. Después nos mundanos para Purial y de ahí a Cupeye, donde nacieron Paula y Teodora.


Pío se dedicaba el cultivo del café, frutos menores, criaba algunos puercos, algunas vaquitas y dos o tres bestias para montar. Los puercos eran escondidos porque el mayoral no dejaba que se ligara el prieto con el colorado, decía que se echaba a perder la cría. Para cocinar hacíamos carbón y al dueño había que pagarle el pie de monte, también se le daba una parte de los demás cultivos que cosechábamos.


Juan Rojas Fonseca:

Pío yo éramos parientes, siempre andábamos juntos, después cuando se casó con mi hermana Pastora, nuestra amistad se consolidó pasando mi juventud a su lado.


Él sentía pasión por la música campesina, sabía tocar todos los instrumentos, aunque prefería el tres. Allá en Meyer formó un grupito musical en el que yo tocaba los timbales. Ese grupo duro unos cuantos años y parece que no éramos muy malos por que tocábamos en los salones y cobrábamos 7 pesos por actuación. Nos contrataban en Limones Cantero, Condado, Meyer, Manacal, El Algarrobo y en toda esta comarca.


Había fechas en que siempre hacíamos presentaciones, por ejemplo la Candelaria, el San Juan, las Pascuas y fin de año. Ya era habitual que actuáramos donde se celebraban estas fiestas tradicionales; pero para nosotros internamente hacer una fiesta no tenía que ser un día específico. Pío, cogía el tres y salía, después nos incorporamos de resto y en la casa en que nos posesionábamos, ahí mismo estaba la fiesta.


Bartolo Romero Rojas:

En la vida de mi padre había varias cosas principales: la familia, el trabajo, la justicia, la amistad. Digo primero la familia porque para el siempre fue muy importante la presencia de sus seres queridos, era como un punto de unión de todos. Además de nosotros sus hijos y mi madre siempre estaban su mamá, sus hermanos, sus sobrinos y otros familiares. La prueba más clara de lo que digo es su propia muerte ya que lo mataron junto a mi tía Ana y a mi primo Eustaquio, por eso cuando se habla del hecho se habla de la familia Romero.


Mi tía Ana toda la vida estuvo al lado de mi padre, nunca se casó y a los sobrinos los atendía constantemente como si fuera una madre. Yo no se enfermaba ahí estaba su lado hasta que se pusiera bien, lo cuidaba como me perder ahí estaba al tanto de los remedios que había que darle. Si tenía una cosa: era resabiosa y geniosa, cuando nos decía que había que hacer algo, había que hacerlo porque si no se ponía brava, sus ojos nos decían el estado en que se encontraba, cuando los ponía serios era que estaba molesta. Aparte de su genio era una mujer muy dulce y muy alegre, le gustaba cantar, bailaba bien, era bonita, de un cuerpo hermoso y aunque casi no pudo estudiar hablaba bien, tenía esa gracia de que cuando hablaba todos teníamos que oírla y no era que se imponía sino que sabía conversar.


Además, era una persona muy educada, jamás le faltaba el respeto a nadie, ni a los muchachos, según le gustaba que la trataran así ella trataba a los demás.


Cirilo Polo Romero:

Ana recogía café, chapeaba una guardarraya, ordeñaba una vaca, se montaba en un caballo, curaba un empacho, le tiraba un santigüao a uno, cargaba un mulo de viandas y lo llevaba para la casa, ella sabía hacer de todo.


Angel Reinaldo Rojas Romero:

Era buena con los muchachos. Siempre vivió con Pio. Es la alta, de carácter gobernativo y exigente. Sabía coser, tejía guano, hacía sombreros, bordaba. Le gustaban mucho las fiestas, sabía tocar la clave y en las fiestas familiares cantaba y bailaba.


Regino Romero Rojas:

Eustaquio era hijo de Felicia, una hermana mía y de Rigoberto Polo, era muy reservado, no tenía vicios ni le gustaban los problemas. Lo que a él sí le gustaba era la ganadería, ¡Ese muchacho tenía delirio de montear!


Angel Reinaldo Rojas Romero:

Poseía mucha facilidad para trabajar con ganado las lomas. Él era alto, delgado, muy ágil para todo. Aunque casi analfabeto era muy conversador. Le agradaba la música mexicana.


Cirilo Polo Romero:

Mi hermano Eustaquio era un hombre dedicado por entero al trabajo, no era muy pie pero mi bebedor. Siempre fue muy responsable de ese muchacho los 31 de diciembre su mayor placer era que nuestros padres tuvieran algo ese día en la casa, aunque él se acostara a dormir temprano. Era una gente muy metódica, cuando niño casi siempre jugaba solo, no obstante, tuvo muy buenos amigos. En Meyer le pusieron el peliblanco.


Edelto Polo Romero:

Nosotros nos criamos en la finca "Sal si Puedes" en Limones Cantero. La escuelita nos quedaba muy lejos y como teníamos un solo caballo no pudimos asistir a la misma. Además lo que se iban haciendo mayorcitos tenían que ayudar a mi papá en el trabajo. Después cada cual se buscó su propia vida. Cirilo estaba con Pío. Ulampio y Eustaquio se fueron para Meyer. El único que se quedó con los viejos fui yo porque era el menor de todos.


La familia en la etapa de la lucha insurreccional:

Pastora Rojas Fonseca:

Desde que llegó la Revolución a la zona donde vivíamos trabajamos por ella. Todas las tropas que pasaban por la Ceiba almorzaban y comían en mi casa, desde los primeros rebeldes hasta el Che Guevara. Había mucha confianza en nosotros y nos metimos de lleno mi cumplimiento de diferentes tareas revolucionarias.


Regino Romero Rojas:

En Cupeye había dos casa, la de Pío y la mía. Todos ayudamos a la Revolución. Un hombre llamado Andrés Martínez nos traía bonos para que se los compráramos. Nosotros estábamos dispuestos a todo y como no habíamos votado en la farsa electoral del cincuenta y cinco establecimos con relativa facilidad contactos con elementos revolucionarios del lugar, con vistas a organizar un sistema de cooperación.


Eloy Gutiérrez Menoyo vino desde la zona de Sancti Spíritus hasta la casa de Julio Reyes y de ahí a casa de Francisco Catalán en la finca Helechal, este último habló con mi hermano Pío y lo trasladaron hasta la finca de Federico Gómez, cerca de Manacal, quien los guió hacia Dos Arroyos.


Luego Julio Reyes nos envió a Casito Jimerana que venía al frente de treinta hombres lo que acamparon en casa de Pío y en la mía. Estuvieron 13 días y de ahí Pío los sacó a casa de Julio Lara donde trabajaba Zenén Bárzaga él cuál lo llevó para Dos Arroyos.


Cirilo Polo Romero:

Catalán fue el que trajo a la casa a Casito Jimerana. Luego llegaron Bombino y Cadenas con una tropa de cuarenta y pico de gente. Ese día y estaba en el cuarto con mi tía Ana, tirado boca arriba en la cama y cuando los sentí digo "arriba que la gente está ahí", entonces cuando Pío ubicó regreso y me llamó para la cocina criticando que por haber utilizado esa forma, porque podían haber tomado normal opinión del expresión que utilicé.


Cuando aquello los guardias de Batista estaban por el Algarrobo y Bombino estuvo cerca de 20 días acamparon en un lugar que le dicen "El Saltador", como a dos km de la casa. Le llevábamos comida, unas veces iba Pío, otras Tito, un muchacho que se crió en la casa. También íbamos Regino, Aquielo o yo.


Luego cuando fue posible, se llevó esa tropa hasta dónde estaba Zenén Bárzaga para que éste los guiara a su destino. Después llegó Rubén Gil Cañizares.


Bartolo Romero Rojas:

La gente de Rubén Gil también fue atendida adecuadamente mi casa ello, dentro de sus planes, tenía la idea de realizar una acción de Manacal. Mi papá, mi tío Regino y mi primo Cirilo los acompañaron. Quemaron la estación de Manacal, varios sacos de carbón y tumbaron las líneas telefónicas.


Regino Romero Rojas:

Pío subió en varias ocasiones a la comandancia del Segundo Frente, en una de ellas le plantean la necesidad de hacer una zona libre entre Manacal y Meyer, le presentaron a Jesús Carreras que era el Comandante Auditor y al Capitán Manuel Zabalo, diciéndole que ello verán lo designados para establecerse en Cupeye. Mi hermano cuando regresó nos dio la tarea a Juanguito y a mí de preparar las condiciones para construir el campamento.


Juan Rojas Fonseca:

Pío nos indicó el lugar, quedaba como a un km de su casa, asimismo él y Cirilo nos ayudaron a cortar la madera necesaria. Hicimos un rancho vara en tierra, forrándoseles las dos culatas con guano, le pusimos dos hileras de palos para amarrar las hamacas y le hicimos el fogón a un lado; pero después cogieron miedo de ser descubiertos por una avioneta a la que le decíamos "La Chismosa" que sobrevolaba todos los días la zona en misión de exploración, por ello se hacía la comida en la casa y se les llevaba ya cocinada.


Regino Romero Rojas:

Manuel Zabalo entró el 4 de agosto y estuvo hasta el mes de octubre en el campamento.


Paula Romero Rojas:

Cuando ellos llegaron a la casa se mataron unos puercos. A los muchacho nos hicieron trepar en un árbol para que si venía alguien diéramos el aviso diciendo "yagua verde". En eso llegó el mayoral y mi hermano Bartolo gritó lo acordado. En todo se los demás lo repetíamos a coro como si estuviéramos cuando, sin que dicho individuo se percatara de la estratagema.


Bartolo Romero Rojas:

Mi papá le planteó Manuel Zabalo que desconfiaba del mayoral y Zabalo dijo: "Usted va a ver que eso se arregla". Un día se escondió cerca del camino y lo esperó, cuando el hombre llegó a dónde él estaba le salió con aquella barbona que tenía. El mayoral que venía entretenido en su mula se asustó cuando vio aquel hombre armado salir del monte, Zabalo se le paró delante y le dijo "¿Usted el mayoral de esta finca?", sin esperar respuesta de aquel sujeto continuo diciéndole: "Yo soy el jefe de los rebeldes de esta zona y me hace falta gente que colabore con nosotros y para empezar traíga medio saco de arroz y una cochinata que aquí mismo lo vamos estar esperando".


Pastora Rojas Fonseca:

Cuando llegó el mayoral allá conmigo y con María, venía más blanco que un papel y yo le digo: “ ¿Qué te pasa Felo?”, el hombre se me acercó y me digo bajito: "Los rebeldes me agarraron y yo les traje un puerco, pero no tengo dónde cocinarlo", me hice la pensativa y le dije también muy bajito: “Traigalo para que a que por ser usted lo vamos ayudar". Cuando se fue, María y yo nos reímos muchísimo. Era la única forma de comer carne de un animal que le perteneciera a aquel individuo.


Regino Romero Rojas:

Se puso una enfermería en casa de Felo Má en Manacal que la manejaba Rafael Arcís, venía al campamento y distribuía las medicinas. Hacían las funciones de enfermeras Ana, Pastora, María y Elsa la mujer de Jesús Carreras.


Recuerdo que una vez hubo un brote de sarampión situándose a los enfermos en un granero. Allí se curaron Roberto Nápoles, Gil, Benedetto y otros más.


Bartolo Romero Rojas:

En mi casa estaba el suministro de comestibles, el cuarto de armamentos y las medicinas. Mi tia Ana llevaba el control de todo eso. Al establecerse el campamento los rebeldes llegaban, descansaban unos días, el que estaba enfermo se curaba, también contactaban con otras guerrillas y con las células clandestinas creadas en los distintos pueblos.


Cuando llegaba un enfermo o un herido, Ana se prestaba de inmediato a curarlo. También le curaban los empachos a los rebeldes y se les hacía cocimientos y se atendían como si fueran de la familia.


Raquel Cornelio Pérez:

Yo empecé en el Ejercito Rebelde con Moisés Hernández Torrecilla, un capitán de Alfredo Peña que era del Segundo Frente, después estuve con la guerrilla de Juan Abrahantes del Directorio Revolucionario. Visité varias veces la casa de Pío y allí lo mismo se atendía al Directorio, que al Segundo Frente, que al 26 de Julio. Ellos colaboraron mucho con Manuel Zabalo siendo este un hombre muy recto. La guerrilla más disciplinada que había en el monte era la de él. Ahí lo que se trajera era para todos, con las limitantes propias del momento.


Bartolo Romero Rojas:

Un día se fue a dar una reunión en Dos Arroyos y Zabalo que se iba a ausentar por algún tiempo, escribió un papel nombrando a mi papá Jefe de Campamento y Zona, dejó también unos rebeldes a su mando para mantener el orden así como para atender y orientar a las tropas que llegaban de tránsito.


Mi papá era la confianza de Zabalo. Cuando se fue a quemar el tren su misión fue investigar la protección que tenía, conseguir todo lo necesario para la acción y garantizar la seguridad de los rebeldes. Para quemar el puente de Bijabo resolvió los materiales que hacían falta. Fue el encargado de recoger el ganado que se le quitó al jefe de la Guardia Rural de Manacal. Abastecía al campamento de víveres, cigarros y todo lo que hacía falta. A su vez, tenía la responsabilidad de distribuir alimentos entre los campesinos que vivían en el lugar, semanalmente se mataba una vaca para los vecinos.


Cirilo Polo Romero:

Cuando se quemó el tren en Manacal yo participé en esa acción, pusimos en la línea muchísimos bolos para que el tren se parara y cuando se detuvo se formó el tiroteo, capturamos a los guardias y sacamos el maquinista y al retranquero. Recuerdo que el retranquero venía comiendo galletas con mortadella y en vez de tragárselas las botaba, estaba temblando y no tenía como apearse. Luego le dimos candela al tren y lo mandamos incentivo rumbo a Trinidad.


El puente de Bijabo quemó porque en ese tren se trasladaban todas las cosas para los guardias: víveres, cigarros, combustible... y entonces Manuel Zabalo lo decidió quemar el puente para impedir el tren pudiera pasar.


Salimos 10 hombres, cada uno con cuatro cócteles, llevamos también una lata de gasolina y otra de aceite, llegamos al lugar como a las cuatro de la tarde y ligamos a gasolina con el aceite. Yo empiezo a regar aquello por todas las traviesas y cuando todavía no había acabado, un muchacho se apresuró a tirar un cóctel, la candela me vino hacia arriba, yo me asusto, me enredo con una traviesa y me caigo, ya con la candela tocándome un compañero al que le decían Ladrillo corrió para sacarme, ayudándome a salir de aquel mal momento.


Cuando el ataque al cuartel de Báez cuide práctico hasta Sopimpa y luego seguí con ellos, pero ya con otro práctico que era Santiago Placeres. Resultó imposible tomar cuartel porque las armas nuestras delante muy poco calibre y no podían atravesar la mampostería. Después un tiempo de combate Zabalo ordenó retirarnos. Se habían cogido preso dos guardias y uno de los nuestros fue herido.


Bartolo Romero Rojas:

La vez que atacamos al cuartel de Báez hirieron a Amable en la tetilla derecha, lo llevamos para mi casa y lo acostamos en la cama de mis padres. Allí Ana lo atendió hasta que se restableció y pudo irse el campamento.


Cirilo Polo Romero:

Pío tenía mucha gente a su alrededor, el era el orientador de todos, el que decía lo que había que hacer, porque era la confianza de Zabalo.


En el que al tenía Cano, a Felo Arcís y a Pedro Moreno; en el Corojo a Francisco Catalán; en San José a Germán Bosch, a Juan Rojas y a Jorge Rojas; en La Corúa a Angelito Meneses; en Cedrolia a Tito Cabrera y en Sopimpa a Eleodoro Carpio, a Felo Ortega y al Negro Alonso.


El Negro Alonso fue muy útil, ahí Pío tenía buena guía de ayuda, porque trabajaba cerca de los guardias y comunicaba todo lo que se movía, cuando se planteó atacar el cuartel de Jíquima dio toda la información requerida: el número de guardias, como eran las cosas, donde estaba cada posta... además conseguía muchos pertrechos que hacían falta para la tropa.


Otro que fue muy importante de Alberto que trabajaba en la línea militar, en el teléfono. Pío se los presentó a los rebeldes y a partir de entonces comenzó a colaborar en la lucha contra Batista.


Alberto del Cristo Álvarez:

Yo trabajaba dándole mantenimiento de la línea del telégrafo militar en Manacal, venía siendo trabajado civil del ejército, además tenía un hermano y un cuñado que eran oficiales en Oriente.


Pío era mi amigo de muchos años y él sabía que, aunque nada mi trabajo tenía relación con mundo militar ni principio no coincidían con un régimen Batista. Un día me pregunto si estaba dispuesto a cooperar con la revolución, le dije que si, que conmigo podía contar me aseguró que muy pronto los rebeldes contratarían conmigo, así fue,una tarde estaba preparando una avería y cuando acabo y fui para la tienda a estampar un aguacero, a comprar cigarros y a darme un trago; de pronto llegóFaure acompañado de Cubela quienes informaron que Pío le había hablado de mí y que ellos pensaban hacerme una visita en Condado.


En una oportunidad cerca de las once de la noche se me aparecieron en Condado, en mi casa, diciendo que sabían muchas cosas sobre mí. Hablaron de la necesidad que tenía el Directorio de un mensajero por ocupar el lugar de José Antonio Sanchidrián, quien había sido el enlace principal entre el Escambray y el llano. Así comencé a llevar mensajes a casa del Dr. Farías y de Josefa Suárez en Sancti Spíritus así como a otros lugares.


Cuando llegaba a Banao, donde había un punto de control militar y me hacían preguntas los guardias, les decía que iba a tratar de comunicarme con un hermano y mi cuñado que estaban en Oriente. Así llevé y traje importante correspondencia para los revolucionarios, pasé dinero y cumplir con todas las misiones que me encomendaron.


Pastora Romero Rojas:

Todas las tropas que llegaron a mi casa respetaron siempre a la familia, sobre todo a las mujeres, a decir verdad fueron muy cuidadosos en ese sentido. De aquella gente al que menos confianza le teníamos era a Jesús Carreras, cuando él estaba en la casa nosotros ni jaraneábamos ¡eso era terrible!, ese hombre siempre estaba de mal carácter.


Carreras se sentaba con la botella al pie y una tacita, no hablaba con nadie ni comía casi. Se pasaba el día tomando con la botella de tapa irrellenable en una mano y la pistola en la otra.


Regino Romero Rojas:

En Nuevo Mundo estaba la jefatura del Segundo Frente y allá iba Carreras a entrevistarse con Eloy Gutiérrez Menoyo y con otros jefes. Unas veces llevaba otro que y con él siempre iban dos o tres hombres armados que lo acompañaban. La misión más difícil que le podían dar a una hombre era servirle de práctico o escolta a Carreras. El único que yo creo se llevaba bien con él era Roberto Sorís, otro de su misma calaña.


Yo me acuerdo de Jacobo Hernández, un muchacho risueño y juguetón que un día jugando con una piedrecita le dio sin querer a Carreras, este reaccionó como una fiera, se viró, tomó la pistola y le hizo varios disparos que le ocasionaron la muerte. Eso fue en el camino de Nuevo Mundo.


Cirilo Polo Romero:

Una tarde yo fui con Carreras a Nuevo Mundo que era donde estaba la jefatura del Segundo Frente, cuando llegamos, Eloy Gutiérrez Menoyo le dijo que tenía tres jóvenes para que los investigara. Carreras mandó a María a colar café, cuando la cocinera se lo trajo en un vaso él le hechó ron y empezó a darse tragos, mandó a buscar el primer muchacho, le dijo que fuera delante, lo caminó unos cien metros, lo llamó y cuando este se viró le dio un tiro en la frente. Luego mandó a traer a otro joven y cuando le dijo que caminara delante el muchacho se negó y él le dijo: ¨¡Pues aquí mismo! Y le dio un tiro al compañero, él cual cayó herido al suelo, pero aún estaba vivo, el médico se lo dijo a Carreras y entonces esta viró y le puso un pie en la cabeza a la víctima y le vació el peine de la pistola en el pecho.


Cuando fueron a buscar al que quedaba vivo se había escapado, Carreras le echó garras entonces al guardián, culpándolo de haberse puesto de acuerdo con el prisionero y dejarlo escapar. Aquel día si no es por Eloy Gutiérrez Menoyo también mata al guardián.


Ya oscureciendo me dijo que me fuera y regresé corriendo, porque yo estaba entre la espada y la pared: tenía que cuidarme de los guardias de Batista y de ellos, porque si te perdías un momento te mataban.


Otra vez me mandaron a buscar a Roberto Sorís, que tenía el campamento en Guayabo, más allá de lo de Felo Arcís, cuando llegué ya era bien tarde. Salimos del campamento Roberto uno que le decían Santa Clara, el armero y yo. A pesar de la hora Roberto quiso parar a ver una noviecita que tenía, luego llegamos a la tienda de Serafín y compró una botella de ron. Yo lo estaba apurando por la hora que era y él le dijo a Santa Clara que me la iba a arrancar para que lo dejara tranquilo. El armero que era buena gente me lo dijo.


Ellos salieron de la tienda y montaron en las bestias. Yo iba al lado de Roberto y él me ordenó que pasara al frente, cuando fui a adelantar le di un golpe con todas mis fuerzas por el brazo en que ya tenía la pistola, se la tumbé y al mismo tiempo le clavé las espuelas al mulo y salí huyendo precipitadamente, llegué primero a casa de Germán Bosch y después a la de Francisco Catalán. Le conté lo que había sucedido y me subí a una yamagua que había en el cafetal, me pasé la noche arriba de aquella mata, asustado constantemente cuando oía que algo se movía en la oscuridad.


Al llegar Roberto al campamento le preguntaron por mí y este no supo dar respuesta, entonces el armero le contó todo a Pío y Zabalo mandó a detenerlo. Me salieron a buscar, pero no fue hasta el otro día bien temprano que me encuentran porque Francisco Catalán fue a ver a Pío y le dijo donde yo estaba. A Roberto Sorís lo mandaron preso para Nuevo Mundo, allí enseguida lo soltaron pues él era guardaespaldas de Carreras, ambos pertenecientes a la misma calaña de asesinos.


Regino Romero Rojas:

Nosotros tuvimos que atender em aquella etapa a mucha gente, tropas que venían o que se iban, tropas de estancia, hombres que se iban a alzar, otros que bajaban al llano, contactos que venían, en fin, procuramos ayudar en todo lo que pudimos a los rebeldes. Eso nos dio la posibilidad de tratar a mucha gente y conocerlos, tener un criterio sobre cada persona y valorar sus sentimientos. Muchos, la mayoría, luchaban por un ideal sano; pero otros eran peor que los guardias de Batista. Ahí tenemos el caso de Manuel Zabalo y Jesús Carreras. Zabalo era un hombre decente, muy respetuoso y que se hacía querer. Carreras todo lo contrario. La suerte de nosotros con Carreras era Manuel Zabalo porque Zabalo se daba a respetar como jefe, hasta el punto de que el propio Carreras se limitaba mucho en su presencia.


Gustavo Castellón Milián(El Caballo de Mayaguara):
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Gustavo Castellón Milián "El Caballo de Mayaguara".
“…Puedo llevar a cualquiera a una granja en la que hay un montón de tumbas de personas que fueron asesinadas por Jesús Carreras, el bandido mas grande que subió al Escambray. No tiró un tiro jamás contra la dictadura, siempre andaba con una botella de wiskhy, jalado como un perro, con dos o tres queridas… Jesús Carreras era el hijo de puta aquel que cogía al campesino infeliz y lo acusaba de chivato… pues él, si no le caía bien, lo mandaba a buscar y ahí mismo le metía un tiro y lo mataba. Luego cogía la pistola y le pasaba una raya en el cabo con la cuchilla…”

Cirilo Polo Romero:

Un día llevé a Manuel Zabalo a Sopimpa a una entrevista que tenía, con nosotros iban Angel, Ladrillo y dos o tres rebeldes más. Cuando veníamos de regreso él dijo haber recibido una misión y que posiblemente se iría un tiempo de la zona.


A los pocos días quiso ir con Ana, Pío y conmigo a Meyer, de ahí fuimos para Manacal, a casa de Quito Gómez. Después de un rato nos planteó que volviéramos al campamento. Cuando nos fuimos se afeitó, partiendo del Escambray para no retornar jamás, tenía la misión de ir para Pinar del Río para abrir otro frente, pero no lo pudo lograr porque en La Habana fue detenido por esbirros de la dictadura y lo mataron.


Tirso Escalante Rodríguez::

Yo estaba en casa de Felo Arcís en Helechal, ahí se conoce que el Che viene y vamos el hijo de Felo y yo a Ciego Alonso a buscarlos.


Cuando los encontramos regresamos a casa de Felo, allí tomaron café con leche y seguimos para Monacal. El Che traía un caballo dorado que estaba falta de herraduras y en Manacal se lo herraron. Luego continuamos viaje para Cupeye. Recuerdo que el Che llegó y Pío lo invitó a que se desmontara de la bestia y cuando lo hizo tomó asiento en un taburete medio viejo que había en la cocinita de la casa.


Bartolo Romero Rojas:

Primero viene el Vaquerito con un grupo de hombres, y cuando se van acercando Carreras manda a desplegar las fuerzas en el campamento. Venía un negro grande delante y al ver aquello ordenó tirarse al suelo; pero un oficial siguió caminando y gritó: “¡Somos gente de la Sierra que venimos con el Che! Nosotros somos hombres que estamos luchando por lo mismo, por tumbar a Batista.” Entonces aquellos rebeldes se levantaron y abrazaron. Se instalaron los invasores en el campamento y se mató una vaca.


En mi casa había un documento puesto en la pared que decía en uno de sus artículos más o menos así: “…de acuerdo a lo dispuesto por el Estado Mayor, tropas que no sean del Segundo Frente y no estén debidamente autorizadas y penetren en el territorio, por primera vez serán requeridas y por segunda vez serán desarmadas y conducidas al Estado Mayor para ser juzgadas…”


El Vaquerito pasó junto a aquel escrito, se detuvo a leerlo y se lo enseñó al Che, y cuando él ve aquello dice: ¨ ¿Pero qué es esto? ¿Quién le ha contado a nadie que tiene un pedazo de tierra?” y llamó a Jesús Carreras. Se fueron para un arroyito, Carreras se llevó un guardaespaldas y el Che otro. Discutieron fuerte, el Che le dijo a Carreras: “Ahí está el Cuartel de Güinía de Miranda, de Jíquima, de Caracusey, de Fomento… ¿Cuántos cuarteles usted ha tomado? ¡Porque para tener esos grados de Comandante tienes que haber tirado muchos tiros! Carreras le explicó la cantidad de gente que había matado y el Che se indignó mucho más, diciéndole: “Esos no son muertos en combate, son gente indefensa que usted ha asesinado, ustedes lo que han hecho es engordar aquí. Ahora mismo voy a recoger mi gente y me voy.


El Che a esa misma hora movilizó a su gente y se fue.


Eloy Gutiérrez Menoyo:
“Lógicamente si nosotros tenemos extensas zonas del territorio del Escambray liberado, del territorio montañoso, pues lógicamente tenemos nuestras columnas que se están moviendo con contraseñas propias. Por otro lado no podemos permitir dentro de la zona de nosotros tropas que no lleven la contraseña nuestra, porque eso podría prestarse a combates ¿no? Y a muertos entre combatientes que estaban luchando contra la dictadura. Por lo tanto yo le di órdenes al Comandante Jesús Carreras de que hablara con Ernesto Che Guevara y le explicara cual era la situación y le delimitara cuales eran los territorios liberados por nosotros y cuales eran todavía los territorios en que podían operar ellos con sus propias contraseñas sin que hubiera interferencias. Aquello creó ciertas fricciones entre Ernesto Guevara y Jesús Carreras.”

Faure Chomón Mediavilla:
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Faure Chomón Mediavilla.
“… Ante la posición enérgica del Directorio Revolucionario, comenzaron a utilizar el nombre del 26 de Julio para recaudar fondos, cuando el Comandante de las fuerzas del 26 de Julio en el Escambray, Victor Bordón, se percató del engaño y se retiró del llamado Frente Unido, fue arrestado y asaltados algunos de sus campamentos donde desarmaron y apresaron a sus hombres, lo acusaron de preparar un golpe contra su jefatura en connivencia con el Comandante Che Guevara que venía de Oriente. Uno de los grupos de Bordón logró desarmar a sus captores y huir; se vivieron momentos muy difíciles en Escambray, debido a la situación creada por Eloy y su gente.

Cuando arribó este frente de lucha el Comandante Che Guevara con sus tropas, los hombres del Directorio Revolucionario los recibimos como a nuestros hermanos... los hombres de Eloy no tuvieron ningún resto de solidaridad con los compañeros de lucha que llegaban al Escambray... Eloy Gutiérrez Menoyo ha pasado de las amenazas a los hechos. La guerrilla del Capitán Julio Martínez del M-26-7 fue emboscado por Eloy, quien le dio un plazo para que se entregara, o de lo contrario lo atacaría. Posteriormente 15 hombres del M-26-7 fueron asaltados despojados de sus armas... la agresividad de los traidores, primero contra el Directorio Revolucionario y después contra el comandante del M-26-7, Che Guevara tiene su explicación. Han cometido tales excesos y vilezas que prevén que serán emplazados públicamente. Quienes abjuraron de los ideales del Directorio Revolucionario para lindamente ofrecerle un movimiento en bandeja de plata a Carlos Prío, no pueden tener principios morales revolucionarios".

Tirso Escalante Rodríguez:

El Che traía intenciones de acampar; pero no fuimos ese mismo día. Incluso nos habían prestado jarros, calderos y se nos dio comida para cocinar; pero él ordenó recoger y marcharnos, así lo hicimos. Los llevé hasta El Algarrobo. Estando en contacto con la gente del Directorio le pedí permiso para regresar pues ya no les hacía falta.


Bartolo Romero Rojas:

Yo recuerdo la honestidad de esa tropa, cuando el Che llegó y estaba lloviendo y él pidió permiso para limpiar las armas dentro de la casa. Pidieron unas latas de leche condensada vacías, una cucharita y poquito de leche para un perrito chiquito que traía. A la hora de irse le preguntaron a mi mamá se le faltaba algún jarrito o una cucharita y ella dijo que no, que si les hacía falta algo que se lo llevaran; pero no, todo lo devolvieron.


Llegó unos de los del Che con fiebre, aquello era una bola de fango, traía toda la ropa rota, lo fuimos a acostar en un cama pero él se negó porque estaba muy sucio y se tiró en el piso cerca del fogón. Ana y mi mamá le hicieron un cocimiento y le dieron unas pastillas. Aquella gente venía llena de llagas, desbaratados; aunque muy decentes y respetuosos.


Cirilo Polo Romero:

Con la llegada del Che y el roce que tuvo en el campamento con Carreras se desintegró la tropa de Zabalo, una parte se fue con el Che, otra con el Directorio y otra con el Segundo Frente.


Regino Romero Rojas:

En Cupeye estuvo después por unos días Juan Abrahantes con una guerrilla del Directorio Revolucionario y luego llegaron algunas tropas de tránsito por el lugar.


Vino la ofensiva del ejército batistiano dirigida por Sánchez Mosquera, todos esperábamos que la cosa sería más dura. Los rebeldes situaron emboscadas en todas las posibles vías de acceso al Escambray, recuerdo que Eustaquio sirvió de práctico en Limones; pero los guardias no llegaron, entonces los guerrilleros bajaron a tomar los pueblos y en las lomas nada más quedamos los que vivíamos en ellas hasta que triunfó la Revolución.


La familia en la etapa revolucionaria:

Bartolo Romero Rojas:

La ley más importante que se dictó en los primeros meses de la Revolución fue la de Reforma Agraria. A mi papá le dieron la propiedad de una caballería de tierra en Cupeye. ¡Esa fue la alegría más grande que recibió el viejo! El campesino siente un amor por la tierra, sufre con las sequías, con los temporales, con las plagas; le dedica su esfuerzo, la riega con el sudor del trabajo y después recoge la cosecha que viene siendo como el premio en pago al sacrificio realizado. La tierra es como un niño que nos da muchos dolores de cabeza, pero al final si sabemos guiarlo y cuidarlo se convierte es un hombre de bien del que podremos estar orgullosos.


Si para los dueños se trabajaba muy duro más trabajábamos ahora que la tierra era de nosotros. Aquello resultó un acontecimiento en mi casa, fue un maravilloso regalo que nos hizo la Revolución.


Pastora Rojas Fonseca:

Cuando el difunto Manuel Zabalo conversaba con nosotros siempre nos decía que la primera ley a dictar por el nuevo gobierno sería la ley de repartición de tierras entre los que las trabajábamos. Por eso cuando a Pío le dieron el título de propietario se recordó mucho en mi casa a aquel rebelde tan valiente y bueno. Estábamos muy contentos pensando que en lo adelante todo iba a ser mejor y más fácil.


¿Quién iba a imaginarse lo que vendría después?


Todo fue mejor, pero nada fácil, de nuevo habría guerra y como es lógico mucha gente perdería la vida, entre ellos un parte de mis seres queridos.


Juan Rojas Fonseca:

Ahora, con la experiencia de la vida uno ve las cosas de otra forma. En la lucha contra Batista había mucha gente buena; pero había algunas que no tenían buenos pensamientos, creyendo que esto iba a ser de “quítate tú para ponerme yo” y ya desde entonces despuntaban como sinvergüenzas y asesinos. ¿Qué pasa? Que en aquel tiempo uno mismo justificaba aquello como cosas de la guerra y no podíamos prever lo que posteriormente vendría.


Hipólito Rodríguez González:

Primero circularon rumores difamatorios sobre el comunismo, que le quitaban los hijos a la gente y los mandaban para Rusia, que en el comunismo había que compartir hasta la mujer, que los americanos no iban a permitir esas ideas en Cuba, hasta se decía que la vacuna contra la poliomielitis era para lavar el cerebro de los niños. Ahora uno oye esas cosas y hasta se ríe, pero en aquellos momentos con la ignorancia que existía, muchos infelices creyeron esas mentiras. Por otra parte, venía un jefe de los que aquí lucharon contra Batista, diciendo que había que volverse a alzar pues nos habían engañado y cualquiera que no estuviera claro se comprometía en cosas incorrectas.


Guillermo Salabarría González:

Aquí en la zona de Meyer la propaganda contrarrevolucionaria tuvo más auge en aquellos tiempos porque el administrador no actuó correctamente, ni hizo el mismo trabajo político que el que hicieron por ejemplo Fidel Claro en Magua y Frank Mery Palacios en Manaca Iznaga. Todo lo contrario, ese hombre con su mal proceder y con una postura abiertamente oportunista justificaba las mentiras del enemigo. Como representante de la Revolución en la zona lo menos que hizo fue portarse como un revolucionario. Cuando llegó sólo traía una maletica, pero al irse necesitó dos camiones para llevarse todo de lo que se había apropiado indebidamente. Por eso cumplió prisión, pues traicionó la confianza que el pueblo había depositado en él y la del Comandante en Jefe, que fue el máximo impulsor del INRA en aquellos instantes.


Cirilo Polo Romero:

A Pío no lo podían hacer traicionar la causa que con tanto sacrificio defendió ni la contrarrevolución ni nadie, él estaba muy claro de dónde se encontraba la razón y de quien actuaba mal o actuaba bien.


Cuando aquí empezó a coger calor la contrarrevolución algunos elementos trataron de confundir a Pío y a Regino hablándoles mal de esto. Una mañana llegó Perico León, un muchacho criado ahí en Martinó, cerca de donde vivíamos, que después fue hasta jefe de banda, con un recado de Israel Salinas, que era familia mía por parte de mi papá y compadre de Pío y Regino. Israel pedía colaboración; pero Perico se tuvo que ir por donde mismo vino y bien convencido de que con nosotros no podían contar.


Bartolo Romero Rojas:

El jefe de la contrarrevolución en el Escambray era Osvaldo Ramírez. Él había sido Capitán del Directorio Revolucionario cuando la lucha contra Batista y bastante comida que se le dio en mi casa.


Angel Reinaldo Rojas Romero:

Osvaldo Ramírez y Pío se conocían desde antes de la insurrección porque Osvaldo tenía un camión tipo comando con el que tiraba madera por estas lomas, además, a los dos les gustaban mucho los gallos y Pío tenía una gallería en Cupeye.


Bartolo Romero Rojas:

Osvaldo al triunfo de la Revolución estuvo destacado en La Habana, allá tuvo problemas, lo mandaron para acá y estando de jefe del puesto de Caracusey trató de desalojar a unos campesinos que autorizados por el Che habían ocupado unas tierras de un terrateniente desde antes que Batista se fuera. Eso repercutió en todo el Escambray y a partir de ese momento mi papá le perdió toda la confianza.


El viejo mío era un hombre de moral y de prestigio, todos los vecinos le tenían estimación y lo respetaban. Los bandidos al principio buscaban a personas de cierto arrastre que los ayudaran, por eso mi familia se convirtió en un objetivo de los contrarrevolucionarios y tratan de captarnos para sus ideas; pero como mi papá siendo campesino beneficiado por la Reforma Agraria iba a ayudar a Osvaldo Ramírez, que ya se había manifestado como anticampesino.


Manuel Demetrio Clavelo Sorí:
“En varias oportunidades, no en una, y creo que todavía hay un muchacho de los Romero vivo, nosotros estuvimos en la casa y digo nosotros porque pasé con Osvaldo... le hicimos varias visitas a los Romero y nunca les hicimos nada ¿Por qué? para que ellos vieran que lo que se decía de nosotros era nada más cuento. Sabíamos que éramos malos, pero les hicimos la visita y seguíamos. No le teníamos mucha confianza, lo que hacíamos era pasarle la mano. Se decía que por ahí pasaba gente y ellos los denunciaban. Usábamos ese método porque como se decía que nosotros ahorcábamos, le pasábamos la mano, tomábamos café y seguíamos, no había ningún tipo de problemas”.

Bartolo Romero Rojas:

Todo el mundo en mi casa sabía lo que tenía que hacer llegado el momento y así se hizo cuando la noche del 17 de enero de 1961 estábamos allá en Cupeye y se nos apareció Osvaldo Ramírez con una tropa de cuarenta y uno o cuarenta y dos hombres entre los que se encontraban Roberto Moreno, Andrés Martínez, Israel Salinas, Mongo Jaime, Felucho Lemus, Zenén Bárzaga y otros. Ellos llegaron, pusieron sus postas, nos preguntaron por mi papá que estaba para Santa Clara y nos pidieron comida. Se les mató una puerca, les cocimos yuca, se hizo arroz congrí, café y se escondieron en un montecito que había cerca.


María Pérez Caballero:

Yo estaba sentada a la puerta de la cocina con Felina mi hija, Regino mi esposo conversaba con Pastora frente al fogón. Al ver aquella gente que venía le hice señas a Regino de que se escondiera, en eso ellos que llegan a donde yo estoy, lo primero que me preguntaron fue por mi hijo miliciano, eso para mí fue una confusión porque mi hijo Ramón era muy niño y en la casa el que tenía tremendo embullo para hacerse miliciano y andar con armas era Bartolo; pero no lo aceptaban porque todavía era muy nuevecito. Cuando yo les hice saber que estaban equivocados entonces pidieron comida. A esa hora Pastora y yo nos pusimos a cocinar, cuando estuvo la comida la vaciamos en unos cubos y se la llevamos al cañaón donde se escondieron.


Regino Romero Rojas:

Llegaron como a las nueve de la noche con Israel Salinas de práctico. Estaban extenuados pues recientemente habían asesinado en Las Tinajitas a Conrado Benítez y a un campesino con lo que se buscaron la persecución incesante de las milicias, no les daban tregua y el propio Comandante en Jefe Fidel Castro, estaba al frente de las operaciones.


Aquella noche les tuvimos que hacer comida, al otro día me monté en un mulo y fui para la Comandancia de Manacal donde estaba de jefe de puesto un compañero que le decían Corea, allí di cuenta de lo que había pasado, llamaron al Comandante Escalona que era el jefe principal, este vino en un helicóptero y me dijo que montara para que le señalara el lugar donde creía que estaban los bandidos. Yo me conozco todo aquello al dedillo, le indiqué el sitio y los posibles lugares de acceso al mismo, regresamos a Condado y encontramos al Caballo de Mayaguara, de ahí fuimos para la Gloria a ver al Comandante Pinares y se acordó tirara un cerco por el camino de Limones hasta dicho lugar.


Gustavo Castellón (El Caballo de Mayaguara):
“El lugar era malo para un cerco, así que fuimos directo a enfrentarnos. Por un costado de la loma fue Orestes Guerra y por otro, Israel Pardo, dirigiendo cada uno un grupo. Todo eso después que le expliqué a Pinares la situación del lugar. Y al romper los claros del día les caímos arriba.

El primer hombre en llegar fue Pinares que les partió de frente. Los bandidos estaban en un bajío y tenían una posta en el tope de una loma con una calibre 50 instalada. Mientras los bandidos dormían a pierna suelta, las postas también se habían quedado dormidas, y Pinares, que era un hombre muy valiente, se fue arrastrando contra el suelo para no ser visto, llegó y encañonó al que estaba de guardia y lo desarmó, pero aquel negro gordo tiene que haberse cagado, porque metió un grito que retumbó en todo aquello.

Los bandidos que lo oyen, se dan cuenta de lo que ocurría y se formó el combate a quemarropa. Allí tiró tiros todo el mundo. Era un combate cuerpo a cuerpo, de mátame que te mato, que es como me gusta a mí. Se armó una clase de cagazón. Ataja aquí, coge allá. Tiros van y tiros vienen. Bueno se capturaron veintiún bandidos vivos y cinco muertos”.

Pastora Rojas Fonseca:

Cuando Pío regresó de Santa Clara ya Regino estaba participando en la captura de los bandidos, le expliqué todo lo que había pasado y la decisión que tomamos en su ausencia. Él aprobó todo y me contó lo que se decía sobre el asesinato de Conrado Benítez. Hablaba con indignación.


Ya a partir de ese momento en mi casa siempre habían cuatro o cinco milicianos y aunque tenían su suministro desayunaban, almorzaban y comían con nosotros. También el Comandante Pinares nos visitaba a cada rato. Sus visitas eran muy cortas, visitas de médico como se dice, pues en esos tiempos siempre estaba de aquí para allá y de allá para acá en sus asuntos militares. Otras veces mandaban a buscar a Pío y así, se hizo muy amigo de la familia.


Bartolo Romero Rojas:

Después que acaba la limpia el Comandante pinares le dijo a mi papá que él le iba a gestionar una permuta para Pinar del Río, por una cantidad de tierra igual, con cafetales y todo, para que viviera allá tranquilo con nosotros porque las milicias se tenían que ir del Escambray, pero aún quedaban bandidos escondidos por estas lomas y se volverían a reorganizar otra vez, que era mejor aceptara irse porque estaba en peligro de muerte; pero mi papá le dijo que prefería quedarse antes de ser un cobarde y salir huyendo, abandonando todo lo que había logrado durante su vida de trabajo y sacrificios.


Paula Romero Rojas:

Yo recuerdo que cuando los milicianos salieron de la casa de nosotros empezamos a llorar y a dar gritos y salimos detrás de ellos; pero mi papá nos gritó con genio: “¡Ya está bueno de cobardía, coño! y nos quedamos. Otros en nuestro lugar se hubieran ido; pero nosotros no, teníamos que aguantar al lado de mi papá que no dejaba irse a nadie.


General de Brigada Luis Felipe Denis Díaz: 
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Luis Felipe Denis Díaz, jefe de la Seguridad del Estado en el Escambray.
“En julio de 1961 encabezada por el cabecilla Osvaldo Ramírez, se celebra en la zona de Cicatero, municipio de Trinidad, con estos remanentes, orientándose lo siguiente:

*Organizar las bandas en comandancias, capitanías y tenencias con zonas de movimientos delimitadas y áreas de refugio o refresco en caso de operaciones militares.

*Disminuir los efectivos de las bandas.

*Organizar redes de colaboradores: para información, como prácticos de la zona y para avituallamiento. Estructurados en las llamadas “cadenas”.

*Aceptar la ayuda de las organizaciones contrarrevolucionarias sin subordinarse a ellas.

*Como una medida que permita a la CIA conocer que el bandidismo subsiste en el Escambray, realizar acciones de todo tipo: asesinatos de obreros y campesinos; quema de casas y tiendas del pueblo; tiroteos a ómnibus de pasajeros, etc.

La amarga experiencia de la derrota en Girón, los golpes propinados a los bandidos en el Escambray y a la contrarrevolución interna, obligó al imperialismo a reflexionar en sus planes contra nuestra Revolución. No obstante la propia invasión de Girón trajo consigo: alzamientos en algunas zonas, destacándose el producido el 17 de abril de 1961 por más de una docena de elementos contrarrevolucionarios en la zona de Delicias, municipio Trinidad”.

General de Brigada Orlando Lorenzo Castro: 
“Para esta fecha nuestras fuerzas estaban por pequeñas unidades tácticas que habían proseguido la lucha contra estos elementos. Sin embargo las condiciones objetivas planteaban la necesidad de establecer una estructura que respondiera al enfrentamiento directo por lo que el Comandante en Jefe decidió crear las Regiones Militares Especiales A y B.

En la Región Militar Especial del Escambray fue designado el capitán Diocles Torralba como jefe de la misma, unos meses más tarde soy designado para ocupar dicho cargo.

La organización de esta región era por sectores, los que a su vez, estaban constituidos por batallones, compañías y pelotones y se crearon además pequeñas unidades especiales, las que tenían la misión de realizar peines”.

Aquilino Rojas Romero:

Cuando en el año 1961 se abrió en Mayaguara una escuela militar ingresamos en ella Cito, Bartolo y yo, el jefe era Victor Cortés. En ese tiempo peinábamos monte, realizábamos guardias, hacíamos cercos y todas las misiones que nos encomendaban.


Pastora Rojas Fonseca:

Después que los bandidos vuelven a coger fuerza empezaron a rondar cerca de la casa, a veces los muchachos o el propio Pio notaban los rastros por donde cruzaban, también nos llegaron comentarios de que nos tenían en un lista negra. Alguna gente nos aconsejaba dejar el lugar, pues era conocida nuestra posición como revolucionarios.


Raquel Cornelio Pérez:

Con la contrarrevolución el Escambray se convirtió en un infierno y los campesinos que vivían en medio del monte estaban entre la espada y la pared. Si en aquella soledad llegaban los bandidos había que atenderlos y darles comida porque si no estaban expuestos a que le mataran la familia como sucedió varias veces, por eso yo aconsejé a Pío que saliera del monte, pues ahí no se podía vivir sin cooperar con los bandidos; pero Pío era un hombre valiente y me dijo que: “a él ahorcado no lo mataban”.


José Ramón Ruiz Medinilla:

Trabajando yo en Manacal como montero en el año 1954, conocí a Pio, cuando eso muchas veces almorzábamos en su casa, desde entonces nos hicimos buenos amigos. La última vez que lo vi ya estando el bandidismo en su apogeo lo aconsejé para que se saliera del monte y él me dijo: “Tú sabes que yo me pongo el sombrero pa’l lao en que esté el viento”.


Paula Romero Rojas:

Toda la familia insistía con papá. Una vez mi mamá quiso que nos mudáramos para una casita que nos dieron en Manacal al lado de la de Nieves Álvarez, pero él dijo: ”que si se iba se iba sola porque ni a nosotros nos llevaba”. Mi mamá estaba acostumbrada al peligro, pero temía por nosotros, además, Bartolo ya no paraba en la casa porque estaba de operaciones.


Bartolo Romero Rojas:

A mucha insistencia y más por la familia que por otra cosa es que mi papá decide permutar con el estado la tierras de Cupeye por otras en Martinó. Martinó queda por Manacal, en la cabeza del puente Agabama.


Mientras se concluía la casa en la nueva propiedad la familia se trasladó vivir a la finca colindante con San José de Altamira que era donde trabajaba Eustaquio, en ese tiempo las mujeres dormían en los almacenes de café y los hombres en la casa de maíz, es entonces que se va para Trinidad, con una hermana bella que vivía en la Chanzoneta. Luego Regino fue con su mujer e hijos para un lugar que decían La Pangola, cerca de Bijabo.


Unos meses después nombraron a Eustaquio interventor de la finca pasando todos a habitar a la casa vivienda, por lo que mejoraron las condiciones y Ana regresó con nosotros.


Juan E. Salinas Naranjo:

Estando yo en la unidad de la L.C.B que había en el algarrobo comencé a trabajar con Emilio Quiroz, Oficial de Seguridad del Estado que atendía la zona y con Efraín Hernández, que era el jefe de información. Los tres dormíamos en una casita situaba algo separada de las demás instalaciones.


En esos días Eustaquio comienza colaborar con nosotros, ya que por medio de una herida de Osvaldo Ramírez tuvo la posibilidad de llegar a dicho bandido, por lo que se convirtió en una probabilidad más para la captura del mismo. Como yo soy nacido y criado en Limones Cantero y siempre mantuve muy buenas relaciones con Eustaquio su familia podía llegar a su casa sin levantar sospechas, por lo que de enlace con Quiroz y Efraín. Cuando él tenía noticias se ponía un sombrero de paño y procuraba que lo viera, entonces yo iba la casa de su padre y allí coordinaba la entrevista.


Regino Romero Rojas:

San José de Altamira es un lugar situado como a un kilómetro de Manacal, pasando el río Agabama, o sea que también es un sitio apartado. Cuando nos mudamos para allá hicimos confianza en que estaban Eustaquio y otros trabajadores más, sin embargo, la verdadera protección nuestra era la que ignorábamos: la familia del que administraba antes que Eustaquio, estaba comprometida con los bandidos, estando ellos allí, nosotros no podíamos tener problemas, no les convenía; pero tan pronto fue trasladado el hombre del lugar los bandidos se sintieron libres de hacer sus deseos.


Los motivos del asesinato:

Bartolo Romero Rojas:

Mi familia era un estorbo para los planes de la contrarrevolución porque nunca nos olvidamos de los trabajos que se pasaban anteriormente, una familia que nunca estuvo de acuerdo con aquellos desmanes. Fueron auténticos, fueron ortodoxos y cuando comienza la insurrección participaron directamente en ella. Posteriormente fuimos beneficiados con la Ley de Reforma Agraria y nos integramos a las organizaciones, a la vigilancia, a todas estas actividades que eran propias de la Revolución. En la casa comían las milicias cuando estaban de paso, todos los jóvenes éramos milicianos y operábamos contra las bandas, mi tía Ana fue la fundadora de la federación de Mujeres Cubanas en aquella zona, mi primo Eustaquio trabajaba con la Seguridad del Estado. Quiere decir que nuestra familia era una piedra en el camino de los contrarrevolucionarios a tal extremo que optaron por eliminarnos físicamente para sembrar el terror y así amedrentar a los revolucionarios.


René Martínez Gómez:
“Cuando la ofensiva grande, en el 61, que se mete toda la milicia, a Carretero lo hirieron en una emboscada, lo hirieron en el hombro y entonces Carretero le echa la culpa a los Romero porque según él los Romero lo habían denunciado a las milicias.“

Manuel Demetrio Clavelo Sorí:
“Cuando Carretero fue herido se escondió en Seibabo en una solapa de piedra, allí lo curó una mujer que estaba en estado que le trajo medicinas y lo salvó porque le cayeron bichos el la herida, en el hombro. Si no es por esa mujer que le lleva penicilina él pierde el brazo completo porque lo que tenía era una zanja. Desde entonces les guardó la culpa, si hubiera sido por Carretero los hubiera ahorcados, los hubiera matado antes.”

La lista negra en que estaban Los Romero:

FRENTE NACIONAL DEMOCRATICO
ATENCIÓN ATENCIÓN ATENCIÓN
A todos los patriotas que luchan en la clandestinidad contra el comunismo que oprime a nuestro pueblo y desangra nuestra economía se les hace saber por el siguiente manifiesto que la hora cero se acerca por lo cual se les hace saber el nombre de todos los que hasta ahora se han dedicado a chivatear a los patriotas que no se han querido someter al yugo rojo que ha vejado a nuestro pueblo mediante la amenaza y la coacción. Todos estos nombres aparecen a continuación, están condenados a muerte y deben ser chequeados para el momento oportuno ser ajusticiados inmediatamente, no así las mujeres y los niños que deben ser detenidos y entregados a las autoridades patrias.

Orlando y Orestes Castañeda, violadores de campesinos,ladrones de puercos y ganados y saqueadores de casas.

Julio González y Florinda Meneses, chivatos y comunistas, los hermanos de estos han fusilado a muchos patriotas en el paredón.

Emiliano Mantequilla, su yerno Lito y familia, comunistas y chivatos, Yoyo Sotolongo, Ismael León, Fernando, Mongo Ponce, Gerardo León, Pío y Regino Romero, Aguedo Lara, Daniel Rodríguez, Florencio Vigoa, Manuel González, el de la tienda de Meyer, José Ramón Ruíz, Ramón el de la cooperativa, El Congo Sotolongo, comunista y chivato, los Cambas de Meyer, milicianos y chivatos, Titico Fernández, miliciano, comunista y chivato. Joseito Ortega y familia, milicianos y chivatos, Abad Fernández, interventor, comunista y chivato, Servando Martínez, (Titico), Dargelio Rosas, Jaime Guardarramas, Joaquín Enrique e hijos, comunistas y chivatos, Pepe Campos, Joseíto Carmendía, Abaito el dela guarina, Emilio Pelegrín, Julián y familia, los que viven en Pascualito, chivatos y comunistas y algunos nombres más que se enviarán en otra lista negra...

El día del asesinato:

Edelto Polo Romero:

Yo estaba en la compañía 113 cuyo jefe era Andrés Toledo, me dieron pase y fui a Condado a ver a mis padres, de ahí aproveché y me llegué hasta la finca san José a llevarle un caballo a Eustaquio y de paso a enseñarle a andar con armas soviéticas. Esa noche dormí en su casa y al otro día me pidió que lo acompañara al Algarrobo a ver al capitán Bermúdez para que le diera unas armas que le había prometido; pero Bermudez no apareció y al ver que se hacía tarde decidimos regresar. Cuando veníamos pasando por Los Añiles el caballo se asustó y cogimos por otro camino que conducía a la casa de Germán Bosch, padre de la novia de Eustaquio. A las cinco pitó el tren en Cedrolia, fuimos a la casa, recogí un mandado y Eustaquio me acompaño al paradero de Manacal a coger el tren. Cuando llegué a Condado le dije a mis padres que en San José estaban todos bien.


Angel Reinaldo Rojas Romero:

El día 2 de julio me dieron pase y decidí ir a ver a Bartolo que estaba convaleciente de un tiro que sin querer le había dado unos días antes cuando estando mi escuadra en El Naranjito, traté de abrir una lata de leche condensada con el fusil checo sin percatarme que tenía una bala en el directo. Bartola se estaba reponiendo de la herida recibida en la espalda en San José de Altamira y allá fui a verlo.


Ulampio Polo Romero:

Esa tarde Eustaquio y yo recogimos ganado y cuando terminamos él me dijo que se sentía mal y que iba a casa de Cuca, su novia, para regresar a acostarse enseguida. Así lo hizo, cuando regresó fue directo a la hamaca.


Bartolo Romero Rojas:

Cuando oscureció las reses del corral se notaban azoradas y Ana le dijo a Eustaquio que mirara a ver lo que pasaba. Eustaquio se asomó a la puerta, miró al corral y no vio nada extraño, pero las reses estaban inquietas porque ya los bandidos se habían agazapado entre las yerbas. En ese momento no creíamos estar en peligro porque el ganado se azora por cualquier cosa, no es como los perros que avisan cuando hay algún movimiento raro. Nosotros teníamos una perra llamada Usurí que era muy vigilante, pero días antes la habían envenenado, por eso no se pudo detectar el personal que se movía alrededor de la casa.


Declaración de un bandido:  
”El día 2 de julio de 1962 nos dirigimos hacia la casa de los Romero, Alberto Cruz Duarte, Macho Jímenez, Blas Marin, yo y un grupo más, caminamos por espacio de cuatro o cinco horas por dentro de los montes y llegamos cerca de la casa de los Romero como a las cinco y media de la tarde, allí estuvimos escondidos como hasta las siete o las ocho de la noche¨…

Angel Reinaldo Rojas Romero:

A esa hora Ulampio y yo que teníamos deseos de hacer una necesidad fisiológica salimos al patio y nos alejamos de la casa para donde había una mata de almendras. La noche estaba muy oscura y no se veía nada.


Paula Romero Rojas:

Yo tenía un perrito chiquito, a esa hora ya todo el mundo estaba acostado, los únicos que quedábamos levantados eran Chito y Ulampio que fueron al patio y yo. La casa tenía un colgadizo quedándole al frente del corral de las vacas, entonces yo salgo a echarle comida al perrito que estaba gritando, cuando llego con la linterna en la mano siento que la puerta del corral se abre y veo muchas figuras de gente; pero como a nosotros nos hacían creer antes en la fantasía de los muertos yo me dije: ” ¡Alabao, que cantidad de muertos me han salido!”, no obstante me pongo a mirar detenidamente y lo único que veía era la puerta abierta, cuando muevo la luz hacia un lado veo aquel grupo de gente que venían hacia donde yo estaba, me mandé a correr para adentro de la casa, pero ellos corrieron detrás de mí y también entraron.


Ulampio Polo Romero:

De pronto sentimos un tropelaje en la casa y una voz que dijo: ”No se mueva nadie”. Chito y yo nos quedamos pasmados, oímos la gritería de las mujeres, no sabíamos que hacer, desarmados como estábamos muy poca ayuda podíamos dar y pensamos que lo mejor sería buscar entre los vecinos algún miliciano que tuviera un arma para poder hacer algo. Salimos muy calladitos por una cañada que había en el fondo.


Declaración de un bandido: 
”… A esa hora Blas Marín se dirigió a la casa con siete hombres, quedándonos Alberto Cruz, Macho Martínez, yo y cuatro hombres más rondeando la casa, desde allí pudimos ver que Blas junto con tres hombres más sacaba a Pío a fuerza de golpes para afuera, acribillándolo a balazos, entonces fuimos todos para allá y sacamos a Eustaquio y a Ana a fuerza de golpes. A Eustaquio le entramos a patadas, culatazos, lo acribillamos a balazos y le clavamos una bayoneta en el cuello, a Ana le entramos también a golpes y a tiros. Después de hecho esto Macho Jiménez me dijo que le apretara los órganos genitales a Pío Romero, lo cual hice estando Pío ya casi muerto, también me dijo que lo rematara lo cual hice metiéndole veinte tiros. Mientras yo hacía esto vi a Blas cuando le estaba entrando a culatazos ala hija ya la mujer de Pío. Cuando nos fuimos hicimos unas descargas al aire y sobre los muertos dejamos un papel que decía: “A estos los cogió la rueda de la Carreta”.

Paula Romero Rojas:

Ellos entraron corriendo e indagando por el Peliblanco, así le decían a Eustaquio, cuando fue hallado primero trató de confundirlos; más no pudo, lo levantaron de la hamaca golpeándole, él respondió con los puños la agresión. También le preguntaron donde tenía los fusiles. A mi papá lo comenzaron a golpear y lo sacaron de la casa. Después fueron para el cuarto de Bartolo.


Bartolo Romero Rojas:

Yo estaba acostado y cuando sentí el ajetreo, los gritos de las mujeres, los ruidos y las palabrotas de ellos, me doy cuenta de lo que pasaba; también escuché el grito de furia que lanzó Eustaquio, él dijo: ”si chico, yo soy Eustaquio Polo Romero y que viva Fidel Castro”. Como yo dormía en el cuarto que estaba al final de la casa me dio tiempo a coger un machete y esperé detrás de la puerta, en eso viene mi mamá y me dice: ”muchacho no hagas eso que entonces si va a ser terrible”, me pidió que me acostara en la cama pensando que no iba a suceder lo peor y fue a salir, en eso llegó un grupo de bandidos a donde yo estaba poniéndome el cañón de un arma en la cabeza. Mi mamá les expresó que yo era un trabajador de la finca que llevaba unos días enfermo; pero Leonel Martín dijo: ”este tiene cara de Romero” y como los que estaban allí no me conocían Carretero dijo que me dejaran que yo no era de la familia.


Paula Romero Rojas:

Viene uno y me dice que le hiciera un poquito de café que ellos lo que iban a hacer era conversar con mi papá, yo voy, se lo digo a mi mamá y ella me dice: ”hija, si lo que se los llevan para matarlos”. Salimos corriendo mi mamá, mi hermana y yo tratando de sujetar a nuestros familiares para que no se los llevaran. Ya Ana estaba junto a ellos enfrentándose a los bandidos. A mi mamá le dieron un culatazo por la espalda que le fracturaron la paleta, a mi hermanita Teodora que tenía doce años le dieron tan fuerte en el pecho que le afectaron un senito y a mí me dieron un piñazo por la cabeza que me tiraron encima de un palo de quiebrahacha, en la caída me dí un golpe tan grande que me fracturé la clavícula.


Ellos llevaban para el corral de las reses a Eustaquio y a mi papá y es cuando Ana que le había dado un desmayo se recupera volviéndose a agarrar de su hermano, entonces se la llevaron a ella también.


Cuando miro para allá que siento el tiroteo veo a Eustaquio que cae, traspasado de un lado a otro por las balas. Viro para atrás corriendo; pero veo a Bartolo con un machete y entonces me le uno, ibamos hacia donde estaban los bandidos, en eso mi mamá que venía nos dice: ”Vamos conmigo hijos”.


Pastora Rojas Fonseca:

Primero cogieron una soga con la idea de corgarlos deuna matade ateje; pero a pesar de los golpes Pío, Ana y Eustaquio se resistían, por eso fue que los asesinaron a tiro limpio. Cuando sonaron los tiros pensé en mis hijos, en salvarlos, Teodora que era la más chiquita estaba cerca y Paula que también era una niña iba con Bartolo para donde habían asesinado a la familia, iban como ciegos a una muerte segura, cuando les hablo es que reaccionan.


Paula Romero Rojas:

Salimos corriendo y cuando ellos se dan cuenta nos empiezan a disparar, esto nos obligó a tirarnos bocaabajo al lado del muro del secadero situado no lejos del platanal que allí había. Yo no podía salir por entre ningún alambre de la cerca porque siempre he sido gorda, en esa ansiedad estábamos hasta que mi mamá, quien siempre actuó con mucha claridad en medio de todo lo que estaba ocurriendo se acordó de un portillo que habíamos hecho en las cercas para robarle las cañas a mi papá, por ahí me metió de un empujón, ripiándoseme la ropa. Salimos corriendo rumbo al río que estaba correntón, al cruzarlo caímos en un pantano en el que perdí un zapato y mi hermana los dos. Llegamos a casa de Ñico Amador y a mi hermanita le dio una cosa, perdiendo el conocimiento. Entonces mi mamá dice: ”Vamos, que todavía el gascar no ha pasado” y nos fuimos para casa de Domingo González, en Manacal, que era amigo de mi papá, este nos acompañó a hablar con los milicianos que venían en dicho vehículo. Le pedimos a estos las armas, pero nos dijeron que no podían entregárnoslas, entonces viramos para casa de Ñico Amador hasta que amaneció.


Bartolo Romero Rojas:

Yo tomé un rumbo distinto al de mi mamá y mis hermanas, con fiebre, descalzo, cuando había corrido un buen tramo que me estaban alcanzando los bandidos me doy cuenta que en la oscuridad de la noche me veían por la camisa blanca que llevaba puesta, entonces me la quité tirándola para un matorral, mientras ellos se entretuvieron con la camisa me les perdí y no pudieron darme alcance.


Cogí para la casa de Germán Bosch y cuando estaba llegando sentí un tiro, era Germán y su hijo Felipe quienes estaban alertas con lo fusiles checos que tenían. El disparo había sido al aire y yo me identifiqué gritándoles. Llegué hasta ellos y les conté lo que había sucedido pidiéndoles ayuda, pero comenzaron a dar varias evasivas por lo que sospeché algo y me fui hasta un paredón que quedaba encima del camino por donde como a la media hora pasaron los bandidos. ¡Me dio tremenda rabia estar desarmado en esos momentos! Iban diciendo que eso es lo que se merecían los comunistas y los fidelistas que iban a seguir matándolos aunque tuvieran 3 años de edad.


Angel Reinaldo Rojas Romero:

Ulampio y yo logramos escabullirnos, pero no nos atrevimos a coger el camino por temor a que hubieran dejado postas, dimos un rodeo y caminamos por el monte, cuando sentimos los primeros tiros apuramos el paso, parecía que en la casa se estaba produciendo un combate; aunque sabíamos que los nuestros no tenían armas. Al fin llegamos a la casa de Germán Bosch y en eso a Ulampio que padecía de ataques le dio uno.


Ya Bartolo había estado allí, les pedí un arma, pero me la negaron alegando que no podían debilitar la defensa de la casa. ¡Y eso que Germán era suegro de Eustaquio!.


Bartolo Romero Rojas:

Los primeros que llegaron después que pasaron los hechos fueron Domingo González y Aniceto Pérez, que eran vecinos de Manacal. ellos fueron de noche a poner los machones ya cuidar que a los cadáveres no se los comieran los puercos.


Cuando amaneció regresé al lugar de los hechos conociendo allí que mi mamá y mis hermanas habían podido llegar sin contratiempos a Manacal. Al acercarme a los muertos vi que mi papá tenía un mazo de hierbas en la mano, él eraun hombre de mucha sangre y aquella hierba en su mano demostraba que hasta el último momento se había aferrado a la vida. Él muere bocabajo, pero los bandidos lo viraron porque de decía que si no el que lo mató no podría huir.


Así fueron llegando otros vecinos, después vino la milicia de Fomento y como a las nueve de la mañana llegaron Denis, de la Seguridad y Rubén Zayas que trabajaba en el tribunal de Trinidad.


Edelto Polo Romero:

Al otro día por la mañana mi papá se fue a trabajar como de costumbre a la granja Manuel Zabalo y cuando pasó por la tienda de Inocente Morell le dicen que habían avisado por teléfono que nuestra familia en Manacal había sufrido una tragedia. Él regresó a la casa y me pidió que lo acompañara, fuimos a Meyer y allí Cirilo Hernández nos contó que ahabían asesinado a mis tíos Pío y Ana y a mi hermano Eustaquio. Regresé a Condado y cuando me enfrenté a mi mamá no sabía como decírselo, ella notó que le ocultaba algo y me dio un par de galletas que me ayudaron a hablar. No fue fácil mi tarea porque los muertos eran sus hermanos y su hijo, pero ella se portó valientemente y fue al lugar de los hechos, lo cual le impactó mucho.


Angel Reinaldo Rojas Romero:

Solo con la claridad del día se pudo ver bien lo horrible del crimen: Ana tenía los muslos y los senos apuñaleados y había recibido doce impactos de bala. Eustaquio estaba igualmente apuñaleado y un rafagazo le había desprendido la mitad de la cabeza, Pío además de los bayonetazos y disparos tenía un brazo partido por tres lados, con todos se habían ensañado los bandidos, demostrando así los sentimientos criminales que guiaban sus actividades.


Edelto Polo Romero:

El helicóptero trajo la cajas en que colocamos a nuestros familiares, los trasladamos en hombro hasta el río Agabama y los pasamos en canoa a la otra orilla, de allí nuevamente en hombros hasta la línea de ferrocarril donde el tren de pasaje esperaba. Los llevamos para Condado donde lo velamos hasta el día cuatro a las cuatro de la tarde.


El sepelio:

Bartolo Romero Rojas:

A ellos los velaron en la antigua Sociedad de Condado, actual Círculo Social. en el entierro, uno de los más grandes que ha habido, se les hicieron todos los honores militares. El Comandante Juan Almeida despidió el duelo y prometió que los bandidos pagarían lo que hicieron a mi familia y a otras familias del Escambray.


Yo no pude ir al entierro, la herida en la espalda, el esfuerzo realizado y la frialdad de la noche me provocaron una fiebre tan alta que me vi obligado a permanecer en cama. No obstante, sentí la solidaridad humana de los revolucionarios. Desde el Comandante Juan Almeida hastael más simple ciudadano de Condado dieron muestras de dolor y de indignación por el crimen.


Palabras del comandante Juan Almeida Bosque en el sepelio de la familia Romero:
Comandante Juan Almeida Bosque.
Compañeros y compañeras:
En el día de hoy se me ha encomendado la dolorosa y difícil misión de despedir el duelo de tan queridos e inolvidables hijos de nuestro pueblo. Son ellos Ana, Pío y Eustaquio. Estos tres honestos campesinos trabajaban sin descanso en sus queridas y amadas tierras. También apoyaban el proceso revolucionario en todos sus aspectos, desde la insurrección hasta los momentos actuales.

El día 2 de julio del año 1962, la familia Romero, luego de terminar de comer se encontraba conversando animadamente al igual que en días anteriores; pero en esta ocasión el desenlace final fue distinto totalmente, decimos que fue distinto, porque en esta oportunidad, las manos asesinas de bandidos inhumanos, segaron para siempre las valiosas vidas de estos tres queridos compañeros.

Hoy nosotros nos preguntamos ¿Acaso creen los muy imbéciles que intimidarán a nuestros campesinos? Pues nosotros podemos responderles sin temor a equivocarnos: ¡Que no! ¿Acaso creen que intimidarán a nuestro pueblo? Pues nosotros podemos responderles sin temor a equivocarnos: ¡Que no! Única y exclusivamente podrán conseguir con estos crímenes el odio, la repugnancia y una inmensa sed de venganza. Y estos honrosos revolucionarios integrarán las páginas de nuestra historia, como mártires de nuestro pueblo.

Que no piensen los muy cretinos que van a interrumpirnos en la marcha hacia el socialismo, que no se imaginen ni por un instante que van a destruir nuestra Revolución, si no al contrario, cada día seremos más fuertes, y nuestros hermanos caídos nos servirán de acicate yde ejemplo en la continuación de nuestras luchas y por cada uno de nuestros muertos surgirán nuevas semillas capaces de llevar adelante los ideales más puros y justos de la humanidad: El Marxismo-Leninismo.

¡Vivan nuestros hermanos caídos!
¡Viva la Revolución!
¡Patria o Muerte!¡Venceremos!


Fuente:

  • Entrevista hecha por Lidisve León Martínez a Bartolo Romero.
  • Archivo Museo Nacional L.C.B.: Datos sobre campesinos asesinados pro las bandas contrarevolucionarias 15 de febrero de 1966.
  • Orihuela, Roberto: Nunca fui un traidor. Retrato de un farsante. Edición Capitán San Luis. Ciudad de La Habana. Cuba. 1991.
  • [Vanguardia]