Diferencia entre revisiones de «Castillo de San Severino»

(Historia)
Línea 1: Línea 1:
{{Institucion|nombre=Castillo de San Severino|imagen=Castillo San Severino 5.jpg|descripcion=Joya de la arquitectura militar en Matanzas|siglas_o_acronimo=|fecha_de_fundacion=Año 1745|ubicacion=Ciudad de Matanzas}}   
+
{{Obra_plástica_o_arquitectónica|nombre=Castillo de San Severino|imagen=Castillo San Severino 5.jpg|descripcion=Joya de la arquitectura militar en Matanzas|autor=Joaquín de Peramas |fecha=1745|ubicacion=Ciudad de Matanzas}}   
  
El Castillo de San Severino, en sus inicios Fortaleza de San Carlos de Manzaneda, fue la primera y más importante edificación de la ciudad de Matanzas desde su fundación. Típica construcción militar renacentista, ejemplo de asimilación del sistema, difundido por franceses e italianos en los siglos XVI y XVII.<br>Esta fortaleza está considerada una joya de la arquitectura militar en Matanzas, conformó el sistema defensivo de la ciudad, y encierra un conjunto de valores históricos, arquitectónicos y funcionales que lo hicieron merecedor de la condición de Monumento Nacional en el año 1978.  
+
El Castillo de San Severino, en sus inicios Fortaleza de San Carlos de Manzaneda, fue la primera y más importante edificación de la ciudad de [[Matanzas]] desde su fundación. Típica construcción militar renacentista, ejemplo de asimilación del sistema, difundido por franceses e italianos en los siglos XVI y XVII.<br>Esta fortaleza está considerada una joya de la arquitectura militar en Matanzas, conformó el sistema defensivo de la ciudad, y encierra un conjunto de valores históricos, arquitectónicos y funcionales que lo hicieron merecedor de la condición de [[Monumento Nacional]] en el año [[1978]].  
  
== Historia<br> ==
+
== Historia<br> ==
  
El Castillo de San Severino de Matanzas comenzó a construirse en mayo de [[1693]] después de numerosos avatares desde su concepción en [[1680]] por el ingeniero militar Juan de Císcara, en plano que verificaba además, la fundación de la ciudad. La larga demora en los inicios de la edificación se debió a la falta de dinero y mano de obra. Esta se constató finalmente en 1693 después de haberse aprobado la Real Cédula de 1682 que autorizaba la ejecución del citado proyecto de Císcara y el Capitán General Joseph Fernández de Córdoba. <br>Cinco meses antes de los actos fundacionales de San Carlos de Matanzas se encontraban en el paraje de Punta Gorda, Pedro Beltrán de Santa Cruz, asentista habanero, con cuarenta esclavos propios trabajando en la obra; además de una pequeña guarnición y el ingeniero militar Juan de Herrera Sotomayor, quien después de fallecido Císcara se ocupó de dicho proyecto y sería definitivamente el autor de la planta de la fortaleza. <br>En 1734 quedaría finalizada la traza fundamental de San Severino y en 1736 la Plataforma de San Juan, su primer frente defensivo. Sin embargo, la construcción del inmueble concluiría hacia 1745. <br>Esta etapa inicial de ocupación tuvo como colofón la destrucción de la fortaleza permanente abaluartada en 1762, cuando su Gobernador Antonio García Solís la dinamitara ante lo que él pensó fuera un inminente ataque inglés. <br>Las labores reconstructivas se tardaron por iguales razones que antaño, dada la inexistencia de recursos que se destinaban para la recuperación de las fortalezas habaneras. Finalmente, se comenzaron en 1772 con la llegada del ingeniero militar Joaquín de Peramas y se extendieron hasta 1789. <br>Durante toda esta primera centuria de existencia San Severino funcionó como la principal fortaleza de Matanzas, además de aduana de la ciudad. En el siglo XIX esta situación variaría y ocurrirían cambios internos para su condicionamiento como prisión militar y después como cárcel en el siglo XX.  
+
El Castillo de San Severino de Matanzas comenzó a construirse en mayo de [[1693]] después de numerosos avatares desde su concepción en [[1680]] por el ingeniero militar [[Juan de Císcara]], en plano que verificaba además, la fundación de la ciudad. La larga demora en los inicios de la edificación se debió a la falta de dinero y mano de obra. Esta se constató finalmente en 1693 después de haberse aprobado la [[Real Cédula]] de [[1682]] que autorizaba la ejecución del citado proyecto de Císcara y el [[Capitán General]] [[Joseph Fernández]] de [[Córdoba]]. <br>Cinco meses antes de los actos fundacionales de San Carlos de Matanzas se encontraban en el paraje de [[Punta Gorda]], [[Pedro Beltrán de Santa Cruz]], asentista habanero, con cuarenta esclavos propios trabajando en la obra; además de una pequeña guarnición y el ingeniero militar Juan de Herrera Sotomayor, quien después de fallecido Císcara se ocupó de dicho proyecto y sería definitivamente el autor de la planta de la fortaleza. <br>En 1734 quedaría finalizada la traza fundamental de San Severino y en [[1736]] la Plataforma de San Juan, su primer frente defensivo. Sin embargo, la construcción del inmueble concluiría hacia 1745. <br>Esta etapa inicial de ocupación tuvo como colofón la destrucción de la fortaleza permanente abaluartada en 1762, cuando su Gobernador [[Antonio García Solís]] la dinamitara ante lo que él pensó fuera un inminente ataque inglés. <br>Las labores reconstructivas se tardaron por iguales razones que antaño, dada la inexistencia de recursos que se destinaban para la recuperación de las fortalezas habaneras. Finalmente, se comenzaron en [[1772]] con la llegada del ingeniero militar [[Joaquín de Peramas]] y se extendieron hasta [[1789]]. <br>Durante toda esta primera centuria de existencia San Severino funcionó como la principal fortaleza de Matanzas, además de aduana de la ciudad. En el [[siglo XIX]] esta situación variaría y ocurrirían cambios internos para su condicionamiento como prisión militar y después como cárcel en el [[siglo XX]].  
  
<br>  
+
<br>
  
 
<br>
 
<br>
Línea 15: Línea 15:
 
El diseño básico proviene del ideal geométrico basado en la regularidad absoluta del cuadrado ideal compuesto diagonalmente en sus vértices por cuatro bastiones trapezoidales, es símbolo de la ciudad ideal y del castillo medieval en su compacidad y claridad volumétrica.  
 
El diseño básico proviene del ideal geométrico basado en la regularidad absoluta del cuadrado ideal compuesto diagonalmente en sus vértices por cuatro bastiones trapezoidales, es símbolo de la ciudad ideal y del castillo medieval en su compacidad y claridad volumétrica.  
  
Desde un inicio la mano de obra que se pensó para las tareas de construcción del Castillo de Matanzas fueron los negros esclavos, habitual en las Obras Reales. <br>Los forzados eran militares, civiles, prisioneros de guerra, incluso desertores del ejército. En ocasiones también pertenecieron a este sector los detenidos sin proceso judicial, quienes eran enviados a las obras militares a manera de castigo ejemplar. <br>No es hasta el gobierno del Maestre de Campo Don Severino de Manzaneda y Salinas de Zumalabe, durante 1689 y 1695, que se ejecutará el proyecto.<br>La fortaleza sería de cuatro baluartes, por eso su denominación de Castillo.<br>Finalmente, Severino de Manzaneda recibió la orden de ejecutarla en la forma ya explicada, respetando la primera de las trazas delineada por Císcara en el proyecto de Fernández de Córdoba en 1680, y para ello se envió al ingeniero Juan de Herrera Sotomayor, sargento mayor, quien fue su ejecutor.<br>San Severino en su traza, cumplía todas las reglas del arte de la poliorcética, las llamadas tres reglas indispensables: Firmeza, Simetría y Comodidad, lo que aún se puede apreciar. La firmeza estaba dada por la seguridad en la técnica constructiva y perfecto tratamiento de la fábrica. Las medidas y condiciones o calidad de materiales debían responder a tal consistencia. Por su parte, la simetría requería que todas las líneas y ángulos de la traza, así como sus magnitudes y proporciones fueran equidistantes, lo que redundaría en una composición regular. <br>El 13 de octubre de 1693, un día después de fundada San Carlos y San Severino de Matanzas, el Obispo Diego Evelino de Compostela y el Capitán General Severino de Manzaneda pasaron al paraje de Punta, "... donde se deslindó el Castillo, y su señoría ilustrísima bendijo la primera piedra de él. Esta cita de las actividades fundacionales hizo que por mucho tiempo se tomara como el 13 de octubre el inicio de la construcción del Castillo de San Severino. <br>Entre el 31 de enero y el 8 de octubre de 1695 se adelantó en los siguientes elementos: el foso en toda su circunferencia con 2000 varas de profundidad en la mayor parte y en otras con dimensiones menores y mayores, es decir, era completamente irregular.<br>Todo lo realizado hasta ese entonces siguió las pautas del arte de construir fortificaciones que actualmente se observan en esta edificación. Se utilizó la técnica del sillar, es decir, sacar de las canteras los sillares perfectamente labrados y a escuadra unas con otras. <br>Desde esta misma época, al Castillo de San Carlos de Matanzas y a su comandante se le confieren la importante tarea de vigía de la bahía y como tal no dar ayuda a banderas enemigas, lo que más tarde se traducirá en un eslabón preponderante en la misión de proteger el puerto y la ciudad.<br>Esta primera etapa de ocupación que debió comenzar hacia fines del siglo XVII con el nombramiento de Gobernador del Castillo (1697), se caracterizó por la culminación constructiva del inmueble y la inserción de su comandante y tropa en la vida de la naciente ciudad, culminó con su destrucción en 1762.  
+
Desde un inicio la mano de obra que se pensó para las tareas de construcción del Castillo de Matanzas fueron los negros esclavos, habitual en las Obras Reales. <br>Los forzados eran militares, civiles, prisioneros de guerra, incluso desertores del ejército. En ocasiones también pertenecieron a este sector los detenidos sin proceso judicial, quienes eran enviados a las obras militares a manera de castigo ejemplar. <br>No es hasta el gobierno del maestre de campo [[Don Severino de Manzaneda y Salinas de Zumalabe]], durante 1689 y 1695, que se ejecutará el proyecto.<br>La fortaleza sería de cuatro baluartes, por eso su denominación de Castillo.<br>Finalmente, Severino de Manzaneda recibió la orden de ejecutarla en la forma ya explicada, respetando la primera de las trazas delineada por Císcara en el proyecto de Fernández de Córdoba en 1680, y para ello se envió al ingeniero [[Juan de Herrera Sotomayor]], sargento mayor, quien fue su ejecutor.<br>San Severino en su traza, cumplía todas las reglas del arte de la poliorcética, las llamadas tres reglas indispensables: Firmeza, Simetría y Comodidad, lo que aún se puede apreciar. La firmeza estaba dada por la seguridad en la técnica constructiva y perfecto tratamiento de la fábrica. Las medidas y condiciones o calidad de materiales debían responder a tal consistencia. Por su parte, la simetría requería que todas las líneas y ángulos de la traza, así como sus magnitudes y proporciones fueran equidistantes, lo que redundaría en una composición regular. <br>El 13 de octubre de 1693, un día después de fundada San Carlos y San Severino de Matanzas, el Obispo [[Diego Evelino de Compostela]] y el Capitán General [[Severino de Manzaneda]] pasaron al paraje de Punta, "... donde se deslindó el Castillo, y su señoría ilustrísima bendijo la primera piedra de él. Esta cita de las actividades fundacionales hizo que por mucho tiempo se tomara como el 13 de octubre el inicio de la construcción del Castillo de San Severino. <br>Entre el 31 de enero y el 8 de octubre de 1695 se adelantó en los siguientes elementos: el foso en toda su circunferencia con 2000 varas de profundidad en la mayor parte y en otras con dimensiones menores y mayores, es decir, era completamente irregular.<br>Todo lo realizado hasta ese entonces siguió las pautas del arte de construir fortificaciones que actualmente se observan en esta edificación. Se utilizó la técnica del sillar, es decir, sacar de las canteras los sillares perfectamente labrados y a escuadra unas con otras. <br>Desde esta misma época, al Castillo de San Carlos de Matanzas y a su comandante se le confieren la importante tarea de vigía de la bahía y como tal no dar ayuda a banderas enemigas, lo que más tarde se traducirá en un eslabón preponderante en la misión de proteger el puerto y la ciudad.<br>Esta primera etapa de ocupación que debió comenzar hacia fines del siglo XVII con el nombramiento de Gobernador del Castillo (1697), se caracterizó por la culminación constructiva del inmueble y la inserción de su comandante y tropa en la vida de la naciente ciudad, culminó con su destrucción en 1762.  
  
 
=== Ocupación inglesa de La Habana<br> ===
 
=== Ocupación inglesa de La Habana<br> ===
  
El siglo XVIII había comenzado para España con un terrible enemigo: Inglaterra, que desembocó con la Guerra de Sucesión (1702 - 1713), iniciándose un período largo de preparación defensiva y preocupación ante un posible asedio anglosajón a La Habana, que finalmente fue constatado en el verano de 1762. Durante este período no hubo ingeniero militar en la Plaza de La Habana, y por ende las actividades del Castillo de San Severino paralizadas. <br>La ciudad de Matanzas, a veinte leguas de la capital, fue testigo de estos acontecimientos. Todos preservaron la calma hasta que llegó la noticia de la capitulación de La Habana, aunque no de sus castillos. <br>Por temor al aviso de este oficial inglés a los suyos, el comandante colocó minas en los cuatro baluartes y tocó a rebato. El 26 de agosto dijo que lo dejaran solo para dar fuego a las minas. Después se embarcó en un bote, dejando encendidas las mechas ". que no dilataron en hacer el estrago lastimoso que en dicho castillo se demuestra.". La actitud del comandante, fue tildada certeramente de cobarde por las autoridades matanceras y habaneras.<br>A través de un plano localizado en el Archivo del Servicio Histórico Militar se pueden constatar los terribles deterioros causados por la explosión de 1762. Las zonas arruinadas eran las siguientes: el baluarte de Santa Ana parcialmente destruido, con parte del camino serpenteado, además de un boquete en la zona del cordón de la cortina entre éste y el de Nuestra Señora del Rosario de 33.92 metros. Estaba en mal estado el baluarte de San Antonio, la bóveda que servía de capilla y los colgadizos inutilizados, faltaba el puente levadizo de la entrada principal, quedó volada una fracción de la casa del gobernador, la mayor parte de las bóvedas debajo de esta y las ubicadas inmediatas a la cortina de la puerta, incluyendo el calabozo y la rampa. No existían puertas en el recinto y se proponía demoler determinadas áreas del inmueble. También se aclaraba que los muros estaban "descuadernados" y estremecidos con grandes aperturas a la campaña, aprovechables solo como muestras en una futura reedificación; lo cual demuestra que de esta forma, quedó indefenso y totalmente destruido el Castillo de San Severino de Matanzas en agosto de 1762. Así quedaba desprotegido el puerto, la ciudad y por extensión La Habana, en igual situación después del asedio y ataque inglés a sus edificaciones militares.<br>En el período de ocupación nada se hizo para recuperar las defensas perdidas y tardarían muchos años en lograr su total recuperación. A partir del abandono de la Isla por parte de las tropas anglosajonas se dio comienzo al cuarto plan defensivo que implicó la construcción de nuevos recintos fortificados y la reedificación de algunos en estado ruinoso como San Severino en Matanzas.<br>El 26 de mayo de 1772 llegó a Matanzas el ingeniero Joaquín de Peramas para dar principio y dirigir la fábrica de San Severino.<br>Al parecer la reconstrucción de los deterioros mayores del inmueble, es decir, muros y sillares, se concluyó hacia 1776.<br>El 19 de junio de 1775 se informaba que la casa del gobernador estaba casi concluida, aunque por la falta de puente y canoa para su entrada y traslado al castillo, éste se confinaría a partir del mes de julio.<br>Finalmente el 28 de abril de 1780, se daba fin a su composición por el albañil Benito Barrera. Se habían tardado tres años. <br>Después de transcurrida esta etapa reconstructiva (1772-1789) el Castillo de San Severino recuperó su estatus de vigía, protector de la ciudad y su puerto.<br>La defensa<br>Después de finalizada la ocupación británica de La Habana, la corona española realizó una adecuación de su sistema defensivo, que incluyó al ejército. Se crearon en 1763 los Cuerpos Veteranos (Regimiento de Infantería con Batallones), el Real Cuerpo de Artillería y Minadores, las Compañías de Milicias de Pardos y Morenos, y los Cuerpos de Milicias Disciplinadas de Infantería, Caballería y Dragones. Estos grupos militares fueron encargados de la defensa de las fortalezas y puertos de toda la Isla.<br>La tropa elegida para la guarnición del Castillo de San Severino varió de acuerdo a las disposiciones del Capitán General y la Junta de Guerra. Llegaban a Matanzas, procedentes de La Habana por vía marítima y en dependencia del estado de guerra u otras circunstancias se seleccionaban milicianos en cada uno de los cuerpos militares correspondientes.<br>En los tiempos de guerra, las milicias eran un punto importante en el sistema defensivo, aunque no se descuidaban las mismas en las épocas de paz, en las que podía quedar la guarnición un poco reducida. El 4 de marzo de 1783, al finalizar el conflicto con Inglaterra quedaron en San Severino una tropa ínfima comparada con su capacidad de doscientos hombres. <br>La vida dentro del recinto fortificado debió transcurrir entre ejercicios militares, trasiego de soldados y barcos desembarcando los víveres y utensilios que cada cierto tiempo se pedían a La Habana. Este envío tenía materiales para San Severino, y para otras fortificaciones del sistema defensivo y tropas.<br>Todo el pertrecho militar arribaba por mar. Fusiles, bayonetas, agujas para oídos del cañón, tapones de madera, cañones; eran de constante entrada en San Severino; entre las municiones, las de infantería y caballería. Esta última hace pensar la existencia de una tropa de este tipo en el castillo, indiscutiblemente para realizar la ronda y comunicarse con la lejana ciudad. Para los caballos eran precisamente los estanques que se concibieron con la reedificación. <br>
+
El siglo XVIII había comenzado para España con un terrible enemigo: [[Inglaterra]], que desembocó con la Guerra de Sucesión (1702 - 1713), iniciándose un período largo de preparación defensiva y preocupación ante un posible asedio anglosajón a La Habana, que finalmente fue constatado en el verano de 1762. Durante este período no hubo ingeniero militar en la Plaza de La Habana, y por ende las actividades del Castillo de San Severino paralizadas. <br>La ciudad de Matanzas, a veinte leguas de la capital, fue testigo de estos acontecimientos. Todos preservaron la calma hasta que llegó la noticia de la capitulación de La Habana, aunque no de sus castillos. <br>Por temor al aviso de este oficial inglés a los suyos, el comandante colocó minas en los cuatro baluartes y tocó a rebato. El 26 de agosto dijo que lo dejaran solo para dar fuego a las minas. Después se embarcó en un bote, dejando encendidas las mechas ". que no dilataron en hacer el estrago lastimoso que en dicho castillo se demuestra.". La actitud del comandante, fue tildada certeramente de cobarde por las autoridades matanceras y habaneras.<br>A través de un plano localizado en el Archivo del Servicio Histórico Militar se pueden constatar los terribles deterioros causados por la explosión de 1762. Las zonas arruinadas eran las siguientes: el baluarte de Santa Ana parcialmente destruido, con parte del camino serpenteado, además de un boquete en la zona del cordón de la cortina entre éste y el de Nuestra Señora del Rosario de 33.92 metros. Estaba en mal estado el baluarte de San Antonio, la bóveda que servía de capilla y los colgadizos inutilizados, faltaba el puente levadizo de la entrada principal, quedó volada una fracción de la casa del gobernador, la mayor parte de las bóvedas debajo de esta y las ubicadas inmediatas a la cortina de la puerta, incluyendo el calabozo y la rampa. No existían puertas en el recinto y se proponía demoler determinadas áreas del inmueble. También se aclaraba que los muros estaban "descuadernados" y estremecidos con grandes aperturas a la campaña, aprovechables solo como muestras en una futura reedificación; lo cual demuestra que de esta forma, quedó indefenso y totalmente destruido el Castillo de San Severino de Matanzas en agosto de 1762. Así quedaba desprotegido el puerto, la ciudad y por extensión La Habana, en igual situación después del asedio y ataque inglés a sus edificaciones militares.<br>En el período de ocupación nada se hizo para recuperar las defensas perdidas y tardarían muchos años en lograr su total recuperación. A partir del abandono de la Isla por parte de las tropas anglosajonas se dio comienzo al cuarto plan defensivo que implicó la construcción de nuevos recintos fortificados y la reedificación de algunos en estado ruinoso como San Severino en Matanzas.<br>El 26 de mayo de 1772 llegó a Matanzas el ingeniero Joaquín de Peramas para dar principio y dirigir la fábrica de San Severino.<br>Al parecer la reconstrucción de los deterioros mayores del inmueble, es decir, muros y sillares, se concluyó hacia 1776.<br>El 19 de junio de 1775 se informaba que la casa del gobernador estaba casi concluida, aunque por la falta de puente y canoa para su entrada y traslado al castillo, éste se confinaría a partir del mes de julio.<br>Finalmente el 28 de abril de 1780, se daba fin a su composición por el albañil Benito Barrera. Se habían tardado tres años. <br>Después de transcurrida esta etapa reconstructiva (1772-1789) el Castillo de San Severino recuperó su estatus de vigía, protector de la ciudad y su puerto
 +
 
  
 
== Sistema de Señales y aviso<br> ==
 
== Sistema de Señales y aviso<br> ==
Línea 49: Línea 50:
 
<br>
 
<br>
  
Portal de la Cultura Matancera. http://www.atenas.cult.cu/sanseverino/index.html<br>Historia y arqueología del Castillo de San Severino<br>{{Desarrollo}}
+
Portal de la Cultura Matancera. http://www.atenas.cult.cu/sanseverino/index.html<br>Historia y arqueología del Castillo de San Severino<br>&nbsp;
  
[[Category:Castillos_y_fortalezas]][[Category:Patrimonio_arquitectónico]]
+
[[Category:Castillos_y_fortalezas]] [[Category:Patrimonio_arquitectónico]]

Revisión del 12:33 14 abr 2010

Plantilla:Obra plástica o arquitectónica 

El Castillo de San Severino, en sus inicios Fortaleza de San Carlos de Manzaneda, fue la primera y más importante edificación de la ciudad de Matanzas desde su fundación. Típica construcción militar renacentista, ejemplo de asimilación del sistema, difundido por franceses e italianos en los siglos XVI y XVII.
Esta fortaleza está considerada una joya de la arquitectura militar en Matanzas, conformó el sistema defensivo de la ciudad, y encierra un conjunto de valores históricos, arquitectónicos y funcionales que lo hicieron merecedor de la condición de Monumento Nacional en el año 1978.

Historia

El Castillo de San Severino de Matanzas comenzó a construirse en mayo de 1693 después de numerosos avatares desde su concepción en 1680 por el ingeniero militar Juan de Císcara, en plano que verificaba además, la fundación de la ciudad. La larga demora en los inicios de la edificación se debió a la falta de dinero y mano de obra. Esta se constató finalmente en 1693 después de haberse aprobado la Real Cédula de 1682 que autorizaba la ejecución del citado proyecto de Císcara y el Capitán General Joseph Fernández de Córdoba.
Cinco meses antes de los actos fundacionales de San Carlos de Matanzas se encontraban en el paraje de Punta Gorda, Pedro Beltrán de Santa Cruz, asentista habanero, con cuarenta esclavos propios trabajando en la obra; además de una pequeña guarnición y el ingeniero militar Juan de Herrera Sotomayor, quien después de fallecido Císcara se ocupó de dicho proyecto y sería definitivamente el autor de la planta de la fortaleza.
En 1734 quedaría finalizada la traza fundamental de San Severino y en 1736 la Plataforma de San Juan, su primer frente defensivo. Sin embargo, la construcción del inmueble concluiría hacia 1745.
Esta etapa inicial de ocupación tuvo como colofón la destrucción de la fortaleza permanente abaluartada en 1762, cuando su Gobernador Antonio García Solís la dinamitara ante lo que él pensó fuera un inminente ataque inglés.
Las labores reconstructivas se tardaron por iguales razones que antaño, dada la inexistencia de recursos que se destinaban para la recuperación de las fortalezas habaneras. Finalmente, se comenzaron en 1772 con la llegada del ingeniero militar Joaquín de Peramas y se extendieron hasta 1789.
Durante toda esta primera centuria de existencia San Severino funcionó como la principal fortaleza de Matanzas, además de aduana de la ciudad. En el siglo XIX esta situación variaría y ocurrirían cambios internos para su condicionamiento como prisión militar y después como cárcel en el siglo XX.



Arquitectura

El diseño básico proviene del ideal geométrico basado en la regularidad absoluta del cuadrado ideal compuesto diagonalmente en sus vértices por cuatro bastiones trapezoidales, es símbolo de la ciudad ideal y del castillo medieval en su compacidad y claridad volumétrica.

Desde un inicio la mano de obra que se pensó para las tareas de construcción del Castillo de Matanzas fueron los negros esclavos, habitual en las Obras Reales.
Los forzados eran militares, civiles, prisioneros de guerra, incluso desertores del ejército. En ocasiones también pertenecieron a este sector los detenidos sin proceso judicial, quienes eran enviados a las obras militares a manera de castigo ejemplar.
No es hasta el gobierno del maestre de campo Don Severino de Manzaneda y Salinas de Zumalabe, durante 1689 y 1695, que se ejecutará el proyecto.
La fortaleza sería de cuatro baluartes, por eso su denominación de Castillo.
Finalmente, Severino de Manzaneda recibió la orden de ejecutarla en la forma ya explicada, respetando la primera de las trazas delineada por Císcara en el proyecto de Fernández de Córdoba en 1680, y para ello se envió al ingeniero Juan de Herrera Sotomayor, sargento mayor, quien fue su ejecutor.
San Severino en su traza, cumplía todas las reglas del arte de la poliorcética, las llamadas tres reglas indispensables: Firmeza, Simetría y Comodidad, lo que aún se puede apreciar. La firmeza estaba dada por la seguridad en la técnica constructiva y perfecto tratamiento de la fábrica. Las medidas y condiciones o calidad de materiales debían responder a tal consistencia. Por su parte, la simetría requería que todas las líneas y ángulos de la traza, así como sus magnitudes y proporciones fueran equidistantes, lo que redundaría en una composición regular.
El 13 de octubre de 1693, un día después de fundada San Carlos y San Severino de Matanzas, el Obispo Diego Evelino de Compostela y el Capitán General Severino de Manzaneda pasaron al paraje de Punta, "... donde se deslindó el Castillo, y su señoría ilustrísima bendijo la primera piedra de él. Esta cita de las actividades fundacionales hizo que por mucho tiempo se tomara como el 13 de octubre el inicio de la construcción del Castillo de San Severino.
Entre el 31 de enero y el 8 de octubre de 1695 se adelantó en los siguientes elementos: el foso en toda su circunferencia con 2000 varas de profundidad en la mayor parte y en otras con dimensiones menores y mayores, es decir, era completamente irregular.
Todo lo realizado hasta ese entonces siguió las pautas del arte de construir fortificaciones que actualmente se observan en esta edificación. Se utilizó la técnica del sillar, es decir, sacar de las canteras los sillares perfectamente labrados y a escuadra unas con otras.
Desde esta misma época, al Castillo de San Carlos de Matanzas y a su comandante se le confieren la importante tarea de vigía de la bahía y como tal no dar ayuda a banderas enemigas, lo que más tarde se traducirá en un eslabón preponderante en la misión de proteger el puerto y la ciudad.
Esta primera etapa de ocupación que debió comenzar hacia fines del siglo XVII con el nombramiento de Gobernador del Castillo (1697), se caracterizó por la culminación constructiva del inmueble y la inserción de su comandante y tropa en la vida de la naciente ciudad, culminó con su destrucción en 1762.

Ocupación inglesa de La Habana

El siglo XVIII había comenzado para España con un terrible enemigo: Inglaterra, que desembocó con la Guerra de Sucesión (1702 - 1713), iniciándose un período largo de preparación defensiva y preocupación ante un posible asedio anglosajón a La Habana, que finalmente fue constatado en el verano de 1762. Durante este período no hubo ingeniero militar en la Plaza de La Habana, y por ende las actividades del Castillo de San Severino paralizadas.
La ciudad de Matanzas, a veinte leguas de la capital, fue testigo de estos acontecimientos. Todos preservaron la calma hasta que llegó la noticia de la capitulación de La Habana, aunque no de sus castillos.
Por temor al aviso de este oficial inglés a los suyos, el comandante colocó minas en los cuatro baluartes y tocó a rebato. El 26 de agosto dijo que lo dejaran solo para dar fuego a las minas. Después se embarcó en un bote, dejando encendidas las mechas ". que no dilataron en hacer el estrago lastimoso que en dicho castillo se demuestra.". La actitud del comandante, fue tildada certeramente de cobarde por las autoridades matanceras y habaneras.
A través de un plano localizado en el Archivo del Servicio Histórico Militar se pueden constatar los terribles deterioros causados por la explosión de 1762. Las zonas arruinadas eran las siguientes: el baluarte de Santa Ana parcialmente destruido, con parte del camino serpenteado, además de un boquete en la zona del cordón de la cortina entre éste y el de Nuestra Señora del Rosario de 33.92 metros. Estaba en mal estado el baluarte de San Antonio, la bóveda que servía de capilla y los colgadizos inutilizados, faltaba el puente levadizo de la entrada principal, quedó volada una fracción de la casa del gobernador, la mayor parte de las bóvedas debajo de esta y las ubicadas inmediatas a la cortina de la puerta, incluyendo el calabozo y la rampa. No existían puertas en el recinto y se proponía demoler determinadas áreas del inmueble. También se aclaraba que los muros estaban "descuadernados" y estremecidos con grandes aperturas a la campaña, aprovechables solo como muestras en una futura reedificación; lo cual demuestra que de esta forma, quedó indefenso y totalmente destruido el Castillo de San Severino de Matanzas en agosto de 1762. Así quedaba desprotegido el puerto, la ciudad y por extensión La Habana, en igual situación después del asedio y ataque inglés a sus edificaciones militares.
En el período de ocupación nada se hizo para recuperar las defensas perdidas y tardarían muchos años en lograr su total recuperación. A partir del abandono de la Isla por parte de las tropas anglosajonas se dio comienzo al cuarto plan defensivo que implicó la construcción de nuevos recintos fortificados y la reedificación de algunos en estado ruinoso como San Severino en Matanzas.
El 26 de mayo de 1772 llegó a Matanzas el ingeniero Joaquín de Peramas para dar principio y dirigir la fábrica de San Severino.
Al parecer la reconstrucción de los deterioros mayores del inmueble, es decir, muros y sillares, se concluyó hacia 1776.
El 19 de junio de 1775 se informaba que la casa del gobernador estaba casi concluida, aunque por la falta de puente y canoa para su entrada y traslado al castillo, éste se confinaría a partir del mes de julio.
Finalmente el 28 de abril de 1780, se daba fin a su composición por el albañil Benito Barrera. Se habían tardado tres años.
Después de transcurrida esta etapa reconstructiva (1772-1789) el Castillo de San Severino recuperó su estatus de vigía, protector de la ciudad y su puerto


Sistema de Señales y aviso

El sistema de centinelas era el siguiente: tres desde la salida del sol hasta el ocaso, uno en el cuerpo de guardia, uno en el ángulo saliente del baluarte que mira al camino de la ciudad (Nuestra Señora del Rosario), y otro en el asta de la bandera (baluarte de Santa Ana). De noche, uno en el baluarte que mira el camino de la Sabanilla (San Ignacio). Cada media hora se pasaba la palabra, comenzando por el de armas, baluarte del Rosario, asta de la bandera y centinela que mira al camino hacia la ciudad.
El guardián del asta de la bandera era quien daba el «quien vive» a la patrulla de caballería que varias veces recalaba cerca del castillo, dando vueltas por la plaza del norte (rediente de la cortina terrestre). A este le acompañaba un vigilante de los artilleros de color para hacerse cargo y corresponder a las señales que se hacían con cohetes o faroles al Morrillo, o a las falúas de ronda en la rada. Este plan de señales se diseñaba cada cierto tiempo . Se utilizaban diferentes medios, tres calderas de hierro para hacer señales de noche (1794) y gallardetes por el día. Fundamentalmente el sistema de aviso (1812) funcionaba con la batería El Morrillo, al otro extremo de la bahía, para detectar novedades en la costa. Este tenía un torreón para esos fines (1805).
En la noche se lanzaban tres cohetes, si existía algún peligro de consideración, por buque grande sospechoso que entrase en la bahía, o más de tres embarcaciones menores. Entonces, toda la tropa se movilizaba para hacer fuego al objeto divisado. En las noches lluviosas y oscuras, para redoblar el cuidado, un oficial iba por mar a observar si los centinelas estaban cumpliendo su vigilancia.
Otro aspecto a tener en cuenta, en la vida interna de la fortaleza, fue el sistema religioso. Desde un inicio San Severino contó con capilla y sacristía.


La prisión

El Castillo de San Severino de Matanzas fue una fortaleza militar y como tal, también funcionó como prisión. Este término que se entiende como recinto penal, ocasionó muchas disputas entre el comandante de la fortificación y las autoridades civiles. San Severino fue una prisión en el siglo XVIII pero con sus características propias, que no le hicieron constar como cárcel, concepto que le sería atribuido a fines del siglo XIX y durante el XX.
Al castillo eran trasladados los milicianos desertores de los cuerpos ya referidos, incluso los del Batallón de Pardos y Morenos, los conocidos forzados; negros, esclavos y libres, por diferentes delitos, los tripulantes de algunas embarcaciones que se sublevaban y los enemigos de la corona. Una polémica en el siglo XVIII fue causada por la inexistencia en Matanzas de una cárcel pública, pues hacía que todo tipo de imputados fueran llevados a la fortaleza.
Los forzados fueron de constante entrada en el recinto. Participaron en la reedificación de la fortificación y en otras obras de la ciudad. Numerosos son los ejemplos que refieren la implementación a estos hombres de cepos y grilletes como castigo.
Los forzados para el trabajo en San Severino recibían varios utensilios. El fundamental era el machete, que inutilizaban en muchas ocasiones como indicio de rebelión. También recibían las esquifaciones, consistentes en camisas de tela amarilla o lona y calzones de idéntico material.


Adaptación como prisión (1819-1898)

Con la segunda habilitación del puerto de Matanzas en 1818 y la ampliación de los derechos comerciales de la ciudad, aumentó considerablemente el trasiego de buques y mercancías en la rada yumurina, así como cambió considerablemente de aspecto la establecida urbe. El siglo XIX comprenderá los años de esplendor económico de la considerada Atenas de Cuba. Creciendo la ciudad; se engrandeció su arquitectura y su sistema defensivo.
Por su parte, San Severino durante el siglo XIX sufrió un largo proceso de transformación en el cual, llegó a cambiar su función. En principio destinado a la defensa del sector marino que lo consagró como vigía del puerto y la ciudad -bastión inexpugnable contra corsarios, piratas y enemigos de la corona- varió hacia una situación pasiva que lo inutilizó un poco ante la defensa del sector terrestre. Esto hizo que gradualmente fuera considerado como prisión en esta centuria, dada la situación política imperante en Cuba y la correlación entre las potencias mundiales de la época.
En estos momentos de finales del siglo XVIII y durante el XIX, el enfrentamiento en la Isla de Cuba será interno, entre los progresistas con ansias de acabar con el estatus colonial y los fieles seguidores de la metrópoli. Dichas circunstancias trajeron aparejados cambios paulatinos en la arquitectura interna del castillo para favorecer su nueva ocupación, aunque su estructura como fortificación abaluartada llegaría hasta nuestros días.
Al efecto, las reparaciones fueron constantes por diversas causas: deterioros producidos por los años, temporales, desarrollo del armamento y la amplitud en ciertas áreas de galeras para facilitar su condición de presidio o cárcel.
Los cambios ocurridos con el tiempo verificados en los subsiguientes inventarios fueron los siguientes: la batería de San Juan tenía su piso de hormigón y su rampa adoquinada, en la plaza de armas existía una cloaca con planchas de hierro con agujeros, el escusado del Rosario se trasladó al hueco de una cañonera y se añadió otro en el baluarte de Santa Ana (1881). El castillo poseía una campana de bronce para tocar las horas, la dependencia que servía como calabozo tenía un tablado de madera de pinos con banquillos para dormir los presos, un pabellón de arrestados (se refiere por primera vez), dos depósitos de artillería, un pabellón de oficiales también arrestados y presos con el número 17, otro con el 42 y tras calabozos de tropa (unos de ellos con el N. 41). Todos tenían ventanas de barretas de hierro.
Por otra parte, el inventario de 1888 resulta relevante por el emplazamiento de una garita de madera en el baluarte de San Antonio, por estar destruida la antigua. Estas circunstancias fueron relevadas a través del plano de 1874 que notificó la colocación allí de obuses 21 del Sistema Elorza.
En las anteriores disposiciones de saneamientos e inventarios salta a la vista el acondicionamiento del castillo de San Severino a partir de la década del treinta como prisión militar, tanto para los castrenses como civiles acusados de rebelión contra el poder colonial imperante.
¿Cómo funcionó entonces el régimen presidial en el Castillo de San Severino?
Establecer las pautas definitorias de este funcionamiento resulta algo difícil, pues la información está dispersa y tiende a confusión después de haberse creado la nueva cárcel pública en Matanzas a fines del XVIII.
En San Severino fueron encarcelados milicianos de los diferentes cuerpos de milicias de Matanzas, civiles de la jurisdicción y de La Habana, quienes al parecer estaban separados en calabozos diferentes dentro de la fortificación, soldados fugados e incluso otros acusados destinados a las obras públicas que los enviaban a este recinto. En dependencia de los acontecimientos en Matanzas y en la Isla, las características de los destinados al castillo cambiaron. Los allí incautados debieron usar grilletes para sus trabajos de limpieza y obras en general.
En cuanto al tratamiento médico debió ser preocupación del comandante de la fortaleza, quien tenía que informar al ayuntamiento el estado de enfermos y hospitalizados. En ocasiones se dirigía un facultativo a la fortificación y ofrecía su dictamen, y en otras, el propio gobernador disponía su traslado al hospital sin pérdida de tiempo.
San Severino, en esta centuria, se consolidará como presidio. Las circunstancias históricas y políticas que vivirán Cuba y Matanzas durante el siglo XIX afianzarán este carácter.


Orden interno

En el período entre 1818 y 1850 la dirección de las fortalezas que comprendieron el sistema defensivo matancero, estuvo en el Castillo de San Severino. En este inmueble se guardaba la pólvora necesaria para las demás fortificaciones y a partir del mismo se verificaba el reconocimiento y arreglos de las municiones y pertrechos de sus dotaciones.
En cuanto a los comandantes del castillo fueron muchos y variados, Luis Gallarme (1829) y (1840), Salvador San Juan (1835), Antonio Mahy (1835), Trinidad Canales (1839), Narciso Arascot (1846-1854), Luis de Roville (1855), José Mestre (1857), Balbino Agudo y Aguado (1882), Aniceto Jiménez (1882-1884), Narciso Martínez Gutiérrez (1884) y José Calbet y Beltrán (1886).
Otro aspecto de la vida interna de la fortaleza fue el servicio religioso, aunque establecer cómo se llevaba a cabo durante estos años es difícil, dada la escasez de información. No obstante, se ha podido determinar que contó con un capellán que celebraba misa en la capilla, sin embargo, por la información global analizada y los planos del siglo XIX estudiados, se podría afirmar que estas desaparecieron en la segunda mitad de la centuria decimonónica.
La defensa marítima en el siglo XIX
Aunque en el siglo XIX San Severino perfiló su función como prisión, esto no disminuyó su importante desempeño de los siglos anteriores. Nos referimos a su papel protagónico en la defensa marítima del puerto y la ciudad, razón por la cual se inició su construcción en 1693.
La relación entre la comandancia de la fortaleza y las autoridades aduanales se consolidó con la segunda habilitación portuaria, efectuada en 1818. El castillo fue entonces un punto importante en la vigilancia y cuidado del orden en la rada y por extensión de la ciudad.
En los últimos tres decenios del siglo XIX, el Castillo de San Severino de Matanzas se vio envuelto en constantes transformaciones internas en función, no ya de un enemigo marítimo, sino de uno terrestre; por esta razón su condición de prisión. Como se ha comentado, esta realidad se constató desde los inicios del siglo XIX, aunque con las Guerras de Independencia es que este baluarte, con el continuo encarcelamiento y fusilamiento de hombres con ideas libertadoras, se consagró como cárcel.
Con el inicio de las guerras de independencia en 1868, el alto mando del ejército español modificó su concepción estratégica en relación al acondicionamiento de las fortificaciones del teatro de operaciones militares. Los sistemas defensivos de las costas y las plazas marítimas, desarrollados con el objetivo de rechazar los ataques y desembarco de un enemigo exterior, pasaron a segundo plano ante la existencia de un enemigo interno. Culminaba de esta forma la disposición defensiva marítima del Castillo de San Severino, que en el XX, con el traslado de la zona portuaria hacia su entorno , le invalidaría totalmente como vigía de la rada matancera, función que había cumplimentado fielmente por dos largos siglos.


La Escalera y la fortaleza militar

Muchos años antes de ocurrir el conocido proceso de La Escalera el encarcelamiento de la población negra y mulata en el Castillo de San Severino al igual que los presos acusados de otros delitos de conspiración, fueron una constante. En el último aspecto solo se ha localizado el ejemplo del reo Juan Guillermo Aranguren, interventor de las obras de fortificación de Matanzas, culpado de complicidad en la Conspiración de Soles y Rayos de Bolívar en 1823.
En cuanto a los presos de color, sus condenas fueron relacionadas con la estancia en San Severino y su empleo en las obras de fortificación y de la ciudad, tanto libre como emancipada así como los integrantes de las Compañías de Pardos y Morenos. Los veinte negros emancipados que arribaron a Matanzas en 1832 en el buque de vapor Veloz, fueron destinados al castillo y laboraron en la propuesta del gobernador de Matanzas, incluso algunos de los negros prisioneros fueron condenados a muerte, como fue el caso del moreno Luís en 1838.
En cambio en la década del cuarenta la situación varió. En 1841 la Capitanía General disponía que todos los negros extranjeros que llegasen a Cuba fueran encarcelados y devueltos a su nación. Al efecto, Matanzas, prohibió totalmente su entrada. En la ciudad estos fueron depositados en su fortaleza militar más importante, el Castillo de San Severino.
Pero el acontecimiento que llevó un flujo grande de personas de color a San Severino fue La Escalera. La Comisión Militar creada para la investigación de la "supuesta" sublevación, determinó que todos los reos rematados por la causa de conspiración fueran directamente al castillo hasta verificarse su destino final.
Uno de los encausados en este proceso y que fue llevado a las dependencias de San Severino fue el poeta mulato, Gabriel de la Concepción Valdés Domínguez (Plácido). Procesado el 30 de enero de 1844.
Con la entrada de la provincia en la lucha de 1895, el Castillo de San Severino unió su nombre a la triste historia de encarcelamiento y fusilamiento de gestores de la libertad. En mayo de 1895 eran apresados los protagonistas del alzamiento de febrero en Ibarra, Antonio López Coloma y su esposa Amparo Orbe entre otros. El primer mártir matancero, Domingo Mujica y Carratalá, sufrió prisión en el inmueble desde el 12 de agosto hasta su fusilamiento en la tercera glorieta del Paseo de Santa Cristina, el 20 del propio mes. Así sucesivamente perdieron la vida en San Severino hombres valiosos, tanto cubanos como españoles, por el solo delito de compartir la idea de ser libres.
Con la intervención en la guerra del gobierno de EE.UU., el transcurso de la misma cambió. El 28 de abril de 1898 el acorazado New York y tres cruceros norteamericanos bombardearon la ciudad de Matanzas y aunque el fuego duró alrededor de cuarenta y cinco minutos, no hubo que lamentar pérdidas humanas.
El 10 de diciembre de 1898 se firmaba en París el deshonroso tratado que estableció el traspaso de la Isla de Cuba de manos del gobierno español al norteamericano. De esta forma los anhelos independentistas del pueblo cubano quedaban en el olvido y marginados los hombres que habían luchado por más de veinte años con este objetivo. Por su parte, el 1 de enero de 1899, se verificaba en Matanzas la ceremonia oficial de cambio de poder, se arriaba la bandera española y se izaba la de EE.UU. Cuba entraba en un período de ocupación militar y en Matanzas, San Severino, al igual que otros enclaves defensivos, fue tomado por los norteamericanos.

Actualidad

Hoy se afanan arqueólogos para desentrañar misterios y asombrarse con hallazgos de fragmentos de piezas antiguas y túneles que estimulan su imaginación y los incita a nuevas búsquedas.
Los trabajos actuales de restauración y acondicionamiento del Castillo están en función de materializar allí el Museo Nacional por la Ruta del Esclavo, proyecto anunciado en el año 1997 con la participación de la UNESCO.
Se trata de un programa de turismo cultural encaminado a evidenciar la historia de la esclavitud, con el objetivo de mostrar valores intrínsecos en el aporte de los habitantes de África, América Latina y el Caribe que, aun bajo el yugo colonialista, contribuyeron al enriquecimiento cultural, étnico, económico y social de la humanidad.
Cuenta con 4 Salas de exposición permanente donde a través de los objetos museables presentan la vida e historia de la fortaleza y el legado de la esclavitud en la provincia de Matanzas. Estas son: Sala de Arqueología, Esclavitud, Orisha y los Combatientes.



Portal de la Cultura Matancera. http://www.atenas.cult.cu/sanseverino/index.html
Historia y arqueología del Castillo de San Severino