Catarsis

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Catarsis es un término griego (katharsis: purgación, purificación), utilizado originariamente en medicina y en la escuela pitagórica. Para Hipócrates catarsis es la expulsión de los malos humores corporales, mientras que para los pitagóricos la música tenía un valor catártico: mediante ella, el alma se libera de sus tensiones y deriva hacia un estado de armonía y equilibrio.

De esta doble fuente arrancaría la noción aristotélica de catarsis que el filósofo presenta en su imprescindible poética, aplicada a la interpretación de la tragedia, en cuya representación se produciría una agitación del espíritu y una descarga afectiva en el ánimo del espectador, al identificarse éste con el héroe que, por su situación dramática, trasvasaría un doble sentimiento: de piedad y de terror y mediante su participación anímica en la misma, someten su espíritu a profundas conmociones que sirven para purgarlo. Cuando salen de participar en el duro castigo que el destino, y ellos con él, han infligido a los malvados, sienten su alma más limpia. Se sienten mejores ciudadanos. Esa es la virtualidad catártica que atribuyó Aristóteles a la tragedia.

Catarsis
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Concepto:Efecto que ejerce la tragedia en los espectadores.

Evolución histórica del término

La interpretación de este concepto aristotélico de catarsis ha variado históricamente. En el renacimiento surge una doble explicación:

  • Estoica: la catarsis debe ayudar al espectador a educar y dominar sus sentimientos y emotividad.
  • Ético-cristiana: la contemplación de las desgracias del héroe debe mover al hombre al arrepentimiento de sus vicios y a la purificación de sus pasiones.

En el drama burgués del siglo XVIII, Diderot y Lessing frente a Rousseau, que la consideró una emoción pasajera, vana y estéril creen que la catarsis no ha de eliminar las pasiones del espectador, sino transformarlas en virtudes y en participación emocional ante lo patético y lo sublime.

En el teatro romántico y posromántico se cultiva una nueva forma de catarsis que surge de la provocación de las emociones del público ante la presencia en escena de lo grotesco, lo monstruoso y lo sublime (Víctor Hugo) y ante diversas formas de crueldad (Artaud). La mayor oposición a ella se produjo con Brecht, quien la asimiló a la enajenación ideológica del espectador y a la exaltación de los valores históricos de los personajes.

La catarsis y la tragedia griega

El término katharsis también se encuentra en la tragedia griega, cuando a ella se refiere Aristóteles. En la poética se emplea esta palabra para designar el efecto que ejerce la tragedia en los espectadores. La tragedia, con el recurso a la piedad y al terror, logra la expurgación de tales pasiones. Katharsis en Aristóteles, es la purificación psicológica por el terror y la piedad.

En otras palabras, el espectáculo (tragedia) debe producir en los espectadores, sensaciones de compasión y terror, que los purifique de estas emociones, a fin de que salgan del teatro sintiéndose limpios y elevados, con una alta comprensión de los caminos de los hombres y de los dioses.

El término griego phobos se traduce como terror, miedo, pánico, espanto. El término griego eleos como misericordia, compasión, piedad. Unas veces se traduce al español phobos como terror mientras en otras obras se encuentra como temor. Para eleos, unas obras emplean compasión, mientras otras piedad.

En cuanto a las características de estas emociones, se tiene que, según Aristóteles, la piedad o compasión es una pasión penosa suscitada por el dolor o el sufrimiento de otro. Por tanto, requiere pensar que ese otro está padeciendo realmente, y además, que su sufrimiento es grave.

Además, este sentimiento precisa la opinión de que la persona no merecía el sufrimiento. Aristóteles señala que la piedad guarda una estrecha relación con la creencia de que uno es también vulnerable. En definitiva, requiere una comunidad de sentimientos y la opinión de que se puede padecer un mal similar al que padece quien suscita piedad.

El terror se encuentra relacionado íntimamente con la piedad. En definitiva, lo que suscita piedad es lo que se teme que podría ocurrir a nosotros mismos. Y puesto que la piedad exige percibir la propia vulnerabilidad y la semejanza con el que sufre, piedad y terror se experimentan casi siempre juntos.

El terror y la piedad son dos afectos forman los extremos en la cadena sentimental humana. Se trata del terror ante lo tremebundo, y la piedad ante lo miserable. El terror se experimenta ante potencias que pueden disponer de la vida, sin defensa posible por nuestra parte. Este sería un extremo superior de los afectos.

Un extremo inferior de los afectos corresponde, la piedad ante la miseria, que sobreviene al caer en cuenta de que por ser semejantes al desgraciado puede sobrevenir lo que a él le está pasando.

La semejanza constituye el fundamento del extremo inferior (la piedad); mientras el extremo superior (el terror) viene dado por el abismo de la diferencia existente entre el individuo y potencias que lo desbordan y no puede controlar.

La katharsis como purgación o purificación, consiste en la liberación del peso de una realidad que se está volviendo pesada. Tales realidades pesadas pueden pertenecer a distintos órdenes: fisiológico, emocional, etc.

La catarsis y la medicina

Un remedio catártico produce la evacuación de humores o materias que son consideradas como nocivas. Usualmente el remedio es frecuentemente concebido como si participara de la misma naturaleza que el mal que provocó la enfermedad, de tal manera que se agrava el malestar, provocando una crisis saludable de la que surgirá la curación.

En definitiva, se cuenta con que la crisis llega a su paroxismo, para finalmente provocar la expulsión de los agentes patógenos junto con lo que sirvió como remedio.

Según René Girard en la práctica medicinal actual este mecanismo se sigue efectuando y resulta eficaz. Se puede ver con más claridad en el caso de las vacunas y la inmunización. La intervención médica inocula o transmite un poco de la enfermedad, para que el organismo esté sano o en orden, de la misma manera como los ritos en las comunidades primitivas inyectaban algo de violencia recisamente para que la comunidad no caiga en la crisis violenta.

Las revacunaciones o refuerzos corresponderían a nuevos modos de protección ritual – sacrificial. En otras palabras, se encuentran con un pensamiento científico que lejos de ser original, viene a ser hijo del pensamiento arcaico.

La catarsis y el psicoanálisis

La terapia catártica o método catártico consiste en que el efecto terapéutico buscado es una purga, una descarga adecuada de los efectos patógenos. La cura permite al sujeto evocar e incluso revivir los acontecimientos traumáticos a los que se hallan ligados dichos afectos, y lograr la descarga de éstos por las vías normales, como el llanto.

La risa como catarsis

Más allá de la comedia que hace reír, de manera general la risa es una catarsis por cuanto viene a ser una forma de expulsión o evacuación muy común y natural. Una persona ríe porque de una u otra manera siente que existe una amenaza a su capacidad de controlar su ambiente y a las personas que están en él, y hasta su capacidad de controlar sus propios pensamientos y sus propios deseos. Pero por el contrario, no reirá si dicha amenaza se hace muy real.

De esta manera, las condiciones de la risa son contradictorias. Girard afirma que la amenaza debe ser por un lado, abrumadora y, por el otro, equivaler a la nada. En definitiva, para poder reír, se debe estar arriba a pesar de encontrar constantemente amenazas por quedar abajo.

Para poder reír es necesaria una suficiente separación respecto al objeto de la risa. Esta separación se presenta de distintas maneras: puede ser la separación del escenario en el caso de la comedia, o la separación que brindan las costumbres extranjeras, o el remoto pasado. Esta separación permite reír con impunidad y abandono, permite además sentir diferencias de aquella víctima de sacrificio que no es otra cosa que la víctima de la risa.

Sin embargo, hay casos en los que no hay ninguna víctima de sacrificio que suscite la risa y ponga la debida distancia entre nosotros mismos y las fuerzas interpersonales que amenazan. Este es el caso en el que nosotros mismos somos objeto principal de nuestra diversión.

Girard se refiere a aquella risa especialmente física, producida por peligros apenas aludidos, por accidentes a los que se ha escapado por un pelo, por curvas cerradas tomadas a velocidades superiores a lo que permitiría la prudencia.

Pero además se tiene el caso en el que nosotros somos objeto de nuestra risa cuando la persona se enfrenta a peligros simulados; es decir cuando el peligro es reproducido con gran realismo, pero a la vez con un alto grado de seguridad, como en los parques de diversiones.

En cuanto al llanto y la risa, en la praxis moderna esta última es socialmente más aceptada, es decir la risa es la única forma socialmente aceptable de catarsis.

Sin embargo, la diferencia entre ambas no es de esencia, sino sólo de grado.

A pesar de eso, contrario al sentido común, se tiene un elemento crítico más agudo en la risa antes que en el llanto porque la risa más que las lágrimas parece acercarse más a un paroxismo que se resuelve en verdaderas convulsiones, una experiencia crítica de rechazo y de expulsión.

Fuentes

http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-46882008000100007&lang=pt

http://www.elalmanaque.com/agosto/17-8-eti.htm

Referencias bibliográficas

Arendt, Hannah: The Human Condition. Chicago Press, 1958; versión alemana: Vita activa oder vom tätigen Leben, Pieper, München, 1960. Versi ón al español: Arendt, Hannah: La condición humana, traducción de Ramón Gil Novales Paidós, Barcelona, 1993.

Comprensión y política (Las dificultades de la comprensión), en: En: Ensayos de Comprensión, Caparrós, Madrid, 2005.