Diferencia entre revisiones de «Celia Sánchez»

(Etiqueta: nuestro-nuestra)
(Etiqueta: nuestro-nuestra)
Línea 22: Línea 22:
 
[[Image:Celia1.JPG|thumb|right]]Junto a su hermana Flavia, Celia comenzó a cursar la enseñanza primaria cuando tenía 7 años. Beatriz Pernias que fue su primera maestra, mantenía una pequeña escuela privada donde enseñaba básicamente lenguaje y aritmética. Estaba situada en el barrio del Carmen y durante sus últimos tiempos ocupó el local en que estuvo enclavada, antes de su trasladó a Pueblo Nuevo una de las farmacias de Sánchez Silveira. Las dos niñas estudiaron en esta escuela hasta que se mudaron para [[Manzanillo|Manzanillo]].<br><br>Ingresaron entonces en cuarto grado en la escuela publica de Pueblo Nuevo. En aquellos momentos la directora y profesora de los grados cuartos, quintos y sexto, era Ismaela Céspedes, la segunda maestra que tuvo Celia, algunas semanas después de que Celia comenzó a estudiar con ella falleció victima de tuberculosis. Posteriormente Adolfina Cossío “Cucha” pasó a ocupar el cargo de directora de la escuela y profesora de los tres grados superiores. Ella fue la tercera maestra de Celia.<br><br>En la humilde escuelita pública y bajo la inteligente tutela pedagógica de Adolfina Cossío; maestra capaz y ya respetable a pesar de su juventud, se sedimentarían los valores cívicos, morales y patrióticos que como parte del acervo familiar, recibió Celia desde la cuna misma.<br><br>Paralelamente a la educación primaria y también junto a su hermana Flavia, Celia tomó clases de piano, durante 3 ó 4 años con los hermanos Rodes. <br><br>
 
[[Image:Celia1.JPG|thumb|right]]Junto a su hermana Flavia, Celia comenzó a cursar la enseñanza primaria cuando tenía 7 años. Beatriz Pernias que fue su primera maestra, mantenía una pequeña escuela privada donde enseñaba básicamente lenguaje y aritmética. Estaba situada en el barrio del Carmen y durante sus últimos tiempos ocupó el local en que estuvo enclavada, antes de su trasladó a Pueblo Nuevo una de las farmacias de Sánchez Silveira. Las dos niñas estudiaron en esta escuela hasta que se mudaron para [[Manzanillo|Manzanillo]].<br><br>Ingresaron entonces en cuarto grado en la escuela publica de Pueblo Nuevo. En aquellos momentos la directora y profesora de los grados cuartos, quintos y sexto, era Ismaela Céspedes, la segunda maestra que tuvo Celia, algunas semanas después de que Celia comenzó a estudiar con ella falleció victima de tuberculosis. Posteriormente Adolfina Cossío “Cucha” pasó a ocupar el cargo de directora de la escuela y profesora de los tres grados superiores. Ella fue la tercera maestra de Celia.<br><br>En la humilde escuelita pública y bajo la inteligente tutela pedagógica de Adolfina Cossío; maestra capaz y ya respetable a pesar de su juventud, se sedimentarían los valores cívicos, morales y patrióticos que como parte del acervo familiar, recibió Celia desde la cuna misma.<br><br>Paralelamente a la educación primaria y también junto a su hermana Flavia, Celia tomó clases de piano, durante 3 ó 4 años con los hermanos Rodes. <br><br>
  
==== Muerte de la madre y repercusión de Celia.<br> ====
+
==== [[Image:Celia3.JPG|thumb|right]]Muerte de la madre y repercusión de Celia.<br> ====
  
Desde su cargo de médico director del hospitalito del Central el Doctor Sánchez Silveira realizó una continuada labor investigativo y profiláctica en la zona. En sus informes se plasmaban su temor por el paludismo y la fiebre tifoidea que según él eran las dos terribles enfermedades trasmisibles que quedaban endémicas en aquellos lugares desde el 95. <br><br>No podían imaginar entonces el Doctor que una de aquellas enfermedades que había combatido le arrebatarían a su esposa el [[19 de diciembre|19 de diciembre]] de [[1926|1926]], a los 20 días de haber dado luz a su ultima hija, Acacia moría víctima del paludismo pernicioso, en la casa de su hermana Amanda, en el número 39 de la calle Ulaceo en [[Manzanillo|Manzanillo]], a donde había sido trasladada teniendo en cuenta la mayor posibilidad de recursos de la Ciudad.<br><br>Durante los días terribles de la enfermedad de Acacia, a la familia le era difícil separar de ella a Celia, que se obstinaba en permanecer sentada en un taburetico al lado de la cama de la madre. Y cuando murió, la pequeña fue presa de un fuerte estado depresivo, y de una calentura, cuyo origen no se había podido determinar un mes después a pesar de que el padre la vio en consulta con otros médicos amigos. <br><br>Finalmente el tío Juan, médico también diagnosticó un trastorno nervioso y percibió un remedio casero: baños y tisanas de verbena. Las fiebres desaparecieron, pero la niña quedo triste durante mucho tiempo. No quería jugar y se apartaba de los demás para llorar a solas. Tenia entonces 6 años y medio.<br><br><br>  
+
Desde su cargo de médico director del hospitalito del Central el Doctor Sánchez Silveira realizó una continuada labor investigativo y profiláctica en la zona. En sus informes se plasmaban su temor por el paludismo y la fiebre tifoidea que según él eran las dos terribles enfermedades trasmisibles que quedaban endémicas en aquellos lugares desde el 95. <br><br>No podían imaginar entonces el Doctor que una de aquellas enfermedades que había combatido le arrebatarían a su esposa el [[19 de diciembre|19 de diciembre]] de [[1926|1926]], a los 20 días de haber dado luz a su ultima hija, Acacia moría víctima del paludismo pernicioso, en la casa de su hermana Amanda, en el número 39 de la calle Ulaceo en [[Manzanillo|Manzanillo]], a donde había sido trasladada teniendo en cuenta la mayor posibilidad de recursos de la Ciudad.<br><br>Durante los días terribles de la enfermedad de Acacia, a la familia le era difícil separar de ella a Celia, que se obstinaba en permanecer sentada en un taburetico al lado de la cama de la madre. Y cuando murió, la pequeña fue presa de un fuerte estado depresivo, y de una calentura, cuyo origen no se había podido determinar un mes después a pesar de que el padre la vio en consulta con otros médicos amigos. <br><br>Finalmente el tío Juan, médico también diagnosticó un trastorno nervioso y percibió un remedio casero: baños y tisanas de verbena. Las fiebres desaparecieron, pero la niña quedo triste durante mucho tiempo. No quería jugar y se apartaba de los demás para llorar a solas. Tenia entonces 6 años y medio.<br><br><br>
  
 
== Incorporación a la lucha  ==
 
== Incorporación a la lucha  ==

Revisión del 08:52 25 oct 2010

Plantilla:Personaje históricoCelia Sánchez Manduley. Heroína de la Revolución Cubana. "La fibra más íntima y querida de la Revolución Cubana", como la definiera con exactitud Armando Hart. Se destacó en la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista, luego del Triunfo de la Revolución trabajó intensamente en diversos frentes, muy vinculada y reconocida por el pueblo.


Nacimiento

Archivo:Foto1celia (3).jpg
Casa donde nació Celia
El río Vicana en su recorrido desde la Sierra Maestra hasta el Golfo del Guacanayabo, se enreda incansable, en sus laberintos de Meandros. Junto a unos de ellos, profundo como un brazo descansa pueblo nuevo, el barrio de Media Luna donde vivía en las primeras décadas del siglo la mayor parte de los trabajadores del “Central Isabel”. Fue este lugar escogido por el Doctor Manuel Sánchez Silveira y su esposa Acacia Manduley Alsina, para establecer su hogar y fue allí donde nació a la una de la tarde del día 9 de Mayo de 1920 su hija Celia.

El matrimonio trajo al mundo 9 hijos: el 29 de abril de 1914 nació Silvia, la mayor, el 29 de enero de 1916 Graciela Maria. Un duro golpe esperaba al joven matrimonio. Estaba Acacia en vísperas de su tercer parto cuando a la pequeña Chela se le presenta un ataque fulminante de acidoris y muere el 28 de marzo de 1917, exactamente el día en que cumplía 14 meses. El trágico acontecimiento deja un doloroso e imborrable recuerdo en la familia. Tres días después el 31 de marzo nació otra niña. En memoria de la muerta le ponían sus mismos nombres. Y el 8 de Octubre de 1918 llega Manuel Enrique el primer varón.

Cuando en la mañana del 9 de mayo de 1920 Acacia se sintió de parto, los pequeños fueron enviados para una casa vecina al regresar horas después se encontraron con una bella niña de 9 libras y ¾. Al igual que todas sus hermanas tanto los nacidos como los 4 que faltaban por nacer la criatura fue recibida por su padre y bañada por Elvira Esturo de Cossío amiga intima de la familia.

El 16 de octubre de aquel año seria inscrita en el Registro Civil del juzgado Municipal de Vicana bajo el nombre de Celia Esther de los Desamparados, los mismos con los que sería bautizado el 22 de julio de 1922 en la parroquia de la Purísima. Concepción de Manzanillo, su tercer nombre fue escogido por haber nacido la niña al día siguiente de la fiesta religiosa de nuestra señora de los Desamparados, aunque a Celia en su niñez la enojaba soberanamente que sus hermanos la llamaran por él. En el trascurso de los próximos años aumentaría la prole con los nacimientos de Flavia el 6 de febrero de 1922, Griselda el 22 de mayo de 1923, Orlando el 21 de abril de 1925 y Acacia la mas joven el 29 de noviembre de 1926.

A Celia siempre la rodeo un contexto de dicha infantil, en el que tuvo extraordinaria importancia la formación familiar que recibieron las Sánchez Manduley, exenta de dogmatismo - religiosos o de cualquier otra índole de convencionalismos, de prejuicios, de rigieses y en la que tuvieron mucho que ver tanto la personalidad del padre, hombre de ideas liberales avanzadas, como el carácter de la madre, siempre alegre y cordial. Ambos poseían, además, los preciados dones de la indulgencia y la bondad.

Celia fue una niña bonita. Las fotos de sus primeros años muestran un bello rostro infantil de tez blanca, ovalo mas bien redondeado y hermosos ojos negros. También el pelo en negro y ligeramente ondeado. Fue saludable.


Pasatiempos, juegos y travesuras infantiles de Celia.

Archivo:Foto1celia (2).jpg
Foto1celia (2).jpg
Tenía gran afición, notable destreza y buen gusto para dibujo, la pintura y las llamadas artes manuales en general. En la escuela había aprendido a bordar, tejer, hacer flores artificiales, repujar en piel, trabajar el yarey. También con la tía Gloria aprendió a bordar a máquina y con Enriqueta aprendió a tomar medidas y hacer moldes para la confección de ropa. Con algunos de estos moldes obtuvo premios en concursos infantiles, le gustaba cocinar y mostraba en este arte imaginación y habilidad.

El tradicional juego de las casitas gozó de predilección a lo largo de toda su niñez. El padre mandó a construir una casita de alrededor de 3 metros cor 2 puertas, ventanas y piso de cemento, paredes de yagua, techo de guano, algunos muebles, baterías de cocinas... Para el manejo de la casa las niñas – Celia, alguna de sus hermanas, primas y compañeros de juego estuvieron una interesante división del trabajo en el que Celia le toco el de cocinera.

Una vez jugando con Flavia en un corralito a las muñecas, el padre se acercó a ellas y le dio el bulbo de una muestra farmacéutica para que lo usaran en sus juegos a modo de biberón. Celia se lo llevó a la boca para tratar de arrancarle la etiqueta y se lo trago. En medio del susto le suministraron un brebaje para hacerla vomitar mientras el padre preparaba un artefacto para extraerle “el biberón” pero afortunadamente entre copiosos vómitos la pequeña arrojo el pomito, el eficaz remedio la dejó vomitando varias horas.

Los muchachitos del barrio, no importa si andaban descalzos o eran hijos de personas con buenas posibilidades económicas, le pararan la cuñita que con tanta gracia manejaba ella por todos los caminos y se subieran para dar el paseíto. Hubo ocasiones en que conducía más que un auto, una carroza de creche.


Celia y su iniciación en el sistema de enseñanza.

Junto a su hermana Flavia, Celia comenzó a cursar la enseñanza primaria cuando tenía 7 años. Beatriz Pernias que fue su primera maestra, mantenía una pequeña escuela privada donde enseñaba básicamente lenguaje y aritmética. Estaba situada en el barrio del Carmen y durante sus últimos tiempos ocupó el local en que estuvo enclavada, antes de su trasladó a Pueblo Nuevo una de las farmacias de Sánchez Silveira. Las dos niñas estudiaron en esta escuela hasta que se mudaron para Manzanillo.

Ingresaron entonces en cuarto grado en la escuela publica de Pueblo Nuevo. En aquellos momentos la directora y profesora de los grados cuartos, quintos y sexto, era Ismaela Céspedes, la segunda maestra que tuvo Celia, algunas semanas después de que Celia comenzó a estudiar con ella falleció victima de tuberculosis. Posteriormente Adolfina Cossío “Cucha” pasó a ocupar el cargo de directora de la escuela y profesora de los tres grados superiores. Ella fue la tercera maestra de Celia.

En la humilde escuelita pública y bajo la inteligente tutela pedagógica de Adolfina Cossío; maestra capaz y ya respetable a pesar de su juventud, se sedimentarían los valores cívicos, morales y patrióticos que como parte del acervo familiar, recibió Celia desde la cuna misma.

Paralelamente a la educación primaria y también junto a su hermana Flavia, Celia tomó clases de piano, durante 3 ó 4 años con los hermanos Rodes.

Muerte de la madre y repercusión de Celia.

Desde su cargo de médico director del hospitalito del Central el Doctor Sánchez Silveira realizó una continuada labor investigativo y profiláctica en la zona. En sus informes se plasmaban su temor por el paludismo y la fiebre tifoidea que según él eran las dos terribles enfermedades trasmisibles que quedaban endémicas en aquellos lugares desde el 95.

No podían imaginar entonces el Doctor que una de aquellas enfermedades que había combatido le arrebatarían a su esposa el 19 de diciembre de 1926, a los 20 días de haber dado luz a su ultima hija, Acacia moría víctima del paludismo pernicioso, en la casa de su hermana Amanda, en el número 39 de la calle Ulaceo en Manzanillo, a donde había sido trasladada teniendo en cuenta la mayor posibilidad de recursos de la Ciudad.

Durante los días terribles de la enfermedad de Acacia, a la familia le era difícil separar de ella a Celia, que se obstinaba en permanecer sentada en un taburetico al lado de la cama de la madre. Y cuando murió, la pequeña fue presa de un fuerte estado depresivo, y de una calentura, cuyo origen no se había podido determinar un mes después a pesar de que el padre la vio en consulta con otros médicos amigos.

Finalmente el tío Juan, médico también diagnosticó un trastorno nervioso y percibió un remedio casero: baños y tisanas de verbena. Las fiebres desaparecieron, pero la niña quedo triste durante mucho tiempo. No quería jugar y se apartaba de los demás para llorar a solas. Tenia entonces 6 años y medio.


Incorporación a la lucha

Después del Golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, vislumbró que entonces la única opción era la lucha armada y se involucró en diversas organizaciones insurreccionales.

A mediados de 1955, según testimonio escrito de la propia heroína, Manuel Echevarría fue a Pilón “para la cuestión del Movimiento 26 de Julio, ya como organización, y me pidió ir a Santiago de Cuba para ver a Frank”.
Echevarría, fundador del Movimiento en Manzanillo, aseveró al autor de este trabajo que no recibió orientación alguna, con respecto a incorporarla, ni de Santiago ni de La Habana. “Ferrón, dirigente de la Ortodoxia en Niquero, nos habló de ella. Fue una iniciativa nuestra ir a Pilón.”

En el Movimiento 26 de Julio nunca tuvo cargos, aunque asumió tareas relevantes. Con su nombre de guerra, Norma, devino figura legendaria en los días de los preparativos de la expedición del Granma y del inicio de la lucha guerrillera en la Sierra Maestra. Con ese nombre de guerra, devino figura legendaria en los días de los preparativos de la expedición del Granma y el inicio de la lucha guerrillera en la Sierra.

Desarrolló una red de colaboradores campesinos en las cercanías de donde debía desembarcar el Yate Granma que resultó fundamental para la continuidad de la lucha.

Combatiente imprescindible en la Sierra Maestra

El 28 de mayo, como integrante del pelotón de la comandancia, combatió en El Uvero, M-1 en ristre. A pocos pasos de ella, cayó mortalmente herido Julito Díaz. Como solía decir el historiador Pedro Álvarez Tabío, Celia tiene el mérito histórico de haber sido la primera mujer combatiente del Ejército Rebelde y de haberlo hecho bien.

Pocos días después de esa acción, Fidel la envió de nuevo al llano con importantes encomiendas. Esta resultó la etapa de mayor peligro, pues a la ya implacable persecución contra ella se sumó la traición de un expedicionario del Granma, quien delató a muchos de los colaboradores del Movimiento.
Archivo:Celia y fidel.JPG
Celia y Fidel Castro en la Sierra Maestra.

Hasta mediados de 1957 la heroína había utilizado, además de Norma, los seudónimos de Lilian, Carmen y Caridad. El 18 de julio de ese año, en un mensaje de Frank a la Sierra, apareció el nuevo nombre de guerra de Celia: Aly. Sin embargo, estaba tan enraizado el apelativo de Norma, que le continuó llamando así en misivas posteriores.

Lo mismo sucedía a los combatientes del Ejército Rebelde, quienes tres días después, en una carta colectiva enviada a David (Frank País), afirmaban: “En cuanto a la Sierra, cuando se escriba la historia de esta etapa revolucionaria, en la portada tendrán que aparecer dos nombres: David y Norma”.

Al Triunfo de la Revolución Cubana

Celia en testigo y participante activa de los momentos más trascendentales de la Revolución , de todas las actividades relevantes y las obras más significativas emprendidas después del triunfo. Al decir de su biógrafo principal, Pedro Álvarez Tabío, la vida de Celia, desde los días del Granma y la Sierra, “está tan imbricada con la historia misma de la Revolución Cubana y de Fidel, que resulta imposible separar una de otra”. Su vida modesta y consagración al servicio del pueblo le ganaron el cariño y el afecto de millones de cubanos.
Celia asumió importantes tareas y responsabilidades después del triunfo de la Revolución hasta su muerte el 11 de enero de 1980.


Notas de los que Celia representaba para la guerrilla

Raúl..... Tú te has convertido en nuestro paño de lágrimas más inmediato y por eso todo el peso recae sobre ti; te vamos a tener que nombrar madrina Oficial del Destacamento.

Raúl (22 de junio) .. Querida Madrinita ya te habrás imaginado el susto que pasamos con la falsa noticia de tu captura y a pesar de estar fuertes nos sentíamos desamparados.

Fidel (15 de Junio) .. “Tú y David son nuestros pilares básicos. Si tú y él están bien, todo va bien y nosotros estamos tranquilos.

Anécdotas

En busca de los expedicionarios

Preocupada por la falta de noticias sobre los expedicionarios del Yate Granma y el no saber nada de Frank País y los compañeros de Santiago de Cuba después del levantamiento del 30 de noviembre. Por ello, el 2 de diciembre de 1956 marchó hacia Campechuela junto con Beto Pesant, entonces uno de los jefes del Movimiento 26 de Julio en Manzanillo, para hacer contacto con la red de colaboradores que tenía allí. Al llegar al pueblo, ella se separó de su acompañante y fue hacia un café bar, sitio de reunión escogido.

Nunca se ha sabido si fue por una delación o que resultó detectada por el aparato represivo del régimen, lo cierto es que de pronto frente al cafetín se detuvieron tres perseguidoras. El primer policía en entrar hizo como si no la reconociera, le debía favores al padre de la heroína, pero los demás vociferaron: “Está aquí”. La hicieron sentarse en una silla y dos sicarios se pusieron a su lado. En cada puerta del local colocaron dos guardias.

Celia se percató de que en una vidriera del establecimiento, pegada a la misma puerta, vendían cigarros, chicles, caramelos y otras chucherías. Pidió permiso para comprar una caja de fósforos. La dejaron ir adonde la vendedora. Volvió a su asiento, encendió un cigarro y le preguntó a la muchacha: “¿Tú tienes chicles?” Ante el asentimiento de la dependiente, volvió a pedir permiso: “Voy a comprar una caja de chicles”. No le dio tiempo a sus captores. Años después la propia Celia relataría: “Cuando me levanté y fui a la vidrierita, prendí una carrera. Había una acera muy alta y allí mismo me tiré y empecé a correr”.

La sorpresa paralizó a los guardias. Al reaccionar, trataron de atajar a la revolucionaria. La gente, consciente o inconscientemente, les frenaba el paso. Tiraron al aire pero Celia seguía corriendo como una gacela en peligro. “Nunca pensé en meterme en una casa, porque me acorralaban. Y corrí, corrí, corrí.” Se internó en un solar lleno de maleza. “Me quedé tranquilita, para que no se moviera la hierba.”

Al rato, cuando ya nadie la perseguía, comenzó a arrastrarse. Perdió el rumbo y se encontró con que estaba cerca del cuartel de Campechuela. “Volví hacia atrás y caminé mucho otra vez, pero ya sabía dónde estaba. Seguí arrastrándome hasta ir a la carretera.” Con señas detuvo un auto. “Resultó ser un señor llamado Graña que yo conocía de Manzanillo, quien tenía un taller al que yo iba mucho, me había tapizado los asientos de mi máquina.”

Él accedió a llevarla cerca de Manzanillo. Por el camino se les unió Pessant. Descendieron en las afueras de la ciudad, cruzaron un campo de caña y en Barrio de Oro contactaron con gente del Movimiento.

Dos días después, ya en una casa amiga, en Manzanillo, es que a Celia la pudo atender un médico. Tenía fiebre alta, dolor de cabeza y las piernas hinchadas por las espinas que se clavó al arrastrarse en la maleza.

El embarazo de Norma

Era el 5 de diciembre y no había noticias aún de los expedicionarios. Sin reponerse de sus dolencias, Celia decidió viajar a Santiago para debatir con Frank planes futuros. Para burlar la persecución policíaca, se cortó el pelo, se hizo melena y cerquillo y se vistió con una bata de maternidad, ya que se había colocado alrededor de la cintura una barriga postiza confeccionada en tiempo récord. Acompañada por Geña Verdecia, partió para Santiago de Cuba en ómnibus. El vehículo se detuvo en el cuartel de El Cobre para que los guardias lo registraran y, de paso, chequear a los pasajeros. Un soldado le ofreció café al chofer. “¿Y al pasaje, no?”, protestó la “embarazada” Norma. “Bueno, también”, le sonrió el uniformado.

Geña, aunque se quería morir, comenzó a descender del ómnibus junto con Celia. “Deje, se lo traemos aquí”, le dijeron muy amables. “No, no, bajamos.” Otro soldado la ayudó. “Mire, tenga cuidado, que hay que saltar trincheras y barricadas.”

En la cocina del cuartel, buscaron un taburete. La trataron como si fuera de cristal. “No se recueste, que eso es peligroso, se puede caer.” Colaron café para ella y comenzaron a conversar. A los soldados se les soltó la lengua y hablaron del desembarco, de los sucesos de Alegría de Pío, de la persecución de que eran objeto los expedicionarios. Celia tomaba nota mentalmente de las indiscreciones.

Al llegar a Santiago, Norma se entrevistó con Frank. Ella no creía en la muerte de Fidel Castro. “No han mostrado su cadáver. Está vivo y no ha sido capturado”, alegaba.

Primeros envíos a la Sierra

El 19 de noviembre llegó Mongo Pérez a Manzanillo con la noticia de que Fidel, Raúl y otros compañeros estaban vivos y a salvo entre gente amiga de la Sierra. Cuando Mongo regresó de Santiago, adonde había ido a entrevistarse con Frank País. Celia le entregó 267 pesos para Fidel.

El 23 de diciembre despachó a Geña Verdecia y otros dos militantes del Movimiento hacia la Sierra con 300 balas y nueve cartuchos de dinamita. Seis días después, con la misma Geña y otro combatiente, el envío fue de ocho granadas, remitidas por Frank, cuatro peines de ametralladoras, mechas y cartuchos de dinamita, fulminantes y unos libros de Historia de Cuba solicitados por el médico argentino a quien todos llamaban Che. Veinticuatro horas más tarde, expidió al primer refuerzo, 11 combatientes de Manzanillo seleccionados y pertrechados por ella.

No se detuvo. Siguió enviando, ya fuera por solicitud del aún incipiente Ejército Rebelde o por iniciativa propia, ropas, gorras, hamacas, frazadas y otros útiles. A tal punto Manzanillo se convirtió en la retaguardia de la guerrilla, que Raúl Castro le confesó en un mensaje: “Tú te has convertido en nuestro paño de lágrimas más inmediato y por eso todo el peso recae sobre ti, te vamos a tener que nombrar Madrina Oficial del destacamento”. Y a todo lo largo de 1957 sus misivas a Celia iban dirigidas a “Querida madrinita”.

Fuentes

  • Los documentos que aparecen en el Fondo Celia Sánchez, de la Oficina de Asuntos Históricos (OAH) del Consejo de Estado, así como los que se hallan en el Depósito de Testimonios de esa institución.
  • Álvarez Tabío, Pedro. Celia, ensayo de una biografía.
  • Portuondo,Yolanda. La clandestinidad tuvo un nombre: David.
  • Testimonios de Silvia, Flavia y Griselda Sánchez Manduley (1990), Berta Llópiz (1990), Manuel Echevarría (1990 y 2005), María Antonia Figueroa (1990 y 2000) y Micaela Riera (1990).
  • Bohemia
  • Multimedia Celia, mariposa de la Sierra de la autora Eloisa Esther Pascual Sarmiento.